"Algún día te darás cuenta de lo que te estás perdiendo"- me dijo, como si yo no lo supiera, justamente un momento antes de que dejara de llamar y un tiempo después de haber dejado de colarse, inquieta, sonriente, viciosa y caprichosa, entre las sábanas de mi cama.
Hay, en realidad, muchas cosas que nunca hemos aprendido a valorar hasta que un dia y de manera sorprendente, buscada o inducida, las perdemos.
Un profesor, allá por los años de BUP, nos intentaba hacer ver lo increíble que es dar a un interruptor y que se encienda una luz. Lo maravilloso que es girar un grifo y que salga agua (que además es potable) por él.
Por supuesto que todas esas cosas que consideramos irritantemente normales (un email, un mensaje, una videoconferencia) terminarán, si no lo son ya, parte de aquellos milagros que nunca podremos valorar.
El principal ejemplo de estos casos, para aquellos que ya hemos vivido la magia estresante de la emancipación, es descubrir que habias estado decenios deseando irte de casa pero que cuando te sientes enfermo estás deseando que aparezca tu madre por la puerta con un zumo, esa manera mística de estirar las sábanas o un caldito.
La sensación de desamparo cuando sientes que has de tomar una decisión en tu vida sin tener las prevendas intelectuales del guía en el que intentan convertirse algunos progenitores se alimenta precisamente de descubrir que aquello que iba a existir para siempre ya no está.
Y te haces pequeño.
Porque no eres capaz de hacer magia. Porque si vivieras en una isla con todos los cultivos necesarios no sabrías hacer pan. Porque el agua potable no llega sola hasta el grifo. Porque los interruptores no crecen en los árboles. Porque, por supuesto, los email no llegan en carruajes.
Vivimos en un planeta mágico lleno de milagros que no queremos ver.
"Algún día", aquella vez, fue quedarme sin luz, sin internet, sin agua y sin el olor del hogar. Y me hice pequeño. No deja de ser un milagro más de esos que, cuando no están, algo no encaja.
2 comentarios:
La razón que tienes...
Casualmente hoy me encuentro reflexionando sobre algo parecido. Llevaba tiempo sin pasarme por aquí, y no veas como se agradece leer algo que podría ser un pensamiento mío. Un abrazo y animo.
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