Aparte de algún que otro significado informático el front row es ese lugar, en primera fila, donde algunas celebrities, otros que ansían serlo y algunos que lo son de pago se sientan a ser más fashion que el desfile en si mismo y más adolescentes que alguna personilla de mediana edad que se acaba de dar cuenta que se le está pasando el arroz.
El caso es que al front row del desfile de la Paris Fashion Week fue nuestra Rossy de Palma con un pequeño vestido y la consideración previa de que al estar en aquel lugar y no llamar suficientemente la atención, ir sin bragas era lo más apropiado para dejarse ver a la luz de los flashes de las cámaras.
Estoy absolutamente convencido que el único descuido de ese tipo fue el de Marta Chávarri. El resto, con ese olorcillo a "posado-pillado" publicitario, apesta a amortizar el dinero gastado en el láser.
Mucho tiempo ha pasado desde 1989 en el que, si la decoración que genera mis historias en el cerebro no me engaña, la buena de Marta se sentaba en la sala de espera de su oftalmólogo en la calle Velazquez, justo en el primer piso sobre la pastelería Mallorca, mientras sobre el suelo de madera y haciendo eco entre los techos altos, la renta de alquiler baja, las obras de arte en las pareces sonaban los zuecos blancos que usaba mi señora tía antes de dar paso al próximo paciente. Sobre la mesa de la sala de espera estaban las revistas de aquella semana y parece ser que allí mismo Marta se vio, como cuando las adolescentes se miran con curiosidad con un espejo, el lustre sin par de sus genitales de la jet set a disposición de cualquier onanista español de la época.
Por supuesto que, desde aquel momento, los descuidos y los desnudos, los top less en las playas y algún que otro pezón perdido, amén que uno o dos coños de rigor, tuvieron siempre la sospecha de la duda. No es lo mismo una aristócrata sin bragas que lo descubre en la consulta del médico y se llena de rubor a Aída Nizar haciendo un bolo en una discoteca de tercera o a la anunciante de grifos en que terminó Rossy abriendo las piernas como si fuera Sharon Stone en alguna primera fila donde sabe que va a ser fotografiada.
Aunque una teta y un buen desnudo siempre vende un poco por la motivación envidiosa de las mujeres y la motivación obvia de más de un hombre.
Y, para determinar el punto de vista femenino, basta con admitir que en las revistas de damas salen mujeres mucho más guapas que en las de hombres mientras que en las de hombres salen coches (excepto en las de hombres que salen damas, pero van sin ropa).
Nuestras presentadoras de televisión, excepto Mercedes Milá y más de una Campos, tienen un componente sexual tolerado y permitido que las hacen ser parte de la conversación envidiosa (en el vestuario de mujeres) y libidinosa (en el de los hombres) y, por el contrario, nadie se imagina a Jordi Hurtado, Matías Prats Jr, Pablo Motos, el gran Wyoming o Buenafuente enseñando un testículo en medio de un descuído.
Uno de los debates que han saltado a la prensa estos últimos días habla de esa consideración de la RAE en que nuestra lengua no es sexista en sí misma, sino que algunas cosas son como son y eso no lo hace machista o feminista.
Con las exclusivas, con las presentadoras y con el éxito asegurado de algunas "exclusivas" pasa lo mismo. Si la carne que se ve es de una mujer tiene siempre mucho más éxito que si es carne de hombre.
Supongo que es por eso por los que más de un front row atrae tanto la atención de hembras y machos, aunque no por el mismo motivo. Eso sí: aunque huele a machismo convencional están llenos de mujeres.
Pero las fotos las hacen hombres.
Cada uno juega con lo que tiene quiere.
3 comentarios:
Polamódedió, ¡si vas a meter fotos desagradables avisa! ¡Que esto lo ven los niños!
(sí, lo digo por la foto de LA CARA de Rosy de Palma...)
Tranquilo: siempre hay gente que no entiende el arte.
atontada....de donde sales los niños?? del cooño tia.
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