Esta mañana me he despertado al ritmo de la Ser con la extraña noticia, si es que te la encuentras en ese momento que va desde el sueño a la vigilia, de un grupo de "yayoflautas" que han efectuado una protesta ocupando un autobus al abrigo de una bandera republicana. "Esto no pasaba cuando el PlanE estaba en ejecución, porque había obras de sobra"- ha sido mi primer pensamiento.
Después ha llegado el recordatorio de esa manera tan elegante de protestar, parecido a las persecuciones policiales de los telefilms sin presupuesto de las tardes de los domingos en los lejanos años 80, que es colarse masivamente en el metro para protestar por las subidas de precios de los servicios públicos (aunque en Madrid no sé muy claramente donde está la delgada línea roja entre lo público y lo adjudicado por Espe).
Son momentos en los que aparentar ser un rojillo justiciero con la boina calada al estilo del Che empieza a resultar un arquetipo ridículo porque al final del camino apurará un tinto soltando improperios contra el sistema antes de llegar borracho a casa como un sublevado derrotado.
Luego leo con una mezcla de obviedad y tristeza cómo van cayendo, una detrás de otra, las ONG ahogadas por la falta de dinero público. Supongo, desde mi punto de vista, que eso es lo que sucede cuando vives de un único cliente y el cliente no te paga. (véase: la poda del tercer sector)
A mi me dejaron por un apuesto joven, hace muchos años, que tenía en su curriculum sexual haber recorrido Europa haciendo auto-stop. Eso le hacía ser, a sus 20, una especie de abanderado de las verdades globales, un prohombre del conocimiento humano y un montañero curtido con conciencia global. Hoy en día, independientemente que se haya convertido en un farlopero ocasional con dos niños, un divorcio y un Lexus a sus espaldas, adora el capitalismo que le lleva en Bussiness Class a los mismos lugares a los que llegó gracias a su dedo.
A mi, como a casi todo el mundo en algún momento de su vida, me apasionó alguna mujer de mundo, de esas que bebe cerveza del botellín, adoctrina filosoficamente a partir de 0,40 de alcohol en sangre y la saludan por su nombre en bares a los que no me atrevería a entrar. Pero siempre me gustaron más los hoteles que las tiendas de campaña.
Vivir poseído por el necesario (y demagógico en algunos casos) tercer sector (que no terciario), casi como ser un idealista, es aceptablemente chulo. Dormir en la playa tiene que estar bien, si es que es verano y mañana te puedes duchar con agua caliente. Hacer proyectos de cooperación, como escribir tratados de buenas maneras, tiene que resultar reconfortante. Gritar consignas contra el sistema tiene que disparar la adrenalina sobre todo si hay un grupo de policías pertrechados con sus porras enfrente tuyo y en una seria posición desafiante, sin llegar a la violencia.
Albert Einstein trabajaba en una oficina de patentes para sobrevivir mientras escribía la teoría de la relatividad que lo cambió todo. El Che hizo una guerra. Harry Truman lanzó unas bombas atómicas. Stephen William Hawking, que podía haberse quedado quejándose de su enfermedad con más razón que un parado de corta duración, afirma que "Aunque había una nube sobre mi futuro, descubrí para mi sorpresa que estaba disfrutando la vida en el presente más de lo que lo había hecho antes. Empecé a avanzar en mi investigación".
La historia, para mejor o para peor, recuerda a quienes han hecho algo. En ese sentido los que quisieron ser Mario Conde llevan ventaja a los perroflautas. Sentarse más del tiempo necesario a planificar lo que vas a hacer es perder el tiempo. Quejarse continuamente es quemarlo.
Hoy en dia ser una buena persona y tener un mínimo de conciencia social no tiene que dejarte sentado en una silla esperando el momento en el que la economia estatal te pueda mantener por bueno, por guay y por ecologista. Ni siquiera considero que una ONG no pueda considerarse como un pequeño negocio con el que no esperas hacerte rico. Se llama economía justa, y a algunos hasta les ha salido bien.
A veces muchos manifestantes, de esos que vuelven locas a las divorciadas con dinero que buscan un joven que les haga sentir el calor de la desfachatez de la juventud, quizá porque soy hiperactivo, me parecen poses caducas. Por eso de "caduco" excuso a los yayoflautas. Y critico a quienes exclusivamente critican y esperan. Lo hago de la misma manera que veo a algunos depredadores de Ryanair, esa compañía que se llena de mochileros, intentando pagar 600€ a los empleados abandonados de Spanair.
El problema, quizá, está en que eso no quita para que los que se colaron en el metro tengan activadas las alarmas en su mail para las ofertas de la compañía aérea en cuestión.
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