El lunes un compañero de trabajo, buen tipo y más que mejor persona, fue acuchillado junto a su novia por un desequilibrado que dio la jodida casualidad que tuvo a mal entrar en el mismo vagón de metro en el que ambos acudían hacia sus respectivos trabajos.
En realidad da igual quien gritó a quien o cómo todo aquello terminó con seis heridos (dos graves) y un buen hombre que tomaba café en el lugar inapropiado muerto a cuchilladas por un paranoico que vendía camisetas con manchas de sangre por internet y caminaba errático por las calles con un cuchillo jamonero debajo de la chaqueta.
Da igual que fuera iraní porque hace unos días un buen hombre de pro en Girona mató a su propia hija porque se lo ordenó el diablo.
Da igual que los políticos se desgañiten con la seguridad urbana y que los psicólogos, muy serios y muy dignos, hablen del claro perfil paranoide del sujeto cuando ya saben lo que ha hecho. Yo también soy capaz de decirlo después de ver la sangre, el muerto, las vendas y las cicatrices. Yo tambien soy capaz de comprar un cuchillo en una ferretería y buscar víctimas para mis alucinaciones. Ni mi terapeuta ni el responsable de seguridad ciudadana de mi ciudad son responsables.
Da igual, me temo, que las señoras mayores acudan en procesión al lugar de los hechos y se escandalicen con los restos de sangre sobre la acera.
Da igual, incluso, que sea tan facil matar.
Después, cuando los datos son de dominio público, los mismos que eran tan cobardes de salir corriendo al ver al enajenado con la sangre chorreando de la hoja son los que apuestan por matarle. Los mismos que adoran a los diablos de la reconciliación son los que aprovechan la nacionalidad para creer y apostar porque el origen es un componente de la demencia. Los mismos que esperan siempre finales felices en las películas añaden componentes dramáticos a la escena que les contaron (y, afirmo, algunos medios juegan miserablemente con la verdad).
Ayer mismo apareció una periodista de Tele5 en nuestro trabajo preguntando sin buscar, he de decir, ninguna versión correcta y ninguna parte de verdad. Quería llenar la cámara de dramas y de cicatrices, de xenofobia y de rabia, de indignación y de odio.
Porque eso es lo que quedan de los dramáticos y aleatorios sucesos que te tocan y te dejan heridas como cuchilladas.
Pd: en lo que se refiere a los heridos que conozco, se recuperan con sus perforaciones como cornadas aunque en algún panfletoide disfrazado de periodismo, a ella la hayan matado alguna vez. Una muerte a tiempo es sinónimo de audiencia, aunque sea mentira.
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