Mal dia para buscar

22 de octubre de 2011

ETA: ¿eliminar perfil?

Ayer me senté, tranquilo y sosegado, para hacer zapping entre los diferentes informativos que se regodeaban en la noticia del cese definitivo de la actividad armada de la banda ETA que es, como si fuera un rescoldo cultural de baja categoría, la última banda terrorista que habita en la parte civilizada del viejo continente. Y es que los vascos somos así.

En realidad pasé de las declaraciones del portavoz de Bildu a la cara de satisfacción de Zapatero y la inexpresiva declaración casi institucional de Rajoy, prácticamente calcada a la de Antonio Basagoiti (presidente del PP vasco y, aparte de lo ideológico, un tipo muy listo que vivirá su particular techo de cristal, al estilo gallardonero, bajo sus siglas). Observé ese tono profundo sin cuello del presidente del PNV, el señor Urkullu, como si dejará entrever que sentía en profundidad que, tras 30 años de gobierno nacionalista, fuera el PSE quien se marcara el tanto. Quise notar la alegría contenida de muchos e incluso estuve unos minutos ojiplático en Intereconomía (donde Mario Conde, que le presentan como abogado del Estado en vez de Chorizo adelantado a su tiempo, parecía casi de Bildu).

Intereconomía, fiel a su reflejo más allá de la derecha de la derecha, esperaba que las imágenes de Gadafi sangrando se produjeran con un grupo de terroristas vascoparlantes colgados de unas cuerdas.

El Gara, fiel a su reflejo, consideraba que los buenos muchachos de ETA habían extendido la alfombra del amor hacia los malísimos gobiernos democráticos de España y Francia, ya que (supongo) no habían podido matar a todos los que piensan diferente a ellos (lo cual es la base del fascismo).

Y los demás, sin llegar al exceso de Francino e intentando no atragantarnos con ese poso de recelo que deja la moraleja del cuento del lobo, estábamos aceptablemente satisfechos porque, haciendo gala de la destrucción de empleo común en nuestro estado, los sicarios de ETA también estén, cual albañil de Punta Umbría, en el paro.

Poco se puede añadir a una declaración de intenciones. Poco se puede decir más que la esperanza de que esta vez sea la buena. Poco se puede agregar al recuerdo de los, según las ganas de los medios, entre 829 y 854 muertos que nos deja la basura con la que hemos vivido algunos y que ha alimentado el victimismo de unos, el fanatismo de otros y el falso componente que asociaba el Txakoli a un encapuchado y que gustan de recordar más abajo de Burgos.

Yo soy un tipo de Bilbao. Nací en una maternidad que ahora es un hotel de lujo enfrente del Guggenheim. Eché mi primer polvo a 15 minutos andando del lugar donde nací (con una mujer maravillosa), compartí años de universidad con el hijo del ingeniero Ryan (asesinado por ETA para parar la construcción de la central nuclear de Lemoniz), le vendí ordenadores a Txeroki, me insultaron de ambos lados en las primeras concentraciones de Gesto por la Paz, compartí una cena con el afamado cura Setien, Tasio y yo nos saludamos al cruzarnos por la calle, conversé con María San Gil y llegué, después de vivir en la variedad que alimenta el entorno en el que vivo, a la conclusión que las ideas, como tales, nunca pueden ser condenadas ni demonizadas mientras asumo que hay buenos, malos, fanáticos e inteligentes en todos los sitios.

Pero también llegué a la conclusión que aquel fenómeno infame de los asesinatos es algo que solamente se puede entender en mentes bárbaras y de psicópatas que se creen de sí mismos reencarnaciones de algún tipo de salvador de la patria que para la inmensa mayoría de los vascos podría haberse metido la pistola por el ano y apretar el gatillo hace muchos años. Los muertos son la vergüenza asociada a lo vasco de los últimos 50 años. Me da igual que sean los 27 del Gal o los 8XX de ETA. Son muertos y no pueden ver el final de lo que se les llevó por delante. Poco le da igual a una madre o a un hermano quien haya matado a su hijo y por qué. Un muerto no tiene ideología porque no puede pensar. Esa lección me la enseñó el hijo de un asesinado por ETA en una concentración de Gesto por la muerte de un etarra que podría haber sido el asesino de su padre.

En este mundo moderno en el que nos movemos cuando alguien te deja lo primero que hace, que es un movimiento absurdo y que nunca es definitivo, es borrarte del facebook.

ETA ha dado de baja su perfil.

Y aunque no quiere decir que no exista, ha dejado de existir en el universo virtual de muchos. Es un paso alentador.

Espero, sinceramente, que desaparezca del universo real de todos.


Pd: Yo nací más o menos doce años despues que ETA . Franco vivía. La televisión era en blanco y negro. No teníamos redes sociales ni whatsapp ni skype. Quiero pensar que es un cancer que se ha curado tras 52 años de quimioterapia.

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