La RAE dice, en su segunda acepción que timorato es, dicho de una persona, "que se escandaliza con exageración de cosas que no le parecen conformes a la moral convencional".
El truco, para el que todavía no se haya dado cuenta, es cambiar el concepto de "moral convencional" y, en ese caso, la exageración o el escándalo podrían llegar a estar justificados bajo unos parámetros cuantificables. Voy a poner un ejemplo inconveniente: el Real Madrid, equipo de balompié, dispone entre sus filas de un jugador brillante, peleón, polémico y que no evade la gesticulación o el confrontamiento con sus rivales y la hinchada contraria a lo largo del periodo de juego. Por eso, y porque mete goles, no es un deportista apreciado por el contrario. Así que casi como el efecto Streisand, se busca la manera de desestabilizarlo y todos se dieron cuenta que si se hacía referencia a su color de piel, se enfada. Como hay que enfadarlo, le llaman "negro" de una manera tremendamente despectiva casi de la misma manera que yo he hecho miles de chistes con la nariz de la Streisand. ¿Es negro?. Si. ¿Su color le ha impedido de alguna manera llegar a lucir, en los mejores equipos del mundo, un reloj de más de lo que tú y yo ganamos en tres años mientras llora por el racismo intrínseco de una sociedad con una moral desviada?. Yo creo que no. Basándonos en la definición de la Rae, ¿es timorato?. Podría ser. Cuando yo jugaba al baloncesto me contó, un entrenador que tuve, que algunas estrategias para ganar partidos pasaban por desconcentrar al contrario. Si el mejor jugador del equipo contrario tenía una hija llamada Mari Carmen, sacabas a un jugador prescindible y le ponías a defenderle. Entonces te acercabas al otro y le decías, con voz de pederasta vicioso, lo mucho que te gustaría tirarte a Mari Carmen el martes. Así que le enfadabas, te metía un puñetazo en la cara, le descalificaban y el equipo contrario se quedaba sin los veinte puntos que iba a meter el otro. Son técnicas, éticas o no, de juego y tu, como defensor, no has tenido en tu vida excitación con una menor pero has ganado un partido. Pregúntale a Zidane qué le llevó a dar un cabezazo a Materazzi en la prórroga de un mundial.
Así que la moral se retuerce a conveniencia y, por supuesto, se convalida el llamar negro a alguien mientras se le azota con un látigo para que recoja más algodón, impidiéndole avanzar en su vida porque será un esclavo para siempre, con llamar negro a alguien para que no te meta un gol. El acto, en realidad, es el mismo ( llamar algo a alguien) pero no podemos evitar que el escenario y la motivación son bastante diferentes. ¿Cual es el problema?. Que si osas a decir que no podemos comparar el tráfico de esclavos con los insultos desde una grada pasas a ser un racista. También es cierto que a los jugadores del Athletic Club de Bilbao les han llamado etarras durante cuarenta años desde las gradas pensando, en el mismo tipo de cerebro de un hoolligan abotargado por la competición deportiva de otros, que de esa forma se despistan. Es lo mismo que hacer gestos en la grada cuando se va a tirar un tiro libre. Si en un deporte multitudinario no te dejan gritar, insultar al árbitro, al contrario o a la afición rival, se convierte en tenis.
Salvando las distancias y considerando que las actividades públicas son un reflejo de nuestra sociedad podemos hacer el mismo paralelismo con otros momentos en los que, posesos de la moral que me conviene, me convierto en el timorato de turno. Así que intento hacerme, a mi mismo, como un referente de la defensa de una posición digna contra un enemigo infame. Soy el defensor del nacionalismo regional contra Franco ( aunque esté muerto hace 40 años), soy la diana y representante de la mujer en un mundo en el que me insultan por mi sexo y no por mi inutilidad laboral o simplemente porque, de esa forma, mis enemigos me desestabilizan. Cuando asumo como cierto que vivo en dictadura, en el patriarcado, en una régimen bolivariano o en un sistema que me castiga por ser blanco y heterosexual, ya tengo ganado el camino para escandalizarme y considerarme el capitán timorato del barco de la moralidad. Además, lógicamente, necesito que de una forma u otra todo siga siendo más racista, machista, antiecologista, fascista o algun que otro ista para poder sobrevivir en mi mensaje. Se nos olvida, muchas veces, que el alimento de las víctimas, cuanto más impostoras más, es el propio conflicto. Cuando Eta dejó de matar apareció, cabizbajo, un guardaespaldas gallego que protegía a uno de mis clientes. "!Que me quedo sin comer!"- me dijo sabiendo que tendría que empezar su vida de cero en otro lugar. También es verdad que jamás había tenido que hacer verdaderamente su trabajo porque era un amenazado de tercera división y vivía bastante bien acompañando a su protegido a tomar vinos por las tardes. Defender el racismo, el feminismo, el terrorismo, el nacionalismo o la gordofobia en un pais como el nuestro, afortunadamente y a día de hoy, es un trabajo cómodo y rentable que se te da bastante mejor si eres un timorato. En su segunda acepción.
La solución pasa por dejar de dar por saco con las diferencias.
Las luchas habrán de ser en su lugar dramático de acción pero luchar contra el hambre y la pobreza en Valdemorillo es mucho más fácil que hacerlo en Kenia, pero seguro que hay estadísticas que hablan de lo hambrientos que están los niños de ese lugar de la comunidad de Madrid, que es una comunidad de fachas en un país dirigido por un megalómano dictador apoyado por terroristas independentistas que, sustentados en el patriarcado, ejercen el racismo porque llaman "negro" a un delantero para ver si, de esa forma, no les mete un gol.
Pd: recuerda que cuando ese partido que se llamaba "podemos" presentó a su candidata a la comunidad valenciana como "mujer, sorda y lesbiana" y no les votó ni su primo, aseguraron que era porque eran votantes machistas, homofobos y normalistas. Obviamente por eso había que crear observatorios para luchar contra la obviamente demostrada lacra social. Hay quien, por hacerte un estudio de género de las pasarelas de la playa, te cobra. Hay que comer de algo.
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