Este año Facebook me recordó que hace 12 años hice mi primera ruta importante en moto. Fui a Jaca. Hay una foto en Pamplona y otra al llegar como si hubiese alcanzado el Polo Norte a lomos de aquella Varadero a la que sigo teniendo un cariño infinito. Lo curioso de una foto es que te devuelve el olorcillo que tienen esos dias. No al del culo plano después de tantos kilómetros sino a quien me despidió al salir de casa, quienes me esperaban en Jaca y la sensación de aventura al bordear el pantano de Yesa. Curiosamente, salvo el pantano, hace años que no hablo con ninguna de aquellas personas. Cuando uno busca en su zurrón, dentro del compartimento de los amigos (e incluso de los amores), no recuerda cuando dejaron de estar y cuando o por qué, fuiste tú quien se marchó.
En aquellos días una década que se suponía de asentamiento y serenidad, se abalanzaba sobre mi. No lo fue. La gran enseñanza es que hay demasiadas pocas cosas que perduran y lo jodido es que no me soporto. Quizá por eso creo que más tarde o más temprano quienes están cerca llegarán a la misma conclusión y , una y otra vez, desaparezco antes de que suceda. Es un error, lo sé. Ni siquiera es porque tenga cosas más importantes que hacer, en absoluto. Simplemente me vuelvo a mi cueva madriguera buscando entre la biblioteca la canción adecuada. He salido de su casa como una fan a punto de desmayarse en un concierto por no avergonzarme de mi admiración.
En la decepcionante película de "nada en la nevera" él va a buscarla en su coche. Cuando la está esperando, nervioso y entusiasmado, se tira un pedo que atufa el vehículo. Justo ese es el momento en el que ella aparece bajo la lluvia. La mira, sonríe, no dice nada y arranca dejándola tirada. Ella lo vive como un grandísimo desprecio y él como un secreto del que arrepentirse siempre.
Es curioso cómo son los huecos que dejan las personas que nos desaparecen. Algunas ausencias simplemente te calman, otras terminan careciendo de cara y de nombre. Sin embargo hay agujeros que te quedas observando sabiendo que no volverán a llenarse. Eso pasa cuando algo te sucede y se lo vas a contar pero sabes que ya no puedes o no debes. Cuando descubres una canción que le gustará o va a tocar un grupo al que hubierais ido a ver juntos. Todas esas ocasiones en las que te apetece cocinar para dos. Los sitios en los que esperas encontrarte. La ropa que no sabes como combinar. Los miedos que no te atreves a confesar. Las ayudas que nunca te atreviste a pedir. Los hitos que deberías haber cumplido en común. Hay sonidos que aparecen cuando todo se llena de silencios.
Si he descubierto algo es que las cosas de las que te sientes orgulloso y crees que las has conseguido por ti mismo siempre, de una forma u otra, fueron fruto del apoyo y de la ayuda de alguien que, estadísticamente hablando, desaparece en algún momento. Un padre, una amante, un jefe, un profesor, una novia, un colega o el vecino de enfrente. Queremos creer que podemos ir hacia rutas salvajes y ser plenos estando solos, pero nadie nos dice que al final de la película el tipo muere.Hace 12 años salí de casa solo, con mi 125, camino de Jaca. Allí estaban un par de amigos. Me hicieron una fotaza desde el coche de delante.
Ahora conduzco mucho mejor pero carezco de rumbo.
Es cosa de la estadística, de la vida y de mi mismo.
1 comentario:
Lo que se dice,
un nómada
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