Las grandes empresas, los asesinos en serie y los porteros de discoteca carecen de sentimientos. Eso es lo que les hace peligrosos y lo que les hace triunfar en sus trabajos, si es que se supone que andan por la senda del éxito. El resto, ese universo publicitario o esa sonrisa antes de ser condenados a muerte, es postureo.
Ted Bundy, asesino demostrado de 36 mujeres, llegó a pedir matrimonio a una testigo justamente en el juicio por el que le condenaron a la silla eléctrica. Era un casanova, un embaucador, un Dios, según sus propias palabras cuando sentía el poder sobre la vida de los demás en sus manos. La incapacidad de sentir, de aferrarse a la empatía con el sufrimiento de sus victimas o de reconocer y controlar sus propios demonios, es lo que convierte a este tipo de excremento humano en una especie de estrella con película propia y entrada en la wikipedia.
Los seres humanos hemos aprendido abruptamente a controlar parte de nuestros sentimientos. "Tengo ganas de verte", "Ven", "Te necesito" son frases que ya no se prodigan porque, quizá, nos hace sentir que nos volvemos más débiles, que no se puede jugar enseñando las cartas.
Los ejércitos más poderosos desarrollan armas para poder matar sin ver al enemigo y eso precisamente es lo que les hace más peligrosos. Pulsar un botón no implica sentir porque es un frio escudo tecnológico.
Los gobiernos se sientan en sus mesas de caoba, rodeados de cifras, para ajustar de aquí y de allá sin pararse a pensar, excepto en las ruedas de prensa, que al final de una resta hay un despido. El gobierno alemán no es capaz de oir los llantos de un niño griego que se despierta a media noche con hambre,
Se ha demostrado que los hombres son menos empáticos que las mujeres y estoy convencido que cuanto mayor es la sociedad a la que creemos pertenecer menos nos involucramos en lo que le sucede a los demás. No hay mendigos abandonados sin casa en los pueblos y abarrotan las ciudades mientras pasan a su lado, sin mirar, mujeres de largas piernas y tacones de aguja con bolsas de Gucci.
Una de las cosas que hemos asimilado en el principio del siglo XXI es que nuestro mundo es global y que desafortunadamente hay males necesarios. Hemos aprendido que debemos sonreir y aparentar, que existen determinaciones que cumplir y que lo importante es ganar la carrera aunque demos un codazo al otro corredor para llegar por delante por mucho que después, recogiendo nuestro trofeo, alabemos al segundo. Hemos puesto nuestro destino en manos de grandes empresas y de gobiernos dirigidos como empresas que tienen en común lo mismo que todos los grandes asesinos: Se creen dioses y son incapaces de sentir.
Ted Bundy sería un ministro de economía feliz en este día del trabajo.
2 comentarios:
Hace un par de meses, en una reunión de amigos, se planteó justamente esto: qué es lo que les pasa por la cabeza a los que toman las grandes decisiones. "¿Se darán cuenta del daño que hacen?" "¿Sí?" "¿No?" "¿Qué pensarán?" La respuesta es que no piensan en nada, y no pensando nos cosifican, nos tratan como objetos, como cifras, beneficios, votos, puntos en su haber...
La respuesta, por tanto, está en este artículo. ¡Felicidades!
¡Y feliz primero de mayo a todos! si es que puede ser.
Genial como siempre, cambia el pantie de vez en cuando...
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