Consumiendo cultura basura

El consumo de cultura basura tiene efectos secundarios peligrosos.

Mi teoría básica se vio reflejada en una escena de la (ensalzada por mi) película "En la Cama".

Si lo extendemos a la música probablemente la explicación será poco más o menos idéntica.

Cada uno tiende a pertenecer a un grupo y por alguna razón son grupos que tienen puntos en común. Te puede gustar Melendi, Fito y Marea pero si un dia apareces encantado de la muerte con la discografía de Burial es que algo te ha sucedido porque acabas de salirte de un grupo de personas al que pertenecías.

Algún amigo, devorador de esos discos importados de jazz que parecen señores que tocan el saxo como si estuvieran probando una puerta mal engrasada de manera arrítmica, dice que está en su derecho de consumir cine de culto húngaro y verse cuatro películas seguidas de Esteso y Pajares, porque todo eso es cultura. Sin embargo cuando le preguntas el motivo por el que no se le ve disfrutar cuando van programando musicalmente las canciones que representan a los diferentes paises en eurovisión ( y cuya canción representando a España este año se parece sospechosamente a un anuncio de compresas) pone la misma cara de El Fary chupando un limón.

La única explicación lógica que recibo es que para que la industria sea capaz de permitir a algunos creadores experimentar con productos minimalistas es que otros hagan productos animalistas (para el consumo de animales). Para que Marc Parrot pueda hacer lo que le apetezca tuvo que reventar el mercado con "el chaval de la peca" que es, salvando las distancias, como el alter ego que se hizo Bowie con Ziggy Stardust, aunque en la escena más rural de esa cultura popular que tiene su cénit en Rafaella Carrá o Las Baccara.

Porque nunca el disco más vendido ni el cuadro más visto son los mejores. Esa es la misma explicación que supone que el empresario que más gana es el mejor cuando puede que sea el menos ético o el más ladrón. Aunque algunos se cambiarían por él sin pensarlo.

Es complicado, claro está, mantenerse puro en este mundo lleno de influencias culturales variadas por cada una de las esquinas que giramos. Ya no existe una, dos o tres corrientes culturales porque son múltiples. Góticos, Emos, Mods, Rockers que no murieron nunca, Punks con sus perros, Pijos, Metrosexuales, Heterosexuales, Osos, Bollos, Flamencos, Heavys de buen y mal corazon, Amigos del Metal, Jazzeros, Saleros, Perreos, uno que aprendió a bailar la lambada anteayer, los que ponen las canciones de los Chichos y los que piensan que el señor Getta no hace una y otra vez el mismo remix...

Sería extraño encontrarte un libro de Kant en la mesilla de noche si es que nunca te vi leer los pie de foto del Pronto. Aún así las personas se siguen dividiendo en grupos cerrados y si un día, entre tus discos de Iron Maiden aparece uno de los Foo Fighters podria llegar a entenderlo. Pero si te oigo, desde la calle, cantando y bailando alguna canción de Pitingo, tendrás que darme más de una explicación.

Decirme que es cultura no me vale.