La televisión entre los anuncios

"La series son lo que ponen las cadenas entre los anuncios"

Esta frase tiene indignado a un amigo que juega a ser guionista tras acudir a una "master class" del director de contenidos de una cadena generalista porque le estaban tirando a la cara la búsqueda de calidad que todo "creador" quiere sobre su trabajo.

Lo cierto es que con la llegada de la TDT la manera de ver la televisión ha cambiado. Aquellas audiencias que se rompían mientras teníamos uno o dos canales se han dividido y vuelto a dividir continuamente. Quizá ser uno entre dos, o ser uno entre 10 o ser uno entre 100 es algo que hace que todas aquellas cadenas que necesitan un determinado grueso de negocio hayan recurrido a los más absurdos y miserables juegos para mantener a sus televidentes. Como es lógico resulta mucho más facil que dos tertulianos se den unas bofetadas en directo que hacer un programa de calidad.

La culpa, en definitiva, es del televidente que se queda embobado esperando ver sangre.

Como algunos ya sabrán la nueva moda son las series de unos pocos capítulos basados en las grandes figuras de nuestro pais: La duquesa de Alba y Barbara Rey son dos producciones que están en marcha y en poco tiempo veremos la caida y auge de Amparo Muñoz (que murió este fin de semana).

Como alguno habrá leido la productora de Ana Rosa, ese caimán enjoyado, no ha parado hasta lograr que la esposa del acusado de la muerte de la niña Mari Luz confesara el crimen de su marido. Cuando vi las declaraciones (de las que se congratula, como si fuera una periodista con clase, Ana Rosa) solo vi a una señora bajita, gorda y llorosa derrumbándose ante el micrófono que la había perseguido durante días. Supongo que si eso mismo lo hubiera hecho la policía estaríamos hablando de presión inmoral sobre testigos. Independientemente del esclarecimiento o no de un crimen indecente la actitud de este tipo de prensa es indecente.

Sobre todo ahora que han dejado a la señora abandonada en un calabozo para contar las ganancias que tiene ese tipo de trabajo.

Sin embargo algo está cambiando poco a poco en televisión. Al menos eso parece cuando a este reportaje no se le ha sacado el negocio que se suponía, han quitado OT y parte de la audiencia empieza a interesarse por algunas producciones algo más elaboradas que las galas de tele5.

De la misma manera que el regetton llegó a nuestras vidas a ensuciarlo todo de ese ritmo carente de sentido y falto de ningún ápice de calidad (y ya no suena) quizá la telebasura va cediendo al tiempo y a las modas.

O simplemente es que los televidentes que disfrutan de este "periodismo" están aún vomitando hasta que lleguen los anuncios.

Una cosa es clara: la televisión es un negocio. Se financia de publicidad y aquellas producciones que logren más visionado de anuncios son las mejores. Eso no tiene que ver con la calidad.

Cuando quiero calidad, a veces, me voy al cine, pongo la2 o añoro CNN+. El resto del tiempo suenan miserias entretenidas que deja caer la televisión para comentar en un bar la última basura que emitieron en prime time algunos que se llaman periodistas porque ganan dinero a espuertas que dejan los anunciantes. Los productos de calidad en televisión parecen recluídos a programarse justo un poco antes de la teletienda o el adivinador de tarot que parece entre los anuncios del jess extender porque eso es legal y la pornografía de las 4 de la mañana no.

Y, cambiando el crimen o el astrólogo, pasa en las televisiones de medio mundo.

El ponente de la "master class" tenía razón. Es triste, pero es verdad.

Por el camino que pasa el caballo del dinero no vuelve a crecer la ética.