Una de cada cuatro mujeres publican, en sus redes sociales, fotos en las que sus amigas salen mal para sentirse, ellas mismas, mejor en comparación.
De la misma manera algunos estudios afirman que pasar tiempo en facebook durante esas temporadas en las que nos sentimos mal con nosotros mismos es algo negativo porque tendemos a idealizar la vida de los demás y eso nos hace sentir aún más tristes, feos y solitarios.
Por ese mismo motivo y admitiendo que el 25% de las personas borran a sus ex de facebook los mismos estudios llegan a la conclusión que esa acción, lógica en medio de las fases de la distancia, termina siendo negativa porque pensamos que estará poniendo fotos del último fin de semana cuando llegó feliz, con alcohol y vete tú a saber con qué más, a casa a las 5h41.
En realidad fomenta la acción psicótica de imaginar todas esas cosas que nos hacen daño para convertirlas, en nuestra cabeza, en reales, e imaginarlas como quien tiene una pesadilla.
Lo cierto es que ninguna de esas cosas son ciertas aunque algún día, en medio de una irritante conversación casual llena de reproches, te diga que dijo tu nombre mientras estaba en la cama con otra persona.
Facebook, casi como nuestras sonrisas impuestas cada vez que no queremos dar pistas de lo que nos recorre el cuerpo, es un escaparate luminoso y filtrado donde intentamos ser los más felices, los más guapos y los más ocurrentes e inquisidores para con lo que nos rodea. Hasta ahí no deja de ser un gran bar del que, más de una vez, sales para fumarte un cigarro.
El 54% de las personas que no borraron a sus ex de facebook sino que fueron dejando que se diluyera el contacto (sin llegar a la psicosis del espionaje) tuvieron un mayor crecimiento personal. El 50% siguió teniendo contacto y supongo que, casi como en la vida normal, unos volvieron a estar juntos y otros no. Algunos se habrán hecho más de un "me gusta" en alguna foto de la misma forma que se pueden saludar al encontrarse por la calle en la vida 1.0 sin que eso implique que vayan a procrear mañana. El 12% se encontró que les habían borrado y conozco más de un caso al que le dijeron que le querían tanto que no podían tenerlo como un amigo más.
La tecnología abre caminos que, al cerrarlos, puede llevar consigo lo mismo que esconder todos los males del mundo en la caja de Pandora: que algún día la abres y salen.
La manera de relacionarnos del siglo XXI es extraña y se nos olvida que no dejan de ser personas las que están al otro lado del whatsapp o del perfil de facebook. Se nos olvida que no podemos jugar al juego de la comparación de nuestra intimidad con la vida pública de los demás porque siempre saldremos perdiendo y que no podemos pedir a quien nos acompañe en nuestros sueños que sea un prínpipe o una princesa las 24h del dia o que responda cada vez que queramos que esté online. Castigamos las ausencias tecnológicas más que premiamos sus preguntas sobre el día que tuvimos en el trabajo o las veces que nos hace reir.
Las comedias románticas han hecho mucho daño. El perfil de los demás también. Borrar a nuestros ex es, en definitiva y según los estudios, una declaración de guerra que a quien más daño hace es a quien cierra la puerta y abre la imaginación.
Facebook, dicen. es culpable del 20% de las rupturas. La realidad, supongo, de otro 20%. Los miedos que cada uno lleva consigo fomentan el resto e incluso hacen que se conviertan en realidad. Dice la letra de una canción que conozco "¿de quien te vengabas todo el tiempo que yo estuve a tu lado?" (haciendo click, añado)
2 comentarios:
Sí, las relaciones personales del S. XXI son extrañas.
El Facebook, ha hecho que le cogiese manía a mis amigos de toda la vida, pues ahora leo en sus muros sus miserias personales y todas aquellas cosas que desconocía de ellos.
Creo que no es buen plan tener a tu pareja ni a tus buenos amigos en el Facebook.
Será la forma que se tiene de decir la última palabra, de intentar hacer daño a alguien a quien quisiste, de dejar claro que ya no te importa lo que le suceda y que no quieres saber nada de su vida.
Inodora, incolora... e insípida forma de ser un cobarde.
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