Hubo un tiempo en el que simplemente aparecer en un medio era casi un triunfo. Era la pequeña diferencia entre ser invisible y ser alguien. Si el periódico de tu ciudad te hacía una pequeña reseña en un pie de foto de un evento local, te guardabas el recorte orgulloso.
Una de las primeras veces que hice algo de radio fue en el interior de una furgoneta rotulada con el logotipo de La Ser aparcados en zona de carga y descarga. La televisión, con un solo cámara y en un plató del tamaño de mi salón, me tuvo casi 15 años caminando por las calles recibiendo esa mirada de la gente que no sabe si te conoce de ser amigo de su prima Mari Carmen o de otra cosa. He firmado libros, he dado charlas con muy poca gracia y me han parado tres veces para pedirme autógrafos. Si lo vemos desde la perspectiva de los 80 se puede parecer a una orgullosa cuota de fama pero si lo vemos desde ahora es, sencillamente, una castaña pilonga.
Hace unos días un amigo , crítico musical aficionado, expresó, después de haberlo escuchado con atención, la deriva en la que van cayendo los antes aclamados Depeche Mode. El primer error que cometió fue hacerlo en facebook y de una manera pública. Como el lógico y esperable aparecieron comentarios muy a favor y muy en contra, porque lo moderado no existe en el mundo contemporáneo y mucho menos en Internet. Uno de los contrarios era tajante: "No tienes razón, es perfecto". Sin explicaciones, ni comentarios extras. "¿Me puedes explicar el motivo?"- le puso. Responder, en ese lenguaje no escrito de los comentarios, es una declaración de guerra. En ese caso vino la clave de todo: "Soy creador de contenido y como tal has de respetarme". No hay ninguna razón salvo el situarse por encima y con eso callarlo todo.
Antes de dejarse llevar por la ira tuvo a bien buscar aquello que convertía a su enemigo dialéctico en un creador. Quizá era el nuevo Joaquin Luqui y él no lo sabía. Spoiler: no era así. Era un opinador sin razonamientos. "Bueno", "Malo". Poco más. Dando exactamente lo mismo que fuera un disco, un restaurante de pizza con piña o un motor bicilíndrico refrigerado por aire. Es cierto que los algoritmos que pueblan las redes se retroalimentan de cuantificaciones y a un número indeterminado de reseñas cuantificadas (sin texto) te envían un correo diciéndote que eres "Local Guide", "Star influencer" o alguna soplapollez. Eso, cuando no te das cuenta que no significa absolutamente nada, alimenta tu ego y te hace creer que estás un paso por encima de la plebe. Engorda tu ego y te genera seguidores mentales que te argumentan el motivo por el que, sin más, tienes razón.
Con todo ello me percaté que cualquier cafre puede creerse una estrella de la tele porque tiene un canal en youtube, un rey de las ondas porque lucha contra los silencios en un podcast o un literato infinito porque cada seis meses pone una frase en un blog. Conozco a más de uno que dice que te hace las fotos de la boda porque publica lo que come en Instagram.
El peligro de todo esto es que los fotógrafos de verdad, algunos que saben escribir, los comunicadores y hasta quienes disponen del complicadísimo don de hacer buena televisión se cansan de tener que luchar contra ejércitos de mediocres que se caracterizan por el desprecio absoluto a hacer un trabajo de calidad.
Primero llegaron los voceras y el periodismo basura. Luego los imbéciles sin argumentos de Internet. Los que se graban en su cuarto haciendo el orangután. Las que se quejan de la cosificación de la mujer con fotos en micro bikinis de Instagram. Los graciosetes con un podcast y más de alguna pose con la gorra del revés.
Lo que se llamó "democratización de la cultura" , sin filtro alguno, nos ha traído oleadas de ruido y mucho autotune. No hace falta pasar ningún examen para creerse Mariano José de Larra.
No os preocupeis, que la inteligencia artificial lo joderá todo aún más.
Pd: no estoy libre de pecado: tuve un podcast, hago fotos de mi moto en instagram, he publicado tres libros y mis tertulias eran retransmisiones de bar. Lo que no haré jamás será cantar y bailar.
1 comentario:
Esto de
la IA,
menudo
mal
asunto
eh? .
Publicar un comentario