Hay un anuncio de un coche de gama alta en el que el protagonista, joven, risueño y simpaticón, explica cómo ya se la ha pegado con tres empresas y ahora ha decidido empezar de nuevo haciendo las cosas bien. Y, como todos los que hemos fracasado en una aventura empresarial sabemos, lo primero es gastarse 30mil€ en un cochazo. Con dos cojones o, como el título de la película, con los huevos de oro.
Ese es el mismo imbécil que hoy llega delante de mi puerta y me dice, sin un sólo atisbo de vergüenza: "Hola, quiero un buen ordenador por... digamos... 200€". Y yo le respondo, antes de hacer un silencio dramático: "ya, y yo también".
Después se monta en su coche y se va indignado (es un caso real).
Ayer me decían, con la tercera botella de vino y en plena sobremesa que hoy por hoy la compra de productos robados es algo habitual, que la crisis nos ha llevado, al galope de los grandes defraudadores, a tener que buscarnos la vida y que era hasta lógico ese tipo de desprecio moral por el camino correcto. Yo respondí que no es una cosa de defraudadores sino de chorizos. Respondí que en este momento reflexionar treinta segundos en un consumo responsable es algo que se evita parte de la sociedad contemporánea, esa misma que se queja contra los ERE pero hace ERE en su restaurante o en su sindicato. En estos momentos pagar un poco más ( o lo mismo, en la mayoría de los casos) en una empresa, empresita o empresona que abone sus impuestos para tu propio beneficio, tenga a sus trabajadores dados de alta legalmente y haga el esfuerzo de pagarles y salario minimamente digno es algo que nadie lo considera una ventaja. Nunca trabajarías por 300€ pero vuela con Ryanair. Se monta, ese tipo de consumidor miserable y cabrón, en su coche y se busca donde poder tener esa sensación de ser más listo que los demás aunque con ello fomente mafias, trabajos precáreos o economías ruinosas. Ni siquiera, pensando en su propio beneficio, quiere unas garantías o a un profesional formado a su servicio porque formar a un profesional es algo que hay que pagar pero no lo quiere pagar él.
El hijo de mi vecino, que se pirateó el windows, pone carteles en las farolas diciendo que te arregla el ordenador barato y no te cobra iva. Mis compañeros, informáticos de carrera se revuelven como los taxistas de Barajas cuando alguien les habla de intrusismo.
A nadie se le ocurre ir a un curandero nigeriano para que le mire la próstata.
Exigimos formación, decencia, inspecciones de sanidad y legalidad a quienes nos prestan los servicios y algunos, poseídos por la excusa infantil de lo mal que están las cosas, viven en un mundo de regateo infame en el que medio euro les escuda por sodomizar a su vecino, comerciante legal, que ha tenido que cerrar porque ya no podía mantenerse diez minutos más y porque los clientes se iban a comprar papel de regalo de baja calidad a un chino abierto 24h en el que atiende un menor que no sabe hablar.
Las campañas publicitarias decían, en los años 80, que dar limosna por la calle fomentaba la mendicidad.
Fomentar las mafias y colaborar con ladrones y chorizos ya sabemos a donde nos lleva, aunque la excusa sea precisamente que hay mucho ladrón. Y todo, por ahorrar medio euro.
Piénsatelo antes de salir a comprar, aunque vayas en un auto nuevo.
5 comentarios:
Hola, soy uno de esos consumidores a los que tu llamas miserable y cabron.
Tu asociación de "consumo responsable" con nuestra conducta como clientes es incorrecta.
No es más ético viajar en Iberia que en Ryanair (Ni los trabajadores de la primera tienen mejores condiciones que la segunda)
Lo mismo con comprarse un tablet de 60€ con un iPad (fabricado por Foxconn) Ni por comprar una camiseta de 5€ v/s una Nike de 90€ (ambas fabricadas con mano de obra infantil).
No hay una moralidad superior en comprar mas caro o de marca. (a no ser que compres "café" "Juan Baldes/Comercio Justo").
Es que estamos en un país de chorizos, en el que la moral no existe, empezando por los de arriba. Ayer también nos preguntábamos en la sobremesa, por qué parece normal que la gente robe en este país, y respondí que a mí no me lo parece (pero debo de ser de las únicas).
Parece que los políticos son los culpables de todos los males.
Parece que los pobres empresarios buscan caminos para no naufrafar. Incluso podría parecer que los ERES, recortes de sueldo y de derechos son exclusivos de las épocas de crisis.
Parece que me he trasladado a algún país exótico aquejado de una maravillosa amnesia.
Tendremos que poner los labios a remojo y colocar un toldo ante los ojos (Quique González. Personal)
Pedir que las personas cobren un salario justo y montar en Ryanair (cuyo presidente se rie de los despedidos de Spanair) es ser un hipocrita.
Comprar una mierda de tablet de 60€ en una tienda de chinos donde te atiende un menor que no esta dado de alta en la seguridad social es apoyar el trabajo infantil. Comprar un Asus Memo (bastante mejor que el ipad) en una tienda con trabajadores que pueden ser tus vecinos quizá ayude a que no les despidan.
Comprar una camiseta (que dura diez minutos sin romperse) en una tela que esta delante de El Corte Ingles es quitar venta a todos los pequeños comerciantes que pagan por subir la persiana y se esfuerzan en traer un producto mejor a menor precio mientras pagan los impuestos con los que se le paga (cada vez peor) al medico que te mete el dedo en el culo cuando te duele.
Y los otros pagos, los de "es mas barato", te dejarían sin médico y un dolor anal brutal.
Nuestro consumo puede cambiar nuestra sociedad y nos repercute directamente. Creeme.
Piensalo desde ese punto de vista (exceptuando el elemento anal (y un poco poseido por la ira) de mi comentario.
Al final, anónimo, lo importante es pagar poco, defraudar lo que se pueda, y seguir comprando.
1.- Si no puedes comprar, por al razón que sea, no compres. No eres más ni menos por ello.
2.- si sólo te importa el precio y no el porqué del mismo, háztelo mirar porque puede que en breve te apliquen las mismas recetas.
3.- si da lo mismo lo que compres porque todo está corrompido y es lo mismo... ¿porqué participas de ello?
No se trata de cuánto te gastes en lo que compras, sino en no robarte a ti mismo (ni ética ni fiscalmente).
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