Hace un par de semanas me decían, txakolí arriba, txakoli abajo, que hay veces al escuchar a algunas personas da la sensación que viven sumergidos en medio de una telenovela de tercera división. Reconozco, admitiendo que no es algo sentimental sino extensivo a todas las facetas de la vida, que hay un componente de verdad en todo ello. Ayer me enviaban, con la verdad de saber precisamente a quien se lo estaban enviando, una entrevista a cierto cirujano preocupado por la salud mental de las personas, en la que viene a decir que en más de una ocasión nuestro cerebro, que es el órgano que nos afecta físicamente al resto del organismo, nos hace pasar malos ratos irracionales porque tenemos una querencia absoluta al dramatismo y a las telenovelas de tercera.
En el fondo los dos mensajes, aquel que se basaba en una dramática conversación ajena sobre el desamor y los deseos no cumplidos y el que me viene a reafirmar que siendo un pesimista existencial no se va a ningún lado que no sea el distrés (que es ese estrés negativo que hace que el cuerpo se revuelva como si le hubieran pataleado), son el mismo mensaje.
La fuerza de nuestro cerebro es casi infinita. Sin ser prácticamente nunca cierto nos permite castigarnos, dejarnos sin dormir, ilusionarnos con estupideces, querer como si nadie hubiera querido antes, odiar como si se hubieran meado sobre la tumba de nuestro gato e incluso, en algunas ocasiones, hacer como si hoy fuera un primer día para empezar de nuevo en un sitio mejor al que dejamos atrás. Las adolescentes abandonadas se sientan en los bordillos de la acera a llorar desconsoladas porque su cerebro les dice que se acabó el amor de su vida cuando todos sabemos que esos son pasos obligados en la vida que nos toca vivir.
En ese caso Sting cantaba: If you Love Somebody, Set them free.
Es un buen consejo. Claro que mientras siempre pensé que ese alguien a quien quieres y debes de dejar atrás era otra persona quizá ahora a quien debes de dejar atrás es a la persona que quieres, que es tú mismo y que debe de empezar a ser otro. Al menos con otro cerebro, otra manera de encajar las cosas que te pasan. Al menos en un sitio que no sea una telenovela donde los amores se van para siempre, los abismos laborales son pozos sin fondo y la lluvia nunca deja de caer.
Y si ves que te sales del camino: respiras y empiezas de nuevo. Nada de lo que te martillea importa porque esa migraña la alimenta el enemigo que va con una armadura de pensamientos irracionales escritos por un guionista atormentado.
4 comentarios:
HAY VECES QUE NO TE SIGO (Y SE NOTA ¿NO?)
muy bueno, extrañamente optimista viniendo de ti ( tás sembrao )
iparra: Trata de que Sting cantaba que "si quieres a alguien de verdad (a quien dañas) lo que debes hacer es dejarla marchar" como si fuera un acto de amor. En realidad muchas veces, que de eso trata, nuestra mente, que es un órgano brutal, es quien hace ese daño y crea esos monstruos que nos castigan cada momento (Distrés). Y nuestra mente, a la que queremos porque es nosotros mismos, hay dias en que debe de convertirse en el sujeto de la canción de Sting y es a quien hay que dejar marchar.
en ese momento, cuando la mente deja de crear monstruos, las cosas se aclaran.
un segundo antes es cuando te sientas y piensas si toda esa mierda que sientes, todo ese desconsuelo que te afecta, es culpa de la verdad o de lo que te has creído que es la verdad.
Y lo cierto es que nos lo creemos más veces de lo que sucede en realidad.
¿Entendido ahora?
ya
Publicar un comentario