Dice Christina Rosenvinge, haciendo amigos como ninguna, que "La música femenina se ha convertido en un concurso de zorras". Obviamente se que se refiere a ese tipo de personajes y personajillos que van por ahí enseñando pierna y bailando como ninguna sin hacer ningún esfuerzo en intereses musicales. Desafortunadamente Christina tiene el honor de ser el primer disco que, a los 75 minutos de comprarlo, regalé.
Supongo que, aparte de bebe (y fuma), russian red (de derechas), cien millones de triunfitas, aquellas que siguen llorando por que les dejó el novio una y otra vez (Malú, va por tí), las herederas de la copla que más me atraganta o alguna decena de niñas fatales... las zorras serán estas dos muchachitas, por ejemplo y buscando al azar, que intentan hacerse un hueco en la música.
Claro que me hubiera encantado que estas dos zorras me hubieran cantando a la cara ambas letras (aparte de aquel "te odio") mucho más que alguna de las tristisimas canciones que hace Chris después de hacer chás, aparecer a tu lado, coquetear con el rock más facilón durante dos discos y empezar a compartir vida con varios de los progafapastas que pueblan nuestro paraiso cultural español sobrevalorado. Porque, y no me quiero meter en la cama de nadie, Ray y Nacho son unos guays muy guays (con alguna creacion cultural de interés).
Lo que es cierto, aquí y en Albacete, es que algunos de nuestros pequeños creadores culturales, y me da igual que sea Pau Donés, Ramoncín, Lucia Etxeberría o la mismísima Christina... van perdiendo el norte al descubrir que se les va pasado el tiempo. Si nos fijamos en figuras de renombre mundial los que son verdaderamente grandes, y estoy pensando en el brutal Tom Waits, hacen su trabajo y con eso les vale. Son buenos, venden, llenan estadios y se dejan de preocupar si la vecina vende más discos porque parece un poco más puta en el último video. Hay personas que se dedican a hacer su trabajo y, cuando el trabajo no funciona, cambian de sector. No oi nunca a los Beatles decir que los Rolling eran una banda de puercas con guitarras o a Bruce gritar, cuando Michael le quitó algún número uno, que era un pederasta negrata y un poco maricón. La categoría de un artista está también es su respeto al contrario, aunque a las zorras lo que piense Chris les dará igual.
Que hay personas que utilizan la excusa del mercado cultural para sacar tajada sin saber ni una nota de solfeo ha pasado siempre. Hasta Yola Berrocal tuvo la desfachatez de publicar un libro, y un disco. En nuestro país cualquier soplagaitas se cree, por el mero hecho de haber aprendido a leer, escribir y recibir halagos en un karaoke, que puede refrendar una obra cultural.
El problema es cuando vende, por lo que habrá que culpabilizar a los consumidores, y a los que van a ver Torrente.
Porque hay que reconocer que, aunque haya que buscarlo, en nuestro país, como en cualquier otro lugar del mundo, hay maravillosos creadores tocando en los bares de tu barrio. Hay escritores que te estremecen en pequeños blogs sin visitas. Hay pintores, escultores y oradores que no necesitan enseñar pierna o follarse una famosa para hacerlo bien.
Quejarse porque los demás venden más que tú puede significar lo mismo que cuando yo decía que el profesor me tenía manía: que no lo hacía bien.
Algunas de las zorras que aparecen entre nuestro tímido mercado musical son zorras que me quedaría para siempre. A Christina, desde que no pude soportar aquel disco que regalé, la espero encontrar en la caja de Lidl, cobrando (que es un trabajo dignísimo). Claro que para gustos están los colores, tampoco me gusta el pop de pierna, baile, remezcla, reggeton y discoteca con comebolsas. (quien no sepa lo que es, no se pierde nada)
1 comentario:
todas las canciones están puestas por algo. Casi nunca hay nada al azar en este blog.
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