31 de diciembre de 2013

2014




Pensé, sinceramente, que el truco estaba en mirar hacia dentro, en ser un mejor tipo y que eso, casi como una ecuación diferencial que establece una igualdad entre un lado y otro, repercutiría en una situación mejor. Y lo hice. Y me volví a equivocar.

Sin embargo sigo con la misma idea porque soy muy terco.

Hay muchas cosas que han desaparecido este año. Una, quizá la más trascendente, es que ya he aprendido que no llegaré a los grandes sueños que tuve en la infancia. Me voy a conformar con los sueños posibles. Me volverán a dejar, a reconciliar, a enseñar el oasis de algunas caderas. Me volveré a creer pobre y volveré a pensar que estoy remontando. Me lesionaré creyendo que soy un deportista y me dará el aire del mar en la cara cuando descubra, con una tos, que no dejé de fumar.


Por mucho que los psicólogos insistan en que hacer propósitos es algo positivo para el ser humano este no es un año de propósitos, sino de pequeños saltos. Estar un poco mejor es un avance cuántico para la lucha.


Sólo espero que seamos un poco más listos y que aspiremos a más sin joder al vecino, follar sin que nos jodan, pensar antes de jodernos y aprender a no hundirnos cuando nos sintamos jodidos.

Es una cuestión de jodienda. En eso consistió el 2013 y de eso irá el 2014.

Bueno, y de enamorarse y quererse y ser mejores personas, pero eso lo dicen los whatsapp.


30 de diciembre de 2013

tienda.mousemultimedia.com

Este blog no tiene publicidad pero de aquí es de donde comemos mis compañeros y yo. Hemos hecho un esfuerzo en lanzar una página web y ahora esperamos que compreis y esteis felices y contentos. Las cosas no están fácil y en vez de rendirnos como unos cobardes, hemos ido de frente y sin coraza. Así que lo único que puedo decir es que somos una empresa cuyos impuestos, mayores o menores, van a pagar a los profesores y médicos de vosotros y vuestros seres queridos, si es que vivís en lo que se viene a llamar estado español. Los impuestos de otros comercios que creeis baratos (y no lo son) van a Alemania, Francia o Irlanda. Porque el precio es un cúmulo de producto , asesoramiento y ganas de hacer bien las cosas.

Vendemos informática y, aunque en la página no lo ponga muy claro, nuestros casi 20 años de experiencia nos dan una forma de asesorar en lo que consideramos correcto. Por eso teneis tambien los mail de contacto. ( básicamente stecnico@mousemultimedia.net )

¿Sabes eso de la tienda de barrio en la que te asesoran de verdad y que además te sonríen?. Pues eso mismo.

Anda, hazme feliz y te querré siempre.

Compra calidad y llora sólo una vez.

Pd: con Explorer hace cosas raras, asi que podeis usar cualquier otro navegador para disfrutar la experiencia de una manera casi mística.

29 de diciembre de 2013

Resumen segundo semestre 2013

Si hubiera que salvar algún post de los primeros seis meses, ya lo hice aqui.

Si tuviera que elegir, casi como quien responde si quiere más a su padre o a su madre, respecto del segundo semestre y teniendo en cuenta que ha sido menos prolífico y bastante más extraño, creo que me quedo con:

4 de Julio: Los argumentos prestados.
14 de julio: El hombre, la Sisi Emperatriz del XXI
25 de agosto: Tus fotos de vacaciones y la felicidad
29 de agosto: La fina línea entre Linda Evangelista y Miley Cyrus
4 de septiembre: Hagamos una Startup
1 de Octubre: Rob y las fantasías 2.0
16 de octubre: Dulce elogio de la mediocridad
21 de octubre: Cómo aprendí a ser un cobarde
5 de noviembre: El abismo del bienquedar
22 de noviembre: Los celos y la expresión del amor
9 de diciembre: Los tiempos comunes (inestables)

Así que descubro que quizá he estado muy pesado en lo que se refiere a la estupidez humana y esa lucha casi imposible por intentar mirar hacia dentro para encontrar el refugio y la sensación de casa que, por una u otra razón, no logré pero me hizo pensar. Volví a descubrir que el ser humano dice lo que quiere pero no hace lo que puede porque le supera la imagen que cree que da hacia el exterior o el agravaio comprartivo con la felicidad que intentan irradiar las hipócritas señales de la vida social, El mismo personaje que jamás, si le preguntas, pondría fotos de sus hijos en internet para que los pederastas se animen pero, por el contrario, abrasa a los demás con fotos de su niño en facebook. Esa dualidad en la que se añoran los tres segundos de reflexión antes de hacer las cosas, es la que nos pierde.

Pd: y este, de agosto, para German Coppini

28 de diciembre de 2013

La época de los inocentes

Es el día de los inocentes, así que casi todo se permite.

Se permite que me cuentes que eres muy feliz con el tipo que te encontraste por la calle o que te mando un mail o que te gustó su foto, aunque no te da conversación ni te prepara el desayuno. Se permite que me cuentes que has encontrado un trabajo de esos en los que te pagan por no hacer nada y con el que te vas a comprar un piso. Se permite que me cuentes que te vas de vacaciones a Punta Cana, que aún tienes las marcas del bikini, que te has comprado un disco de Pablo Alborán y que , además, te gusta.

Se permite que la luz suba un 2,4% para escalar a mediados de año y que venga un tipo a contarme que estamos mejor que hace unos meses cuando estamos francamente más masacrados por el tiempo. Se permite que la DGT me cuente que hay una cantidad ingente de viajes por carretera pero no discrimine los que sólamente son de ida, porque no hay nada que dejemos atrás para volver.

Se permite que me mandes una felicitación con buenos deseos sabiendo que matarías por mi puesto de trabajo, por beberte el martini que tengo en la nevera y que, en vez de para llevarte a la cama, va a ser para escribir un post.

Se permite que hagamos humor sobre los recortes en pensiones o en sanidad pero no en aquellos que se gastaron el dinero de nuestros médicos o de nuestros mayores. Se permite que a nuestros profesores no les importen nuestros hijos debido a la miseria con la que les pagamos teniendo en cuenta los millones que se lleva la casta política que se autorregula sus sueldos y sus corruptelas.

Se permite que el presidente del gobierno diga que el 2014 será rosa, que es el rojo desteñido de la sangre de los suicidas.

Se permite la desvergüenza mundial de los mandatarios, de los que invaden países y de los que lo permiten porque les resulta un bastión estratégico por muchas bombas que pongan, por muchos inocentes que maten o por muchas incursiones aéreas que hagan, siempre y cuando no afecten a sus votantes.

Se permite que los adolescentes se impregnen de esa manera de creer que no pueden hacer nada y que las respuestas están en el whatsapp o en los retuits, como si con eso se lograra paz y agua en los sedientos poblados del Congo de donde sacan el coltán para sus smartphones.

Se permite que el Papa sea molón y diga cosas chulas, como si fuera el Steve Jobs de la moralidad, pero siga manteniendo un estado rico y opaco, como un estado feudal de cuando dominaban el mundo. De la misma manera algunos creen que el nuevo evangelizador está en una mezquita o en un programa de echadores de cartas porque estamos sedientos de guías.

Se permite que muchos, al abrigo de historia que no es historia pero que se puede manipular como las grandes superficies manipulan los precios, se crean el ombligo del universo castigado por la maldad de sus enemigos, que son todos los demás.

Se permite que la atención se vaya a estúpidos realitys donde follan y gritan y consideran que lo que importa son sus miserias mientras la miseria de verdad cabalga por las calles a lomos de las cajas de fruta podrida que dejan, al cerrar, los supermercados.

Se permite casi todo.

Por eso es el dia de los inocentes cuando es la época de los inocentes.

Hoy, si quieres, haz una broma.

26 de diciembre de 2013

Resumen de visitas 2013

Viendo los resúmenes del año de youtube, de facebook, de twitter o cualquiera... he llegado a la conclusión que si este blog tuviera tetas, gatos, hostias, barbaridades, un par de pollas y diez o doce atentados contra la moral y el sentido común, aparte de indignaciones sin comprobar, tendría millones de visitas.

Pd: y niños pequeños haciendo monadas.

23 de diciembre de 2013

24 de diciembre (de 2013) de manual

Todas las navidades hay un borracho, un gorrón, un gracioso que mete la pata, un tipo que pide silencio para oir al rey, una madre que tararea las canciones de La1 si es que vuelve a aparecer Raphael.

También hay una adolescente conectada a su teléfono y una abuela que rellena los platos de los demás y pone una ración más cuando ya has dicho que basta. Hay alguien decepcionado con sus regalos y regalos indeseados o impropios, fruto de los arquetipos comerciales. Hay guantes y hay alertas por mal tiempo. Hay prisas y anuncios demasiado pesados en televisión, porque si vuelvo a oir el Don´t Worry Be Happy vomitaré en la siguiente tienda de Vodafone.

Alrededor de la mesa hay quien llega tarde, hay quien merendó carretera y quien abusa del alcohol. Uno se salió a la terraza para fumar un cigarro y juró que en nochevieja fumará el último. Existen los que se empeñan en irradiar felicidad porque es lo que se supone y hay quien se irá a la misa del gallo después de discutir sobre un aborto del que nadie se ha leído la ley pero se ha dejado llevar por la prensa, la Sexta o La Razón. Aparecerá el rojo de manual y el facha con superpoderes enfrentados en empate técnico por ser igual de irracionales. En ese momento alguien recuerda que hay que abrir los regalos.

Se habrá discutido sobre los recortes y sobre el paro, sobre el precio de la electricidad y la gasolina, sobre si por fin éste será el último año en el que vayas a cenar sin pareja y, además, alguien dirá que si te quedaste soltero es porque eres una persona insoportable, que ya tienes una edad, que con tus años yo ya te tenía. "Sí, mamá, lo sé"- responderás buscando cambiar de tema.

En medio de la temeridad por saber si acertaste con los regalos descubrirás que sobran los mantecados de coco pero cogerás el chocolate con cuidado de que no parecer ansiosa.

Alguien se enfadará y alguien llorará. Se adoptarán los roles de la infancia y se aceptará o se criticará el poder de los progenitores, como si fuera una obligación el cambio generacional o como si se volviera a ser pequeño. Recibirás mensajes que serán insulsos, amistosos o copiados fruto del alcohol, derivados de un "humor ctrl+v"  o de la nostalgia. Escribirás mensajes que no mandarás justamente cuando vayas a echarte a dormir, en ese preciso instante en el que empiece a repetir el primer plato. Varias veces, a lo largo de la noche, querrás hacer una llamada personal. Quizá no oigas el sonido del teléfono el único momento en el que no estabas atento. Buscarás, probablemente, la última hora de conexión de alguien. Harás una foto de la comida. Te pondrás pijama.

Las madres sacarán sábanas para las camas improvisadas de todas las nochebuenas.

Y hará frío, porque para eso es el día 25.


Pd: Y en la tele terminas con vídeos de primera, fail compilation en idioma modernete

22 de diciembre de 2013

1 gift 1 dream

Uno de los pocos poderes que nos quedan como sociedad en esta civilización profundamente comunista es el consumo y es con nuestro consumo con lo que aún tenemos el poder de inclinar alguna que otra balanza.

21 de diciembre de 2013

Si no tienes el whatsapp, te jodes.

Existen datos que nos retratan. Whatsapp tiene 400 millones de usuarios activos (100 millones más que hace 4 meses) y eso es independiente de la realidad que dice que es el medio de comunicación que menos cuida, por parte de sus 50 únicos empleados, la privacidad de las conversaciones. Da igual que mi primo pueda ver lo que escribo o lo que mando porque, en realidad, lo que importa es estar donde está todo el mundo.

Demuestra, de una manera procaz, una extraña tendencia al mimetismo de la sociedad donde no triunfa lo mejor ni lo más avanzado, no se establecen como estándares los componentes que pudieran ser lógicos o éticos, equilibrados o incluso económicamente ponderados. Se establece un lugar masivo y ahí hay que ir, como si Ikea fuera el único que hace muebles y estamos ciegos delante de cualquier otro lugar lleno de estanterías.

Las publicidades masivas tienen en común la exaltación del propio producto mientras ignoran a la competencia. Es más, ni un sólo anuncio de los gurús del marketing habla de sus bondades sino de lo feliz que vas a ser, estableciendo como única opción la suya. No hay más fabricantes de teléfonos o de coches, de muebles o de ordenadores. Sin embargo tenemos más opciones que nunca y precisamente simplificar el mensaje es lo que te hace creer que sólo existen los centros comerciales y las grandes marcas. Si no aparece en televisión, no existe. Es probable que el mensaje escondido esté en que no hay que esforzarse en buscar algo mejor si lo puedes tener aqui. Steve Jobs, el mayor vendedor de humo de la historia, decía que "las personas no saben lo que quieren hasta que no se lo enseñas" y eso es prepotencia en estado puro. En España, en medio de los 80, se decía "busque, compare. Y si encuentra algo mejor, cómprelo". Fuimos tan tontos que creímos que hacerlo mejor era más rentable que vender "lo único". El rendimiento es mayor si se invierte en marketing que en investigación. Se liga más con una ropa chula que con una conversación inteligente.

"La parejas normales van juntas a todos los sitios"- me decía considerando como normal lo establecido. Duermen abrazados y eligen vino con el aperitivo, pasan la nochebuena en casa de él y la nochevieja en casa de ella. Él se preocupa de sintonizar la televisión y ella de que el contrato del seguro no se dispare. Pasean por la calle los domingos por la mañana. Buscan un monovolumen para los niños que vendrán.

Reconozco que esa es la manera de no meterse en problemas mientras espero delante del probador de Zara para decir lo bien que le queda todo, pero decidí no hacerlo y me quedé solo aunque tenga un coche de señor con niños.

El mundo se divide, se fracciona. Por una parte tendremos un ejército de compradores de centro comercial incapaces de gastar la neurona en saber que hay otro mundo ahí fuera. En otro sitio viviremos los inconformistas que un día descubrimos que había más playas aparte de Punta Cana y que no se descascarillaba la mesilla que hacen los carpinteros. Claro que viajamos menos, disponemos de menos muebles y echamos muchos menos polvos. Es una especie de castigo que infringe la sociedad capitalista moderna sobre los anarcos del consumo o de la razón, al menos la razón que se muestra ante la masa como lo socialmente aceptado, como el lugar donde está todo el mundo.

Y ese lugar ya da igual que sea bueno, malo o peor.  Da lo mismo que sea un video de mierda si es que tiene muchas visitas. Da igual que sea blanco, que sea negro, tu religión , tu credo... da igual. Si no tienes el whatsapp, te jodes.

Pd: El problema empieza cuando me pregunto si acaso existe una alternativa. A todo. La vida del hombre sencillo está hecha de parámetros imperturbables convertidos en dogmas de fe.

19 de diciembre de 2013

18-19/12

La noche del 18 al 19 de diciembre del 2009 aprendí muchas cosas. Que siempre seré pequeño, que nos suceden acontecimientos implacables y que la verdad no está en esos lugares en los que nos enseñaron que había que buscar.

Sobre las 3 de la mañana, después de un intercambio de miradas, salí de la habitación hacia la maquina de café. Era capaz de oir mis pasos entre el eco de los muros. Era, también, capaz de sentir la tensión acumulada durante tres meses en los globos oculares rellena de rabia y de decepción, de la misma impotencia que debe de sentir un turista al ver llegar un tsunami o de un habitante de Hirosima al ver el hongo y saber que, por mucho que corra, le va a llegar.

Supongo que en esos casos correr, aparte de castigarse por el motivo de estar ahí, es lo único absurdo.

También es absolutamente cierto que en esa situación ni el dinero ni la tecnología tienen ninguna importancia. No importan los sobresalientes, las noches que pasé caminando por la playa borracho o en las camas equivocadas. Importa lo que se siente, y se siente de una forma intensa, animalmente primitiva. En ese instante, cuando las luces del hospital están a medias y se oye el hilo del transistor que sale de la habitación de la enfermera, sólo se busca entre los pensamientos una respuesta imposible ante el enorme vacío que sabes que va a llegar y la situación que, por muy seguro que supieras que te iba a venir, ya estaba ahí, esperándote.

Entonces, en el extremo del pasillo, no soy capaz de recordar si tomé café o si no lo hice. Hacía frío. Me giré despacio. Arrastré el pie derecho un poco. Me agarré la sien. Volví.

He contado tantas veces ese momento que alguna vez, ingratamente, me lo han tirado a la cara. Sin embargo cada vez que hablo de ello vuelvo a sentirlo. El camino de vuelta a la 209, mi propia respiración profunda, la sensación de que el amanecer no iba a llegar nunca y una nueva colección de retos para los que, aún hoy, sólo he estado entrenando y para los que el entrenador se quedó detrás de la puerta.

Es el mismo entrenador que me enseñó a correr y, curiosamente, me enseñó a parar aquella noche.

O quizá a correr en otra dirección.

16 de diciembre de 2013

El fútbol, la deuda y la sabiduría infinita del pueblo

-Soy español. ¿A qué quieres que te gane?.
-A Eurovisión.

Cuando Messi entraba en los juzgados a pagar la multa por unos millones de nada defraudados a hacienda las personas que se acumulaban en la puerta (voy a imaginar: parados, gente que cogió unas horas sindicales, unas bajas para asuntos propios o dejando a los niños en la parte de atrás del coche al abrigo del parking del Caprabo) le aclamaban diciendo que "eres el mejor del mundo" cuando, también por imaginar, como esos millones no estaban algún gestor malvado y miserable había despedido a algún médico.

En ese caso, como mete goles, da igual que sea un chorizo.

Cuando la comisión europea dijo que las ayudas que se habían dado a los astilleros eran irregulares más de un ciudadano de a pie se escandalizó y se indignó. Alguno incluso, poseído por una solidaridad impropia del siglo XXI, se movilizó con los trabajadores de los astilleros para pedir que la sangría de la crisis no se hiciera mayor con unas sanciones que, aunque justificadas, eran excesivas. Sin embargo, y teniendo en cuenta que ninguno tiene la necesidad de hacerse un petrolero para año nuevo, todo se olvidó en el siguiente partido del siglo porque unos son del Madrid y otros del Barça.

Cuando España jugó la final del mundial se hicieron unas fotografías que convirtieron en libro aquel momento. Se llamaba La España Fantasma. Ni la final del primer Operación Triunfo, ni la salida de la casa del primer Gran Hermano, ni ese momento en el que Uri Geller doblaba la cuchara en Directísimo llegaban a tal posesión popular. Hubo un intento de salto de valla masivo en Ceuta en el instante en el que España pasaba de cuartos ante Italia por penaltis.

En España hay momentos históricos en los que cada uno es capaz de recordar donde estaba: Cuando asesinaron a Miguel Angel Blanco, cuando "se cayeron" las torres gemelas y cuando se ganó el primer mundial de fútbol. (En Noja, en la playa, en mi casa más asustado que Matias Prats y en mi salón, viendo una peli hasta que oí los gritos).

Sin embargo no es tan sencillo recordar donde estabas en el momento en que te diste cuenta que cerraron la tienda que está al lado de tu portal, tampoco el instante en el que te enteraste que el vecino estaba en paro, te puede llegar a costar recordar cuando fue el segundo en el que aquella relación se rompió de una manera definitiva o la primera vez que descubriste que estabas en números rojos. Aunque son cosas que se refieren exactamente a tu vida se diluyen en el recuerdo.

Tampoco te movilizaste cuando cerró la empresa o te indignaste cuando alguien te aseguró que ahora debías de vivir con 500€ menos porque esos eran de un estado de bienestar que ya te habías fundido en viajes a Brasil (donde no has estado nunca). Pusiste cara de circunstancia al saber que nadie puede vivir de la cultura porque nadie consume cultura de pago. Quisiste comprender que la educación, la sanidad o el asfalto de la nacional I (en la parte de Madrid que hay pasado el tunel de Somosierra) fueran un autentico y peligroso agujero indigno de un pais europeo porque eran ajustes necesarios pero discutes, cerveza en mano, sobre si Cristiano debería de ganar el balón de oro.

Y ahora, que han llegado los burócratas europeos a decir que es probable que algunos de nuestros clubes de primera hayan tenido alguna financiación algo irregular... ahora sí. Ahora hay que reivindicar la marca España y movilizarse para que no nos quiten el fútbol, que no cierren los estadios, que no nos de tiempo a pensar un poco por nosotros mismos. Eso es un atentado contra la integridad y contra el honor. Cuestionar a empresas que deban a todos los españoles 2mil o 3mil millones de euros es un insulto a la parroquia de feligreses forofos que no son capaces de tolerar un atentado más contra el pueblo español, el mismo pueblo al que le importó una mierda pinchada en un palo que cerrara ésta o aquella empresa, que hicieran un ERE a su primo o a su vecino, que se fue a casa con las orejas abajo porque ya no había más trabajo con el que pagar las camisetas con la equipación de ese año a su hijo pequeño o bufandas para ir al próximo partido.

Si un autónomo no paga la seguridad social de sus empleados tres meses, le cierran de por vida. Si un banco tienen un agujero, le dan un dinerito pero la sociedad se indigna. Si un equipo de fútbol, ruinoso y deudor, contrata a un niño virtuoso por 100 millones, tiene a mil españoles en paro haciéndole la ola.

Cerrarán los astilleros, las empresas, las tiendas y las industrias. Es probable que se nacionalice algún banco. ¿Cerrar el Santiago Bernabeu?. ¿Clausurar San Mames?. Jamás. El pueblo, en su "sabiduría infinita", no es capaz de permitirlo.

14 de diciembre de 2013

El perro de Mandela

Porque existe un momento en el que se nos demuestra que es el ser humano y no cada uno de nuestros paises lo que se va por el retrete.

13 de diciembre de 2013

¿Quieres sexo? Y si es así ¿Ser el yerno de mi madre?

"¿Quiere que Cataluña sea un estado?. Y si es así ¿Independiente?".

¿Y turgente?. ¿Y comunal?. Porque todos somos necesarios pero Arthur es contingente.

Ese tipo de pregunta es, de cajón de madera, una pregunta trampa. Me suena a eso de "¿Quieres subir a casa?. Y si es así ¿ser el padre de mis hijos?". Después, cuando has llegado, copulado y estás buscando un poco de agua, ya no se hace la segunda pregunta porque se supone que tus hormonas han respondido positivamente y reconozco que lo dificil es responder negativamente a la primera porque en ese caso te dejan muy claro que eran dos cosas perfectamente diferenciadas.

Desde mi punto de vista, que es tan válido y tan estúpido como el de cualquiera, los nacionalismos siempre me han resultado un paso atrás en la evolución humana. Me recuerdan, casi como un vestigio de la evolución, al motivo por el que algunos grupos de neanderthales no se relacionaban con otros. Eso sucedía para no contagiarse de enfermedades para las que no habían generado anticuerpos aunque sea, en definitiva, el origen de algunas religiones de la misma forma que unos no comen cerdo y consideran que es por creencia cuando, en su inicio, era para salvaguardarles de la peste. (este dato es verídico).

El nacionalismo vasco, catalan, gallego, español o europeista, si lo consideramos como una afrenta para con los del bando contrario, es algo imbecil y anacrónico, es generar un enemigo invisible que resulta ser el origen de todos los problemas que no has sido capaz de solucionar. Es el mismo motivo por el que, cuando una relación no funciona, alguien empieza a estar convencido que la hay una tercera persona que juega con los genitales de tu pareja y te la va robando poco a poco. Entonces, en vez de pensar que es probable que se pueda hacer todo de otra manera y que esa figura tercera no existe, intentas poner un muro con alambre de espino entre tu castillo y el exterior. Entonces es cuando haces preguntas del tipo "conmigo o contra mi".

No hay una gran diferencia entre las relaciones humanas y las derivas de algunos gobiernos de la misma forma que es perfectamente lícito que un grupo de personas puedan tener la libertad de decidir sobre su futuro de la misma forma que lo hacen los adolescentes al irse de casa. Es perfectamente lógico por muy grande que sea la casa o aunque en la finca exista una casa de invitados. Es perfectamente lógico que un gallego  y un canario tienen menos cosas en común que el conjunto de los habitantes de Cilleruelo de Abajo. Se puede llamar un "hecho diferencial" de la misma forma que se puede llamar "los del pueblo". Pero no he oido nunca decir a un tipo en paro de Cilleruelo que lo está porque los sindicalistas andaluces , los gobernantes del pp de valencia o los comisionistas de Ciu en cataluña le han robado su cotización. Mangantes, chorizos e idiotas hay en cada casa y en la de todos. Lo más lógico es que nuestro ejemplo rural se dedique a buscar un sustento en vez de quejarse como un niño llorando abandonado en el Corte Inglés. Lo más rentable en cuestiones de marketing es quejarse porque los mensajes que incluyen la palabra "robo", "expolio", "traición" o "sometimiento" calan en el indignado medio. 

Es mucho mejor culpar a un ente lejano y genérico que a uno mismo. Es más fácil ponerse digno, torcer el morro, hacer una huelga y quemar las calles que ponerse a trabajar en hacer las cosas mejor porque eso supone un esfuerzo y asumir los errores propios. Ojo, a nadie que se haya bañado en el mediterráneo (desde Sant Carles de la Rápita hasta el Peloponeso) le gusta admitir que se equivocó. También va con el clima y la dieta.

Y, por el contrario, tenemos internet y nos recuerdan, los resúmenes de lo más visto del año, que nos parecemos mucho a los escoceses, a los de Wisconsin y a los de Seul. Me resulta absurdo abrazar a un tipo de asia y escupir a uno de Burgos.

Algunos dicen que los catalanes tienen cuernos y algunos catalanes creen que España es un ogro que les ha maltratado por envidia. Los dos se equivocan y los dos se parecen. En ese momento empiezan a discutir sobre si "hay una tercera persona", sobre si "ya no me quieres como antes", sobre si "ya no te necesito para ser feliz", sobre si "yo lo intenté y tú no", sobre si "mis amigos dicen que ya no me ven feliz" o incluso sobre si "deberíamos de separarnos".

"Ser", como definición, es una necesidad humana ante el miedo de la aceptación de las decisiones propias. Ser de un equipo de fútbol, de una compañía de teléfonos, de un estado o de una comunidad autónoma. "Estar" es algo más complicado porque implica una decisión y a veces esa decisión es estar solo.

Jugar a los enemigos es de estúpidos, sobre todo cuando la felicidad se pone por debajo de los enfrentamientos. Nadie es feliz por tener una nacionalidad u otra. Se es feliz porque se es, sin más. Por una cuestión de tranquilidad y satisfacción.

Vivimos en una región del planeta donde el libro de Belén Esteban y el disco de Pablo Alborán es el más vendido. En Cataluña también. Tengo un conocido que dice que es porque los españoles van a comprar allí ya que los catalanes de verdad sólo leen a Kierkegaard traducido.

Pd: y todo esto independientemente de cuestiones logísticas como quien va a pagar las pensiones o el paro, de si se va a pagar en mases o en euros, de si van a cambiar los planes de educación o si se decide circular haciendo el pino puente...

9 de diciembre de 2013

Los tiempos comunes (inestables)

"Parece que ha pasado una edad geológica desde que me desperté esta mañana. Desde que abrí los ojos y miré a mi alrededor para ver el pobre estado familiar del cottage de invitados, deben de haberse reagrupado los continentes, géneros y especies habrán evolucionado y desaparecido, el hielo habrá venido y se habrá ido más de una vez. Como mínimo, ha de haber pasado varias vidas"

Es un texto que viene a explicar de una manera sencilla la diferente percepción del tiempo. Facebook parece que lleva ahí toda la vida, pero tiene nueve años. Youtube tiene 8 y Twitter 7. Los fines de semana metido en casa viendo la televisión y cocinando para los próximos 7 dias duran más de 48 horas y parece que llevamos una eternidad metidos en la navidad, que el verano fue demasiado corto y que no encontraste los minutos para explicar a quien debías lo que debías porque estabas procrastinando a su lado.

Aquí hemos hablado del tiempo estadístico y de vivir en un tiempo pasado. También hemos hablado del tiempo rápido que se diluye cuando estás ocupado y de ese truco para que pase el tiempo que consiste, al estilo pasivo-agresivo, en ignorarlo. Casi siempre hay alguna explicación psicológica para ello y no son más que placebos, silogismos bien construidos que calman el tic y el tac de los relojes analógicos.

Tenemos nuestros relojes y nuestros momentos. Vivimos los días en los que sufrimos taquicardias afectivas que creemos que deberán ser calmadas con un abrazo rápido para poder volver a ver todo en cámara lenta. Vivimos, también, largos instantes en los que nos enfrentamos a la disección de nuestros pensamientos como un taxidermista masturbatorio sin prisa por llegar al próximo estado, como un abogado buscando una estrategia que desconcierte al fiscal. Sufrimos extraños momentos en los que todo va demasiado rápido o demasiado lento sin tener un especial control sobre los mismos. Los viajes de vuelta siempre me han resultado mucho más cortos que los de ida. Los caminos del salón a la cama, después de una ruptura, son diez veces más lentos que de la puerta a la cama si es que sucede en una reconciliación.

Sin embargo y de una manera casi desconcertante, los tiempos comunes tampoco duran lo mismo. Un cortejo puede ser eterno para una parte y un bólido para la otra. Una discusión llena de agravios se convierte en una losa a los cinco minutos y quedan noventa de montañas rusas de reproches para terminar con la sensación de no haber avanzado nada. Un momento de sexo, instantáneo y reflejado en un espejo con una mirada entornada, puede durar años en una mente fotográfica como la mía, que hace stop motion con las diapositivas. Sin embargo eso mismo puede ser fugaz para ella y, al contrario, que fuera eterno ese instante en el que miré el teléfono de reojo sin darle mayor importancia, porque no la tenía. Lo único cierto es que aunque los caminos vayan en una misma dirección se nos suele caer el carruaje si los caballos de carreras no empujan al unísono.


Existen los arquetipos de los tiempos lentos de las tardes llevando las bolsas de las compras para ella. Existen las siestas que parecen haber durado cuarenta noches pero ni siquiera llegaron a la predicción del tiempo en el telediario que te durmió mientras te hablaba de que aquella revolución era nueva cuando te sonaba antigua. La televisión en blanco y negro estaba antes que los ordenadores de fósforo verde y de eso  hace demasiado poco.

Conocí a alguien que quiso salir cuando yo quería entrar, que quería que me quedase las noches en que necesitaba dormir solo y no estaba las madrugadas que la añoré como un niño en su primer día de acampada cuando echa de menos su cama.

Conocí a quien me perdió esperando como si fuera Salvatore y alguien a quien no esperé lo suficiente.

Conocí a quien me ofreció sus pechos cuando necesitaba calor y me pidió calor cuando necesitaba sus pechos, primero para agarrarlos y luego para dormirme. Ella quería dormirse primero para despertarme con sus pechos y nunca pasó ninguna de las dos cosas.

Y en todos los casos, en este momento en el que me quedo dejando que el tiempo repose, creo que no fue la forma ni el contexto, no fueron los destinos ni los caminos. Fueron los tiempos comunes. Esa es la nueva variable en el desastre, la nueva enseñanza de las relaciones humanas. En las películas de espias sincronizan sus relojes porque se presupone que van a la misma velocidad y, curiosamente, unos adelantan y otros atrasan. Es la paradoja de los gemelos llevada a la vida de los mortales.

No pasa tan solo en la faceta sentimental de la vida, eso es un ejemplo. Se pierden y se ganan amigos de la misma forma aunque es menos dramatizable y vale menos para los guiones indies de las películas con final amargo financiadas con crowdfunding.

A veces parece que ha pasado una glaciación entre un momento y otro, una edad geológica desde que me levanté esta mañana y, en otro lugar del mundo, ese día fue un fogonazo. Esos son los tiempos comunes inestables.

Pd: Si conoces a alguien (un amigo, una novia, un amante) a quien no tengas ganas de perder compra pilas de la misma duración o sincroniza los tiempos por whatsapp, que es una aplicación infernal nacida el 2009 donde no siempre te responden con la velocidad que quieres, donde se supone que mienten si tardan en responder (lo cual es falso) y donde lo único que puedes esperar es que alguien sea capaz de acabar tus frases, como esa canción en la que no se acaba ninguna nada hasta que aparece alguien que las termina.

7 de diciembre de 2013

Freeman, Jackson, King, Mandela

Pd: Dedicado a todos aquellos que se dedican a seguir la línea de los obituarios mágicos en sus correspondientes perfiles independientemente de que el muerto esté vivo, sepan quien es o crean que Paul Walker era un gran actor de películas intelectualmente viables.

4 de diciembre de 2013

El dueño de la tienda de cigarrillos electrónicos

Existe un determinado personaje, españolísimo hasta la médula, que se empeña en creer que la riqueza (y, como consecuencia anormalmente implícita, la felicidad) crece en los árboles de la oportunidad. Se vió, cuando era pequeño, cien veces el final de Risky Business y obligó a su pareja a ver Armas de Mujer un buen montón de ocasiones porque le ponen las rubias con carácter pero que parecen tontas. Le ponen, también, los coches más que caros, aparentes. Se compró un Mazda Mx5 para creer que tenía un 911 cabrio pero luego estuvo conduciendo un Hyundai coupe hasta que se le cayó una rueda por el óxido. Claro que era un Coupé de los primeros. Siempre hay una excusa para la incompetencia.

Cada vez que acude a una charla en los bajos de un hotel céntrico, se emociona cuando escucha las palabras "dinamismo", "globalizacion", "porcentaje equiparable de éxito comparativo" u "oportunidad especial de negocio sinérgico". En realidad no tienen ni idea de lo que significa y se niega a verse en Dolor y Dinero como uno de los protagonistas. De "Huevos de Oro" sólo recuerda lo mucho que follaba Javier Bardem porque hay moralejas que, casi como la culpa, si no las quieres ver pues no la ves.

A lo largo de su historia montó un videoclub y estaba en lo alto de la pirámide de Amway. Contaba a sus amigos que había que invertir en sellos porque la rentabilidad era máxima y estoy convencido que se dedicaba a instalar el programa ese que tenía la cara de Pedro Picapiedra (que luego evolucionó al Wilma) para piratear la señal de Canal+. Es de esos que son de Tolosa porque "tó lo saben". Jura que piratea la wifi de su vecino y que está trabajando en una versión revolucionaria de linux con un manual que vio en youtube. Da igual que le hables de bolsa (donde invirtió y perdió), de la posibilidad en la que el número de la lotería acabe en 4 o del poker en Internet, donde tiene miles de dólares virtuales. Es homeopático, místico, acepta los poderes de las energías vitales y es capaz de demostrar todas las teorías conspiranoicas que salen en la revista Más Allá y en Cuarto Milenio. De todo está convencido.

Es el rey de las apuestas online y se le puede ver haciendo cabriolas con la liga universitaria de curling y sus resultados. Tiene la teoría de que apostar a partir de las 3 de la mañana es mejor porque los americanos están cenando. No es cierta, pero a él le vale.

Ahora, precisamente ahora, después de una charla emocionante donde se le abrieron los ojos ante un gurú del nuevo mundo del siglo XXI, acaba de abrir una tienda de cigarrillos eléctronicos.

Y cree está convencido que se va a hacer rico.

En mi barrio han abierto 7 el último mes. Estoy seguro que van a durar menos que mis pulmones pero ves en sus ojos esa ilusión que necesitan, que han arrastrado siempre y que les hace creer que se van a enriquecer una vez más.

Porque más allá del fracaso está esa magnífica creencia en la prosperidad por mucho que la última piedra en la que tropezar tenga sabor a sandía.

Es lo que pasa cuando se tiene el corazón predestinado a creer en cualquier palabra esdrújula.

Es lo que sucede cuando has nacido para que te engañen como un fan de cualquier compañía. Lo necesitas. Hoy es el cigarrillo electrónico. Mañana será otra cosa, fantástica y emocionante como buscar un tesoro con un mapa que te han vendido.

1 de diciembre de 2013

Nightcall



I’m giving you a nightcall To tell you how I feel I’m gonna drive you through the night Down the hills I’m gonna tell you something You don’t want to hear I’m gonna show you where it’s dumped But have no fear There’s something inside you Is hard to explain There’s something inside you boy But you’re still the same I’m giving you a nightcall To tell you how I feel I’m gonna drive you through the night Down the hills I’m gonna tell you something You don’t want to hear I’m gonna show you where it’s dumped But have no fear There’s something inside you Is hard to explain You’re talking about you boy But you’re still the same Tell you how, tell you how Tell you how I’m giving you a nightcall To tell you how I feel I’m gonna drive you through the night Down the hills I’m gonna tell you something You don’t want to hear I’m giving you a nightcall To tell you how I feel and how I feel

London Grammar.

30 de noviembre de 2013

Los asuntos-coordenada

Desconozco si acaso la portavoz del gobierno y la tocaya portavoz de la oposición pudieran tener un encuentro apasionado, con corpiños y picardías, en algún motel escondido entre Madrid y Jaen con los coches oficiales aparcados en la puerta y la discrección absoluta del sudoroso dueño del establecimiento. En realidad la pregunta está en si acaso dos personas que no coinciden en sus asuntos-coordenadas pudieran entenderse.

Porque a priori todos somos tolerantes y respetamos, como dogma de fe, las opiniones encontradas. Mantenemos que somos especialmente receptivos a los razonamientos enfrentados y que, además, nos hace más sabios. Podemos ser del Barcelona y que nos guste una chica del Madrid como si fuera una trastada hasta que ella se viste de blanco con el escudo para hacernos rabiar después de que nos hayan metido cinco en un derbi. Podemos, sin embargo, dejar a una dama en su casa porque nos pone como paso previo a la cópula bailar salsa de forma desbocada y eso es casi como una condena por la que no estamos dispuestos a pasar. En realidad todos tenemos unos puntos grabados a fuego de los que somos incapaces de renunciar o moderar para un bien superior. Todos, en definitiva, tenemos un lugar en el que nos volvemos intolerantes. Lo importante es saber donde están y darles la importancia que tienen pero no la que les damos (excepto si estamos poseídos por una secta).

Existen interruptores que activan esos asuntos. Existen detonantes que nos llevan a proteger nuestras coordenadas de una manera atroz. Si una vez nos sentimos abandonados después de que no nos llamaran un jueves es más que probable que los jueves en silencio que tienen los inviernos sean la mecha que nos haga gritar, el viernes, que me dejaste solo. No tiene por qué ser cierto pero es así. Sucede, sobre todo, cuando nos creemos nuestras imaginaciones y ellas son tremendamente poderosas, quizá por culpa de la Kabbalah.

Aún así es absolutamente cierto que el ser humano, que es un ente dejado a su libre albedrío en medio de un ínfimo planeta, necesita líneas de actuación, guías sobre las que comportarse. Como ratones de laboratorio aprendemos que si pulsamos una palanca aparece la comida. Es probable que otro ratón lo que haga sea girar una rueda. En ese caso, si se sientan en un debate para decidir cual es la manera más adecuada de comer, ninguno crea que la palanca o la rueda son la mejor opción, porque tienen guías diferentes sin percatarse que el fin es el mismo: comer.

Históricamente las civilizaciones se han aniquilado creyendo que sus criterios eran los adecuados. Puede ser el cristianismo o el capitalismo, el nacional socialismo o algún que otro ismo. Lo curioso es que ese fin de hacer al hombre mejor y más sabio, ese marketing de la bondad y la decencia, estaba en ambos lados de los campos de batalla. Las discusiones, visto de una manera simplista, son por un motivo menor. Invadimos por los pozos de petróleo con la excusa de la democracia. Compramos flores con la idea de que nos calienten los pies. Nos dejaron de llamar porque no actuamos con acierto una tarde pero, en el fondo, ya no nos quieren. Hay, siempre y de manera indefectible, un motivo banal y un motivo real. En casi todo.

Sin embargo nos dejamos llevar por coordenadas que hemos admitido como inamovibles. A veces son absurdas como una que tengo yo y que me impide sentirme atraído por una mujer asiática. A veces parecen resultados de fuertes creencias como aborrecer a cualquiera que pueda defender el aborto en alguno de sus  justificados extremos. No son negociables aunque, como somos modernos y adultos, estamos capacitados para tomarnos una cerveza con una asiática antiabortista, pero que no se meta en mi cama y mucho menos que, aunque sea maravillosa, tenga la indecencia de creer por un sólo segundo que va a ser la madre de mis hijos.

Algún día llegué a la conclusión de que todos esos asuntos-coordenadas son los hilos de las marionetas que dejamos que nos muevan cuando ya no nos quedan fuerzas. Es cierto que sin ellos nos quedamos arrugados en el suelo mientras sigue la función a nuestro alrededor. Es cierto que muchas veces son casi invisibles y que resulta imposible saber si tus hilos y los míos no se enredarán chafando el teatro de la vida, de las amistades o de las relaciones. Perdemos muchos amigos prejuzgando los arquetipos que han aprendido a representar. Nos empeñamos, también, en mantener a personas que no van a cambiar aunque nos juren lo contrario y porque nuestra tolerancia no está directamente relacionada con la tolerancia de los demás.

Y casi todo, casi como la parte de la conversación que no se dice pero va en un segundo plano, está plagado de las pequeñas intolerancias que nos dominan. A veces es que no nos gusta ver cómo come. A veces es que no nos agrada la forma que tienen de practicar sexo oral. A veces es el tono de voz, la manera de mover las manos, las bragas feas que usa habitualmente en vez de esas que nos ponen tanto, la forma que tienen sus rodillas cuando cruza una pierna sobre la otra y a veces esas cosas ya no nos importan porque descubrimos que los asuntos-coordenada tienen siempre, al saltarlos, un bien superior detrás que puede ser alguna de esas utopías que nos dan tanto miedo: la felicidad, el amor, el bien, una buena digestión, la sensación de relax que llega después de correr unos kilómetros o la exaltación del orgasmo de una portavoz política amortiguada por el pladur de un motel. Estoy seguro que es mucho mejor que aplicar recortes presupuestarios.

Yo tengo en duda casi todos mis asuntos-coordenada, menos lo de la relación sentimental con una asiática medio. Qué le voy a hacer. Tampoco voy a bailar salsa de la misma forma que tampoco puedo luchar para poner en duda los tuyos sin tu ayuda.

28 de noviembre de 2013

Paths of hate

Porque, en más de un caso, el odio atroz lleva a cosas como ésta-

27 de noviembre de 2013

La serotonina infernal de las frases en Internet

Nihil difficile volenti: nada es difícil si hay voluntad.

Esa, aunque sea una frase del puño del elevadísimo a las alturas psiquiatra Enrique Rojas, es una melonada. Lo es porque presupone que con volutad se puede todo. Que puedo ser más alto , correr más rápido, ligarme a la más guapa, ganar el doble trabajando la mitad y salir de pozos sin hacerme heridas en las rodillas.

Pero mola.

Algunos las pondrán en sus twitter y se sentirán plenos de orgullo con unos cuantos "me gusta", dos retweets y algún soplapollas que "se lo comparta" como el que se vuelve a poner un calcetín sudado (de otro).

¿Por qué existe esa adoración a las frases bien construidas que parece que dicen algo interesante pero no valen para nada?. Supongo que por el mismo motivo por el que Pablo Albornoz ha tenido tres discos entre los más vendidos de este país: por una cuestión cultural. Ojo, no digo que no tenga su legión de seguidores y en absoluto creo que este mundo fuera un lugar más feliz sin Bucay y sin el descarnado sentimiento de amor desconsolado que usamos casi toda una generación con aquel "si tú no estás aqui" de Rosana Arbelo Gopar, pero, por favor, vale ya.

Es una de las cosas que más molesta y más servidores llena en el mundo de la computación. Internet, aparte de los gatos y del porno, está sobresaturado de frasecitas bienintencionadas sacadas de contexto que no dicen una mierda que sea verdad. Son frases de esas en las que "el miedo no puede controlar tu vida" o las que dicen que "airea los sentimientos para dejar que fluya el sonido de tu corazón". Tequila, en uno de sus mayores éxitos decían que "salí de cara con la sonrisa puesta, hoy me he levantado contento de verdad" y reconozco que me la sé de memoria. Melendi hace canciones con frases que copia de las paredes del metro.

Pero son frases, no llegan a más, no se convierten en verdad. La mayoría son absolutamente imposibles como los propósitos que se dejan, con imanes, en las neveras. Son placebos erróneos porque son inalcanzables pero de alguna forma extraña despiertan la serotonina de las buenas intenciones.

Y, sí,  las buenas intenciones son el paso previo hacia realizarlas. Casi como el comercio egoista de la felicidad, aquello es  la primera fase de ser recompensado con una buena acción de un extraño. Me imagino arrastrado  y que aparezca un tipo y me diga al oido que "No hay que temer a las sombras. Solo indican que en un lugar cercano resplandece luz". En ese preciso instante lo único que deseo es matarle y clavarle en la pared hasta que le de la mismisima luz en sus partes.

Así que, haciendo mia otra: "el camino hacia el infierno está adoquinado con buenas intenciones".

Y eso significa que con buenas intenciones o con buenas frases no se llega al cielo, sólo se llenan de banalidades los servidores de internet. Aunque sean citas de Coelho.

Pd: Hacer no significa copiar y pegar indiscriminadamente cosas que dijeron otros. Hacer significa: hacer

24 de noviembre de 2013

Condiciones de uso: La falta de control

Cuando un jubilado, con ese orden impoluto que tienen en el maletín, me acerca un ordenador lleno de virus publicitarios, toolbars y 10 años de antigüedad, espera que de una manera mágica dé a la única tecla que él no ha pulsado (porque lo ha intentado antes con la fórmula de "la combinación de teclas aleatoria") y que en menos de diez minutos y a un coste muy reducido (porque cuando no quieren pagar lo pasan a pesetas) se arregle completamente.

Porque sigue pensando que la tecnología es magia.

Cuando un adolescente ya ha llamado a todos sus amigos para que le arreglen el equipo y ha instalado cien herramientas (desde softonic, que es el primer paso en falso) pero ninguna le ha solucionado su problema, también cree que todo se va a solucionar con una de mis cabriolas sobre el teclado.

Porque está convencido que en algún foro, en algún lugar recóndito del planeta, alguien ha publicado que pulsando dos teclas todo vuelve a ser tan hermoso como antes y es mucho más sencillo que regalar flores para recuperar amores perdidos.

Y, desafortunadamente, nunca es así.

La informática, casi como la mecánica o la cocina de estrellas michelín, ha evolucionado hacia una imagen confusamente sencilla de la verdad. Del Spectrum aquel que arrancaba en un cursor parpadeante que esperaba nuestros códigos a los iconos danzarines que pulsamos con el dedo hay un camino tan largo que no podemos considerar que sea lo mismo aunque se llame igual. La gran revolución son todas las secuencias, realizadas como trucos, que van distanciando al usuario de la posibilidad de control de aquello que tiene entre sus manos. Es mucho más complejo conocer un equipo moderno que los 486 con windows 3.1 con los que yo empecé. Es mucho más complejo llegar al corazón de una mujer contemporánea que a una cortesana del siglo XVII. Los dos son ordenadores, las dos son mujeres. Los más nuevos te permiten hacer más cosas y se supone que serán mucho más satisfactorios pero sólo podemos usar los iconos programados en vez de hacer una secuencia adecuada a nuestro caso. Y ya sabemos que los foros mienten. También sabemos que, por obsolescencia, lo normal es que nos duren un tiempo limitado. Casi hemos asumido, también, que guardarán datos de nosotros y que esos datos pueden, como un reproche el día que la ves con otro, volverse en tu contra o costarte un dinero.

La evolución de la informática doméstica se orienta, cada vez más, hacia que la máquina haga lo que considere oportuno. Nos deja ver las fotos pero ya no sabemos donde están. Nos dice que vamos a comunicarnos con nuestros seres queridos pero, nadie sabe el motivo, al encenderlo, han aparecido contactos que habíamos quitado porque entre algún bit se ha guardado un dato que borramos, confirmamos y aceptamos eliminar. Si tenemos la suerte de tener un windows delante y vemos el administrados de tareas descubrimos que hay decenas de procesos activos funcionando si saber exactamente cuales son. Los gurús y los místicos pueden razonar que tampoco soy consciente de cada pálpito de mi corazón o de si mi sangre sube o baja. Puede decirme que eso permite asemejar la informática al ser humano y centrarnos en la acción principal que estemos realizando, aunque las secundarias me intenten vender piezas de recambio o viajes a las Maldivas de la misma forma que, como la canción de extremoduro, secundariamente me salen granos.

Y el Android, el entorno ese de ventanas rectangulares del windows8 y el windows phone (que funciona francamente bien) van a la zaga del iOS y el MacOs donde, para hacerte feliz, has de dejar que lo haga todo. "Tonta, que te va a gustar"- podría ser el eslogan de las nuevas tecnologías.

Lo curioso es que la gran masa de usuarios adoran este tipo de evolución y se sienten poderosos ante cien iconos. Cuando abro el msdos y escribo un comando los clientes se asombran como un emotiono con los ojos muy grandes, si uso "attrib" y ven que la carpeta oculta por un virus ha vuelto a aparecer entonces es un ejemplo de magia y, en realidad, es algo que aprendí con 15 años, cuando Felipe Gonzalez gobernaba.

Estamos en internet y no sabemos qué sucede con los historiales de las páginas que visitamos, no sabemos si con las cookies se están haciendo pastelerias en Redmond o si la nube es como el poder de Dios, infinito. Sin embargo aceptamos como maná cada actualización que nos lleva a perder un grado más de control porque se nos bombardea diciendo que todo será más fácil y sonreiremos más. No hará falta buscar contactos porque nos los recomendará. No habrá que saber código porque lo hará todo por nosotros. Cuanto menos sepa el usuario, cuando más tonto sea el votante, mayor control sobre él.

Y, un día, juraremos que controlamos algo que nos controla a nosotros. Un día conoceremos a alguien que no haya recomendado una máquina y creeremos que es un virus.

22 de noviembre de 2013

Los celos y la expresión del amor.


Dicen que ese es uno de los mensajes que algunos adultos lanzan a los adolescentes que se incorporan, incrédulos e incautos, al mundo de las relaciones.

Hace muchos años alguien me preguntaba, para saber si yo estaba o no enamorado de verdad de una tercera persona, que cual era la sensación que me recorría el cuerpo si era capaz de imaginarla con otro viril muchachote. En ese caso podría llegar a identificar el frío que sube por la espalda, las palpitaciones en la parte superior del párpado derecho y una inquieta sensación de desamparo y apaleo que tarda tiempo en irse, sobre todo si reconoces positivamente que existe esa posibilidad porque, poseído por la autoexigencia, sabes que lo podías haber hecho mejor.

Ahora sé que aquello era una simplificación estúpida del amor porque los celos, innatos pero innecesarios, son las causas colaterales de las historias de príncipes y princesas que hemos mamado desde nuestra infancia. Importa donde estamos mucho más que cómo hemos llegado hasta ahí y mucho menos de cómo vamos a ir hacia delante. No te preguntes por qué tipo de caminos enzarzados caminé, con el pantalón corto de mi colegio de curas, para llegar hasta aquí. Pregúntate lo que hay para cenar y si acaso esa noche nos vamos a enredar en sudor y en espejos, en palabras entre suspiros o en la apuesta divertida de que quien llegue al orgasmo más tarde es quien va a bajar a por los croissants.

Lo demás, lo de que no sabes donde estoy o si acaso no estoy en el lugar correcto, es irrelevante porque si en este mundo de elecciones y de posibles, de caminos tortuosos y de autopistas, al final del dia me siento a tu lado y quiero dormirme contigo robándome la mitad de la cama o si simplemente te doy las buenas noches como el último estertor que me queda antes de dormir, entonces no hay posibilidad de tener celos, excepto del tiempo, que es el que nos roba.

En el momento en el que empiezas a dudar de mi empiezo a dudar de mi, y las dudas, casi como los charcos, me hacen pensar en cada paso que doy para no calarme los pies. En ese momento ya no miro al frente y tan sólo a los zapatos.

Entonces es cuando los celos, para acabar el post de una manera redonda, han dejado de ser precisamente, una expresión de amor.

Por eso mismo la expresión con la que empecé es falsa.

20 de noviembre de 2013

19 de noviembre de 2013

El efecto Macbeth y la verdad.

Lady Macbeth, después de lograr la muerte del rey Duncan, no consigue ver sus manos sin sangre por mucho que se las limpie. Las ve, cual perlas, ensangrentadas y las frota compulsivamente. Necesita, casi como para quitarse el resquemor de la maldad, limpiarse.

En el año 2006 Chen-Bo Zhong publicó un artículo en Science explicando que el ser humano, para sentirse bien o purificado, tiende a limpiarse físicamente. Lo llamó "efecto Macbeth". Explicó que es por eso por lo que muchas culturas tienen el rito de la purificación relacionado con la higiene. El bautismo, la ablución o el baño en el Ganges eran meros ejemplos.

Conozco a una mujer que asegura que es incapaz de tener sexo sin ducharse antes y, por supuesto después. Afortunadamente para su marido ella, después de contármelo, siempre me huele a limpio.

Hace no mucho se publicó otro estudio que, partiendo del anterior, establecía que los jugadores de videojuegos violentos se lavan más las manos, sobre todo después de arrasar con cientos en el Call of Duty. Esa supuesta maldad asesina se lavaba después de apagar el videojuego con un poco de jabón y agua. Es extraño porque mi arquetipo de freak asesino virtual es gordo, tiene la mesa llena de restos de patatas onduladas, una camiseta de las que aparecían en The Big Bang Theory sucia y los dedos llenos de adn de teclado.

El caso es que casi de manera lógica se establece una correlación entre la sensación consciente de la ejecución de actos impúdicos, poco éticos o inmorales y la higiene personal. "Así que los malos huelen mejor"- deduce alguien mientras se lo explico. Supongo que podría ser una razón por la que no conozco a un rico que huela mal o que no se lave, aunque también reconozco que esa es una apreciación facilona porque es una cuestión de acceso a agua caliente y tiempo libre para disfrutarla.

Así que, dicho todo esto, tan sencillo y tan lógico, parece que la teoría suena a cierta. Es la excusa perfecta para limpiarse después del sexo y no dejar las sábanas peor, es la secuencia apropiada para llenar de tensión un crimen cinematográfico, la manera de limpiar el coche después de conducir borracho.

Sin embargo otros estudiosos del comportamiento humano han hecho una nueva prueba con todas esas ideas y se han ido a tres continentes diferentes para ver si es algo que sucede realmente en cualquier persona. El resultado es que no es verdad, que es una falacia como el reiki, la osteopatía y la curación telepática del cáncer. Es tan incierto como asegurar que matando un cordero se curan los catarros o que se puede formatear un ordenador con la mente. Es una de esas cosas que parecen verdad, que suenan a verdad y que nos encanta pensar que son verdad cuando, mala suerte, no lo son.

El ser humano se limpia en todas las culturas por el mero hecho de sobrevivir. Si estás limpio no enfermas o enfermas menos de la misma forma que pensando en positivo generas un placebo sobre ti mismo. Por eso hay payasos y animadores en los hospitales de la misma manera que son lugares asépticamente limpios. Es reconfortante creer que con agua y jabón podemos limpiar nuestras miserias y eliminar todas aquellas veces que nos equivocamos o que hicimos un mal del que nos arrepentimos, casi como si aquella mala respuesta o aquella forma de cagarla se pudiera ir por el sumidero y no volver jamás. Pero si fuera así no existiría el remordimiento y venderían detergente para las penas.

Chen-Bo Zhong tambien publicó, más tarde, que cuando uno se siente solo también tiene una sensación mayor de frío.

Y ya está aqui el invierno.

17 de noviembre de 2013

Pandemia ética 2.0

Después de que cinco ciclistas hayan muerto en Londres el alcalde de aquella urbe ha patinado un poco entre los medios afirmando que "algunos ciclistas se creen superiores al resto de los usuarios de las vías públicas" , casi como si se creyeran estar en un grado de superioridad moral para con el resto de los pobladores de las calles. Sin embargo, aparte de la polémica, es probable que tenga razón aunque suene a que se lo han buscado, por snobs.

Siempre hay quien parece estar por encima de los demás como si miraran de soslayo lo mundano del resto. A veces son ecologistas con ropas deportivas que toman jengibre y te cuentan eso de que el ser humano es el único animal que sigue amamantándose con leche toda la vida mientras sacan esa insulsa leche de soja de la nevera. A veces son esa prole de personajillos que hacen suyas todas y cada una de las reivindicaciones melosas, kafkianas y no contrastadas que hablan de niños que buscan tratamiento, políticos señalados con el dedo o deforestaciones en países que no sabemos donde están de la misma manera que más de uno ignoramos hacia donde apunta la sierra de Tramontana.

Luego, cuando se relajan, bombardean al resto del mundo con fotos de gatos o videos, que siempre son "increíbles, no perdérselo", donde un alacrán enamorado salva a un grupo de estudiantes polinesios de un seguro accidente de autobús cuando iban al único colegio de asia desde el que podrán salir de la miseria asiática. (es un ejemplo).

Tiene que existir, por supuesto, alguna explicación psicológica relacionada con el placebo que dé razones sobre esta epidemia, sobre esta pandemia 2.0 que en absoluto tiene su espejo en la vida real porque si una décima parte de esas personas actuaran como lo hacen en sus reivindicaciones el voluntariado social se saturaría.

El ser humano contemporáneo es bipolar. Se apena con los muertos de filipinas y con los niños que quieren ser Batman en medio de la leucemia. Llena los telediarios y su moral con imágenes dramáticas que rozan el telefilm y después, en el bar, se enfadan por un penalty no señalado en un partido de fútbol intrascendente. En ese momento el enfado por el acontecimiento deportivo y por los desastres naturales son casi igual pero, más tarde, una cosa se queda en nuestra vida social y otra en nuestra imagen virtual, la misma que satura con frasecillas bien construidas que hablan de ser mejor persona, de milagros o de frases dignas del incómodo y facilón de Bucay.

Y, casi como los ciclistas británicos, hay una parte de ellos que se cree por encima de la moral media. Hay un grupo de personas que consideran que por dejarse bigote o llevar un lazo rosa van a terminar con el cáncer de próstata o el de mama.
No descubro nada repitiendo la hipocresía humana de la actualidad. Es cierto también que dan una relevancia a acontecimientos que de otra forma no serían visibles, aunque se quedarán olvidados de la misma forma unos días después porque hay una relación de proporcionalidad inversa entre el escándalo virtual y la acción real.

Claro que tú no eres mejor que yo porque pongas un link a una campaña bondadosa y bien intencionada, eso no te lo permito de la misma forma que tampoco me parece bien que te saltes los semáforos en rojo porque vayas a pedales. También está rojo para ti.

15 de noviembre de 2013

Distracciones excarcelarias

Al violador del ascensor  no le esperaba nadie a la salida de la cárcel, al del portal sí, supongo que de algún sitio donde no hay quien viva. A Kubati le esperaban sus colegas, sus víctimas y más flashes que al último premio de Asturias de la investigación, la ciencia o cualquier cosa provechosa para el ser humano en general.

Son cosas de la opinión pública, de lo que hay que hablar para no hablar de lo que importa porque, en verdad, me importa una mierda pinchada en un palo que ahora vayamos a tener dos docenas de asesinos por las calles y unos cuantos violadores no castrados preguntando si vas al tercero o al cuarto mientras se ponen atrás cuando se cierran las puertas.

A falta de fútbol habrá que hablar de las excarcelaciones. Si no hay mundial, estamos al principio de la temporada y no se ha muerto ningún famoso entonces hay que buscar algo con lo que despistar. Belén Esteban era la mano que nos enseñaban para darnos con la otra. El iva siempre se subió en una fase final futbolística, entre el tercer y cuarto penalty.
Existe una tendencia a pensar que el ser humano, por conciencia o por constancia, va mejorando la especie con el paso del tiempo. Darwin y la selección natural afirman y demuestran, para desgracia de los creacionistas, que vamos a mejor y, casi llevando la contraria a la propia naturaleza, parece que caemos en las mismas estrategias facilonas y tontas de engaño una y otra vez. Llegamos a Ikea para perdernos y aún estamos convencidos que las ofertas de las operadoras de telefonía son honestas y que vigilan nuestros derechos mientras nos regalan algo que no dan al resto de los mortales sin llegar a reflexionar sobre donde nos lo van a cobrar con intereses.

En definitiva: nos encanta que nos engañen, que nos despisten, que nos prometan cosas que sabemos positivamente que no se van a cumplir. Nos gustan las películas imposibles con finales felices desorbitados y queremos que nos digan que somos altos y que nuestros ronquidos son orfidales para el corazón cuando se acuestan sin tocarnos a nuestro lado. Nos gusta que nos prometan amores eternos y adquieran compromisos que duren siempre como si "siempre" fuera tan fácil como decirlo. Queremos tener el coche con el depósito lleno sin pasar por la gasolinera, porque eso no aparece en los anuncios.

Hemos descubierto que creer que las cosas son así no nos entristece ni nos preocupa.

Y que dejarnos llevar es el camino más fácil.

Por eso ahora, en vez de estar pendientes de que llega el frio y el invierno sin que haya suficiente leña para la chimenea, nos escandalizamos porque hay más delincuentes en la calle después de cumplir las leyes por las que fueron juzgados y condenados sin pensar que esas eran las mismas normas que pusimos nosotros los dias de los juicios y de las condenas.

Y nos lo ponen en la cara, entre la indignación y la sensación de que van a violar a nuestras hijas y matar a nuestros policias cuando, en realidad, es una operación de despiste para que dejemos de ver la misma mierda de los últimos meses.

Es como hacer campaña para mirar al cielo de Madrid y conseguir , asi, que no se vea el suelo lleno de mierda.

Pd: También es verdad que, dada la tendencia general, si nos vienen de frente, nos asustamos.

12 de noviembre de 2013

¿Posas o mientes en las fotos?

El video superior es casi un experimento. Un tipo decidió hacer fotos en medio de las fiestas pero, al pedir posar, activó el video en vez de la cámara. Todos, casi todos, posan como si fueran a pasar a la posteridad o como si intentaran decir algo en ese momento: Amor, desfachatez, fiesta, cariño, compañerismo o sentirse un tipo interesante o especialmente vulgar.

Supongo que en esos momentos sacamos lo que creemos que nos hace diferentes: nuestros dientes blancos o nuestro gesto más gamberro. Ni siquiera será esa nuestra capacidad más destacable pero es la que sacamos y la que mantenemos mientras nos hacen la foto. Hay un profesor que ha usado la misma ropa durante 40 años en el calendario escolar y casi el mismo bigote. Todos conocemos a alguien, sobre todo en este nuevo mundo digital y gráfico, que posa exactamente igual en cada una de sus fotos. Cambia el fondo y la ropa, pero siempre es igual como un presentador de informativos.

Otros, por el contrario, somos el Jim Carrey de la fotografía. Quizá por eso nunca seremos modelos, porque no sabemos repetir una misma mueca dos veces ni levantar una sola ceja ni aparecer en seis fotos seguidas con los ojos abiertos.

Hay quien dice pudiera llegar a pensar que tener una pose preparada es una manera de que no se nos note lo que estamos pensando por dentro. Podemos sonreir y estar estupendos cuando deseamos marcharnos de allí como un vendedor de El Corte Ingles sacando trajes para un jubilado pesado y con dinero en la seccion de Emidio Tucci. Podemos haber desarrollado la capacidad de fingir hasta límites insospechados en las circunstancias sociales para que no se note que aquello no cumple nuestras expectativas. A más fotos, mayor control gestual de la verdad.

Las adolescentes controlan ese aspecto del control corporal, sólo hay que entrar en Tuenti.

Otros no saltamos a la parte de atrás de la cámara para ver el resultado de la foto. En realidad nos importa poco. Hay días en los que, quizá, puede parecer una falta de pudor excesiva.

Un psicólogo explicaba en uno de los libros de autoayuda que devoré en mi adolescencia que si admitías lo peor cualquier cosa que lo mejore hará de ese momento un instante positivo. Harry decía a Sally que cuando se compraba un libro se leía el final por si acaso se moría leyéndolo y, por lo menos, sabría el desenlace de la historia. Visto así es un planteamiento deprimente aunque si generamos expectativas pueden volverse la madre de la decepción.

El caso es analizar, muy por encima y casi de manera de ejercicio personal, si acaso jugamos a mentir en nuestra imagen o en nuestra ingenuidad o inteligencia. Miles de personas viven intentando ser ocurrentes y no hacen más que copiar chistes que leen en twitter de la misma forma que mujeres de pechos turgentes se quedan en nada cuando se desnudan (y al revés, he de decir). Otras personas se inventan al hombre o a la mujer perfecta para sentirse cómodos hasta que un día descubren sus propias mentiras, que es como tener que hacerse cien fotos para que salga la pose que tienen ensayada.

Reconozco que no está de moda ser honesto con lo que uno es o siente, que no es de recibo irse cuando te quieres ir o quedarse callado cuando no se te ocurre nada que decir. En Pulp Fiction hablaban de los silencios incómodos.
Probablemente esa es una de las metas volantes que se pasan en una relación de amistad o de lo que sea: tolerarse siendo quien uno es detrás de las armaduras o poses que usemos para salir en las fotos o aparentar quien queremos ser en vez de quien somos. Dejar que salga la verdad de quien está delante sin miedo a que no cumpla los mínimos exigibles del corte en las oposiciones a ser alguien que se quede a nuestro lado.

Y, después, volver a hacerse otra foto o retomar la conversación sin pensar en el resultado, minimizando las expectativas, aprovechando el viaje más allá del destino.

Es mucho más difícil ser uno mismo que salir bien en una foto.

10 de noviembre de 2013

Mirones, dependencia, intuición y daños colaterales (poder)

En la brutal primera temporada de la serie de ficción Boss, Tom Kane se aferra a su cargo de alcalde entre los vaivenes de la defensa a ultranza del equilibrio de su ciudad y los daños colaterales necesarios que han de existir cuando la resolución de los problemas no lleva nunca implícita la satisfacción de todas las partes. En un momento, en medio de una crisis institucional y ante la posibilidad de que el pueblo se levante contra sus imposiciones, cuando su asesora le avisa de la posible pérdida de popularidad y las manifestaciones consecuentes, Kane les define como mirones. Mirones que no hacen nada salvo gestos de desaprobación y que se diluyen en el gas del vaso de los poderosos.
En realidad y ante la déspota postura incorrecta pero real en la que hay que tomar algún tipo de decisión muchas veces se nos olvida la carga que lleva implícita el poder, sobre todo si nos hemos quedado en el lado de los mirones. Considero poder tener que decidir sobre un hijo, descolgar el teléfono para pedir perdón o cariño, comprar un coche diésel o de gasolina, elegir uno u otro canal de televisión, ir al campo o a la montaña, decidir si meter a un país en medio de una guerra o si usar camisa o camiseta. Todo eso, de una manera mayor o menor, es poder porque todo lleva consecuencias. La mayoría son estúpidas y otras son importantes pero lo cierto es que no somos capaces de diferenciar su importancia hasta que no vemos los resultados en un corto o largo plazo. En este mundo de clicks y automatismos con resultados en milésimas de segundo las decisiones alargan sus consecuencias debido a lo complejo de nuestra sociedad.

Hace unos meses, en medio del cuarto de baño al que íbamos los antiguos alumnos de la promoción del 88 y en una reunión de leyendas, ïñigo se me acercó. Me dió un abrazo. Me dijo que llevaba años esperando encontrarse conmigo para agradecerme que en algún momento de 1989 yo le apremié a quedar con una chica, que yo incluso le acerqué con mi coche y que ahora, hoy en día, y eso me lo dijo enseñando una foto feliz, aquella chica era su amada esposa y madre de sus hijas. 24 años después llegó un resultado a una decisión que no era capaz de recordar, pero una decisión al fin y al cabo.

Sin embargo hay decisiones que nos bloquean o hay momentos en los que no somos capaces de tomarlas por nuestra propia cuenta. En ese momento, en ese lugar, es cuando aparecen los estratos personales que ponen a alguien en un sitio y a otros a su sombra. "Vivirás así toda la vida por mucho que trabajes, por muchos sacrificios inútiles que hagas, por mucho que te comprometas. Sabes que siempre dependerás de alguien porque eres así y siempre lo serás"
El mayor miedo del ser humano racional es equivocarse: meterse en una cama incorrecta, apostar por la empresa perdedora, tomar un desvío a ninguna parte, creer que saltamos al vacío sin una colchoneta o una cuerda en los pies. Eso nos bloquea. Necesitamos datos que nos indiquen que estamos haciendo lo acertado o que nos mientan diciéndonos que es lo acertado como un grupo de animadoras incansables que no saben jugar al baloncesto pero son efusivas y flexibles en los tiempos muertos de nuestro equipo aunque perdamos de veinte. Eso es independiente de la decisión. Yo he estado horas mirando la ropa sobre la cama sin saber qué decidir ponerme alguna mañana insulsa y luego, casi como para engañarme, he soltado el discurso de la independencia como si aquello fuera una anécdota ante las cotas de libertad en todas y cada una de las decisiones personales, desde la camisa hasta un despido injusto, que es lo máximo a lo que llega mi libertad.

Pero mirando hacia atrás y viendo las decisiones más importantes o al menos las que más han afectado a mi vida y a la vida de las personas que me rodean o me han rodeado, creo poder admitir que las pensé centésimas de segundo y que acerté en casi todas. Punset dice que la intuición es más importante que la razón.
El problema, en ese caso, es que desaparecen los argumentos que puedan probar nuestras decisiones. Se nos cierran las puertas para volver atrás, para pedir perdón, para poner sobre la mesa un grupo de datos estadísticamente justificados que avalen nuestra deriva. Se nos escapan las justificaciones sociales y vivir sin capacidad de justificación es un riesgo. Y riesgo es lo que no hemos aprendido a asumir.

No somos capaces de tolerar sentirnos incorrectos, indefensos y desnudos.

Los grandes ejemplos de nuestra sociedad contemporánea suelen aparecer como magos. Nos encanta creer historias de amor y comercio, de empresa y tecnología, en las que alguien lleve sus sueños y sus intuiciones hasta la consecución del éxito. "lo abandoné todo por amor"- dicen encantados los Españoles por el Mundo que salen en televisión porque eso es algo que vende. No hay ningún político que haga una rueda de prensa diciendo que nos va a subir o bajar los impuestos porque intuye que eso es lo correcto. Le crucificaríamos mañana con las alcayatas de todos los mirones y los martillos de sus enemigos.

Queremos estudios de mercado, muestreos, previsiones a corto y largo plazo. Queremos un proyecto de vida viable y unos compromisos constituyentes de nuestras uniones y desuniones, porque hasta para las separaciones hay papeleo. Es una búsqueda de seguridad o, quizá, de aplazar en el tiempo la toma de decisiones. Es probable que si alargo esta situación en la que no soy capaz de decantarme por uno u otro bando, el tiempo haga inclinarse la balanza.

Y soy un mirón mientras analizo los datos, apago la luz de la intuición y dejo que otros decidan por mi.

De eso va el poder, el pueblo y la vida personal de cada uno. Unos (pocos) días tenemos valor, otros intuición y la mayoría nos dedicamos a buscar excusas esperando que alguien tome la decisión por nosotros para criticarlo después porque siempre hay daños colaterales. Da igual que sea un "vaya camisa más fea", "me hiciste daño al irte" o "han muerto dos niños de hambre debajo de un puente". Todo, en mayor o menor medida, sigue los mismos mecanismos.