19 de noviembre de 2013

El efecto Macbeth y la verdad.

Lady Macbeth, después de lograr la muerte del rey Duncan, no consigue ver sus manos sin sangre por mucho que se las limpie. Las ve, cual perlas, ensangrentadas y las frota compulsivamente. Necesita, casi como para quitarse el resquemor de la maldad, limpiarse.

En el año 2006 Chen-Bo Zhong publicó un artículo en Science explicando que el ser humano, para sentirse bien o purificado, tiende a limpiarse físicamente. Lo llamó "efecto Macbeth". Explicó que es por eso por lo que muchas culturas tienen el rito de la purificación relacionado con la higiene. El bautismo, la ablución o el baño en el Ganges eran meros ejemplos.

Conozco a una mujer que asegura que es incapaz de tener sexo sin ducharse antes y, por supuesto después. Afortunadamente para su marido ella, después de contármelo, siempre me huele a limpio.

Hace no mucho se publicó otro estudio que, partiendo del anterior, establecía que los jugadores de videojuegos violentos se lavan más las manos, sobre todo después de arrasar con cientos en el Call of Duty. Esa supuesta maldad asesina se lavaba después de apagar el videojuego con un poco de jabón y agua. Es extraño porque mi arquetipo de freak asesino virtual es gordo, tiene la mesa llena de restos de patatas onduladas, una camiseta de las que aparecían en The Big Bang Theory sucia y los dedos llenos de adn de teclado.

El caso es que casi de manera lógica se establece una correlación entre la sensación consciente de la ejecución de actos impúdicos, poco éticos o inmorales y la higiene personal. "Así que los malos huelen mejor"- deduce alguien mientras se lo explico. Supongo que podría ser una razón por la que no conozco a un rico que huela mal o que no se lave, aunque también reconozco que esa es una apreciación facilona porque es una cuestión de acceso a agua caliente y tiempo libre para disfrutarla.

Así que, dicho todo esto, tan sencillo y tan lógico, parece que la teoría suena a cierta. Es la excusa perfecta para limpiarse después del sexo y no dejar las sábanas peor, es la secuencia apropiada para llenar de tensión un crimen cinematográfico, la manera de limpiar el coche después de conducir borracho.

Sin embargo otros estudiosos del comportamiento humano han hecho una nueva prueba con todas esas ideas y se han ido a tres continentes diferentes para ver si es algo que sucede realmente en cualquier persona. El resultado es que no es verdad, que es una falacia como el reiki, la osteopatía y la curación telepática del cáncer. Es tan incierto como asegurar que matando un cordero se curan los catarros o que se puede formatear un ordenador con la mente. Es una de esas cosas que parecen verdad, que suenan a verdad y que nos encanta pensar que son verdad cuando, mala suerte, no lo son.

El ser humano se limpia en todas las culturas por el mero hecho de sobrevivir. Si estás limpio no enfermas o enfermas menos de la misma forma que pensando en positivo generas un placebo sobre ti mismo. Por eso hay payasos y animadores en los hospitales de la misma manera que son lugares asépticamente limpios. Es reconfortante creer que con agua y jabón podemos limpiar nuestras miserias y eliminar todas aquellas veces que nos equivocamos o que hicimos un mal del que nos arrepentimos, casi como si aquella mala respuesta o aquella forma de cagarla se pudiera ir por el sumidero y no volver jamás. Pero si fuera así no existiría el remordimiento y venderían detergente para las penas.

Chen-Bo Zhong tambien publicó, más tarde, que cuando uno se siente solo también tiene una sensación mayor de frío.

Y ya está aqui el invierno.

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