Todas las navidades hay un borracho, un gorrón, un gracioso que mete la pata, un tipo que pide silencio para oir al rey, una madre que tararea las canciones de La1 si es que vuelve a aparecer Raphael.
También hay una adolescente conectada a su teléfono y una abuela que rellena los platos de los demás y pone una ración más cuando ya has dicho que basta. Hay alguien decepcionado con sus regalos y regalos indeseados o impropios, fruto de los arquetipos comerciales. Hay guantes y hay alertas por mal tiempo. Hay prisas y anuncios demasiado pesados en televisión, porque si vuelvo a oir el Don´t Worry Be Happy vomitaré en la siguiente tienda de Vodafone.
Alrededor de la mesa hay quien llega tarde, hay quien merendó carretera y quien abusa del alcohol. Uno se salió a la terraza para fumar un cigarro y juró que en nochevieja fumará el último. Existen los que se empeñan en irradiar felicidad porque es lo que se supone y hay quien se irá a la misa del gallo después de discutir sobre un aborto del que nadie se ha leído la ley pero se ha dejado llevar por la prensa, la Sexta o La Razón. Aparecerá el rojo de manual y el facha con superpoderes enfrentados en empate técnico por ser igual de irracionales. En ese momento alguien recuerda que hay que abrir los regalos.
Se habrá discutido sobre los recortes y sobre el paro, sobre el precio de la electricidad y la gasolina, sobre si por fin éste será el último año en el que vayas a cenar sin pareja y, además, alguien dirá que si te quedaste soltero es porque eres una persona insoportable, que ya tienes una edad, que con tus años yo ya te tenía. "Sí, mamá, lo sé"- responderás buscando cambiar de tema.
En medio de la temeridad por saber si acertaste con los regalos descubrirás que sobran los mantecados de coco pero cogerás el chocolate con cuidado de que no parecer ansiosa.
Alguien se enfadará y alguien llorará. Se adoptarán los roles de la infancia y se aceptará o se criticará el poder de los progenitores, como si fuera una obligación el cambio generacional o como si se volviera a ser pequeño. Recibirás mensajes que serán insulsos, amistosos o copiados fruto del alcohol, derivados de un "humor ctrl+v" o de la nostalgia. Escribirás mensajes que no mandarás justamente cuando vayas a echarte a dormir, en ese preciso instante en el que empiece a repetir el primer plato. Varias veces, a lo largo de la noche, querrás hacer una llamada personal. Quizá no oigas el sonido del teléfono el único momento en el que no estabas atento. Buscarás, probablemente, la última hora de conexión de alguien. Harás una foto de la comida. Te pondrás pijama.
Las madres sacarán sábanas para las camas improvisadas de todas las nochebuenas.
Y hará frío, porque para eso es el día 25.
Pd: Y en la tele terminas con vídeos de primera, fail compilation en idioma modernete
Pd: Y en la tele terminas con vídeos de primera, fail compilation en idioma modernete
Gran resumen. Como siempre.
ResponderEliminarMe gustó el concepto "humor ctrl+v".
a mi tambien me gustó ese concepto. Es mucho mejor que pedir perdón con una tarjeta que ponga ctrl+z, aunque tampoco lo entienden los mortales.
ResponderEliminarFeliz navidad, señor.
¿Y un Alt+F4 para salir de una relación que ya no llevaba a ningún sitio?
ResponderEliminarFeliz Navidad!, y un detalle sin importancia...yo me he leído la ley del aborto, que como no soy jurista igual la he entendido mal, he entendido que serán seis años más para la chica violada que abortará, que para el violador!!!, pero frivolicemos, frivolicemos, que igual el año que viene ni podremos respirar. Yo ya lo hago con dificultad.
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