Existen datos que nos retratan. Whatsapp tiene 400 millones de usuarios activos (100 millones más que hace 4 meses) y eso es independiente de la realidad que dice que es el medio de comunicación que menos cuida, por parte de sus 50 únicos empleados, la privacidad de las conversaciones. Da igual que mi primo pueda ver lo que escribo o lo que mando porque, en realidad, lo que importa es estar donde está todo el mundo.
Demuestra, de una manera procaz, una extraña tendencia al mimetismo de la sociedad donde no triunfa lo mejor ni lo más avanzado, no se establecen como estándares los componentes que pudieran ser lógicos o éticos, equilibrados o incluso económicamente ponderados. Se establece un lugar masivo y ahí hay que ir, como si Ikea fuera el único que hace muebles y estamos ciegos delante de cualquier otro lugar lleno de estanterías.
Las publicidades masivas tienen en común la exaltación del propio producto mientras ignoran a la competencia. Es más, ni un sólo anuncio de los gurús del marketing habla de sus bondades sino de lo feliz que vas a ser, estableciendo como única opción la suya. No hay más fabricantes de teléfonos o de coches, de muebles o de ordenadores. Sin embargo tenemos más opciones que nunca y precisamente simplificar el mensaje es lo que te hace creer que sólo existen los centros comerciales y las grandes marcas. Si no aparece en televisión, no existe. Es probable que el mensaje escondido esté en que no hay que esforzarse en buscar algo mejor si lo puedes tener aqui. Steve Jobs, el mayor vendedor de humo de la historia, decía que "las personas no saben lo que quieren hasta que no se lo enseñas" y eso es prepotencia en estado puro. En España, en medio de los 80, se decía "busque, compare. Y si encuentra algo mejor, cómprelo". Fuimos tan tontos que creímos que hacerlo mejor era más rentable que vender "lo único". El rendimiento es mayor si se invierte en marketing que en investigación. Se liga más con una ropa chula que con una conversación inteligente.
"La parejas normales van juntas a todos los sitios"- me decía considerando como normal lo establecido. Duermen abrazados y eligen vino con el aperitivo, pasan la nochebuena en casa de él y la nochevieja en casa de ella. Él se preocupa de sintonizar la televisión y ella de que el contrato del seguro no se dispare. Pasean por la calle los domingos por la mañana. Buscan un monovolumen para los niños que vendrán.
Reconozco que esa es la manera de no meterse en problemas mientras espero delante del probador de Zara para decir lo bien que le queda todo, pero decidí no hacerlo y me quedé solo aunque tenga un coche de señor con niños.
El mundo se divide, se fracciona. Por una parte tendremos un ejército de compradores de centro comercial incapaces de gastar la neurona en saber que hay otro mundo ahí fuera. En otro sitio viviremos los inconformistas que un día descubrimos que había más playas aparte de Punta Cana y que no se descascarillaba la mesilla que hacen los carpinteros. Claro que viajamos menos, disponemos de menos muebles y echamos muchos menos polvos. Es una especie de castigo que infringe la sociedad capitalista moderna sobre los anarcos del consumo o de la razón, al menos la razón que se muestra ante la masa como lo socialmente aceptado, como el lugar donde está todo el mundo.
Y ese lugar ya da igual que sea bueno, malo o peor. Da lo mismo que sea un video de mierda si es que tiene muchas visitas. Da igual que sea blanco, que sea negro, tu religión , tu credo... da igual. Si no tienes el whatsapp, te jodes.
Pd: El problema empieza cuando me pregunto si acaso existe una alternativa. A todo. La vida del hombre sencillo está hecha de parámetros imperturbables convertidos en dogmas de fe.
Demuestra, de una manera procaz, una extraña tendencia al mimetismo de la sociedad donde no triunfa lo mejor ni lo más avanzado, no se establecen como estándares los componentes que pudieran ser lógicos o éticos, equilibrados o incluso económicamente ponderados. Se establece un lugar masivo y ahí hay que ir, como si Ikea fuera el único que hace muebles y estamos ciegos delante de cualquier otro lugar lleno de estanterías.
Las publicidades masivas tienen en común la exaltación del propio producto mientras ignoran a la competencia. Es más, ni un sólo anuncio de los gurús del marketing habla de sus bondades sino de lo feliz que vas a ser, estableciendo como única opción la suya. No hay más fabricantes de teléfonos o de coches, de muebles o de ordenadores. Sin embargo tenemos más opciones que nunca y precisamente simplificar el mensaje es lo que te hace creer que sólo existen los centros comerciales y las grandes marcas. Si no aparece en televisión, no existe. Es probable que el mensaje escondido esté en que no hay que esforzarse en buscar algo mejor si lo puedes tener aqui. Steve Jobs, el mayor vendedor de humo de la historia, decía que "las personas no saben lo que quieren hasta que no se lo enseñas" y eso es prepotencia en estado puro. En España, en medio de los 80, se decía "busque, compare. Y si encuentra algo mejor, cómprelo". Fuimos tan tontos que creímos que hacerlo mejor era más rentable que vender "lo único". El rendimiento es mayor si se invierte en marketing que en investigación. Se liga más con una ropa chula que con una conversación inteligente.
"La parejas normales van juntas a todos los sitios"- me decía considerando como normal lo establecido. Duermen abrazados y eligen vino con el aperitivo, pasan la nochebuena en casa de él y la nochevieja en casa de ella. Él se preocupa de sintonizar la televisión y ella de que el contrato del seguro no se dispare. Pasean por la calle los domingos por la mañana. Buscan un monovolumen para los niños que vendrán.
Reconozco que esa es la manera de no meterse en problemas mientras espero delante del probador de Zara para decir lo bien que le queda todo, pero decidí no hacerlo y me quedé solo aunque tenga un coche de señor con niños.
El mundo se divide, se fracciona. Por una parte tendremos un ejército de compradores de centro comercial incapaces de gastar la neurona en saber que hay otro mundo ahí fuera. En otro sitio viviremos los inconformistas que un día descubrimos que había más playas aparte de Punta Cana y que no se descascarillaba la mesilla que hacen los carpinteros. Claro que viajamos menos, disponemos de menos muebles y echamos muchos menos polvos. Es una especie de castigo que infringe la sociedad capitalista moderna sobre los anarcos del consumo o de la razón, al menos la razón que se muestra ante la masa como lo socialmente aceptado, como el lugar donde está todo el mundo.
Y ese lugar ya da igual que sea bueno, malo o peor. Da lo mismo que sea un video de mierda si es que tiene muchas visitas. Da igual que sea blanco, que sea negro, tu religión , tu credo... da igual. Si no tienes el whatsapp, te jodes.
Pd: El problema empieza cuando me pregunto si acaso existe una alternativa. A todo. La vida del hombre sencillo está hecha de parámetros imperturbables convertidos en dogmas de fe.
A mí lo que me ha jodido el día (encima, a estas horas) es comprobar que lo de ir zumbao, mirando al móvil o hablando por él, mientras cruzas por donde se te planta en las narices, arriesgando tu vida y asustando al conductor que está mirando de reojo al móvil que acaba de silbar, ha dejado de ser una de las características que podían seguir considerándose como "Marca España".
ResponderEliminarLa puta...