16 de diciembre de 2013

El fútbol, la deuda y la sabiduría infinita del pueblo

-Soy español. ¿A qué quieres que te gane?.
-A Eurovisión.

Cuando Messi entraba en los juzgados a pagar la multa por unos millones de nada defraudados a hacienda las personas que se acumulaban en la puerta (voy a imaginar: parados, gente que cogió unas horas sindicales, unas bajas para asuntos propios o dejando a los niños en la parte de atrás del coche al abrigo del parking del Caprabo) le aclamaban diciendo que "eres el mejor del mundo" cuando, también por imaginar, como esos millones no estaban algún gestor malvado y miserable había despedido a algún médico.

En ese caso, como mete goles, da igual que sea un chorizo.

Cuando la comisión europea dijo que las ayudas que se habían dado a los astilleros eran irregulares más de un ciudadano de a pie se escandalizó y se indignó. Alguno incluso, poseído por una solidaridad impropia del siglo XXI, se movilizó con los trabajadores de los astilleros para pedir que la sangría de la crisis no se hiciera mayor con unas sanciones que, aunque justificadas, eran excesivas. Sin embargo, y teniendo en cuenta que ninguno tiene la necesidad de hacerse un petrolero para año nuevo, todo se olvidó en el siguiente partido del siglo porque unos son del Madrid y otros del Barça.

Cuando España jugó la final del mundial se hicieron unas fotografías que convirtieron en libro aquel momento. Se llamaba La España Fantasma. Ni la final del primer Operación Triunfo, ni la salida de la casa del primer Gran Hermano, ni ese momento en el que Uri Geller doblaba la cuchara en Directísimo llegaban a tal posesión popular. Hubo un intento de salto de valla masivo en Ceuta en el instante en el que España pasaba de cuartos ante Italia por penaltis.

En España hay momentos históricos en los que cada uno es capaz de recordar donde estaba: Cuando asesinaron a Miguel Angel Blanco, cuando "se cayeron" las torres gemelas y cuando se ganó el primer mundial de fútbol. (En Noja, en la playa, en mi casa más asustado que Matias Prats y en mi salón, viendo una peli hasta que oí los gritos).

Sin embargo no es tan sencillo recordar donde estabas en el momento en que te diste cuenta que cerraron la tienda que está al lado de tu portal, tampoco el instante en el que te enteraste que el vecino estaba en paro, te puede llegar a costar recordar cuando fue el segundo en el que aquella relación se rompió de una manera definitiva o la primera vez que descubriste que estabas en números rojos. Aunque son cosas que se refieren exactamente a tu vida se diluyen en el recuerdo.

Tampoco te movilizaste cuando cerró la empresa o te indignaste cuando alguien te aseguró que ahora debías de vivir con 500€ menos porque esos eran de un estado de bienestar que ya te habías fundido en viajes a Brasil (donde no has estado nunca). Pusiste cara de circunstancia al saber que nadie puede vivir de la cultura porque nadie consume cultura de pago. Quisiste comprender que la educación, la sanidad o el asfalto de la nacional I (en la parte de Madrid que hay pasado el tunel de Somosierra) fueran un autentico y peligroso agujero indigno de un pais europeo porque eran ajustes necesarios pero discutes, cerveza en mano, sobre si Cristiano debería de ganar el balón de oro.

Y ahora, que han llegado los burócratas europeos a decir que es probable que algunos de nuestros clubes de primera hayan tenido alguna financiación algo irregular... ahora sí. Ahora hay que reivindicar la marca España y movilizarse para que no nos quiten el fútbol, que no cierren los estadios, que no nos de tiempo a pensar un poco por nosotros mismos. Eso es un atentado contra la integridad y contra el honor. Cuestionar a empresas que deban a todos los españoles 2mil o 3mil millones de euros es un insulto a la parroquia de feligreses forofos que no son capaces de tolerar un atentado más contra el pueblo español, el mismo pueblo al que le importó una mierda pinchada en un palo que cerrara ésta o aquella empresa, que hicieran un ERE a su primo o a su vecino, que se fue a casa con las orejas abajo porque ya no había más trabajo con el que pagar las camisetas con la equipación de ese año a su hijo pequeño o bufandas para ir al próximo partido.

Si un autónomo no paga la seguridad social de sus empleados tres meses, le cierran de por vida. Si un banco tienen un agujero, le dan un dinerito pero la sociedad se indigna. Si un equipo de fútbol, ruinoso y deudor, contrata a un niño virtuoso por 100 millones, tiene a mil españoles en paro haciéndole la ola.

Cerrarán los astilleros, las empresas, las tiendas y las industrias. Es probable que se nacionalice algún banco. ¿Cerrar el Santiago Bernabeu?. ¿Clausurar San Mames?. Jamás. El pueblo, en su "sabiduría infinita", no es capaz de permitirlo.

2 comentarios:

  1. A mí me consuela saber que siempre nos quedará Chus Lampreave.

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  2. Bitelchus lampreave. http://blogerdeniro.blogspot.com.es/2010/09/beetlechus-lampreave.html

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