29 de noviembre de 2011

Anecdotas en una tienda de informática (B)

Absolutamente verídicas. Todas, porque todas las he vivido yo personalmente. Las he ido anotando poco a poco en los últimos dos meses, claro que ayer, al aparecer una amable señora preguntándome qué hacer cuando su gato se mea en el portátil (pobrecito- añadió), consideré el momento de recopilarlas:


Descargas i-legales:
‎"No hombre... como va a ser ilegal si me he descargado una canción de Albinoni..."


Argumentos de venta
-Hola, quiero un ordenador, pero que sea Hp.
-¿Por qué?
-Porque es el unico con el que puedo volver a un estado anterior.
-Ah. Y lo de "restaurar sistema" que tienen todos?



Validation Free tool:
-¿Me quitas el mensaje de "este windows no es original"?
-Si. Windows original: 100€. (más instalación)
(no hubo trato)



Obras e informatica:
La impresora se atasca sola.
(Mirar impresora y sacar, delante del cliente, un trozo de escayola de pared del tamaño de una uña)
Ah, será la obra del salon...



Descripción técnica:
-Hola, quiero una grafica. -Cual? -Una -De qué tipo? -Pues como la que se me ha roto. -Y como es?
-...Alargada.



Discount:
¿me haces descuento? No.
¿Y para mi en cuanto se queda? En lo mismo.



Euroconectores frontales:
por favor, revisarme los euroconectores del ordenador (respuesta: los conectores USB)


Reggatteando:
¿Cuanto cuesta? - 22€
Bueno, te doy 20€, que acabo de llegar de mi pais y no tengo más.

No, son 22€. No son 21€ ni 23€. Son 22€


Esto tengo:
"Hola, quiero un ordenador. Tengo 140€"
...
"Vale, adios".



Tan caro?:
podrias mandar a alguien a casa, que seguro que es una tonteria?. Si, pero ir a su casa son 60€. Tanto? Bueno, un fontanero cobra 75 y no es una carrera de 6 años.


Virus:
Te traigo el ordenador porque una me insulta por el facebook....



Conectores:
¿Tienes un conector para poner el pen drive en el mechero del coche?. Para que?. Para oir la musica. Y... ¿por donde suena?.


Phising:
No me funciona el messenger.
Caballero, lo tiene en portugues y la pagina esta direccionada a china.
Bueno, es que yo no se idiomas.



Plantas rules:
¿Para cuando estará el ordenador?. Para mañana. ¿Mañana?. Si, por?... porque se me van a morir las plantas de la granja...


La copia de seguridad:
¿Tienes copia de seguridad? . Si, en la otra carpeta (del mismo disco duro).
(lo explico:la llave de la caja fuerte? Dentro.)



Crisis:
cuanto vale una fuente de alimentacion?
25€
y tienes algo de segunda mano?
(joder con la puta crisis...)



Google (A):
Mirame el ordenador, que he borrado el Google..


Google (B):
Hola, quiero un ordenador, pero me instalas google.


Powerfree:
hola, quiero un powerpoint. Si , su coste es... No, nononono, lo quiero gratis. Ya , señor, pero yo lo vendo. ¿y no puedes hacer una excepcion?


Emule rules:
Hola, te traigo este ordenador (una tablet de 4gb) para que le instales el emule y me baje peliculas...


Mi correo:
ponme mi correo electronico.
¿Su cuenta es?
xxxxxxxx@gmail.com
¿Su contraseña?
No la se



La caidita:
Pero... ¿si se cae se puede romper?

Intereconomia
Este sintonizador está mal porque veo todas las cadenas menos intereconomia.


Remember: anécdotas (A)

28 de noviembre de 2011

Pulcras decisiones inmediatas

Existen, de una manera absolutamente aceptada, decisiones drásticas en cada una de las cosas que nos rodean que las asumimos como lógicas y como, incluso, razonables. Una prueba de ellas son esos productos que las televisiones dicen que son maravillosos y después, al descubrir que han sido desde el primer momento una bazofia sin éxito, son eliminados de la parrila (ejemplo: Cheers a la española) pero, sin embargo, si son una bazofia con éxito (Ana y los 7) se mantienen junto con el poder mediático de la cadena en cuestión. Da igual la calidad, sólo la aceptación.

Hay un buen montón de elementos en el día a día que no nos gusta ver como si fueran mendigos en las limpias calles de nuestras conciencias: los menores consumiendo drogas, los solitarios buscando compañía, los suicidios de las mujeres bellas, las borrachas dejándose magrear, los sobornos aceptados, las bajas laborales alargadas, los pulmones negros del tabaco, las sonrisas con los dientes torcidos, el olor de la persona de delante en la cola de la caja de ahorros, los bombardeos que protegen nuestras democracias y, por ejemplo, las putas que pagó la Sgae para seguir siendo la Sgae.

Exigimos, sobre todo en estos tiempos, decisiones fuertes y valientes, como si tuviéramos que vivir en la esperanza contínua de lo drástico y lo infalible. "Inmediatamente a la cárcel". "Automáticamente cesado". "Erradicado". "Solución tomada". "Te dejo". "Casémonos". "Despedido". "Contratado"... La dubitativa situación que ondea sobre un futuro incierto parece querer compensarse con decisiones que tapan la duda de no saber donde, cuando, contra quien, con quien y en qué cama nos despertaremos mañana.

Pero, como una arrogante carencia personal, lo exigimos a quienes se supone que tienen que decidir sobre nosotros, como si tuviéramos la necesidad de sentir que hay puntos y aparte en nuestras vidas, de ver matar al Bin Landen de todos y cada uno de lo que se supone que son nuestros males.


Pero nos da mucho asco ver los cadáveres.

Alguien (mandatario, pareja, tutor, jefe o similar) tendrá que hacer algo, con la prisa del "ya". A ser posible que no salpique.

Vivimos en unos tiempos en los que todos queremos participar del equipo ganador pero, a ser posible, no salir titular. Mucho menos ser el entrenador y, por supuesto, hacer crítica como un tertuliano de tercera que es como si supieras la respuesta.

26 de noviembre de 2011

Autónomo (y gilipollas) vocacional


El resto del mundo, trabajadores, responsables, subalternos e incluso funcionarios, van a trabajar cada día con la esperanza de que su trabajo sea recompensado.

Como bien indica el artículo, nadie en su empresa denunció su situación. Ni los compañeros, ni los jefes, ni una vecina que la veía en su casa tocándose los labios una mañana sí y la otra también. Al fin y al cabo tenemos la sensación de que cuando alguien defrauda al que le roba es a otro , que no es nuestro caso, que no nos influye y, por supuesto, que no tenemos que meternos donde no nos llaman.

Meterse donde a uno no le llaman es de cotillas marujonas o de gilipollas.

Y yo, que soy autónomo y nunca me he puesto enfermo, debo de ser el mayor de los gilipollas. No tengo derecho a paro (digno), doy trabajo a más de una persona, mantengo los sistemas de seguros privados, vivo bajo la normativa de los grandes empresarios, gano menos que tú (si es que tienes la suerte de trabajar), socialmente se me considera un defraudador en potencia y mañana sábado, como todos los sábados desde hace 17 años, ire a cumplir mi sexta jornada laboral de la semana. Lo más jodido de todo es que, encima, es vocacional. Un día me levanté por la mañana y me prometí, como si fuera Scarlett, que jamás tendría un jefe. Me convencí, como se convencen los locos, que ser el dueño de mi futuro era la condición previa para llegar a aquellos lugares a los que tenía el derecho de llegar. Apreté el puño con mi silueta a contraluz y alquilé un pequeño local como si fuera aquella finca de Tara, que es la finca de "Lo que el Viento se llevó". Lloviendo. Inundado. Robado. Cien novias me dejaron cien veces porque no tenía tiempo para tener más vida y aquel sueño de éxitos se fué partiendo, unas veces a bocados de sindicatos, otras veces a bocados de multinacionales, otras veces con los bocados de los impagados. He salido tantas veces tarde que durante los inviernos nunca veo atardecer. Algunos abogados, más de un hostelero que pensaba lo chulo que es poner copas y charlar tras una barra, arquitectos, delineantes, artistas, agentes de viajes a comisión... saben a lo que me refiero. Somos la primera empresa de España: el autónomo. El que no puede hacer huelga, el primero que llega y el último que se marcha. Habrá de todo, pero el que sigue siendo...

...sigue siendo un gilipollas vocacional.

Pd: y un día que te encantaría que tu mujer te diera un codazo al despertarte con la amenaza de que se va a enfadar tu jefe descubres, al ver que no hay codazo ni mujer ni jefe, que no sabes hacer otra cosa.

25 de noviembre de 2011

Chiquilladas (atrocitología familiar)

Siempre que llegas a casa, me encuentras en la cocina, embadurnada de harina...


Hace tiempo escribí una línea en la que decía que ya no encuentras a niños por la calle con rodilleras cosidas y recosidas en sus pantalones. Decía que ya no ves a niños con arañazos, sino que todo lo pueblan los gritos de las madres cerca de los columpios con suelos acolchados.

Hace un tiempo, también, un lector me remitía a su blog donde se hacía eco de cierto libro (Better Angels of Our Nature: Why Violence Has Declined) donde se parte de la realidad empiricamente demostrada de que la sociedad moderna es mucho menos violenta que cualquier tiempo pasado. Supongo que hemos sido especialmente educados hacia el respeto del contrario. Las últimas guerras, como ese arte que ha desarrollado el belicoso nehanderthal que tenemos dentro, han crecido hacia el bombardeo, hacia el lanzamiento de un misil ultradestructivo que te permite apretar un pulcro botón y no ver la sangre de tus víctimas.

En las casas, como si fuera un universo paralelo donde hacemos nuestras propias sociedades y establecemos nuestras pequeñas normas, hemos evolucionado casi por el mismo camino. Cuando mi abuela llegaba a su casa mi abuelo, castigado, sedado y desganado por las incautaciones de sus taxis durante la guerra civil, se tenía que poner firme ante las órdenes expresas del matriarcado dictatorial que era aquella familia donde se hacía lo que ella disponía, sí o sí. Supongo que, teniendo en cuenta que estamos hablando de los años 40, en otras casas el hombre castigaba sin ningun miramiento y de una forma violenta a su mujer de la misma forma que en otras muchas (probablemente la mayoría) las decisiones se podían hacer al estilo cuéntame, que es teniendo en cuenta la opinión de una bellísima Ana Duato.

Más que probablemente el lógico avance de los derechos y poderes de la mujer en la familia, amén de la lógica de la convivencia, terminó con la mayoría de nuestras familias en entornos dialogantes donde nuestros padres tomaban las decisiones que involucraban al resto del grupo familiar. "Tienes que ir a este colegio". "Tienes que ir a visitar a tu tio abuelo al geriátrico". "Tienes que lavarte los dientes". "Tienes que...". Y obedecíamos hasta el límite de admitir que yo nunca me he atrevido a fumar sin esperar una reprimenda delante de mis progenitores. Hoy en día sigo sin hacerlo.

Pero eso tampoco nos pareció suficiente y al abrigo de la protección al menor y la necesidad lógica de tenerle en cuenta respecto de las decisiones familiares hemos pasado a consultar a nuestros hijos sobre sus preferencias. "¿Quieres ir a este colegio, lavarte los dientes, ir a ver al abuelo a ese geriátrico que huele a betadine?". Supongo que si todos los niños fueran Carlitos, que son la mayoría, no habría ningún problema. Nanni Moretti contaba, en su película Caro Diario, que el mundo estaba siendo controlado por los niños. Lo demostraba en esta parte:


Por supuesto que es mucho más dificil meterse en el mundo de la educación cuando estás en la necesidad de razonar sin poder hacer el ejercicio de la imposición. Igual que se mata menos en las guerras y los matrimonios hablan para decidir cosas en común hoy en día la nueva revolución que nos sorprende dentro de las casas son las maneras de relacionarse con los hijos, como países a dominar sin usar la fuerza bruta.

Aún así prefiero a los niños revoltosos que a los niños propiedad de psicólogos infantiles y sentados con el pelo liso, sin emitir una voz más alta que otra, fruto de la modificación del comportamiento humano que da la medicación (ver a una niña sentada sin hacer ruido en el bar donde me compro el tabaco es el motivo por el que salió este post, justo cuando me aseguraron que desde que va a psicólogo se porta mucho mejor).

Pero sí que es cierto que ya no veo chiquilladas por las calles. Desconozco si se debe al efecto hipnotizante de la Nintendo Ds, a la sobreprotección familiar, a la búsqueda de quorums de la familia moderna o a que ya no es la época de mi abuela ni la de mis padres. Será que, de la misma forma que la sociedad moderna (que pone castigos económicos en vez de arrasar civilizaciones) no es tan violenta como lo fue históricamente, los niños ya no son tan niños como los recordamos.

Será porque, aún sintiendo el escozor de la edad y retrasado por la vivencia de mil millones de quorums sin consenso, me encantaría llegar a casa y encontrarla llena de harina. Pero solo una vez. Mi padre siempre recordaba cómo la abuela le castigó por llegar a casa sin un calcetín que perdió, un día de pellas, en el río Manzanares. Yo perdí una chaqueta volviendo al colegio y recibí una bofetada un día que no quise comerme unos huevos rellenos de mi madre. A mi sobrina la castigan sin el tuenti, pero se conecta con la Ds al messenger donde yo intento razonar diariamente contra su adolescencia recién llegada. Por ahora voy perdiendo.

24 de noviembre de 2011

Moravec y la búsqueda de trabajo

Ayer hablé con una máquina. Es respetuosa, fría, correcta y, al final del proceso siempre termina pasándote con un operador personal, que siempre está ocupado.

Tengo un amigo que, cuando tiene que hablar con una máquina, siempre pide ser atendido en euskera porque, asegura, todos los que saben euskera también saben castellano y no te atienden con ese acento que incrementa los niveles de estrés que tiene, por definición, que te estén diciendo que no sin decir que no, que es lo que pasa en esos casos.

El caso es que hablar con una máquina, como pasar la compra por las cajas automáticas donde tú mismo te equivocas con los códigos de barras sobre los lectores frontales, es efectivo pero es triste. Supongo, porque no he realizado la comparación, que se parecerá a acostarte con una muñeca hinchable o llegar al orgasmo con un brillante (o violeta) consolador y después, cuando has conseguido que un maremoto de músculos tensos te recorra la espalda, descubrir que la única respiración que se escucha es la tuya.

La masturbación o el sexo en soledad viene a ser como batir el record del mundo de algo y no tener quien lo certifique, aunque sea en la intimidad.

La paradoja de Moravec viene a establecer que la evolución tecnológica tiende a avanzar mucho más rápidamente en aquellos procesos que son, por definición, complejos para el ser humano: los cálculos mátemáticos, correr muy rápido, volar incluso. Sin embargo la tecnología no es capaz de llegar a las capacidades perceptivas y motrices de un bebé de un año.

Podemos simular el comportamiento humano de una manera fastuosa, eso lo pueden asegurar los varios libros sobre inteligencia artificial que me asombraron en mi primera época universitaria, antes de descubrir que los engranajes y los diodos no podían llegar a mucho más.

Equivocarnos, hacernos reir, sorprendernos e incluso vivir esas pequeñas explosiones de creatividad pura son las facetas del comportamiento humano que están a años luz de las posibilidades reales de la computación. Quizá por eso se sigue adorando a los genios del arte de hace demasiados siglos.

Dicen, en algunos lugares, que los médicos, que los ingenieros y los físicos que viven en un mundo de exactitudes y operaciones matemáticas que determinan el resultado de su trabajo tienen las horas contadas en su labor por la cada vez más potente capacidad de cálculo de los grandes ordenadores. Dicen, en los mismos sitios, que probablemente los ilustradores, los camareros, los humoristas y todos aquellos que han desarrollado el pensamiento creativo tendrán asegurado el puesto de trabajo en la computacional sociedad que nos espera.

Creo que tienen razón, Sr Moravec. Algunos trabajos son buenos y hasta tienen futuro. Excepto si os contratan en una empresa de telemarketing.

Eso es porque espero, en los círculos de procedimientos adecuados que nos esperan, que la creatividad y salirse de la norma nunca se castigue con la horca.

23 de noviembre de 2011

Gaga INC (y la muerte de las guitarras)


En el año 2004, en South Park, publicaron un capítulo titulado "Puta, estúpida y malcriada" donde Paris Hilton inauguraba una tienda con todos sus accesorios para que las buenas niñas del pueblo pudieran ser tan putas, tan estúpidas y tan malcriadas como ella misma, ya que en eso reside el componente mágico de su éxito. Independientemente de la carga moral que tiene que llevar consigo el final del capítulo (donde terminan admitiendo que ser un zorrón no lleva muy lejos) hay que reconocer que aquello fue un ejemplo digno de Nostradamus porque ayer Lady Gaga ha inaugurado su propio centro comercial donde se pueden adquirir todos los complementos necesarios para convertirse en una mamarracha estrella del pop.

Probablemente cuando Elvis empezo a mover sus caderas y a ser censurado de cintura hacia abajo la inmensa mayoría de las personas, que estaban hechas a esos grupos vocales de niños bien peinados que eran las versiones edulcoradas de los Righteous Brothers (Mocedades en España) más de un orgulloso padre de familia estadounidense tuviera la misma sensación que puedo tener yo hacia esos fenómenos de masas, excesivos arreglos electrónicos y puestas en escena coreográficamente perfectas al estilo de pequeños circos disfrazados de musical.

Claro está que en mi particionada estructura mental en un sitio está el circo, en otro la danza y en otro la música. Cuando voy a un concierto me suelo disponer a ver a personas con instrumentos musicales en la mano, cuando voy a un circo me dispongo a ver malabaristas y payasos, cuando voy a la frutería espero ver a un frutero y cuando quiero ver putas me voy a lupanares (o mancebías).

¿Estoy insultando a alguien? En absoluto. Elvis era un cantante glorioso y una gran revolución en el mundo de la música como lo fué Jimmy, como lo fue Janis, Nirvana, Prince, U2, Pink Floid, Michael Jackson, Bowie y todos aquellos que consiguieron hacer algo que nadie había hecho hasta entonces (en lo musical). He de reconocer que el producto que nos venden en la actualidad, basado en las estrellas pop de los 80, mantenido (a muy buen nivel) por Madonna y refrendado por sus prolíficas vástagas (Spears, Rihanna, Beyonce o Gaga) es capaz de producir beneficios industriales con la excusa de lo musical y la estrategia del marketing orientada hacia un consumo fácil y rápido de melodías insulsas que se repiten en las radiofórmulas más que los éxitos de KissFm.

Y aunque Elvis tiene su propio parque temático (de la misma forma que lo tendrá Michael y de la misma manera que los Beatles son una máquina de hacer dinero) cuando una joven adolescente quiere parecerse a su estrella favorita ya no hace falta que aprenda a cantar o que incluso se preocupe de tocar la guitarra, el laud o la bandurria. Ahora puede irse a un centro comercial y convertirse en una especie de Puta, Estúpida y Malcriada con unos grammy debajo del brazo, casi los mismos que tendrán los Dj dentro de unos años (que en las fiestas de los 80 eran los que ponían música porque nadie quería bailar con ellos).

Mientras tanto los músicos de verdad malviven en pequeños locales donde tocan a cambio de una comisión de las copas que te tomas. Algunos se soprenden cuando, de casualidad, acaban en un concierto de los Black Crowes y descubren que sin fuegos artificiales se puede llegar a lugares de éxtasis insospechado. Algunos se soprenden al conocer a Maceo Parker. Algunos, incluso, se soprenden al descubrir que lo que suena por los altavoces puede salir de una guitarra (o un bajo de 6 cuerdas) y no de una mesa de mezclas conectada a un lúgubre mp3.

Porque ya no escuchas guitarras en los éxitos que suenan por la radio y eso, si miro a la discografía que puebla paredes de mi habitación, duele.

("While my guitar gently weeps", a partir del minuto 3:27, con Prince haciendo de Dios:)

Pd: si no conoceis el capítulo, no perdérselo. (ojo con los popups, que es de megavideo)

22 de noviembre de 2011

La muerte de la comunicacion no verbal

Muchas veces, con tanta tecnología, tanto messenger, tanto skype, whatsapp, sms, tango, viber y la madre que les parió es más que probable que las conversaciones, mediatizadas por una máquina incapaz de transmitir todos los componentes despreciados del lenguaje no verbal, se conviertan en frustrantes momentos que te irritan y degradan la conversación en si misma. Siri y este clip de humor es un buen ejemplo:

En realidad casi todas las conversaciones serias que alguna vez he podido mantener por cualquiera de esos caminos han terminado en enfado o han terminado en inexplicables malentendidos.

Claro que siempre son una especie de momento unidireccional disfrazado de conversación.

Llegué a odiar el messenger. No la entendí por whatsapp. Vi lo que no quise en una videoconferencia de skype. No respondió lo que esperaba en aquel sms. Hubo más de un mail que se quedó sin respuesta y yo respondí con los signos de puntuación equivocados dando a entender que era la culpable cuando , lo cierto, es que estaba pidiendo perdón.

Todos estos múltiples medios se van abriendo camino en nuestras vidas. Hay parejas que chatean de habitación a habitación y se dicen cochinadas antes de irse a la cama que comparten cada noche. Hay quienes viven en ese mundo de segundos sentidos que lanzas al ciberespacio para que lo entienda quien quieres que lo entienda y que siempre lo entiende la persona equivocada de la manera incorrecta. Revisas las conversaciones con la tranquilidad que te dan los cinco minutos de sueño que tienes antes de meterte en la cama y puedes interpretar la historia de cien maneras diferentes, pero respondiste algo dramático y te volvieron a dejar para siempre.

Y aunque se quede en la memoria de tu teléfono o en la bandeja de entrada de tu correo empiezas a pensar que es tarde para decir que no lo entendiste, que estás arrepentido y que en ese preciso instante en el que el frio se hace a un lado mientras frotas los pies para entrar en calor debajo de las sabanas las máquinas sin sentimientos te hicieron sufrir de una manera irracional y tecnológicamente llena de ceros y unos, que es mucho peor que abrazos y miradas.

Desafortunadamente el futuro se escribe con ceros y unos. Aunque los desarrolladores de software te digan que te acerca a quien quieres no puede, nada tecnológico, calentarte los pies cuando lo necesitas, arroparte cuando te sientes solo.

Pd: si, todas son High&Dry, de Radiohead. (porque no encontré la cantidad suficiente de versiones de Drive (The Cars) 1984)

20 de noviembre de 2011

21N

Nuestro sistema electoral genera casos que llaman la atención en este pais de 5millones de parados. Con nuestras 59876 mesas electorales y sueldos de 60€ para presidente y vocal de cada una a nadie se le ha ocurrido dar ese mini trabajo de un dia a 119752 parados.Sin embargo, por cosas del destino, algún jugador de la primera plantilla del Real Madrid ha tenido que ir a cumplir con sus obligaciones de ciudadano y se ha embolsado esos 60€ que, como todo el mundo sabe, le sacarán de pobre.

Por otra parte dicen por ahí que lo de hoy es como un accidente de tráfico, que será horrible pero que no puedes dejar de mirar la sangre y ponerte tristísimo por las víctimas. Dicen que dentro de 4 años votaremos en colegios privados y que aunque tu voto vale lo mismo que el de Belén Esteban hay muchas más Belén Esteban que tú (jose, esta frase es tuya). Dicen que será obligatorio ir a misa los domingos y algunos esperan que España pase a ser un pais rescatado el mismo dia 21.

Con las elecciones, en particular con éstas, pasa algo parecido a cuando llamas a aquella persona y le pides que a partir de mañana no lo vuelva a hacer, que la has borrado del facebook, que has bloqueado sus correos. Pasa lo mismo que cuando te levantas un lunes y has decidido empezar con la dieta. Lo mismo que el día que afirmas, tajantemente, que mañana vas a dejar de fumar.

Más de uno esperará ansioso que la prima de riesgo deje de crecer el dia 21, que se generen trabajos como champiñones y que todo se quede en un recuerdo de un pasado negruzco.

Más de uno pensará que las cosas se pueden cambiar de golpe para convertirnos, una vez más, en el país de la piruleta. Más de uno considerará que se acaba la penuria y que la sensación de ser sodomizado por índices económicos que no comprende cerrará la hemorragia de su cartera con forma de ano.

Otros creerán que la hemorragia será más fuerte, que se empezará, por orden ministerial, a matar homosexuales, decapitar minusválidos, rescindir el contrato a Ana Pastor y expatriar a inmigrantes no productivos. Creerán que sus futuros hijos no podrán educarse al abrigo de la ciudadanía pública y que la próxima vez que tengan que hacerse un chequeo Sanitas será la única opción hasta que El Corte Ingles haga su cadena de clínicas privadas.

En realidad poco cambiará el lunes y volveremos a tener a un gobierno desesperado, en vez de con ceja con un seseo importante, que le echará la culpa de los males al anterior y que trabajará un año para ver qué se encuentra, otro para ver qué puede hacer, un tercero para mantenerse y un cuarto para preparar las elecciones siguientes, que perderá.

Mi única porra (deseada) es que la mayoría no sea absoluta.

Y ahora me voy a ver los resultados. ¿Ahora que las listas del senado son abiertas, será diferente el congreso y el senado? Yo, al menos, no he votado lo mismo.

19 de noviembre de 2011

Análisis electoral

...mientras voy pensando el voto, sólo se me ocurre esto...

Y tampoco te creas que soy muy optimista, aunque algún dia tienen que cambiar las cosas, !cojona!

18 de noviembre de 2011

Bullyng & Loser

Todos, afortunada o desafortunadamente, tenemos un pasado. Todos fuimos al colegio. A todos nos pegaron o todos pegamos alguna vez. Echando la vista atrás me recuerdo en el lugar medio entre los que pegaban y los que eran pegados. Siempre fui un niño mediocre en cuestiones de patio de colegio. Llegué a casa con el ojo morado por culpa de otro niño que era muy malo y que ahora es un respetable abogado de traje con el que compartí vuelo, chistes y abrazos el verano pasado. Rompí las gafas a más de uno y recuerdo como un entretenimiento oir mi mano sobre la nuca de un compañero que estuvo, años después, una buena temporada en la carcel por romperle la cabeza a base de patadas a un policía en plena acera. Con diez años me rompí la mano en medio de una pelea por acertar contra las costillas del adulto que quiso separarnos y mi padre me hizo jugar un partido de baloncesto para que recordara el dolor (y que no hay que pegarse) toda la vida justo una hora antes de llevarme a escayolar. Allá por los doce descubrí la gloriosa forma de hacerme sentir por encima de alguno sin tener que tocarle, desarrollando una virtuosa capacidad de ofender con la palabra. Arrastré esa ironía destructiva hasta ser apercibido en la universidad por un comic ácido que hice con un compañero caricaturizando a nuestros profesores cantando boleros "si tú me dices seis, te pongo un cuatro...". De vez en cuando pierdo algún cliente insultándole con una sonrisa y hace no mucho no me retiré en la carretera hasta llegar al semáforo donde me bajé del coche, me acerqué al de atrás y le avisé que sus luces daban destellos, que se las hiciera mirar. Viene a ser lo mismo que pararse al lado de una jubilada que cruza sin mirar y pedirle que me diga el lado por el que desea ser atropellada

Soy, si hablamos en términos de modernidades, un ejemplo de bullyng y un gilipollas en potencia.

Pero también fui un loser.


La diferencia está en el número de veces que te han partido la cara.

17 de noviembre de 2011

Dramáticos y aleatorios sucesos

El lunes un compañero de trabajo, buen tipo y más que mejor persona, fue acuchillado junto a su novia por un desequilibrado que dio la jodida casualidad que tuvo a mal entrar en el mismo vagón de metro en el que ambos acudían hacia sus respectivos trabajos.

En realidad da igual quien gritó a quien o cómo todo aquello terminó con seis heridos (dos graves) y un buen hombre que tomaba café en el lugar inapropiado muerto a cuchilladas por un paranoico que vendía camisetas con manchas de sangre por internet y caminaba errático por las calles con un cuchillo jamonero debajo de la chaqueta.

Da igual que fuera iraní porque hace unos días un buen hombre de pro en Girona mató a su propia hija porque se lo ordenó el diablo.

Da igual que los políticos se desgañiten con la seguridad urbana y que los psicólogos, muy serios y muy dignos, hablen del claro perfil paranoide del sujeto cuando ya saben lo que ha hecho. Yo también soy capaz de decirlo después de ver la sangre, el muerto, las vendas y las cicatrices. Yo tambien soy capaz de comprar un cuchillo en una ferretería y buscar víctimas para mis alucinaciones. Ni mi terapeuta ni el responsable de seguridad ciudadana de mi ciudad son responsables.

Da igual, me temo, que las señoras mayores acudan en procesión al lugar de los hechos y se escandalicen con los restos de sangre sobre la acera.

Da igual, incluso, que sea tan facil matar.

Después, cuando los datos son de dominio público, los mismos que eran tan cobardes de salir corriendo al ver al enajenado con la sangre chorreando de la hoja son los que apuestan por matarle. Los mismos que adoran a los diablos de la reconciliación son los que aprovechan la nacionalidad para creer y apostar porque el origen es un componente de la demencia. Los mismos que esperan siempre finales felices en las películas añaden componentes dramáticos a la escena que les contaron (y, afirmo, algunos medios juegan miserablemente con la verdad).

Ayer mismo apareció una periodista de Tele5 en nuestro trabajo preguntando sin buscar, he de decir, ninguna versión correcta y ninguna parte de verdad. Quería llenar la cámara de dramas y de cicatrices, de xenofobia y de rabia, de indignación y de odio.

Porque eso es lo que quedan de los dramáticos y aleatorios sucesos que te tocan y te dejan heridas como cuchilladas.

Pd: en lo que se refiere a los heridos que conozco, se recuperan con sus perforaciones como cornadas aunque en algún panfletoide disfrazado de periodismo, a ella la hayan matado alguna vez. Una muerte a tiempo es sinónimo de audiencia, aunque sea mentira.

16 de noviembre de 2011

15 de noviembre de 2011

Tecnocracia, pan y circo.

Empiezo con la definición: Tecnocracia, es el gobierno llevado por un técnico o especialista en alguna materia que ejerce su cargo público con tendencia a hallar soluciones apegadas a la técnica o técnicamente eficaces por encima de otras consideraciones ideológicas, políticas o sociales

Más o menos, haciendo seguidismo de las últimas tendencias en Italia o Grecia, viene a decir que si aquellas personas elegidas por la mayoría democrática no han sido capaces de hacer ningún progreso quizá deberíamos dejar que las riendas de nuestra sociedad quedaran en manos de aquellos que dejan a un lado las bondades de la convivencia humana y se dedican a aplicar recetas que nos salven del abismo populista del sistema que hemos tenido hasta ahora.

Curiosamente algunos estudiosos del comportamiento de masas han publicado hace poco (no escuentro el link, sorry) que la mayoría tiende a actuar correctamente. Es decir, que movimientos como el 15-M o incluso aquello que detonó los London Riots tiene, en su base, un planteamiento correcto aunque después existan desviaciones, que son las que nos publicitan, violentas o equivocadas.

Con esos estudios en la mano se puede tener la tranquilidad de que el sistema democrático funciona pero, sin embargo, la inmensa mayoría de los ciudadanos creen que los dirigentes que tienen son unos incompetentes. Es más, con la crisis del euro se ha pedido expresamente a Grecia que no pregunte, en un ejercicio de democracia pura, a sus ciudadanos si están dispuestos a apretarse aún más el cinturón porque es perfectamente obvio que la mayoría respondería que se apriete el cinturón su señor padre.

Es exactamente lo mismo que si le preguntas a un aleman de pro si está dispuesto a pagar de su bolsillo los desmanes económicos de un grupo de italianos con gafas grandes, zapatos en punta y que eligieron democráticamente a Berlusconi.

¿Nos gusta, entonces, el sistema pero aborrecemos los resultados?. Parece ser que sí. Parece ser, también, que en esta campaña nuestros políticos al estilo tradicional desechan la opción tecnócrata por si acaso fuera una respuesta válida a años de mediocridad gestora de nuestra sociedad que ha convertido la política en un espectáculo dirigido por las campañas de marketing orientadas hacia el desprecio del contrario y de cualquier atisbo que tuviera la forma de una idea.

Existe un capítulo de Los Simpsons (creo que "los simpsons y la utopía") en el que las mentes más prodigiosas de Springfield se hacen cargo de la alcaldía e intentan convertir a su ciudad prácticamente en un Walden Dos. Sin embargo, al pedir a la población que tenga que renunciar a los espectáculos violentos, al exceso de bebidas alcohólicas y a corregir su asilvestrado comportamiento la masa se opone a renunciar a todo aquello, imponiendo la vuelta del corrupto y populista alcalde Quimby.

La tecnocracia en europa se está abriendo camino a codazos con forma de crisis ecónomica y social. No pongo en duda que terminemos siendo manejados por gestores que nos controlen a base de sutiles decisiones especializadas. Pero creo que la masa, esa que dicen que no se equivoca, seguirá votando a las opciones populistas de la misma forma que ven la escoria de tele5 aunque les encantaría que en su casa sólo se viera la2, que programa documentales que no son capaces de comprender.

Supongo, entonces, que tendremos tecnocracia envuelta el populismo. Lo que es lo mismo: terminaremos, a golpe de papeleta, sin saber quien manda sobre las decisiones que nos afectan.

En definitiva: Un Walden Dos en el siglo XXI pero con pan y circo.

14 de noviembre de 2011

Aquitifobia

Dice un post por ahí: Hay personas que piensan en el éxito como la mayor de las virtudes, a veces siento me me venden la idea de la perfección, la epopeya de la estupidez humana en su forma más sinuosa, a veces quisiera dejarme llevar por la perfección, ser alto, fuerte, bello, sin imperfecciones en el rostro y con los dientes rectos y blancos como la nieve.

El caso es que la atiquifobia se define como un miedo persistente, anormal e injustificado a fracasar, o a cometer errores.

Sin embargo está perfectamente demostrado que errores cometemos todos. Los asumimos, los perdonamos e incluso muchas veces los compartimos, siempre y cuando se acepten como algo normal del ser humano. Edison decía que los 5000 fracasos que tuvo en las diferentes experimentaciones de su vida fueron 5000 modos correctos de descubrir cómo no había que hacer las cosas. Al contrario que la lógica vivimos con una adoración irracional del éxito. Somos capaces de terminar con la vida de un político porque un día tomó una decisión incorrecta, con la carrera de un futbolista porque no fue capaz de meter gol en el último minuto de aquella final cuando tenía la portería vacía e incluso inhabilitamos a profesionales cuando un día después de una mala noche hicieron mal su trabajo. Todos nos hemos cambiado de compañía o de sistema de teléfono porque un día nos quedamos sin cobertura o no funcionaba internet. Todos, en mayor o menos medida, hemos puesto una cruz sobre alguna marca o algún comercio porque se equivocó un dependiente o se coló un mal producto hasta nuestro armario. Vivimos en una situación de exigencia contínua, de arrogancias imperdonables.

Hemos sido educados en ello, en la búsqueda de la excelencia, como si fuera una puntuación diaria en cada examen que tenemos que pasar. Tenemos que hacer bien nuestro trabajo, mantener la casa ordenada, la revisión del coche pasada, los impuestos al día, las relaciones sexuales tienen que ser satisfactorias e incluso los chistes tienen que ser nuevos y frescos hasta ver que la línea de meta está situada en lugares a los que, en muchas ocasiones, sabes que no vas a llegar.

-Quiero que estés ahí.
-¿Para siempre, incondicional, transparente?. ¿Para tener hijos que corran alrededor de la mesa y seamos eternamente felices?
-No, sólo que estés
-¿Y si no lo hago bien?
Entonces hay un momento de silencio y el dueño de la fobia se va a su casa madriguera.

Porque si algo diferencia a una persona normal que intenta hacer las cosas bien de un fóbico, producto de la exigencia social de tener que ser un robot sin errores, es que el último obstaculiza inconscientemente sus posibilidades, probablemente para demostrarte después que tenía razón.

La contracultura del fracaso nunca estuvo bien vista entre las notas del colegio que señalaban la dirección de aquello en lo que tenías la obligación de convertirte.

Ninguno de los prohumanos que marcan el rumbo de nuestra sociedad admite cometer equivocaciones. Números uno de su promoción, millonarios antes de los 30, virtuosos del deporte, amantes esposos, madres y profesionales de éxito, gestores contrastables, artistas siempre brillantes. Los curriculums que leen en la radio antes de las entrevistas a personas envidiables no incorporan fracasos.

Así que te miras en el espejo y te preguntas cómo gestionar la verdad absoluta de quedarse siempre a mitad de camino en las expectativas, de no obtener los resultados laborales esperados, de no llevarte al orgasmo a diario, de no acertar con las palabras y de haber asumido como común que nunca es suficiente.

Hay, supongo, una fobia para justificarse. Siempre.

13 de noviembre de 2011

Luces de navidad (en noviembre).

No hemos llegado al 15 de noviembre y ahí están, dándose de bofetadas en la televisión austriaca papa Noel y el Niño Jesus por una oferta de telefonía.

La semana pasada me sorprendía cómo ya estaban puestas algunas luces navideñas, que son esas cosas que van de un lado a otro de la calle y nadie sabe cuando llegan, cómo se quedan, cuando se van y, sobre todo, por qué son las mismas todos los años y se parecen tanto a las luces que ponen en carnaval.

Tendremos, dentro de nada y por culpa de la crisis, "el turrón más caro del mundo", algunos volverán con "el Almendro" y, casi como esos 8 días de oro que duran 23, ya será navidad en El Corte Ingles. En el telediario se empieza a rellenar con consejos para guardar la comida que compremos para la cena de nochebuena y los anuncios infantiles invaden todas las franjas horarias (ahora que hay hueco en La Noria)

Una de las cosas que tiene la navidad es que siempre se pueden agarrar los anuncios de siempre para, como si fuera Rondel Verde o Rondel Oro, convertirse en una burbuja Freixenet y hablar de la felicidad vintage como quien se sienta delante del sofá de su infancia a ver una reposición de verano azul mientras ensucias la alfombra con restos del quimicefa.

El calendario empieza a ser dirigido por los diferentes eventos que parecen existir en el objetivo, como deadlines. En verano salen bikinis y jóvenes sonriendo. Dura desde semana santa hasta casi septiembre. La navidad parece que ha empezado a primeros de noviembre y se acaba a mediados de enero. En verano, se supone, se echan polvos al estilo perroflauta (según los reportajes de A3) y se es tremendamente joven mientras que en navidad te tienes que sentar al calor de la chimenea junto a una abuela convencional, con chal y que hace punto, a ver el mensaje del rey sin que nombre ni una sola vez a Urdangarín. Aquel muchacho (o aquella manceba) al que te trajinabas, se supone, sobre las rocas de una playa nudista con el cuerpo quemado por el sol, se ha convertido en un ejecutivo de sonrisa profiden que abre la puerta a los lustrosos niños del joven matrimonio, según el publicista de turno.

¿Que nos queda el resto del año?. La cuesta de enero, la preparación de semana santa, algún evento deportivo y ese mes poblado de fascículos que se llama octubre. Parece, incluso, que desde finales de enero hasta marzo no tienes derecho a enamorarte y que en octubre sólo estás en disposición de vivir dramas telenovelescos con quien pudiera ser tu pareja.

Cuando empiezo a ver las luces de navidad sin encender pienso que la publicidad nos ha robado la mitad del año. Y nos hemos dejado. Es noviembre, el cambio climático me deja conducir con la ventanilla abierta y, según paso por las calles, no soy capaz de diferenciar el olor a navidad que la falta de estaciones y algún ayuntamiento previsor nos quieren meter por la nariz.

12 de noviembre de 2011

Joan Antoní Melé (en 3 actos)

Os dejo una charla de Joan Antoní Melé, subdirector de uno de esos bancos que miran por la bondad humana, dividida en 3 partes. Merece la pena.




En realidad la banca ética, como la ética aplicada a cualquier cosa en general, tiene ese regustillo a bondad y a "lo que debería de ser" que te altera, te enfada y te molesta de una manera irracional cuando descubres que aquellos que transgreden las normas lógicas de la convivencia son los que, mientras conducen un deportivo y se la chupa una tipa con las tetas operadas, parecen triunfar porque hemos puesto los límites del triunfo en lugares equivocados.

También es verdad que las grandes compañías han jugado tantas veces la carta publicitaria de la ecología y la felicidad, la bondad y la igualdad que este tipo de proclamas basadas en la bondad intrínseca del ser humano no pueden hacer más que ponerte las orejas tiesas como un perro de caza cada vez que te van contando algo que suena similar a lo que te vende CocaCola, Nike, Apple o Iberdrola.

Tampoco quiero poner en duda que este tipo de banca no sea diferente a la egoista banca convencional (espejo de nuestro egoísmo) de la misma forma que me gusta pensar que los productos ecológicos son realmente ecológicos y que las ropas de comercio justo no utilizan a niños sin zapatos para hacerte las zapatillas de deporte o las gorras que tapan la cara de los muchachos a los que para la Guardia Civil en los controles de alcoholemia a la puerta de los locales de moda de las afueras de Parla.

En aquel mundo en el que nos gustaría vivir pero que rebasamos de vez en cuando, que son todas esas veces que se nos olvidan los detalles de aquello que sustenta nuestro primer mundo, nuestros gin tonics y el precio de los preservativos, me siguen diciendo que es posible.

La única diferencia que tengo con algunos indignados es que considero que nos va a llevar más tiempo del que me gustaría y que, como casi todo, no depende tanto de lo que queramos (porque buenas intenciones tenemos todos) sino de nuestra manera real de actuar.

Y en los tiempos que vivimos, como si fuera una oferta sexual de aquellas que no se repiten en la vida, es complicado ser fiel a todas aquellas cosas que se basan en los principios, pero por algo hay que empezar.

Los estudios afirman que en España se va a gastar, estas navidades, más que nunca. Espero que el consumo sea racional. Resultaría un bonito regalo de navidad ver cómo gastas en la tienda de tu vecino, en los productos perfectamente manufacturados de la fábrica de la ciudad cercana o en aquellos elementos que hacen que el mundo vaya girando hacia el camino que debe y no hacia el que va girando tendenciosamente desde hace demasiado tiempo.

Pd: yo he empezado dejando de consumir en locales sospechosamente asiáticos que incumplen los horarios de apertura, donde te atiende un menor de edad y la calidad salió por la puerta, asustada, antes de que llegaras. Es mi manera de actuar quizá porque prefiero que los menores estudien y que la calidad sea una premisa en el mundo del comercio.

11 de noviembre de 2011

Convicciones

Mi abuelo siempre jugaba, en la lotería, al 31793. Nunca supe por qué. Nunca le tocó.

Un muy buen amigo siempre dice que le gustan un poco más bajos que él, algo más gruesos, honestos, de pelo corto y que no sepan mucho de cine para poderles enseñar todas esas series y películas que a él le apasionan. Yo ya he conocido a varios clones del mismo tipo de persona, pero aún no ha dado con el definitivo.

Ayer mismo una amiga me contaba, con la convicción que da la segunda copa de vino en la comida, la problemática que tiene con su marido porque ella no está dispuesta a perder un ápice de su nivel económico y que, además, considera que la vida a la que tendría que enfrentarse el hijo que no quiere tener no se la desea. Con ello ha llegado al firme convencimiento de dejar que pasen los 45 sin procrear

La mayoría de las convicciones con las que nos movemos tienen la forma de ser invariables. Eso, quizá, las convierte en parte de nosotros mismos. La mayoría de las veces parecen pequeños caprichos y otras se disfrazan de grandes decisiones, de pequeños dramas, de cabreos irracionales o de grandes despedidas.

En el lado contrario de la balanza residimos los imbéciles que creemos que si no tocó el 31793 habrá que jugar a otro número, los que pensamos que si "morena, bajita que no estaba mal" (como la canción) quizá es que deberá ser alta y rubia o que quizá aquel deseo de poder aprender a simplificar el mundo para explicárselo a tu propio hijo haya sido el mismo arrebato que cuando quisiste adquirir para tu colección un disco de Astrud: que cuando te tropiezas con el recuerdo de haber deseado comprarlo no entiendes el motivo.

La gran parte de aquellas constantes con las que jugamos en la ecuación de la vida tienen un origen absurdo. Yo no soy capaz de ir a Cuenca por culpa de una película. No bailo porque estoy convencido que hago el ridículo. No juego a la lotería porque creo que es la forma estadística de no perder. Me niego a escuchar reggeton casi como una imposición religiosa y, aunque estoy abriendo mi universo hacia la ginebra Hendricks (si la sirven con pepino), la primera copa tiene que ser un gin tonic de Bombay. Tengo, definitivamente y de la misma manera que tú, un conjunto de "constantes absurdas".
Aunque no creo que sean, en realidad, constantes invariables en ningún caso. Quiero pensar que algún dia mi amiga tendrá un hijo al que querrá de manera irracional, que es como quieren las madres. Mi amigo es probable que, como cualquiera de las 4 chicas de Sexo En NY, termine con quien menos se parezca a sus ideales (excepto si es Mr Big) y mi abuelo, probablemente, algún dia jugó a otro número.

Estoy pensando pedir el 31793 para el sorteo de navidad y quizá ahora, que Astrud se ha separado, me compraré uno de sus discos.

Por joder. O por llevarme la contraria. O porque no pude, no quise o no supe.
El caso es que sin convicciones, prestadas como una herencia, impuestas por una novia, asumidas como un periódico o adquiridas como una moda, no te quedan excusas. El problema con estas cosas es lo mismo que cuando eres un gilipollas: El problema no es serlo, es darse cuenta de que lo eres.

10 de noviembre de 2011

Descuentos, neuromarketing y España

Aborrezco los descuentos. Puntualizo: Odio ese fenómeno tan patrio que es el regateo.

-¿Qué descuento me haces?- Es una pregunta infame que presupone que el que la realiza mantiene que el vendedor es un ladrón y que no le va a permitir robarle pero que, por el contrario, está en disposición de comprarle algún producto.
-¿Cuánto marca, gilipollas?
-¿Me lo vas a dejar sin iva?
-No
-¿Por qué?
-Porque con el dinero de iva le pagan al médico que te tiene que meter el dedo por el culo cuando te duele y si no, no hay médico.
-Bueno, pero por una vez...
-¿Y si cuando vas a la seguridad social te dicen lo mismo mientras te instan a que te vayas donde te cure un chamán nigeriano sacrificando un carnero?
-Jopé, cómo te pones..

La economía sumergida en España dicen que alcanza el 24%. (en 1985 era del 12%). (Es la única manera de que sobreviva una sociedad con 5mill de parados). Los datos comparativos que encontré son del 2009 (Grecia e Italia ya nos superaban con creces por entonces). (Link a un artículo más serio sobre economia sumergida (2003-2011)

Desafortunadamente el gusto por el descuento es un fenómeno global. Groupon, que es aquella web que copia aquel fenómeno de los cupones de descuento que acumulaban nuestras abuelas en el cajón de la cocina, ha tenido la mejor salida a bolsa desde que empezó a cotizar Google. ¿Por qué? Porque te encanta ver eso de: "antes 100, ahora 23". Supongo que una parte de tu cerebro se pone en marcha como una locomotora alimentada a base de carbón de outlet.

Es de dominio público que más de una gran superficie estafa claramente a sus clientes aunque son esos mismos clientes los que hacen cierto ese dicho tan nuestro que dice parece que repetir muchas veces una mentira, en algunas ocasiones, la convierte en verdad. Sin embargo ahí continúan algunas marcas participando de los cerca de 6000 mensajes publicitarios que recibimos diariamente y estableciéndose, en algunos casos de marketing preparado (ver lovemarks), con las mismas bases que ha ido utilizando la religión a lo largo de la historia de la humanidad.

El investigador danés Martin Lindstrom realizó unas serie de escáneres cerebrales a consumidores entre los años 2004 y 2007 descubriendo que, por ejemplo, los mensajes diciendo que "fumar mata" despierta una parte de nuestro cerebro que nos impulsa a consumir lo prohibido, que si ponemos unos productos en un stand menos perfeccionado de lo habitual el consumidor cree que es más barato (recordemos algunos supermercados), que con música más alta se consume más rápido y que con música clásica se tiende a pagar más dinero por el mismo producto. De la misma forma el olor del comercio está demostrado que afecta a la percepción que tenemos del producto e incluso se ha demostrado que cuando compramos para satisfacer nuestra autoestima se activa una parte del cerebro llamada "área 10 de Brodmann".

Siendo tan fácilmente manipulables en nuestros hábitos de consumo es lógico que muchas compañías apuesten por ese mensaje tan absurdo que hace sentir al consumidor medio que está cometiendo la infamia del fraude."El día sin iva", "el cupón de descuento", "la rebaja del 80%" son mensajes publicitarios tan aprovechados como el fenómeno actual que dice que, en medio de la tormenta de la crisis, las ventas de productos de lujo se han disparado ya que choca directamente contra la necesidad humana tan estúpidamente comparativa de demostrar a tu vecino que te va mejor que a él. Hace no mucho me comentaban que algunos rusos guardaban las bolsas de El Corte Ingles para pasearse por Moscú con ellas y dar envidia a sus vecinos de la misma manera que te encanta dejar el paquete de tabaco que compraste en la aduana sobre la mesa para que los demás vean que acabas de viajar. No es muy diferente a las fotos de las vacaciones que la mayoría cuelgan en su perfil de facebook. (existe una aplicación que publica fotos cool en tu perfil para dar envidia a tus amigos llamada SuperSummerGenerator)

El problema empieza en el momento en el que consideramos como ciertos aquellos mensajes que juegan a hacernos sentir cazadores de ofertas y defraudadores en potencia. En ese momento creemos que cualquiera puede hacer un descuento de un 80%, quitar el iva o empezar el partido de tenis que es el regateo.

El establecimiento de un precio es un proceso complejo donde aparecen conceptos globales que hay que tener en cuenta. La luz, el envoltorio, la preparación de quien te atiende y quien responde después, el cambio entre el dólar y el euro, el sueldo y la seguridad social de todo aquel que colabora en que éste o aquel producto llegue a tu casa e incluso las condiciones de trabajo de los operarios donde se fabrica son partes importantes que hacen que llegue hasta tus manos.

Si lo analizas es demasiado barato, muchas veces. Si lo vas a pagar te parece demasiado caro, la mayoría.

Pero, normalmente, cuando hay un precio marcado es por algo. Empezar a regatear a un comerciante cuando no lo haces en El Corte Inglés es de cobardes. Pedir que no te hagan factura o que no te cobren el iva es de miserables, por mucho que aquello hayamos descubierto que satisface partes de tu cerebro que no sabes que tienes y que son las que va pudriendo el neuromarketing.

Por supuesto que el vendedor que cede a caer en el oscuro lado de la fuerza del fraude o en el recorte de su propio alimento que es el regateo tiene que saber que de ahí, no hay vuelta atrás. (24% de economía sumergida). ¿Sabes cuantos médicos y cuántos profesores para tus hijos se pagan con eso?.

9 de noviembre de 2011

The last 3 lines

Una de las buenas cosas que tiene internet para los melómanos es que puedes oir música de calidad con la que te puedes sorprender como la de estos chicos llamados "The last 3 Lines" que presentaron una maqueta interesantísima y ahora un disco estupendo.

The Last 3 Lines - Visions from Oniria by Aloud Music
Pd: y también revisar a un grupo llamado Marvin Green.
Pd2: y , por supuesto, a los casi místicos, prácticamente mágicos, alegremente perfectos, divertidísimos, trabajadísimos y sobre todo amigos The Cherry Boppers. (concierto al que no me dejó ir mi menisco)

Pd3: y no pongo mucho más porque no hay que conducir una moto con el suelo mojado e ir por ahí pisando los pasos de cebra, que te caes y luego te duele mucho la rodilla y, consecuentemente, entras en la larga lista de personas que necesitan de la sanidad pública para hacerse una resonancia que, estoy casi convencido después de ver el debate de ayer, no me van a hacer ni borracho porque si de algo hay que recortar es de la sanidad. O no. O vete tú a saber. Insidias. ¿Le interrumpo? . Si.

8 de noviembre de 2011

Lee, no te deprimirás

Los adolescentes que escuchan mucha música se deprimen más que los que leen mucho. Es la afirmación de la escuela de medicina de la universidad de Pittsburgh que incluye, curiosamente, a toda la música dentro del mismo saco sin diferenciar a los que se arrastran por el chikilipop o los que descubrieron los amargos comerciales lamentos de algunos premiados en la mtv.

Yo recuerdo que cuando era pequeño si llegabas a casa y decías que habías suspendido porque estabas deprimido tu padre se sentaba delante tuyo y prácticamente te arrancaba la cabeza con la mirada. Nada de agresividad física porque he de reconocer que el mero respeto que los de mi generación teníamos con nuestros padres era suficientemente firma como para asegurar, al menos en mi caso, que las únicas dos bofetadas que me dió me las gané con creces.

Ahora existe un floreciente grupo de psicólogos infantiles que se sientan delante de los niños para intentar escarbar en su interior y analizar aquellas cosas que les hace rendir por debajo de lo esperado. También hay, quizá por culpa de la televisión, tantos terapeutas de perros como aspirantes a criminólogos. Y es que CSI ha hecho casi tanto daño como el encantador de perros, que sólo le falta tocar el flautín delante de un par de chiuaguas para que mi vecina del tercero, amante de los animales con forma de cánido y tamaño de reloj japonés, haga lo mismo los domingos por las mañana. En la época de mi hermana, que era cuando triunfaba MASH, muchos se volvieron hacia el mundo de la medicina y uno de mis mejores amigos es abogado por culpa de la Ley de los Angeles.

Hay que reconocer que las generaciones son, de alguna manera, aquello que han vivido en televisión. Es lógico que ahora ellos quieran ser futbolista o el sosísimo de Justin Biber y ellas quieran ser lady Gaga o alguna de aquellas 4 que eran, a saber: una abogada normalita, una relaciones públicas algo ninfómana, una mujer en busca de casarse y otra que, con una columna semanal en un periódico, podía permitirse el lujo de no repetir vestido en las 6 temporadas de la serie (dato verídico, aparte de los Manolos)

Supongo que lo de escuchar música es, estadísticamente hablando, mucho más común que leer libros de la misma manera que escribir un relato es mucho más complicado que mandar un sms. Los saltos tecnológicos siempre van hacia la opción que requiere menos esfuerzo. Se leen menos blogs porque hay que hacer el esfuerzo de leerlos. Se crean menos blogs porque hay que hacer el esfuerzo de escribirlos. Triunfaron los emoticones y los "jaja" y "jiji". Triunfó twitter porque, entre otras cosas, son 140 caracteres. Triunfará algo parecido al foursquare porque únicamente hay que dar a un botón, casi como el puñetero "me gusta". Alguno de los colegios de mayor renombre en Silicon Valley han dejado de usar los ordenadores en las aulas para no atrofiar parte del desarrollo del cerebro infantil mientras la mayoría de los progenitores españoles siguen pensando que un ordenador ayuda a desarrollar el cerebro.

Algunos adolescentes adiestrados en las nuevas tecnologías de la sencillez y viéndose incapaces de llegar a una cantidad mínima aceptable de esfuerzo se entristecen mientras aún ponen circulitos encima de las íes. Descubren, porque no son tontos en absoluto, lo que se pierden cuando han visto que son incapaces de leerse un libro completo mientras exista la peli. Entonces se ponen tristes y van a tus padres diciendo que han suspendido porque están deprimidos.

Y los llevan al terapeuta.

Y terminan dejando de mearse en el sofá y de morder las zapatillas.

Pd: yo, que he oído mucha música soy una piltrafa. Pero sigo leyendo, que es lo que me salva de ser un mierda completo.
Pd2: ¿el debate?. Ah, si. La oposición haciendo de gobierno y el gobierno opositando. Curioso pais (según uno) o nación (según el otro).