Los adolescentes que escuchan mucha música se deprimen más que los que leen mucho. Es la afirmación de la escuela de medicina de la universidad de Pittsburgh que incluye, curiosamente, a toda la música dentro del mismo saco sin diferenciar a los que se arrastran por el chikilipop o los que descubrieron los amargos comerciales lamentos de algunos premiados en la mtv.
Yo recuerdo que cuando era pequeño si llegabas a casa y decías que habías suspendido porque estabas deprimido tu padre se sentaba delante tuyo y prácticamente te arrancaba la cabeza con la mirada. Nada de agresividad física porque he de reconocer que el mero respeto que los de mi generación teníamos con nuestros padres era suficientemente firma como para asegurar, al menos en mi caso, que las únicas dos bofetadas que me dió me las gané con creces.
Ahora existe un floreciente grupo de psicólogos infantiles que se sientan delante de los niños para intentar escarbar en su interior y analizar aquellas cosas que les hace rendir por debajo de lo esperado. También hay, quizá por culpa de la televisión, tantos terapeutas de perros como aspirantes a criminólogos. Y es que CSI ha hecho casi tanto daño como el encantador de perros, que sólo le falta tocar el flautín delante de un par de chiuaguas para que mi vecina del tercero, amante de los animales con forma de cánido y tamaño de reloj japonés, haga lo mismo los domingos por las mañana. En la época de mi hermana, que era cuando triunfaba MASH, muchos se volvieron hacia el mundo de la medicina y uno de mis mejores amigos es abogado por culpa de la Ley de los Angeles.
Hay que reconocer que las generaciones son, de alguna manera, aquello que han vivido en televisión. Es lógico que ahora ellos quieran ser futbolista o el sosísimo de Justin Biber y ellas quieran ser lady Gaga o alguna de aquellas 4 que eran, a saber: una abogada normalita, una relaciones públicas algo ninfómana, una mujer en busca de casarse y otra que, con una columna semanal en un periódico, podía permitirse el lujo de no repetir vestido en las 6 temporadas de la serie (dato verídico, aparte de los Manolos)
Supongo que lo de escuchar música es, estadísticamente hablando, mucho más común que leer libros de la misma manera que escribir un relato es mucho más complicado que mandar un sms. Los saltos tecnológicos siempre van hacia la opción que requiere menos esfuerzo. Se leen menos blogs porque hay que hacer el esfuerzo de leerlos. Se crean menos blogs porque hay que hacer el esfuerzo de escribirlos. Triunfaron los emoticones y los "jaja" y "jiji". Triunfó twitter porque, entre otras cosas, son 140 caracteres. Triunfará algo parecido al foursquare porque únicamente hay que dar a un botón, casi como el puñetero "me gusta". Alguno de los colegios de mayor renombre en Silicon Valley han dejado de usar los ordenadores en las aulas para no atrofiar parte del desarrollo del cerebro infantil mientras la mayoría de los progenitores españoles siguen pensando que un ordenador ayuda a desarrollar el cerebro.
Algunos adolescentes adiestrados en las nuevas tecnologías de la sencillez y viéndose incapaces de llegar a una cantidad mínima aceptable de esfuerzo se entristecen mientras aún ponen circulitos encima de las íes. Descubren, porque no son tontos en absoluto, lo que se pierden cuando han visto que son incapaces de leerse un libro completo mientras exista la peli. Entonces se ponen tristes y van a tus padres diciendo que han suspendido porque están deprimidos.
Y los llevan al terapeuta.
Y terminan dejando de mearse en el sofá y de morder las zapatillas.
Pd: yo, que he oído mucha música soy una piltrafa. Pero sigo leyendo, que es lo que me salva de ser un mierda completo.
Pd2: ¿el debate?. Ah, si. La oposición haciendo de gobierno y el gobierno opositando. Curioso pais (según uno) o nación (según el otro).
Pd2: ¿el debate?. Ah, si. La oposición haciendo de gobierno y el gobierno opositando. Curioso pais (según uno) o nación (según el otro).
Gran artículo. Me estoy enganchando al blog
ResponderEliminar"En mis tiempos los jóvenes mostraban respetos por sus mayores; no como ahora, que no hacen más que atrofiarse la mente usando sus maquinitas de matar marcianos, escuchar música estridente en vez de leer "Guerra y Paz" y "Los hermanos Karamazov" y deprimirse por ser unos blandos mimados. Y ni siquiera ven televisión de la buena, de la que veía yo en mis tiempos mozos cuando aún no llevaba dentadura postiza y que te hacía estudiar carreras de verdad. La juventud de ahora ya no vale para nada y no como en mi época, en la que íbamos al cine con tres pesetas y aún te devolvían una perra gorda y luego a pasear por El Retiro. Recuerdo una vez que..."
ResponderEliminarZZZzzzzzz...
hombre, pureta... tampoco es para tanto... Ademas los "jovenes" ahora tienen desde 18 hasta 45... y alunos más. Lo que no podemos poner en duda es que todo este cambio tecnológico siempre evoluciona hacia lo más sencillo y hacer algunas cosas que requieren algo más de esfuerzo (como hacer unas buenas croquetas en vez de freir las congeladas del super) es algo que estamos perdiendo.
ResponderEliminarPero reconozco que sueno viejo, aunque sea uno de esos adolescentes con años que van por la calle disfrazados.