31 de julio de 2018

Prefiero (una chica como tú en un sitio como éste)

Porque prefiero las canciones con letra al getta.


(Texto de la web de Burning retocado)
Aunque Burning se formó en 1974 en el madrileño barrio de La Elipa, "Qué hace una chica como tú en un sitio como éste" se compuso en una casa en al vivían todos juntos en Torrejón de Ardoz, al lado de la base norteamericana y a unos 25 kilómetros de Madrid. Una vivienda en cuyo salón tenían montados todos sus instrumentos, en el que ensayaban regularmente y en donde se solían celebrar numerosas y ruidosas fiestas. Allí se compusieron las canciones de su álbum “El Fin De La Década” (1979), uno de los discos impulsores del rock en castellano y referente de la famosa y manida Movida Madrileña.

En ese ambiente entre creativo, juerguista y tan de rock and roll, apareció el director de cine Fernando Colomo, quien les comentó que tenía un guión para una película y que necesitaba una canción que encajase con la historia. Al parecer, Colomo disponía ya de una composición de Luis Eduardo Aute, pero no le terminaba de convencer. Los Burning aceptaron la propuesta y en un fin de semana compusieron un tema y lo grabaron en la mejor tecnología disponible en aquel momento: un cassette.

“¿Qué Hace Una Chica Como Tú En Un Sitio Como Este?” se editó como sencillo a través del sello Ocre, una filial de la discográfica Belter, en 1978 e incluía en la cara B la primera versión de la canción “Ginebra Seca”, un tema cantado por Toño y que no está incluida en ningún otro formato. En la portada del single, los Burning aparecen a las puertas del cine Pleyel, en la calle Mayor, que tenía sesión continua desde las diez de la mañana, ¡qué tiempos!

La película, con guión de Colomo y de Jaime Chávarri, planteaba el radical cambio que se producía en la vida de una mujer de mediana edad, interpretada por Carmen Maura, recién separada de su marido, Félix Rotaeta, cuando conocía a un joven rockero. Dos personas de edades muy distintas que viven un apasionado romance y algunas vibrantes situaciones en la noche madrileña. En el reparto aparecen los nombres de Héctor Alterio, Marta Fernández Muro, Kiti Mánver, Mercedes Sampietro, los Burning, Luis Ciges, Laly Soldevilla y un joven Pedro Almodovar, al que se le puede ver de extra en varias escenas.

Como la crítica musical hispana siempre andan enredando con eso de que si esta canción es una copia de aquella otra, que si tal éxito español es un plagio de un hit inglés o americano y cosas así, y nosotros somos muy originales, vamos a plantear que “¿Qué Hace Una Chica Como Tú En Un Sitio Como Este?” sirvió de base, tal vez sin saberlo o tal vez conscientemente de la canción “You Couldn´t Get Arrested” del año 1989, incluida en el álbum “This Time Around” del grupo californiano Green On Red, gran banda del llamado Nuevo Rock Americano, por cierto. En aquella época, su líder de, Dan Stuart, pasaba bastante tiempo por Madrid por razones amorosas. Tal vez la escuchó una noche por Malasaña, con demasiadas cervezas en su cuerpo como para acordarse de algo que no fuese una melodía rondando por su cabeza.

En el video de la gira de 1991 se puede ver a Pepe Risi, Antonio Vega, Alvaro Urquijo y colaboran grandísimos artistas de todo lo que fue una época que sigue poniendo los pelos como escarpias al descubir la verdad que cantan esas canciones (de las que recomiendo fervientemente "Como un huracán"). En ese disco aparece Ramoncín cuando era músico, Miguel Rios, Loquillo, Sabina... y la verdad es que da la sensación que allí lo importante era la música y no algún tipo de postureo extraño que ensucia lo que suena por algunas radios 40 años después.

30 de julio de 2018

Consumidores esclavistas del nuevo siglo

Hay taxistas que piden comida en Deliveroo, productos en Amazon, se alojan en Airbnb, vuelan en Ryanair o van a la india con ropa de Zara.

En realidad el debate es si los usuarios, con la excusa del precio barato, toleran y se hacen cómplices de las peores prácticas laborales e impositivas que se han visto en siglos. Los pagos de impuestos en paraísos fiscales por parte de Amazon, Apple, Google o facebook e incluso la conciencia de que eso es así no evita que sigan creciendo dichas empresas. Las mismas que mantienen un discurso "buenista" pero en realidad hacen lo contrario como si estuvieran repitiendo una y otra vez la definición de hipócrita.

Por otra parte si los gobiernos, arrastrados por una ética correcta y acorde con la firmeza de algunas de sus palabras, cerraran dichas empresas más de uno saldría a la calle a quejarse porque cree que tiene que comprar barato y que esos desmanes se atajan solamente de manera institucional. Y no es así.

Quien consume es tan cómplice como el putero o el aficionado a los toros. Sin ellos, sencillamente, esa injusticia no existe. Sin drogadictos no hay droga por mucho que se prohíba.

Pero como se vive continuamente en el poema de Niemöller seremos los esclavistas de excusa fácil hasta que vengan por nosotros.

"Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada,
porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada,
porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada,
porque yo no era judío.
Luego vinieron por mi, y no quedó nadie para hablar por mí."

Y será demasiado tarde

Nuestro consumo es nuestra forma de cambiar nuestro futuro.

26 de julio de 2018

El engrandecedor (Grandi)

Mi hermana tenía un amigo que era un mierda. Simpático pero un  desgraciado, para qué lo vamos a negar. No es que fuera el más próximo del círculo de amistades pero disponía de una virtud que infravaloramos en su momento: era un engrandecedor.

Trabajaba de vendedor de seguros y, en una de sus tarjetas que te daba haciendo una pequeña reverencia, ponía "Gestor gerente comercial especializado en grandes cuentas". De ahí le echaron y encontró un trabajo de camarero. Por curiosidad le pedimos la tarjeta. "Ingeniero especialista en manipulación de alimentos". Tampoco duró mucho aunque tenía porte y labia. Además casi nos convenció que aquel bar con baldosines en las paredes se estaba convirtiendo en la quinta esencia de la modernidad tras el paso de su excelente gestión por él. Era un lugar de esos con la barra alargada a un lado y que casi hay que entrar de costado. Detrás, el dueño, con esa sensación de haberlo hecho todo y todo muchas veces a lo largo de mil millones de años. Nunca le vimos, al engrandecedor (llamémosle, Grandi), servir una sola cerveza. Hablaba, hablaba y hablaba de lo bueno que era en todo pero jamás demostró nada. De ahí no le echaron, se fue, según su propia versión, por desavenencias con el consejo de dirección  (el dueño y la mujer del dueño).

Si estuvo triste alguna vez era una depresión profunda. Si fue a un curandero era un homeópata especialista en  reflexoterapia, reiki y naturopatía. En el dentista hace dientología. Si terminó en una charla sobre multipropiedad en los salones de un hotel de tres estrellas dijo que era una charla de TED, que siempre mola más.  Sacando la basura hace "gestión  activa de residuos y reciclaje". No se masturba sino que hace ejercicios tántricos de control del perineo que son, tal y como te lo explica, el equivalente masculino de los ejercicios de Kegel. Cuando cuenta un cuento a los hijos de sus amigos te comenta que es "coach infantil". No hay que preguntarle sobre bitcoins porque empieza a decir barbaridades sobre el blockchain casi como si fuera el mismísimo presidente de la reserva federal americana (del norte). No es un cuñado, él va siempre más allá porque es Altius, Citius, Fortius. Criptocoach emocional. Global developer of renew energies cuando enciende una vela en vez de la luz. Su móvil es refurbished, que es lo de usado y reparado de toda la puta vida.

!Hostia! Mola más que si se hubiera quitado una costilla. Vive eternamente en linkedin esperando ser encontrado por un Talent Scout. Ejecutivo de cuentas. No se conecta a internet sino que virtualiza escritorios remotos.

No hace más que tú (jamás) pero lo parece.

Y casi como ese entrenador de Djokovic (Pepe Imaz) que cuando perdía daba muchos abrazos y le hizo caer del nº1 al nº12, sigue encontrando, cada año, alguien que se crea sus grandilocuentes discursos. De la misma forma que aquel gurú casi acabó con Becker y volvió a ser contratado. De la misma manera que cuando un iphone da problemas y se compran otro iphone. De la misma manera que tras enfadarse porque Zara  usa niños pero se  vuelve a comprar en Zara. Siempre hay alguien que quiere oir mentiras y creerselas. Y eso le hace seguir sobreviviendo y haciendo girar su bola de aire vacío hacia la nueva moda y las nuevas palabras adecuadas que no digan nada.

"La startup de los vencedores" se llama una cosa que dice ahora que le va a hacer rico a base de regresiones en la gestión  de equipos de trabajo online. Es emprendedor de whiskis. Y sigue sacando la cabeza sin que sepamos cómo. Lleva zapatillas de deporte y se le llena la boca con mindfulness.

Un divorcio lo cuenta como un momento de reflexión personal en un cese temporal de convivencia. Y un saco de mierda como él sería un Grandi, que parece Gandi, pero lo único que hay en ello son palabras que parece que son  algo y que ,  en realidad, no son nada.

Pero le vuelven a contratar antes que a ti porque tú quieres trabajar y estás dispuesto pero él ha puesto en el curriculum que es Enginner especialista en Rpc con altas capacidades en gestion de Crm.

Es una caja de regalo vacía envuelta en un bonito papel de regalo que existe una parte de nuestro mundo que lo compra antes que a un producto finalizado.

Pd: Yo vine sin envolver y así me va.

18 de julio de 2018

Hombre de servicios

Soy un hombre de servicios (nada que ver con el excusado).

Tuve un profesor en la universidad que decía que ésta ciudad antiguamente industrial en la que habito se estaba convirtiendo, de la mano de una modernidad muy extraña, en una ciudad de servicios. -Si todos damos servicios- razonaba con absoluta lógica- habrá que tener a quien dárselos y si no hay empresas que los soliciten  nos iremos todos a la mierda-. Entonces todos nos reíamos porque había dicho "mierda" pero la verdad es que todas esas grandes, ruidosas, humeantes y contaminantes fábricas han desaparecido y casi todos los trabajadores de menos de 40 años o son consultores, asesores o gestores. Con las manos sucias a casa llegan muy pocos. Dale un  destornillador a un millenial y en vez de mover el mundo lo cogerá del revés o pedirá una baja por lesiones en la muñeca aunque la tenga fortalecida gracias al porno en internet. Claro que eso tiene menos torsión.  Los movimientos se aprenden por repetición y es por eso que al ser humano le está creciendo el pulgar a golpe de whatsapp. La evolución no se detiene, sólo se transforma.

Así que me convertí en un hombre de servicios. Atiendo al público, trato con mis clientes, friego el suelo e intento ser exigente y compañero cuando toca. Soy receptivo a las necesidades y la inmensa mayoría de las veces espero a correrme el último. Vivo en un clientelismo absurdo que me engulle como un agujero negro. Me duermo atemorizado por no estar a la altura mañana y pongo mantel si es que tengo visita. A veces me pongo mantel para mi casi como si fuera una prueba: me atiendo a mi. Es un tipo de servicio casi onanista. Me decoro el plato y pongo los cubiertos en su sitio.  La única forma que tengo para acertar, teniendo en cuenta que dispongo de dos manos izquierdas, es cogiendo el cuchillo y el tenedor como si fuera a partir un filete. Entonces acierto con la posición justa. Y ceno sin diferenciar entre mi sofá y una gala en la embajada noruega. Sin descalzarme. Cerrando la boca. Poniendo cara de interés ante mi interlocutor en forma de televisión.

En un capítulo de "Sexo en Nueva york" (me avergüenzo de esta referencia pero todos tenemos pasados oscuros)  Miranda llama al chino para pedir la cena. Al otro lado del aparato aciertan lo que va a pedir y ella, como si fuera una revelación, descubre lo previsible y sola que es y está. Ella es la única con la que yo hubiera pasado tiempo porque Carrie, Charlotte y Sam  son ejemplos de superficialidad que rozan los años ochenta. Será por eso que la serie ha envejecido como una separada mal llevada, prieta con colores brillantes y de masa corporal desacompasada, o ese tipo de señor que se compra un deportivo, una gafas de policía americano y deja a la mujer por otra más joven sospechosamente servil.

Somos clientes y damos servicios. Unos de forma más o menos coherente y otros de forma más o menos aceptada. Servidores de los hijos, que últimamente hay demasiados. Clientes del ego del próximo cuñado. Pequeñas prostitutas del ocio mal entendido o la nueva moda.

Y de la misma manera que se busca el equilibrio entre gastos e ingresos, adulto y niño o incluso cenas pagadas y recibidas, orgasmos propios y ajenos o veces que llamé yo y llamaste tú... debería de existir un equilibrio entre servicios dados y recibidos. Por alguna razón lo tengo desequilibrado.

Claro que si no hay donde dar servicios el mayordomo se muere de pena. Elegante, pero muerto. Rodeado de telarañas y con el té frío en la bandeja.

15 de julio de 2018

Hay un monstruo

Hay un monstruo en mi interior que fuma y vive mejor que yo. Vive un monstruo en mi interior que come galletas y duerme al sol. Y que está empeñado en que, nunca crezca ni madure de una vez, que siempre tenga sed. Hay un monstruo en mi interior que hace surf y escucha hardcore. Y que me atormenta con, que me sienta tan culpable sin tener la culpa esta vez.

14 de julio de 2018

En el futuro no habrá filosofía ni amor.


Se lo comerá la vagancia y ese dolor de cabeza al pensar que la modernidad debe de asesinar en  aras de eliminar el sufrimiento. Se lo comerán los procedimientos, hechos para matar la razón. Los protocolos y la cuantificación de las cosas. Llegará en un momento en el que razonar será delito y que amar, de una manera incondicional y a alguien imperfecto (que es a quien se debe amar porque lo otro es admiración y exigencia) será penado por antinatural.

Los estímulos supernormales habrán ganado la batalla a la verdad.

"Pensar es lo mismo que sentir pero no es tan divertido" dice una de mis canciones de cabecera.

Violeta es una adolescente. Lleva esas zapatillas de suela muy alta que valen para parecer más alta pero no para hacer deporte. Un pantalón corto muy alto puesto, casi con el ombligo marcando el cinturón. Los hombros al aire y la piel demasiado blanca. No sabe bajar la basura sin maquillarse ni buscar el móvil un poco antes. Hay un saco de vidrios rotos en su mirada y es que ha sido golpeada por el primer desengaño amoroso de verdad que azota con alguna edad. No entiende el por qué. Ellá siguió, punto por punto, los procedimientos. Fue cariñosa y amable. También tuvo algún arranque de carácter, pero eso entra dentro del pack. Desapareció, volvió, pero cada día puso un grano más en la montaña que creía estar haciendo. Y el viento se lo llevó. Ahí, justo ahí, es cuando descubre que no tiene un paso más delante o un tutorial que seguir. No hay respuestas en foros ni en instagram. No hay ni siquiera una frase de mierda de esas que juegan a consolar que aparezca en su teléfono. Y tiene que joderse, aceptar que volverá a suceder porque el éxito se compone de cien kilos de fracasos, descalzarse, dormir y vivir la parte que le corresponde de ese pequeño drama que se magnifica con la edad. Desafortunadamente, en ese juego de los hechos magníficos que parecen una buena idea en un momento y luego son cicatrices, hay algún tatuaje que siempre le devolverá a este momento y no al preciso instante en el que se lo hizo. No leyó casi ningún libro antes y amar era para ella lo que  había visto en las películas. Así que siente con más profundidad aún lo que otros denominan desamparo.

En un futuro se teletransporta del drama a la comedia de manera instatánea y todo es extremo.
Y sin amor, aunque se folle más y con consentimiento explícito para no tener problemas legales.

El delito debería ser no pensar y querer de forma incorrecta,  pero no hay cuerpos de seguridad para ello.

10 de julio de 2018

El cuñado tiene un periódico, un programa de opinión y hace los titulares.

Si tuviéramos la capacidad de asesinar con violencia desmesurada a todos aquellos que opinan de algo ya no sólo citando el titular sino basándose en lo que les dijo uno que decía que sabía de lo que hablaba es más que probable que nos quedemos solos. O que nos maten, porque la deriva es muy grande y no se puede saber de todo pero, como si fuera la reina, hay que parecerlo a toda costa. Y cuando en medio de una lógica dialéctica a alguno le pillan en el pozo sin fondo de su desconocimiento, negarlo todo. Podría ser alguien que jura saber de música más que nadie pero no conoce a Ketih Richards y sí el nombre del perro de Malú. Y ahí llega ese argumentario miserable y bufón de que el arte no debería de estar monopolizado por snobs, que nadie puede poner en duda que haya quien adore el Trap o los gorgoritos indeseables de pseudo concursos musicales porque, y ahí te miran con cara de haber encontrado el santo grial de la discusión, el arte es inclasificable y la opinión libre.

Así que en ese momento me voy a Picasso. Algunas de sus obras las hubiera firmado mi perro pero detrás de ello estaba un señor capaz de hacer cuadros realistas de una fortaleza brutal ( pintadas con quince años). Podría ser la comparación entre el Twisting by the pool (que es un horror) y Telegraph Road, firmados los dos por Mark Knopfler. Conozco a quien, borracha y con sus propios excrementos, hizo un cuadro en una pared y no, no es una artista, es una cerda.

Hoy me he enterado que el obispo Setién ha fallecido. Tuvo sus titulares y momentos de fama. Los tuvo, hace muchos años. Eran esos momentos en los que los grandes asesinos que teníamos en España creían estar vivos para salvarnos del invasor español, responsable de todos y cada uno de los males que aquejaban a la sana, trabajadora y pura población euskaldún.  (Cambie usted los tiros en la nuca por lazos amarillos y el discurso se parece). Pero también, y tampoco vamos a negarlo, a algunos se les habían puesto las gónadas como balones de Nivea (que ya no hay, ¿verdad?) y repartían bofetadas aquí y allá. Setién había dicho que matar es malo se mate a quien se mate. Entonces los titulares, ansiosos de sangre clerical, empezaron a decir que el prelado de San Sebastián  (porque Donosti es un nombre muy moderno para entonces) defendía el terrorismo etarra. Obviamente ante la pregunta interesada de "¿Se siente usted dolido por la muerte de tal o cual etarra?" él había respondido que sí. Ya tenían titular

Por entonces yo pasaba tardes enteras en una gran casa siendo el novio formal de la tercera de cinco hermanas que estaba comprometida en la ardua tarea de convertirme en un clon del novio de la mayor, al que no me parecí nunca. El caso es que después de cortar tomates para una ensalada y llevarla al salón me encontré con un cura de gafas de pasta anchas, alto y con alzacuello, presidiendo la mesa. Le identifiqué. Me dijo que estaba esperando que pasará la tormenta y de paso visitar a sus ahijadas. Como he sido un bocazas toda la vida le pregunté directamente sobre si era verdad lo que decía la televisión. Él me regaló un libro. "Ahí están mis textos completos"-me dijo.  Sucedió lo que suele suceder cuando uno se encuentra delante de alguien mucho más listo que él y le escucha: que es capaz de comprender su punto de vista. A veces, como me sucedió con Ibarretxe, sin estar de acuerdo. A veces, como es el caso, entendiendo que un cura defiende la vida humana por encima de todo y que no le parece bien que la gente se mate entre ellos, aunque algunos sean muy malos. No había mucho más en aquella polémica pero la distancia entre el titular y la verdad era más grande que la que hay entre el cielo y el infierno. A algunos les gusta sacar palabras de contexto y ratificarse jurando que ha fallecido un cura que defendía a los asesinos.

No es nada nuevo emplear, por parte del periodismo y ahora por parte de cualquiera, ese lado de la verdad que ratifica lo que necesitamos creer. Dicen que dices que digo...

-¿Comemos algo luego?- dije a las seis de la tarde. A las nueve y media me  recriminaron no invitar a cenar y la explicación ante mi inicial asombro fue que "comer" no es lo mismo que "cenar". Será que soy una persona perfectamente capacitada para dar titulares falsos a los que agarrarse.

Manipular la televisión pública está muy mal cuando lo hacen los demás, por poner un ejemplo. Y una agresión en una pareja es mucho más grave si lo hace un hombre hacia una mujer que una agresión de hombre a hombre, de mujer a mujer o de mujer a hombre (ese dato lo  podéis comprobar en el código penal, principalmente porque se considera agresión sin agravantes y lo lleva un juzgado convencional en vez de uno especializado en violencia doméstica). Pero los titulares, que es a lo que vamos, buscan ratificar lo que quieres saber en vez de decirte la verdad: dicen que se acabó la manipulación o que se protege al débil que siempre es bueno, bondadoso y no miente jamás. Sólo hay hijos de puta en el lado de los otros.

A veces la verdad está escondida en el texto pero seamos realistas: no lee nadie por miedo a encontrarse de bruces con lo que no quieren ver y entrar en una espiral loca que les vuelva la cabeza del revés. Es lo mismo que preguntar donde estuviste entre las tres y las once habiendo visto una llamada de un tal Patxi en el teléfono. Claro que ahí lo que hago es opinar sin conocer todos los datos. Bajo mi propio criterio: merezco ser asesinado pero, por favor, leedme hasta el final del libro.

La vida opinada.  Todo a golpe de titular interesado.
En una guerra termonuclear sólo sobrevivirán los insectos. Y los cuñados.

7 de julio de 2018

Monstruos (ahí fuera)

Te pido por favor: no sigas más. Detente de una vez por todas. Si no nos queda nada más que hablar dejemos las horas pasar, que llegue la tormenta y arrastre lo que queda. Desde hace demasiado tiempo nos tratan de vencer a golpes. Robando cada día un poco más de ese lugar seguro que construimos juntos alrededor tú y yo. Decir que te quiero no parece ser suficiente y duele la vida hasta lo insoportable. Hay monstruos ahí fuera que no nos dejan respirar. Nada es como era. No sé si puedo oírte. Ni alcanzo comprender. Puede que sea fácil pero puede ser que hagamos algo mal. Habrá que dar un paso, habrá que ser valiente. Decir que te quiero no parece ser suficiente y duele la vida hasta lo insoportable, hay monstruos ahí fuera, que no nos dejan respirar. nada es como era. Decir que Te quiero no parece ser suficiente y duele la vida hasta lo insoportable. Hay monstruos ahí fuera que no nos dejan respirar. Nada es como era. Hay monstruos ahí fuera que no nos dejan respirar. Nada es como era.

Pd: es una pena que alguien como Mercedes Ferrer sea casi una desconocida en este país (y con ese disco que sacó a finales del año pasado)

3 de julio de 2018

El Ghosting y la luz.

A veces hay conceptos que aparecen de la forma más tonta. He estado buscando un teclado sin ghosting. ¿Qué es eso? Pues simplemente un teclado en el que pueda pulsar varias teclas a la vez y sea capaz de interpretarlo. Esto sucede cuando con un juego de coches se quiere hacer un donut en el asfalto y hay que acelerar, girar y frenan a la vez.

Pero como el destino es caprichoso y además vivimos en un mundo en el que si algo no tiene un nombre en inglés es como si no existiera descubro que el "ghosting" es una actividad cruel y miserable, de esas que sólo hacen los demás, y que se sumerge en el mundo submarino de las relaciones modernas. En este caso se refiere a esas personas que desaparecen como fantasmas  (de ahí el término) casi sin ninguna justificación. Es algo carente de humanidad pero no significa que no exista. Es más, si lo pensamos bajo el prisma de la comercialización de las relaciones y la exaltación de los intereses propios por encima de los ajenos es hasta una consecuencia lógica.

Existe, incluso, una vuelta de tuerca más. Dos en realidad. El "benching" que se refiere a esa persona que te ha dejado en el banquillo de las emergencias o el "orbiting" que trata de quien te ha dejado de hablar pero sigue dando por el saco poniendo que le gustan tus fotos o tus jodidos estados de ánimo. No me habla pero me vigila y además lo sé.
Es cierto, absolutamente cierto, que las relaciones humanas se han convertido en pequeños intercambios comerciales que procuran satisfacer a ambas partes, vendedoras las dos en estos casos, desvistiendo de cualquier ropaje emocional al emperador y dando por cierto lo del cuento "no tiene que ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad". Es una pena pero quizá también es verdad. -¿Qué hiciste el jueves?- pregunté - Me fui a dormir a casa de un amigo - En ese momento hay una pausa por si algún dato falta- Y... ¿te lo has tirado?- Ahí es cuando el tiempo de respuesta da un valor entre verdad y mentira decorada. Respondió veloz -Si- y casi se ve en el whatsapp cómo coge aliento -Y el viernes por la mañana, también-

La sinceridad no es decir toda la verdad porque es sinceridad buena cuando tiene en cuenta si va a doler o no. Si duele es un  poco "hijoputez"

-Pero hombre- siguió casi como una excusa moderna- Es que tú no estabas- y es justo ahí cuando no se está seguro de cuando hay que estar y cuando no, cuando se pasa de respetar el espacio a ser un ente ausente o cuando si acaso hay que poner en el calendario del teléfono una alarma para los días en los que las hormonas van a su libre albedrío. Cada vez que alguien  pone en una app de citas "carpe diem" me parece un gilipollas. Casi lo mismo que los que ponen por delante que son veganos, animalistas o que por encima de todo está algún tipo de inclinación política en particular. 

El "ghosting" es un reflejo de la estupidez humana y la cobardía aplicada a las relaciones, eso está claro. También es un reflejo de falta de educación o simplemente de incapacidad de aceptar errores. La frustración, como tal, está muy mal vista. Hablar con alguien y que desaparezca sin saber exactamente el momento en el que algo fue inconveniente es tan común como los bloqueos en facebook cuando no fuiste o fue alguien intrusivo. Lo que es verdad es que echar un mal polvo es más fácil que una conversación mediocre y que cuando las conversaciones son buenas o el sexo es satisfactorio (incluso cuentan que alguna vez pueden suceder ambas cosas) salir corriendo es una opción que gana peso porque hay muchas veces que tenemos miedo a volverla a cagar. Hay veces en las que el refugio nos parece insuficiente o las expectativas que deseamos para nosotros mismos se han convertido en muros infranqueables para cualquiera que llegue al pie de la torre donde estamos encerrados. O simplemente es que las personas en vez de esperar a vivir el decepcionante proceso de difuminarse lo que hacen es salir apagando la luz.

Es eso. Apagar la luz.

Yo, hay veces que hasta me despido del salón antes de apagar las luces antes de irme a la cama y siempre, siempre, me dejo algo al salir de casa aunque tenga mis fantasmas. Aunque tenga un teclado en el que pulsar varias teclas a la vez. Eso se llama anti-ghosting, pero en informática.

1 de julio de 2018