26 de julio de 2018

El engrandecedor (Grandi)

Mi hermana tenía un amigo que era un mierda. Simpático pero un  desgraciado, para qué lo vamos a negar. No es que fuera el más próximo del círculo de amistades pero disponía de una virtud que infravaloramos en su momento: era un engrandecedor.

Trabajaba de vendedor de seguros y, en una de sus tarjetas que te daba haciendo una pequeña reverencia, ponía "Gestor gerente comercial especializado en grandes cuentas". De ahí le echaron y encontró un trabajo de camarero. Por curiosidad le pedimos la tarjeta. "Ingeniero especialista en manipulación de alimentos". Tampoco duró mucho aunque tenía porte y labia. Además casi nos convenció que aquel bar con baldosines en las paredes se estaba convirtiendo en la quinta esencia de la modernidad tras el paso de su excelente gestión por él. Era un lugar de esos con la barra alargada a un lado y que casi hay que entrar de costado. Detrás, el dueño, con esa sensación de haberlo hecho todo y todo muchas veces a lo largo de mil millones de años. Nunca le vimos, al engrandecedor (llamémosle, Grandi), servir una sola cerveza. Hablaba, hablaba y hablaba de lo bueno que era en todo pero jamás demostró nada. De ahí no le echaron, se fue, según su propia versión, por desavenencias con el consejo de dirección  (el dueño y la mujer del dueño).

Si estuvo triste alguna vez era una depresión profunda. Si fue a un curandero era un homeópata especialista en  reflexoterapia, reiki y naturopatía. En el dentista hace dientología. Si terminó en una charla sobre multipropiedad en los salones de un hotel de tres estrellas dijo que era una charla de TED, que siempre mola más.  Sacando la basura hace "gestión  activa de residuos y reciclaje". No se masturba sino que hace ejercicios tántricos de control del perineo que son, tal y como te lo explica, el equivalente masculino de los ejercicios de Kegel. Cuando cuenta un cuento a los hijos de sus amigos te comenta que es "coach infantil". No hay que preguntarle sobre bitcoins porque empieza a decir barbaridades sobre el blockchain casi como si fuera el mismísimo presidente de la reserva federal americana (del norte). No es un cuñado, él va siempre más allá porque es Altius, Citius, Fortius. Criptocoach emocional. Global developer of renew energies cuando enciende una vela en vez de la luz. Su móvil es refurbished, que es lo de usado y reparado de toda la puta vida.

!Hostia! Mola más que si se hubiera quitado una costilla. Vive eternamente en linkedin esperando ser encontrado por un Talent Scout. Ejecutivo de cuentas. No se conecta a internet sino que virtualiza escritorios remotos.

No hace más que tú (jamás) pero lo parece.

Y casi como ese entrenador de Djokovic (Pepe Imaz) que cuando perdía daba muchos abrazos y le hizo caer del nº1 al nº12, sigue encontrando, cada año, alguien que se crea sus grandilocuentes discursos. De la misma forma que aquel gurú casi acabó con Becker y volvió a ser contratado. De la misma manera que cuando un iphone da problemas y se compran otro iphone. De la misma manera que tras enfadarse porque Zara  usa niños pero se  vuelve a comprar en Zara. Siempre hay alguien que quiere oir mentiras y creerselas. Y eso le hace seguir sobreviviendo y haciendo girar su bola de aire vacío hacia la nueva moda y las nuevas palabras adecuadas que no digan nada.

"La startup de los vencedores" se llama una cosa que dice ahora que le va a hacer rico a base de regresiones en la gestión  de equipos de trabajo online. Es emprendedor de whiskis. Y sigue sacando la cabeza sin que sepamos cómo. Lleva zapatillas de deporte y se le llena la boca con mindfulness.

Un divorcio lo cuenta como un momento de reflexión personal en un cese temporal de convivencia. Y un saco de mierda como él sería un Grandi, que parece Gandi, pero lo único que hay en ello son palabras que parece que son  algo y que ,  en realidad, no son nada.

Pero le vuelven a contratar antes que a ti porque tú quieres trabajar y estás dispuesto pero él ha puesto en el curriculum que es Enginner especialista en Rpc con altas capacidades en gestion de Crm.

Es una caja de regalo vacía envuelta en un bonito papel de regalo que existe una parte de nuestro mundo que lo compra antes que a un producto finalizado.

Pd: Yo vine sin envolver y así me va.

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