30 de agosto de 2013

Un triceratops me ha borrado el disco duro (PP y el USB)

Dicen, en profunda declaración institucional, que si  Bárcenas dice que sacó la información de la contabilidad del PP a un pen drive no puede ser porque el Toshiba Libretto 100CT era un equipo viejo sin puerto usb.

He de decir, como conocedor del tema que si bien es cierto que ese modelo, fabricado entre más o menos 1994 y 1999,  no tiene dicho puerto, no se cree absolutamente nadie que un partido que gobernaba el país con mayor cremiento económico de Europa llevaba las cuentas en tal ancestro tecnológico y no le habia puesto ni una miserable PCMCIA para hacer alguna que otra copia de seguridad.
Lo curioso de todo esto, casi como las declaraciones en las que se aseguraba que Twitter es de pago y para ricos, es que se lanzan insultos calumniosos contra la lógica de la tecnología y parece que cuela como si ahora nos hubiéramos vuelto todos creacionistas.

Nadie es capaz de creer que, quizá como un ancestro de los recortes que vendrían después, la contabilidad se llevara en una maletita roñosa llena de transistores porque no había presupuesto para cien mil pesetas de ordenador y unos discos Zip, que es lo que se vendía entonces. Nadie puede dar por buenos los insultos tecnológicos que se lanzan como excusas y quedarse tan tranquilo. Lo próximo es oir de boca de un portavoz parlamentario que un triceratops salvaje imantado se ha comido la contabilidad y ha dañado los discos duros.

Analizadas las informaciones desde un punto de vista estrictamente técnico, las excusas del PP son una broma digna de un estudiante de once años que no quiere ser castigado por no haber entregado a tiempo un documento word.

Lo triste, lo muy triste, es que hacen como que es verdad. Se analizan las llamadas de Bretón, se desencriptan las informaciones incautadas a los comandos de ETA y se recupera la información de los ordenadores que se quemaron en el edificio Windsor. Mientras, en la calle Génova, no hay sistemas de copias de seguridad y se usan equipos sin puertos usb aunque hubiera costado 10mil pesetas de entonces hacer una copia de una contabilidad que sustentaba algún pilar de nuestro querido estado.

Y en el año 2013, cuando cada españolito sabe lo que es un pen drive y una copia de seguridad, nos dicen que eso era alta tecnología, que no se puede sacar información de ese equipo a un pen drive porque para eso hay que ser el fantasma de Steve Jobs Wozniak. Hoy en dia cuesta 30€ (de la pcmica) y se tardan 10 minutos en pasar los, supongo, 2gb de informacion de un Libretto 100CT a un pen drive. 20 minutos si está muy lleno. 30 minutos si eres un becario asistente del ex-tesorero del PP.

También nos dicen, oh cielos, que los discos duros se eliminan por criterios de seguridad. Exactamente igual que los discos duros que se borraron solos cuando Aznar se marchó de la Moncloa. Qué casualidad.

Hay días que me siento insultado por ser informático, supongo que lo mismo que sintió mi hermana cuando, siendo médico, le dijeron que nos íbamos a morir todos por la gripe A.

A Nicolas Maduro se le aparece Chavez en forma de pajarillo y mientras, en España, Paco Martinez Soria es el asesor tecnológico del gobierno. No se me ocurre otra opción.

29 de agosto de 2013

La fina línea entre Linda Evangelista y Miley Cyrus

En 1990 ver a Linda Evangelista sentada con un jersey hasta las rodillas o a Cindy Crawford en la bañera me volvía literalmente loco. Mucho más que los Lib que escondíamos cuando teníamos 14 o la pornografía explícita que empezaba a ser de fácil acceso. En aquel año Madonna aparecía en los MTV awards con las tetas en el cuello cantando Vogue. Aquello era sexy, aunque fuera la ambición rubia. Janet Jackson movía la pelvis junto al guitarrista y se abria la camisa luciendo pecho (sin pezón) al estilo Demmi Moore. Jamie Lee Curtis, Kim Bassinger, Salma Hayek Natalie Portman en Closer... 
¿Qué es lo que ha pasado para que, en el 2013, una niñata de 20 años crea que sacar la lengua y pasarse un dedo gigante por la entrepierna es algo sexy?. Miley Cyrus, ridícula hasta límites insospechados, ha cometido un error que desafortunadamente empieza a ser habitual: parecer y comportarse como un zorrón verbenero es cool. Llevo días pensando en esa idea porque una parte de mi se pregunta si acaso me estoy volviendo mayor y las jovencitas me parecen unas zorras descocadas, unas mujercitas disfrazadas de meretrices facilonas. Me pregunto si soy un puritano en ciernes o si acaso sexy era Gilda quitándose un guante y Cicciolina, cuando en 1986 se la chupaba a un caballo, un exceso bastante desagradable.

"Para Esther, como para todas las chicas de su generación, la sexualidad no era más que un divertimento placentero, guiado por la seducción y el erotismo, que no conllevaba ninguna implicación sentimental especial; seguramente el amor, igual que la piedad según Nietzsche, nunca había sido otra cosa que una ficción inventada por los débiles para culpabilizar a los fuertes, para imponer límites a su libertad y su ferocidad naturales. Las mujeres habían sido débiles, en especial a la hora de parir, en sus comienzos necesitaban vivir bajo la tutela de un protector poderoso, y a tal efecto habían inventado el amor, pero en la actualidad se habían vuelto fuertes, eran independientes y libres, habían renunciado tanto a inspirar como a experimentar un sentimiento que ya no tenía ninguna justificación concreta." Michel Houellebecq

Hay una fina línea entre la seducción y el barriobajerismo, es cierto. Hay unos minutos de diferencia entre quitarla la ropa en el sofá, descubriendo su cuerpo como si fuera nuevo, las miradas lascivas de la cama mezcladas con sudor y ver su culo contoneándose al mismo ritmo que hacen ventosas sus pasos mientras la espero entre las sábanas sin querer irme. Sexy es buscar entre la abertura de la camisa, una mirada de reojo, un roce fortuito. Sexy es una mujer dejándose llevar por la música como si no hubiera peligro de que llegara el fin del mundo.

También es verdad que, en este mundo lleno de prisas y de obviedades, una foto prácticamente explícita tendrá muchas más visitas en el mercado de la carne que pudiera ser Badoo o cualquier otra casqueria 2.0. Un hombre con abdominales explícitas y camiseta justísima o una mujer con dos tallas menos de ropa y cuatro copas de más tiene un porcentaje de éxito enorme a partir de las cuatro de la mañana, aunque la concepción de éxito es discutible. Un grupo de adolescentes se sienten mayores cuando las agujas de las miradas las percuten los shorts sentadas alrededor de alguno de sus primeros botellones. En esos casos es lógico pensar que los mensajes socialmente enviados a hombres y mujeres que acaban de descubrir su potencial sexual sean confusos.

Cuentan que en Japón y en bastantes lugares del mundo la virginidad y la elongación del tiempo destinado al cortejo y al juego de la seducción se ha convertido en una virtud, en una moda, en una especie de necesidad social. Cuentan que Japón es un pais gran consumidor de erotismo y yo, he de reconocerlo, me reconforto más con una bonita lencería que con sexo explícito, si es que hablamos de momentos de intimidad. El porno es para alguna necesidad animal que dura unos minutos y ayuda a dormir. La excitación de lo que no puedes ver pero se intuye es un alimento para la imaginación que nos diferencia. Los diálogos de las películas pornográficas, los momentos en los que ella y él se van desnudando, los lametazos, las esperas de cualquiera de ambos ante la llegada del otro, la cara del vouyeur que mira o la vecina que se roza son mucho más emocionantes que un primer plano celulítico o venoso desagradable como un documental de cuerpos embarazosos.

Me excitan mucho más los minutos que hay entre el "ven" y la cama que lo que pudiera suceder entre los minutos 10 y 12 del coito (con excepciones).  Me gustan los espejos, cuando aparecen las manos, las puntas de las lenguas mucho más que ciertas exposiciones genitales, por muy obvias que sean.

Quizá también adelgaza, con la edad, la línea que hay entre el sexo y el romanticismo.

Quizá llega un día en el que ya no quieres un polvo, sino un abrazo con final feliz.

Sin embargo he de reconocer que, aparte del saco  de críticas que la anteriormente conocida como Hanna Montana ha recibido, hay una nueva forma de llamar la atención sexual del prójimo y no me gusta. Desconozco si es por la edad, porque ya no tengo prisa o porque me he dejado llevar por el escándalo de una artimaña comercial.

Hace no muchos años socializaba bebiendo y ahora se bebe para poder socializar. Antes se seducía mejor. También, dicen, se follaba menos. Supongo que se excitaba más. Dependerá, casi como la diferencia entre un lingotazo de vodka y un combinado tranquilo, de lo que sea más importante en la cuantificación.

Independientemente que yo fantaseo con que me seduzcan y luego me follen reconozco que en cuestión de facilidades es mucho más fácil follar que seducir.

Vivimos en tiempos de esfuerzos reducidos.

26 de agosto de 2013

42

Mi madre siempre me dice que nací a las cuatro de la tarde. Me dice, casi antes de sacar ese postre de hojaldre que no me gusta y que compra todos los años, que la matrona le dijo que no se tenía que preocupar porque los niños que son muy feos son los más guapos cuando crecen y yo era francamente feo. Después insiste en que era feo porque tenía las orejas grandes y más tarde me mira emocionada casi con una lágrima rondando, me da un beso en el pelo y me dice que soy guapo.
Después se esconde en la cocina con alguna excusa para que no veamos que es, como todas las madres, un sentimiento recubierto de carne. Luego me llenará un tupper, me dirá que la avise en el momento en el que llegue a mi casa y me recuerda, como quien no quiere la cosa, lo mucho que le gustaría que tuviera a alguien. -Yo también, mamá- le respondo sin entrar en consideraciones y sin dejar florecer ese sentimiento de fracaso que tenemos los solteros que nos vemos a nosotros mismos como unos tarados incomprendidos.

Así que mi madre, que es de esas madres maravillosas que hacen croquetas mientras te recuerdan que tienes que ordenar algo y son incapaces de decir Carrefour llamándolo Roquefort (porque es comida y es francés), pone cara de circunstancia y nos dice que espera que, el año que viene, estemos todos ahí, destrozando con el cuchillo las finas hojas del hojaldre. Mi madre, que se hace un lío entre italianos famosos y llama Bertolucci a Berlusconi, se enzarza en todos los tópicos que se dicen en las celebraciones que se viven como puntos y seguido en las familias pequeñas.

Y recuerda, justo después de un momento en el que deja la mirada perdida, que mi padre estaba trabajando cuando yo nací, aunque fuera un 26 de agosto a las cuatro de la tarde.

Entonces es cuando, en medio de un silencio, mi sobrina se va a mandar whatsapp y mi hermana y yo recogemos la mesa mientras ella se queda callada intentando untar el hojaldre en el final del vaso de vino que se ha servido con la excusa de estar celebrando mi cumpleaños.

Y, en realidad, es un homenaje a su existencia.

25 de agosto de 2013

Tus fotos de vacaciones y la felicidad

Este es un mensaje para ti, para esa persona exhibicionista que llevas dentro y que pone continuamente las fotos de las playas, de las pantorrillas al sol o de las uñas de los pies. Es un mensaje para esa mierda de foto que crees original y te tiene haciendo que sujetas la torre inclinada de Pisa, agarrando la Torre Eiffel desde la punta, señalando al paisaje o sonriendo desde la piscina.

Te puedes meter las fotos por el orto.

Me importa una mierda donde hayas estado y si eres muy feliz. Me importa un cojón de pato si te has ido de fiesta y te has hecho esa foto grupal con las copas en la mano y la boca abierta, etiquetado en un grupo de esos que parece que hace una bienaventurada exaltación de la amistad. Me da igual lo que se vea desde tu habitación del hotel o el bucólico paisaje del pueblo de tus abuelos. No tengo ningún interés en la cara del extranjero de turno que se emborrachó contigo o si te tocó el culo al amanecer en una cala de Ibiza.

No quiero saber de tu intimidad.

Me pregunto qué es lo que buscas sacando tus trapos al aire de internet. Me pregunto si acaso crees que me interesa lo más mínimo los sitios por donde viajaste o las noches que pasaste en vela. Me dan igual tus siestas, tus atardeceres, tus carreteras perdidas o si te quedaste sin batería en el móvil. Sobre todo me aburre soberanamente esa felicidad absurda de postal setentera con la que me bombardeas cada día que enciendo el ordenador y te veo ahí, en una actualización, viendo cómo dices e insistes en que "te gusta" tu propia foto. Supongo que son vacaciones y estados de perfil masturbatorios. Yo, cuando me la toco, no lo publico en facebook. Cuando no lo hago, tampoco.

Algo noticiable es una cura para una enfermedad, un acuerdo entre dos enemigos que evitan algunas muertes  o un mal encaje de la naturaleza que nos recuerda que Dios no es bondadoso, pero no una foto tuya en bañador o el nombre de una calle que te haga gracia.

No hay nunca una foto decepcionante, un dia lluvioso, un desconsuelo veraniego. Nunca hay una mañana triste, una resaca dura, un amor abandonado como son los amores que te dejan con la temporada de baño. Nunca hay unas ganas de volver a casa, unas vacaciones no disfrutadas o un resquicio de cansancio.

Las fotos que pones son siempre felices y retocadas con el filtro de la felicidad, que debe de ser el más usado en instagram. Sucede lo mismo que con el filtro vintage o con el efecto licuar de photoshop: es mentira o una verdad a medias.

Las personas realmente felices no necesitan decírselo a los extraños que son sus amigos en Internet.


No hay facebook los días negros.

21 de agosto de 2013

Polvera 2.0

Hoy vi a cuatro chicas sentadas sobre un muro. Vestían igual: pantalón cortísimo, el pelo suelo, una camiseta con mensaje, algo ajustada y las sandalias con las uñas pintadas a juego de los dedos que se movían veloces y a dos manos sobre sus acariciados smartphones. La mirada fija sobre las pantallas, la conversación nula y continué mi camino, aparte de con ese estudio que dice que cuanto más se usan las redes sociales más infeliz se es, con una idea en la cabeza: 

20 de agosto de 2013

El marica de derechas.

Se acerca con una botella de agua y pide rápidamente que le pasen el porro. Tiene los ojos abiertos y claros, quizá con una mirada demasiado directa, aunque siempre mira a los demás porque, he de reconocerlo, ni se digna en saludar. Lleva un jersey sobre los hombros, una camiseta blanca y un pantalon corto terminado en unas sandalias casual pero a juego con el jersey. Y, además, es muy maricón. Es de esos que hablan fuerte y que se ríen en alto, de esos que mueven mucho las manos y parecen llevar un cartel luminoso con forma de señal de motel de carretera encima de la cabeza. No es Vaquerizo porque le sobran kilos, no es Borja Tyssen porque no tiene rubia.

-Estos negros- dice refiriéndose a los que van entre la gente con cien gorros en la cabeza, seis muestrarios de gafas y los músculos cansados de sonreir ante los "no"- deberían de saber que son una molestia en las fiestas. Alguien les debería de prohibir incordiar.

-¿Quien es éste?- pregunto.
-Pues un marica del PNV

Entonces me sorprendo a medias, que es como hay que sorprenderse para que no se note. Me sorprende que la modernidad autonómica, en contraposición con la sucia diversión tradicional de camisetas moradas andróginas del abertzalismo, se componga de un soplagaitas más pijo que BorjaMari que se siente orgulloso de despreciar por igual a los negros y a los de Burgos, porque eso corresponde a la España opresora. Me soprende que la concepción de derechos fundamentales sea para la igualdad sexual, la autodeterminación de los pueblos y la España federal pero no para los parados extremeños, los subsaharianos irregulares o todos aquellos que vienen a robar la riqueza intrínseca de la Euskadi de la que posee, por análisis de RH, título de propiedad. Me extraña que diga que todos los políticos son unos corruptos menos los de su partido y que nunca pase la chusta del porro cuando llega a sus manos mientras sigue hablando del agua que bebe para mantener la forma y ese cuerpo embriagador.

Me pregunto entonces si acaso hemos despreciado el poder fanático que pueden atesorar en sus armarios los maricas de derechas, que son los que bailan las canciones de Fangoria sintiéndose modernísimos y casi faros que iluminan las noches festivas de agosto.

Pd: verídico.

9 de agosto de 2013

Internet, el opio y la tiranía de los hombres malos

Las personas del mundo, casi como necesitados de creerse en posesión de la capacidad de poder alterar el orden de la historia, se movilizan y tuitean, hacen "me gusta" en cientos de reivindicaciones que se enfrentan a la tiranía de los hombres malos.
Y ya está. Así que en ese momento aparecemos los críticos, los asépticos predicadores que hacemos la labor de un sociólogo en paro contando los problemas como un auditor de la verdad que aparece por la fábrica de tu vida para sacarte la basura y ponerla ante tus ojos. Decimos "os quejais sin criterio". Decimos "caminais como borregos". Decimos "aleluya, arrepentíos" como si estuviéramos en los púlpitos universales.

Y ya está. Es la misma mierda pero con distinto collar.

Nada diferencia a un bloguero sesudo y cabezón de uno de esos que se levanta por la mañana y ametralla el facebook con críticas a gobiernos, fotos de flores o dando los buenos días al mundo como si fuera un dibujo animado pueril de los que se llevaban en los 80 hasta que Marco perdió a la madre.

Nos pueden diferenciar las formas, pero no los fondos. Quizá hasta podría aceptar la idea de que hay varios grados de felicidad: el que juega a los juegos de facebook es feliz, el que da los buenos días con fotos de gatos es menos feliz, el que se queja de los poderes es algo infeliz y el bloguero es un amargado de esos que mandaban cartas al director a todas horas cuando los periódicos eran algo parecido a la única manera de recibir una información veraz.

Ninguno cambiará el mundo por mucho que Google nos insista en que un congoleño podrá compartir sus conocimientos con nosotros o por mucho que Apple haga anuncios dejando caer la idea de que con un teléfono seremos más felices.

En todos los casos está el muro, cada vez mayor, que nos asusta con la idea de que es imposible franquearlo porque está hecho de los ladrillos que sólo tienen los poderosos. Uno desiste en saltarlo, otro le hace una foto, otro lo toca y otro se choca contra él, pero a ninguno se le ocurre fabricar una escalera que sustenten los demás.

Supongo que la historia es algo que sucede mientras estás actualizando tu perfil, por mucho que en él, de una forma u otra, parezca que eres un personaje de tu tiempo.

El siglo XXI ha conseguido que creas que quedarte en casa o irte de vacaciones después de hacer una queja va a reparar los daños del mundo, ha conseguido que los políticos hagan "comisiones de investigación" y se vayan a sus salones creyendo haber solucionado los problemas, ha conseguido que consideres que ahorrar es comprar más barato (en vez de no comprar o comprar con criterio), ha conseguido que millones de visitas se supongan millones de verdades y ha conseguido que esa ventanita delante de tu cara se convierta en algo más importante que la verdad.

Te lo dice un bloguero. Es decir, nadie.

Y ahora, después de quejarme un poco sobre la estupidez humana y pedir que os arrepintáis  me voy  de vacaciones. Dejaré el púlpito para que me sustituyan videos de gatos o de trompazos, fotos de viajes y de playas, sonrias impuestas y bronceados, Gibraltares e intifadas, corruptelas y sueldazos...solidaridades en unos cuantos "likes", miles de fotos de tuenti,  terremotos y maremotos.

Y algún orgasmo.

Al fin y al cabo después de las quejas y los gatos, queda el porno. Siempre nos quedará el porno. En internet es tan diferente de la realidad como todo lo demás. Hay dos cosas decepcionantes: descubrir que la realidad sucede fuera de las pantallas y que nunca, jamás, la tendré como en los vídeos ni podré hacer esos dispendios atléticos.

Por mucho que nos creamos los buenos, somos un pedazo de ello: Internet es parte de la tiranía de los hombres malos. El problema está en creerselo. El problema está en que es más fácil creérselo que negarlo. Al fin y al cabo, hoy en día Internet es el puto opio del pueblo.

7 de agosto de 2013

10 Siniestros imposibles en el XXI

Existen grupos y canciones que, aunque fueron éxitos en su momento, serían imposibles en la sociedad en la que vivimos. Cantar "podría besarte, desnudarte, pegarte y luego violarte hasta que digas sí"- que cantaban los Ronaldos sería impensable. Cantar "eres una puta, pero no lo bastante" o "Heil Hitler" de Ilegales supondría una aberración en la sociedad de bien queda en la que vivimos. No voy a meterme en la de Falangista que cantaban los Toreros Muertos o en el mensaje oculto en "yo no me llamo Javier". Cantar "voy a ser mamá, le enseñaré a vivir de la prostitución" con Almodovar o McNamara nunca supondría que el primero terminase siendo el orgulo patrio recogiendo un oscar.

Si hay un grupo irrepetible y maravilloso que puede representar lo que intento decir en 10 canciones es Siniestro Total. Ninguna, absolutamente ninguna de las canciones puestas a continuación, tendría repercusión o publicidad y, sin embargo, son parte de nuestra historía y sigo subiendo el volumen cada vez que aparecen por mi vida.

1-Que tal Homosexual
2- Bailaré sobre tu tumba
3- Me pica un huevo
4- Mata hippies en las Cies
5- Ayatolah no me toques la pirola
6- Dios Salve al Conselleiro (Gibraltar Euskadi da (Gibraltar es Euskadi), con Poch)
7- Más vale ser punky que maricón de playa
8- Alégrame el día
9- Todo por la napia
10- La sociedad es la culpable

Y "Hoy voy a asesinarte", y "cuenca minera", y "assumpta", y todas las demás.

6 de agosto de 2013

Llaves, contactos, cartas y la acumulación compulsiva

Tengo los llaveros llenos de llaves. Dicho así parece una obviedad aunque la realidad es que de entre todas esas que van haciendo ruido y agujeros en el bolsillo derechos del pantalón, que es donde se me hacen a mi los agujeros de la misma forma que los desgastes son en la entrepierna debido a alguna malformación de la parte interior de mis muslos, de todas esas llaves uso un par. Las demás desconozco para qué las tengo.

Pero las tengo.

Guardo la llave de la casa de mi madre y la copia de la llave del buzón. Claro que mi madre hizo obra y cambió la puerta, me dió otra llave y la puse en su llavero correspondiente. No quité la antigua y ahora, cuando quiero quitarme peso, no recuerdo cual es la que no me hace falta. Así que, como un diógenes cualquiera, la guardo por si acaso. También tengo la llave del cuarto de calderas que me dieron en la reunión de vecinos del 2008. La junté con las demás para organizarla cuando subiera a mi casa pero discutí con la tontaina del tercero por la puerta del garaje y al volver dejé todo sobre la mesa del salón y nunca la quité. Tampoco he ido nunca al cuarto de calderas, pero quien sabe. Algún día tengo que hacer un tour por mi edificio.

Hay llaves que he usado mucho, pero en otro tiempo. No las tengo etiquetadas porque eso es un riesgo extra si es que algún mangante se queda con mi kit de sereno. Son llaves, sin más. A veces cuando las saco para cambiarlas de bolsillo tengo la sensación de ser un tipo con muchas casas o con la posibilidad de abrir muchas puertas pero el problema es que no sé cuales son las puertas que se abren.

Pasa casi como con los contactos del teléfono. Al contrario que las personas que guardan ordenadamente los nombres y los apellidos de sus amigos, conocidos, amantes, enemigos y todo lo anterior, yo guardo los contactos de una manera anárquica. Puedo conocer a Juana en un bar llamado Sol y tengo a JSol en mi agenda, sin atreverme a borrarla porque podría ser Javier Solano o Juan Sanchez, que tampoco sé quienes son. Tengo a personas etiquetadas por el nombre de sus parejas, cuando eran sus parejas, y ahora han ido a la comunión de los hijos que tienen con otras personas desconocidas para mi. Pero no lo borré y la informática, casi como los bolsillos grandes, hace que haya lugar para todas esas catástrofes.

En una consideración más moderna pero igual de absurda he de reconocer que no hablo y me importan bastante poco el 95% de mis contactos en facebook (partiendo de que facebook cada día me importa menos) pero no los borro. Alguno pensará que lo hago por esa curiosidad mórbida del voyeur que todos llevamos dentro pero, en realidad, es por vagancia o por pensar si acaso algún día pudiera necesitar hacer uso de esa petición de favor oculta en un "como somos amigos...", que es la que me hacen cuando no encuentran la actualización de java o quieren precio de un nuevo gadget.

Con las cartas del banco sobre la mesa de la cocina, que se acumulan sin parar, me pasa algo parecido. En ese caso tengo miedo a abrirlas porque los saldos bancarios me producen taquicardias pero las dejo por si algún dia encuentro el valor suficiente.

Con los periódicos antiguos que se acumulan en la balda de lectura del cuarto de baño sucede que son mi mejor compañero y me divierte recordar a Zapatero diciendo que no había crisis o que Rajoy nos iba a hacer ricos a todos. Además eso es mucho mejor que actualizar facebook mientras hago aguas mayores o dedicarme al procrastinante acto de lanzar cerdos.

En realidad, que de eso va todo esto, acumulo sin cesar miles de cosas que no me valen para nada y me pregunto si acaso estarán llenado el hueco necesario para las nuevas. No lo hago con maldad ni con intención, pero lo hago. Tengo llaves que abren puertas que no quiero abrir o que desconozco que puedo abrir, periódicos que me sé de memoria, contactos que no contacto y , sin embargo, soy de los que tintinean por la calle.

Debe de ser una enfermedad.

5 de agosto de 2013

Independientes (el documental)

Si alguien asegura que sabe de música, al menos respecto de la música (de la buena) en los últimos años y en este pais, deberia de saberse este documental de memoria. Porque, aunque Melendi, Malú, Bisbal y los 40 principales digan lo contrario, seguimos siendo un territorio de Artistas.

1 de agosto de 2013

Borja y las alemanas

Desconozco el año, porque soy horrible para las fechas, pero debería de ser allá por mis 20 y eso es porque tenía ese Golf GTI 16V blanco que era la envidia de mis conocidos. Estábamos en la playa, más o menos en julio y vivíamos en esa desidia que se tiene en los primeros días del verano. Así que nos dedicamos a hablar y fanfarronear de nuestras andanzas. Borja, que era de esos a los que les gustaba edulcorar sus historias, empezó a comentar que se había acostado con una alemana en un camping cercano y que era alta y guapa, violenta y promíscua, delgada y fácil. Todas esas eran virtudes que se exageran en esa edad. Dijo, sin darse cuenta, que estaba con una amiga. Yo dije que no me lo creía. Eso siempre es un reto entre machos alfa, que son todos los machos postadolescentes. "Vamos a verlo". "Vamos"-dije recogiendo la toalla. "En quince minutos en mi portal".

Así que nos fuimos a un camping. Allí buscamos un coche y resultó ser de esos roñosos y cuadrados Trabant de la alemania del este. "Aquí es"- me dijo. Así que esperamos junto a una tienda de campaña y aparecieron dos chicas. Una de esas delgadas huesudas con el pelo sucio y la cara alargada (que era el pibón) y otra que estoy convencido que se dedicaba a entrenar, rellenada con esteroides, el lanzamiento de martillo con idea de participar en algunas olimpiadas de la RDA. "Si que es fea la tuya"- me dijo. "La tuya no se parece a lo que me contaste"- respondí.

Sin embargo nos quedamos alli porque las buenas muchachas, en un gesto extraño para nos y nuestra vergüenza, se cambiaron de ropa ante nosotros. Nos fuimos a tomar algo. No bebieron y pudimos saber que nuestro inglés era un desastre. No las emborrachamos ni las tocamos ni nos bañamos desnudos en la playa. Solamente paseamos por un pueblo costero, intentamos hacer chistes y nos dejamos ver con un par de extranjeras como si eso nos hiciera más machos. Después volvimos al camping y nos ofrecieron dormir con ellas. Literalmente, aunque no eran bellezones, se nos hizo el culo cocacola. Borja se acercó a la suya y yo al saco de dormir donde la hermana putativa alemana de Shrek empezaba a roncar. La delgada, con una camiseta y unas bragas blancas algo castigadas por el hippismo, respiraba fuerte. Borja y yo nos miramos. "chss, estas tias dan calor y roncan". "Si"- respondió. "Pero... ¿no nos iban a follar?"- le dije. "Estará cansada de todo lo que le hice ayer"- me aseguró con una sonrisa pícara de la que no me creí nada. "Mira, tío, que les den a las alemanas. Aquí estoy mal. ¿Nos vamos al coche a dormir?"- "Vale".

Y Borja y yo nos despertamos en los asientos de mi coche con la luz de la mañana. Nos fuimos a la cafeteria del camping y nos comimos un par de croissant sin pensar ni por un momento despertar a las muchachas. Nos volvimos a nuestra playa y dijimos a todos que habíamos pasado la noche con dos alemanas en una tienda de campaña, como la canción.

Nunca dimos más detalles.

Hoy he visto como Borja tenía su cara entre las esquelas del periódico y he creído un buen momento para hacer pública la verdad de aquella historia.

Qepd. (38 años)