Todas las generaciones han tenido su ídolo, su música, su moda y, cómo no, sus miedos.
Mis padres se criaron con un miedo al hambre de la postguerra.
Yo viví desafortunadamente (como el señor insustancial dice con aplomo y perfeccion lingüística) en esa generación que creció al amparo del riesgo nuclear y que nos despertamos a la tecnología con Juegos de Guerra, adivinando que jugar al tres en raya es como luchar sin orden: pierden todos, profesor Falken.
Después vino el miedo al Sida (que ayer se celebró el día mundial contra él)
Y el miedo actual es a quedarse sin conexión y no poder entrar en el Tuenti o, lo que es mucho peor, que te borren como amigo.
Supongo que son otros tipos de miedos porque, en realidad, ni dejamos de comer un día, ni explotó un hongo nuclear, ni nos contagiamos (aún, y a estas alturas menos) y ya sabemos que la banda ancha es un derecho universal.
Sin embargo algunos murieron de hambre, otros se infectaron sin quererlo ni merecerlo, explotaron un par de bombas que mataron a demasiados y demasiados mienten en el Tuenti.
En definitiva, sólo son miedos.
Sin embargo este exceso de información que nos rodea, que nos vigila y comercia con nuestras inquietudes (que se llama Google) ha publicado los datos de los términos más puestos en buscadores el año 2009 y han sido Michael Jackson, Facebook, Tuenti y Twitter
Por lo que el hambre, el Sida y la guerra termonuclear mundial han pasado al baul de los temores.
Y aunque los músicos tengan miedo a Internet, el premio nobel de la paz haya ordenado mandar 30.000 soldados más a la guerra (curiosa paradoja), la mayoría de nosotros tengamos pánico a quedarnos sin trabajo pero con hipoteca y en Suecia sólo dejen donar sangre a homosexuales castos hay una empresa que ha decidido meter todo en un saco y sacar un perfume con el que se van a hacer de oro en navidades: Ó de Michael, la esencia con el ADN de Michael Jackson que, a fin de cuentas, es lo que buscamos cuando dejamos a un lado los miedos y tenemos esa malévola y blanca pantalla de Google delante.
El resto sólo son miedos de alguna generación que infravalora el miedo a la soledad y castiga el romanticismo.
Pd: Otros títulos de esta colección: Miedos infantiles.
Pd2: Another hits (one more time) El miedo.
brillante.
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