11 de septiembre de 2024

Contra los poderosos, la excusa de los que mandan.

Existe toda una generación que irrumpió en este mundo para luchar contra los poderosos, y eso es bonito. Sentirse parte de un grupo maltratado. Buscar una manera de no discriminar al inferior, al pobre, al que ha tenido menos oportunidades. Cooperar. Reciclar. Establecer respuestas obvias a problemas complejos y escribirlas en carteles con rotuladores Carioca de colores. Sentirse un anarquista gritando a los cuatro vientos que no le dejan ser libre mientras le graban para el telediario y le escolta la policía en una manifestación autorizada por el ayuntamiento, con todos los permisos en regla.

Y un día, porque la vida avanza y porque la generación que viene por detrás es a la que le toca, se convierten en los poderosos. 

Dirigen las empresas de sus padres, acceden a los puestos del consejo de administración, algunos tienen éxito en sus empresas y contratan empleados, se presentan a las elecciones y logran vicepresidencias, ministerios, salarios importantes. Alguno tiene un programa en prime time con su grupo de colegas de siempre.

Pero, como son incapaces de hacer lo que era "tan sencillo", siguen luchando contra los poderosos. Si no los encuentran, se los inventan. Si no se los inventan, crean conspiraciones o mantienen vivos a los muertos. Alguno, incluso, descubre que es poderoso sin saberlo mientras va en el metro a una empresa dirigida por un joven recién llegado que ha afirmado en una entrevista que lucha contra él. Viene a ser como cuando Sabina ya era rico y seguía haciendo canciones contando que se iba en furgoneta con una amante ocasional mientras les detenía la policía por quererse ( o algo así). El sueño americano no debería ser preparar paquetes en Amazon.

Así que tenemos empresas que dicen que son verdes y luchan contra la deforestación pero colaboran en las guerras de África para sacar los recursos más baratos. Políticos que nunca harían lo que están haciendo. Empresas que tratan a sus empleados (o falsos autónomos o lo que se llame) peor que el principio de la revolución industrial. Ni bajó la luz ni se acabaron los desahucios. Quizá porque ya ahorraron para pagarse una segunda vivienda y un coche de combustión. Algunos, ansiosos de experiencias, pagan billetes carísimos para hacer turismo espacial.

Pero lo más curioso, y en eso se diferencian de las generaciones anteriores, es que siguen teniendo que mantener el discurso de luchar contra los poderosos, aunque los poderosos sean, precisamente, ellos. Sabina tiene un buen disco llamado Juez y Parte. Cantaba "cuando era más joven".


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