La naturaleza humana es caprichosa y obstinada. Muchas, quizá demasiadas cosas de las que hacemos vienen determinadas simplemente por el hecho de ser animales. Como animales que somos, irracionales y con instintos, nos inclinamos extrañamente hacia determinados lados. Un ejemplo, no determinante para el dia de hoy, es eso de sentir atracción por aquellas personas que nos parecen más fértiles o que disponen de las posibilidades adecuadas para algo parecido a la subsistencia en el tiempo de nuestros genes. Lo llaman "el gen egoista".
-Me acabo de separar- comentaba. -Mi exmarido - seguía como si estuviera despechada- ha dicho que mi adicción a la cocaína lo ha arruinado todo-. En ese momento es cuando, instintivamente pasé a sus brazos raquíticos, su dentadura amarillenta y no podía dejar de ver las fosas nasales. Seré un clasista, probablemente, pero se me quitaron las ganas que tampoco tenía.
Supongo que, de la misma manera que las yonkis acarrean algún punto negativo, el dinero y los posibles, así como irradiar alegria y jolgorio, puntúan en la otra dirección. Cuentan que los monos más idiotas son los más populares en sus comunidades. Claro que el concepto "idiota", en el estudio, se refiere a codiciosos y problemáticos. Yo siempre he pensado que el "idiota" era el cuñado, el que le decía a Sócrates que si sabía que no sabía nada, ya lo sabía él mucho antes.
Ayer oí en la radio que los seres humanos buscamos que alguien nos quiera (o se preocupe por nosotros) porque eso responde al instinto de supervivencia. No somos capaces de sobrevivir por nosotros mismos, aunque nos empeñemos en ello. Viene a ser lo mismo que buscar el reconocimiento y pertenencia a un grupo que nos acoge, porque en un grupo las posibilidades de subsistir son mayores. Llevo un tiempo que ni una cosa ni la otra, y reconozco que escuece. Esa búsqueda es de la que se nutren las redes, las modas y muchas decisiones que tomamos sin pensar. Llevar hombreras en los 80 o la mierda de foto del ala del avión responden a la necesidad de pertenencia a un grupo. Vamos, lo mismo que decía tu madre cuando te preguntaba que si tu amigo salta de un acantilado deberías saltar tú. La respuesta racional es que no porque tu amigo es un imbécil pero la natural es que si porque te hace sentir que eres uno más del grupo. La necesidad de pertenencia es mucho más poderosa de lo que parece cuando se racionaliza.
Si algo tiene el verano es que esa necesidad de pertenencia se acentúa. Nos hacemos amigos para siempre de gente que no estará en septiembre. Realizamos las mismas fotos de mierda que hacen todos los turistas y nos vestimos ridículamente. Ponemos la foto de la barbacoa y la del atardecer. La de los pies en la playa y alguna con las marcas del sol. Dos referencias a chiringuitos y alguna "in intínere" desde el paraíso hasta el edén. Todo ello son intentos ridículos, incluído el enfoque infame del concierto, de gritar que somos uno más. El mono que tenemos dentro hace click en "publicar".Pero no solamente es publicar, sino dejar bien claro que somos personas resolutivas, resueltas ( que no es lo mismo) y válidas. Que a nuestro lado, queriéndonos un poco, podrás ser tan feliz como te estamos demostrando que somos. Te estoy diciendo que si me quieres tu vida será mejor porque irás en barco y verás campos de girasoles al atardecer. No hay alergias, ni resacas, ni colchones duros. Nadie que va de caravana te cuenta lo maravilloso que es cagar en una cuneta.
Así que en esas estamos: recibiendo una y otra vez fotos, publicaciones y maravillosas postales acompañadas de mensajes enriquecedores mientras dura el verano. De lo que no te has dado cuenta es que quien está disfrutando es el mono que llevas dentro. Ojo, que los "idiotas" publican más porque se sienten más populares. Porque el gen egoista permanece y el gen altruista desaparece.
Pd: Una cosa es que nuestra naturaleza nos intente llevar por determinados caminos y otra que los cojamos. Nadie te dice, a veces, que uno de esos caminos está lleno de dragones pero sí que es verdad que nos quieran sienta bien, casi igual que pertenecer a un grupo. Algunos aprendimos demasiado pronto que no había que tirarse del acantilado aunque lo hiciera tu amigo. Pero te quedaste sin amigo y quien te tenía que querer, porque lo hiciste fatal, se fue con un mono. Les va bien, supongo.
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