29 de septiembre de 2018

Bien por ti

El propósito olvidado Los cielos que has tocado El juego de asistir y sabotear Mal que bien nos entendemos a todos los efectos. Queremos lo que nadie quiere echar de menos. Con los pies en otros lodos en los equivocados más días de tragarse la pared. Ten presente en el futuro que el lado más oscuro se nutre de tu inmensa luz. Miento cuando digo que te miento cuando digo que te miento cuando digo que me hace falta espacio. Miento cuando digo que te miento cuando digo que te miento cuando digo que me hace falta espacio. Y miento cuando digo que te miento cuando digo que te miento cuando digo que me hace falta espacio. ... Miento cuando digo que te miento cuando digo que te miento cuando digo que me hace falta espacio.

28 de septiembre de 2018

Telegraph Road

Sigue siendo una de las tres mejores canciones de la historia. Imprescindible con letra.
...Well, I'd sooner forget, but I remember those nights Yeah, life was just a bet on a race between the lights You had your hand on my shoulder, you had your hand in my hair Now you act a little colder like you don't seem to care But just believe in me baby and I'll take you away From out of this darkness and into the day From these rivers of headlights, these rivers of rain From the anger that lives on the streets with these names 'Cause I've run every red light on memory lane I've seen desperation explode into flames And I don't wanna see it again From all of these signs saying "sorry but we're closed" All the way down the Telegraph Road

27 de septiembre de 2018

3*100= 300

A veces es el desconocimiento absoluto de momento en el que hay que tirar la toalla o el lugar exacto de equilibrio entre sacrificarse hasta el punto en el que el dolor de los huesos sea algo conocido y la desconocida sensación de estar degustando el paso del tiempo sin preocuparse de nada más. Quizá encontrar ese lugar sea conocer un sitio en el que poder pararse. Los jueves se acumulan sobre los músculos de mi espalda. "no hay ningún ser vivo que me espere"- es la excusa que pongo a última hora para quedarme un poco más. 

Un entrenador contaba que Drazen Petrovic se quedaba después de los entrenamientos para tirar triples. Uno detrás de otro hasta llegar a cien canastas. Yo lo he hecho alguna vez pero nunca me han llamado de la NBA. Al final del día, de noche, que es cuando las ruedas de los vehículos suenan sobre el asfalto como mil plantas de maiz azotadas por el viento en la soledad del campo, vuelvo a casa con otro músculo magullado.

Es jueves. Hay una luz con forma de sofá al fondo y nunca he entendido de donde saca la energía quien acelera el ritmo durante el viernes por la tarde hasta pasada la sobremesa del domingo. Creo en ese concepto anacrónico de la energía limitada, la economía no infinita y los medios reducidos a los que hay que sacar un máximo rendimiento. Genero muy poca basura y hay veces, no lo voy a negar, en la que me confundo con las bolsas que saco, cívicamente, antes de moder los dientes y gastar otro día más sin saber exactamente si llegaré a las cien canastas. Ni siquiera sé si, siguiendo la metáfora, me equivoqué de deporte.

Sigo lanzando triples cada día. Intento no pensar en haberme convertido en un experto en algo que ya no vale, como un fabricante de botas de vino con odre de animales curtidos. Un artesano sin industria. Un artista en el mundo digital que no quiere pagar por nada. Uno que vuelve a casa cada día para seguir mañana. Como la canción: "otro día en blanco, otro día sin premio, otra noche sin sueño y mañana otro tanto. Otro día vigilante y atento perdido en el inútil empeño de acabar lo que empiezo, de cerrar este circulo, de abrir otro nuevo que me lleve al siguiente. Llegar a algún sitio. Poder descansar"

26 de septiembre de 2018

YO molo ergo exijo.

En el siglo XXI estamos aprendiendo, con una celeridad casi pasmosa, la importancia del yo. En realidad hay una similitud tremenda entre una red social de ligue con el mundo real. En una red de aquellas pone, bajo la foto en la que la muchacha aparece estupenda a más no poder, que quiere un tipo de más de 1.80m, vegano, con bicicleta, que le guste bailar salsa, que sea independentista extremeño y que su perro tenga un nombre que empiece por la letra E. Por supuesto, insiste, que no tiene tiempo para perder y que lo que quiere es una relación seria que dure, a ser posible, para toda la vida. Ala, con dos cojones. Además lo curioso es que si acaso se le pregunta el motivo por el que parece que está haciendo la selección de personal del cuerpo de bomberos de su pueblo, se enfada. Jose Luis Lopez Vazquez (un admirador, un amigo, un esclavo, un siervo) no tiene descendencia en el mundo que nos espera.
El problema es cuando el tipo de 1.80, vegano, no fumador y con su perro Elfo (porque es fan del señor de los anillos) resulta que es tonto o que la muchacha que ha puesto todas esas condiciones se coma unos filetes de un dedo de grosor. Quien sabe. Conozco empresas que piden ingenieros termonucleares para fregar el suelo de la oficina. Dicen que Escriba de Balaguer se jactaba de tener camareras con la carrera de derecho terminada. El caso es pedir porque lo que importa es el yo.

Pdro en el helicóptero es un ejemplo. Su mujer, Bgña, que ya es más conocida que la mujer del anterior presidente, es un ejemplo doble. Importa el yo. Lo curioso es que esa adoración del YO (Macrón, por ejemplo) tiene una especie de rentabilidad social extraña no muy diferente a ser adorado por tener un coche molón cerca de la crisis de los 50 y, además, irradiar la necesidad de ser adorado más porque uno se adora a si mismo de forma inconmensurable. YO MOLO. Y votarle o seguirle viene a ser como querer estar del lado del malo de clase porque si el se gusta quizá a su lado yo aprenda a gustarme un poco más. Cosas del comportamiento humano más ancestral.

Si me preocupo de los demás soy uno más pero si soy un ególatra que busco mi satisfacción personal me hacen líder. Los nuevos faros que guían el mundo (Trump, Putin, Chiripas, Pdro, el de los calcetines de Canadá, cualquiera de Sudamérica, Kim Nuclear...) están cortados por perfiles ególatras muy marcados. Un ególatra con poder es un tirano en potencia.

Esa extraña forma de ser líder, en menor medida, la hemos interiorizado en nuestro día a día. Cuando un muchacho accede a una entrevista de trabajo pregunta por su salario y sus vacaciones. Su. Dispone de herramientas en la cabeza para defenderse de un mundo en el que le han contado que va a ser pisado si no se hace valer. Y la manera de hacerse valer es olvidarse de todo lo que no le atañe. Cerrar sus, otra vez, responsabilidades al mínimo y encontrar, siempre, alguna excusa que le exima de responsabilidad. Hace una semana salió una chica detrás de unos niñatos que le habían robado la caja en una tienda. Yo la vi salir corriendo y me acerqué al local. Allí un chico, uniformado, miraba hacia la calle. "¿Eres de aquí?"- le pregunté. "Si". "Anda, llama a la policía"- le dije. Me respondió que sin una orden expresa de su jefa no podía hacer nada. "Pero tu jefa es la que ha salido corriendo"- le dije. "Si"- respondió mientras seguía abotargado mirando a la calle como un robot sin instrucciones. Y llamé yo. Pensé el motivo por el que actuaba así y llegué a la conclusión que para algunos la mejor manera de no cagarla es no hacer nada. O que simplemente en SU contrato no ponía nada de eso. "No ser un idiota" debería ser una cláusula obligada.

Estamos enseñando a poner las necesidades propias por encima de las del grupo, aunque el grupo sea la propia familia o los compañeros de trabajo. Jamás he entendido al trabajador que sabotea a sus compañeros perjudicando , con ello, a su propia empresa y en consecuencia a si mismo.

Y también, volviendo otra vez al principio, hemos aprendido a mentir como quien hincha su currículum con un par de másters. ¿Vegano y de 1.80m? Pues yo mismo. Me pondré alzas, como Sarkozy.

A ver si al final la verdad, que suele ser menos emocionante, no va a estar de moda.
No. No lo está. Tampoco hacer equipo.

Y cada vez más tu, y cada vez más yo. Sin rastro de nosotros. (2:14)

21 de septiembre de 2018

Resumen de las relaciones modernas: Para mi.



Extra (literatura, por si hay dudas)

-Impaciente es mi segundo apellido- me dijo después de mil trescientos veinte mensajes en los que quedaba bastante claro el concepto de ganas. Ganas de vernos y de comernos, de ver si lo que, contemporáneamente previamente visto en foto, resultaba tan turgente en realidad. Fue una de esas ocasiones en las que se han pasado por alto los protocolos del conocimiento. Saber si la tortilla de patatas era con o sin cebolla. En realidad era sin cebolla y eso siempre es un  punto a favor. Pero no habíamos hablado de nosotros, casi en un reflejo de lo que es la modernidad. La misma que reduce los elementos solamente a los de interés para el caso que refleja. Si vamos a jugar fútbol  lo que nos importa es la habilidad con el balón. Si vamos a hablar de filosofía, saber si eres de Lacan o si Sócrates es tu aliado. Pero de lo que habíamos hablado es de la forma de los  dedos alrededor del cuerpo.  Habíamos hablado de saliva y del sonido ahogado que se oye por los vecinos a través de los breves tabiques de las casas que se construyeron cuando el ladrillo era una inversión  rentable. “Yo no soy de esas” repetía en algún mensaje de manera casi despectiva cuando planificaba la hora a la que yo iba a llegar, entre alguna foto de su cuarto de baño para ver si aceleraba algo más.
Estaba sentada en un banco, con unas zapatillas planas para no parecer más alta que yo. Con un vestido prieto y transparente. Con una sonrisa expectante, el pelo medianamente recogido y me llamó “cariño” antes de besarme. Quiso cogerme de la mano pero sé que es algo a lo que no me dejo. Puedo responder explícitamente a impulsos fotográficos pero después, como si fuera un arranque de vergüenza, soy incapaz de dar la mano. Estuvimos recorriendo bares cerrados e intentamos hablar de temas inmunes hasta llegar a su casa. Se descalzó en la cocina y yo hice lo mismo pero sin zapatillas. Me  llevó, a besos con  lengua, hasta su cama. Se desnudó o la desnudé, da igual, sin tiempo a que hiciera lo mismo. La vi, horizontal, mordiéndose un dedo mirando al techo, diez minutos después. “Impaciente” es el segundo apellido de su cuerpo.
No tuvimos tiempo de hablar ni yo de descubrir donde habían caído los pantalones. Pasó sus pechos por mis piernas para, supongo, que los notase. Vi fotos en sus paredes y esos muñecos que se tienen como pequeños árboles en la cómoda de la habitación donde se dejan las joyas o los abalorios. Tenía una televisión escondida en el armario a medio abrir. Las chaquetas en el de la entrada. Agua en la parte de debajo de la mesilla. Sonreía tumbada  en el lado más cercano a la puerta, que es el que eligen la mayor parte de las mujeres cuando mandan en la cama. Se durmió  con un camisón breve y acaparando la piel. Tenía tatuado “Carpe Diem” en el brazo y señales para preguntar en los tobillos.
Nos despertamos con el roce y el amanecer. Casi como si fuera una costumbre o una rutina me dio un beso antes de ir a la ducha. Yo descubrí la casa como si fuera, que lo era,  la primera vez y me quedé mirando los imanes de la nevera con todos esos recuerdos que dicen de los moradores mucho más de lo que habíamos compartido de nuestros fantasmas o de nuestras mochilas. Habíamos empezado por la piel, que es un inicio incorrecto pero satisfactorio. Había hablado de su cuerpo generoso, y no era ninguna mentira. Quiso entrar en el baño cuando yo estaba en la ducha, como si nos conociéramos desde hace eones. No entró en las preguntas sin interrogantes sobre militancias o sueños cuando le pregunté si había café detrás de los imanes. No había café. Nos despedimos en su puerta mientras, desde un coche, alguien que la esperaba estoy seguro que podía vernos. Me lanzó un beso por la ventanilla cuando les adelanté. Tuve una extraña sensación de tener que cumplir un papel que solamente se consigue con ensayo y con tiempo.
Volví a mi  vida. A mis fantasmas. A mis pequeños retos. A un catarro que no se había arreglado con una noche sin ropa.
“No me llamas”-escribió en un mensaje que me pareció inmediato, aunque no lo era. “No es mi mejor día”- respondí sin entrar en detalles. “Dime en qué te puedo ayudar”- siguió. No se puede ayudar a alguien sin datos, sin saber el lugar del que viene o cuales son las piedras en las que está acostumbrado a tropezar. Tampoco se puede, por mucho que las películas digan lo contrario, lograr un sueño en los diez minutos que tardó en correrse. “Me estás faltando al respeto”-  dedujo en un par de horas, aunque fuera una deducción incorrecta. Y luego me insultó,  me borró, desapareció. “Impaciente” es el apellido de sus fantasmas.
Y si hubiera empezado por ellos, dentro de la serenidad, estaríamos tomando un café. Quien sabe qué hubiera pasado después. Probablemente nada porque yo no doy la mano y en el cuarto de baño prefiero estar solo.
Cada uno tiene lo suyo.
Estoy seguro que su impaciencia le hará olvidarse con una facilidad pasmosa. Tiene fines de semana por delante en abundancia y una piel muy agradecida.
Demasiado rápido para mí. Militamos en lados diferentes , y salvajes, de la vida.

13 de septiembre de 2018

Porno, chocolate y soledad.

El porno y el chocolate son lo mismo: sucedáneos. Por un segundo, en algunos casos un poco más, mienten al cerebro y a los sentidos creyendo vivir una experiencia excepcionalmente fuera de común. Un momento después vuelve el silencio y ese regusto en la lengua a cotidianeidad, a silencio y a poder ocupar toda la cama sin el confort de poderse sentir protegido con alguien respirando a un lado. Nunca duermen en las películas porno y nunca, nunca, comen sano en los anuncios de chocolate.

Pau Ninja, que es un ejemplo bastante discutible de la exaltación de la cultura moderna, hizo un libro sobre lo que sentía mientras estuvo 90 días sin masturbarse. También dice que la felicidad puede parecerse a una cabaña de montaña, una chica y un perro de tres patas. No dice nada del chocolate y, por supuesto, nada de posturas porno que terminan con  lesiones en músculos desconocidos. Conozco a quien me confesó que había conocido a un muchacho y que estuvo un buen rato preguntándose el lugar donde escondía las cámaras porque más que estar con ella parecía que se gustaba. Que aquello no fue grato por mucho que cumpliera los cánones de la magnificación corporal porque no estaban juntos sino ella en su cama y él en su propia película porno. Y es que resulta un tipo de cine en el que participar no es tan divertido como pudiera parecer. Es igual que reconocer que un  baño en chocolate tiene pinta de ser algo demasiado pringoso.

Dicen que el chocolate, que tiene feniletilamina, genera una sensación similar a la de estar enamorado. También se sabe que el porno activa las neuronas espejo y que  produce algo muy loco llamado erección  visual. El día mundial del porno es el 8 de septiembre y el del chocolate hoy (13/8). Efemérides aparte, tú, yo y el vecino del tercero en algún momento hemos caído en las garras del placer solitario en uno u otro sentido: el gastronómico y el onanista. Pueden ser nubes de gominolas, hacértelo con la mano izquierda o comer pipas mientras incrementas las estadísticas de pornhub (somos el 13 en 2016). Es algo que, como la soledad, va en aumento. Y lo hace, desde mi tristemente experimentado punto de vista, desde el miedo cada vez mayor a enfrentarnos a los miedos que atacan con más fuerza en cuanto otro cuerpo se acerca a nuestra piel. Ahí salen las miserias que nos poseen, las taras que no nos gusta mostrar, las mil veces que nos quisimos vengar de todas las veces que nos hicieron daño. Y entonces nos escondemos. Es mucho más fácil un polvo que hablar sin miedo en la cama. Mucho más fácil ver porno creyendo que es un polvo. Más sencillo sentarse a comer chocolate que una conversación que te haga crecer en la sobremesa o mientras anochece.

Son síntomas de soledad, diagnosticada como epidemia para el 2030.
Sucedáneos a los que recurrir por miedo a nosotros mismos.

Dicen que el cacao se acabará en el 2050 y que todos los actores porno serán iguales.

Te aseguro que es mucho mejor comer sano y, supongo, reírse durante el sexo. Cómplices y bien alimentados. No se come mejor que en casa en ningún sitio y es por eso por lo que se busca esa infinita sensación a hogar. En todo.
Pd: la canción es de Tahures Zurdos. Tengo el disco.

9 de septiembre de 2018

13:14

A veces no sabemos lo que hay detrás de algo o de alguien hasta que le prestamos la atención que se merece. Desde ese punto de vista El Lichis (Miguel Angel Hernando Trillo, 1970) es, sin lugar a dudas, uno de los grandes letristas de este país. Aquí sólo hay unas cuantas de las mil canciones (que no son rumbas comerciales como la miserable "no me llames iluso") (bueno, "ay!, poetas lo es", disculpas) en las que siempre existe un punto personal e intransferible, como una contraseña, que te toca la parte más mundana de lo que eres.
Cansado de buscarme algún sonido en Londres planté kilos de tomates en Proyecto Hombre.  Me vino un deje del sur cuando perdi el norte.  No pido que se haga la luz rezo porque no la corten :Son las 13:14 de un día de mierda te partes la polla, te mata la pena.  Cenicienta impenitente, nada es para siempre no sé si sonríes o enseñas los dientes.  Cada vez que me dolía te sacaba en una letra,  que se joda la poesía si es a costa del poeta.(bis) Ni las musas son tan caras ni hay rima que lo merezca.  Cuando voy a Sevilla siempre voy en coma, siempre en la brecha con un sol de limón que no me deja dormir porque me atorra por la ventanilla derecha Si no me huele a azahar,  si no me encuentro alegría moriré de pena matando tu recuerdo a base de polen, pornografía y poleo menta Son las 13:14 de un día de mierda te partes la polla, te mata la pena.  Cenicienta impenitente, nada es para siempre no sé si sonríes o enseñas los dientes.  Cada vez que me dolía te sacaba en una letra,  que se joda la poesía si es a costa del poeta.(bis) .. Nadie está libre de mal porque el mal nunca descansa.  Lo sabe Superman.  Todos a casa

Otros ejemplos del gran letrista y antihéroe que es el lichis:

A) no se quien soy no se quien fui. A veces pienso en los lugares donde dices que estuve, Llegamos alto, con las estrellas, me confundí entre ellas. Vomite todo el champagne sobre tu alfombra persa, muñecos rotos Antes de olvidarte, tengo que llorarte la piel, no pain no gain, duele su puta madre

B) me llego a doler tanto que intente suicidarme  ahogando mis carnes morenas en Coca-cola ,tomandome una aspirina con Bayleis  y quise bajar al infierno tocando  el Starway to heaven al revés.

C) rebela tu fragilidad , rebela una señal real de vida  Va a ser aquí ,va a ser así , va a ser ahora . Es el milagro de tu voz 

D) María y Amaranta están de luna de hiel. Son una trenza de carne y de piel sobre mi cama. Son sequía y gota fría, son asma y pranayama Y entonces... decidí no regresar jamás a casa Y apechugo como un hombre, y lloro como un niño Y me siento tonto y feliz como un villancico  Y le gasto el nombre al amor, canción a canción Dipsomanía de cariño

(Dipsomania (rae): alcoholismo)


Pd: extra super bonus track (mis amigas hartas de tanto borracho impertinente , van a ponerse cachondas a los bares de ambiente)


8 de septiembre de 2018

Septiembre, mes de cobardes.

Existen una serie de elementos o avatares de la vida que resultan desconcertantes cuando se piensa en ellos. El ejemplo más claro es el amor de verano. Ese que te dice que te quiere y que no quiere dejar de verte, de acariciarte con la tranquilidad y el calor que dan las noches junto a la costa. Es una de esas cosas que te gusta creer, de aquello que es capaz de tranquilizarte y de hacerte pensar que si, que esta vez sí, que ésta es la definitiva. Después llega septiembre y empiezan las tormentas, bajan las temperaturas y, por alguna razón que nadie es capaz de entender, la vida de verdad saca la sierra mecánica contra los sueños, partiéndolos en dos.

Otro de los grandes desconciertos es la amistad. Algo que suena a valor infinito y que, un día, ya no está. Normalmente los mejores amigos desaparecen como los amantes que se iban a quedar y ya no responden a los mensajes. Ella dijo "aunque no quieras yo siempre estaré cerca" y no sé si quizá la has visto, como aquella canción de Dylan: si la ves dile hola. (I'm not that hard to find / Tell her she can look me up / If she's got the time). Se difuminó como se difuminan los septiembres. No hablo de éste septiembre.

Y la ideología de izquierdas. Oh, que ironía. Como todo aquello que nos gusta pensar que somos pero que, en realidad, no lo somos. Somos buenos, somos consecuentes y elegantes. Cuando decimos algo lo decimos de verdad hasta que la verdad llama a nuestra puerta. Hay que repartir hasta que nos toca dar a nosotros. En ese momento, como los de Bilbao que proponen una bravuconada y les aceptan el órdago, ya no somos del mismo Bilbao sino de los alrededores.

Es conocido por todos la enorme capacidad humana de traicionar a los propósitos. Dejar de fumar, leer más, hacer deporte. Nos encanta, en este mundo contemporáneo, dar lecciones a los demás pero no llevar a cabo nuestras propias lecciones. Ser "los trabajadores más honestos" pero seguir de baja otro mes más. Lo curioso no es que haya una población que viva mintiéndose a si misma,  que es lo que hemos hecho algunos, sino que han aceptado que eso es lo que va a suceder. Es decir, y es un planteamiento millenial al 100%, como mis amigos me van a fallar, como los amantes se irán, como el trabajo me va a castigar y el futuro no va a devolverme el esfuerzo que haga por él, tiraré la toalla antes de empezar. No creeré en lo que me digas, miraré por mi satisfacción inmediata, no me levantaré de la cama si tengo sueño y, si hace frío, no te pediré un abrazo para no oír la nueva excusa que no me lo dé y me haga sentir culpable. Porque me dirás que no fui, que no llamé, que no utilicé las palabras adecuadas o que las zapatillas no estaban a juego con mis pantalones. Me dirás que hiciste lo posible, que pusiste los medios, que viste esa serie que tanto asco te da y que soportaste a mi cuñada. Balones fuera, septiembre en pleno apogeo. "Vos no sabés cuanto te quise" pero se fué. Y, claro está, marcharse antes de que se vaya es menos doloroso.

Con la edad se aprende a no confiar pero algunos tenemos una tendencia absurda a seguir en la pelea, mandar otro mensaje, creer que es posible. Es lo que me hace apretar los dientes por las mañanas y volver a levantar la persiana de la vida mientras observo, atónito, como por el camino salen corriendo desertores del esfuerzo.

Rendirse sin pelear puede sonar a ser inteligente pero en muchos casos es de cobardes. Es cómodo. Sentado se engorda y se tienen enfermedades coronarias

Septiembre, cada vez más, es el mes de los cobardes.

4 de septiembre de 2018

El juicio a Secades (radio)

Es tremendamente grato rodearse de gente culta que además habla fluidamente latín y gusta de llevar la divulgación de la música americana. Sin embargo de vez en cuando hay que recordarles donde viven y juzgarles por no poner música en español que, al fin y al cabo, es más nuestro que un tipo disfrazado de Sheriff con espuelas caminando como si tuviera los huevos escocidos en una calle de tierra del lejano oeste.

En la Radio Pública Asturiana, 3/9/2018, a eso de las 23:00, juzgamos al Sr Secades.

Con todos ustedes el programa 101 de "50 estados"