13 de septiembre de 2018

Porno, chocolate y soledad.

El porno y el chocolate son lo mismo: sucedáneos. Por un segundo, en algunos casos un poco más, mienten al cerebro y a los sentidos creyendo vivir una experiencia excepcionalmente fuera de común. Un momento después vuelve el silencio y ese regusto en la lengua a cotidianeidad, a silencio y a poder ocupar toda la cama sin el confort de poderse sentir protegido con alguien respirando a un lado. Nunca duermen en las películas porno y nunca, nunca, comen sano en los anuncios de chocolate.

Pau Ninja, que es un ejemplo bastante discutible de la exaltación de la cultura moderna, hizo un libro sobre lo que sentía mientras estuvo 90 días sin masturbarse. También dice que la felicidad puede parecerse a una cabaña de montaña, una chica y un perro de tres patas. No dice nada del chocolate y, por supuesto, nada de posturas porno que terminan con  lesiones en músculos desconocidos. Conozco a quien me confesó que había conocido a un muchacho y que estuvo un buen rato preguntándose el lugar donde escondía las cámaras porque más que estar con ella parecía que se gustaba. Que aquello no fue grato por mucho que cumpliera los cánones de la magnificación corporal porque no estaban juntos sino ella en su cama y él en su propia película porno. Y es que resulta un tipo de cine en el que participar no es tan divertido como pudiera parecer. Es igual que reconocer que un  baño en chocolate tiene pinta de ser algo demasiado pringoso.

Dicen que el chocolate, que tiene feniletilamina, genera una sensación similar a la de estar enamorado. También se sabe que el porno activa las neuronas espejo y que  produce algo muy loco llamado erección  visual. El día mundial del porno es el 8 de septiembre y el del chocolate hoy (13/8). Efemérides aparte, tú, yo y el vecino del tercero en algún momento hemos caído en las garras del placer solitario en uno u otro sentido: el gastronómico y el onanista. Pueden ser nubes de gominolas, hacértelo con la mano izquierda o comer pipas mientras incrementas las estadísticas de pornhub (somos el 13 en 2016). Es algo que, como la soledad, va en aumento. Y lo hace, desde mi tristemente experimentado punto de vista, desde el miedo cada vez mayor a enfrentarnos a los miedos que atacan con más fuerza en cuanto otro cuerpo se acerca a nuestra piel. Ahí salen las miserias que nos poseen, las taras que no nos gusta mostrar, las mil veces que nos quisimos vengar de todas las veces que nos hicieron daño. Y entonces nos escondemos. Es mucho más fácil un polvo que hablar sin miedo en la cama. Mucho más fácil ver porno creyendo que es un polvo. Más sencillo sentarse a comer chocolate que una conversación que te haga crecer en la sobremesa o mientras anochece.

Son síntomas de soledad, diagnosticada como epidemia para el 2030.
Sucedáneos a los que recurrir por miedo a nosotros mismos.

Dicen que el cacao se acabará en el 2050 y que todos los actores porno serán iguales.

Te aseguro que es mucho mejor comer sano y, supongo, reírse durante el sexo. Cómplices y bien alimentados. No se come mejor que en casa en ningún sitio y es por eso por lo que se busca esa infinita sensación a hogar. En todo.
Pd: la canción es de Tahures Zurdos. Tengo el disco.

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