31 de marzo de 2014
28 de marzo de 2014
27 de marzo de 2014
La importancia de unos zapatos limpios
Mi padre, en su sabiduría, decía que puedes ir hecho un andrajoso pero que los zapatos había que tenerlos limpios siempre. Decía, y le he de dar la razón, que los zapatos son una seña de identidad que nos marca y que nos define porque son esa prenda que requiere un esfuerzo y que te la puedes poner con cuidado o como quien se pone lo primero que encuentra o lo que le importa poco. Son los calzoncillos limpios o el cuidado por el vello interior, pero a la vista de todo el mundo.
Cuando alguien viene a venderme algo le miro los zapatos. Si están gastados, sucios o parece que se compraron en el outlet de Springfield de 1998, ya no le hago caso porque estoy convencido que no le importan los detalles y mucho menos parte de su aspecto. A veces son como las casas desordenadas y a veces como las casas que parecen un hotel sin ser ninguna de las dos opciones una casa en realidad. Si brillan mucho es un exceso o un interés excesivo en agradar pero si, casi de una manera mágica, encajan con la impresión del personaje, entonces le presto atención. Es una consideración racista pero suele ser cierta. Los hipster llevan zapatillas perfectamente adecuadas y, en algún caso, a juego con las gafas de pasta.
Algunas mujeres son fanáticas de los zapatos. Los compran, los almacenan, los miran y los limpian. Tienen tacones de aguja, en cuña, plano, con cordones o de esos que dejan los dedos amontonados en la punta como sí fuera la historia de los tres amigos entrando por la misma puerta y quedando amontonados. Hay zapatillas deportivas que nunca se usaron para hacer deporte y sandalias con alguna flor en las cintas que separan el dedo gordo de los demás.
Los hombres tenemos deportivas sucias y limpias. Alguna generación tuvo unas Adidas Stan Smith blancas porque iban bien con todo. Tenemos botas de chicos malos y unos zapatos elegidos por nuestra madre que usamos en todas las bodas y en algún bautizo. En algún lugar interior del zapatero hay unas plantillas gastadas que tienen la forma de nuestro pie.
Todos usamos calzado y las katiuskas ahora se llaman hunters. Ya no se chapotea en los charcos. Probablemente ese ceremonial que se vivía en mi casa los domingos por la mañana, antes de ir a misa, cuando se sacaba el betún y los cepillos para dar brillo, ya no existe. Mi madre elegía los zapatos y mi padre, con un trapo, extendía el betún adecuado sobre el calzado. Lo dejaba uniforme, con un color mate. Entonces yo metía la mano izquierda y con la derecha frotaba con un cepillo, marrón o negro, hasta que brillaban lo suficiente. Los dejaba emparejados en la terraza hasta que el olor remitía y cuando estábamos preparados para salir volvían a sus armarios con una hoja de periódico enrollada en su interior para que no perdieran la forma. Solamente un par lucíamos ese domingo y al salir a la calle mi padre nos repetía que, aparte de tener dinero para gastar y dinero para enseñar, era muy importante tener siempre los zapatos limpios.
26 de marzo de 2014
21% de gen egoísta y yo.
El 21% de los jóvenes vascos afirma con seguridad que no tendrá hijos (en el año 2001 lo decía el 5%). Así que como soy un elemento contracultural he decidido que yo sí, que quiero tener. Que conste que lo digo con absoluto conocimiento de causa, que en estos momentos gano menos de la mitad del dinero que ganaba en el 2001 y que es bastante probable que, dada mi vida díscola y poco estructurada, tenga los soldaditos muertos.
Hay quien me dice que ni se me ocurra, que es el reloj biológico con la alarma desatada, que es el resultado previsible a una colección de fracasos y por eso necesito creer que aquello, como clavo ardiendo al que se aferran parejas en crisis continuas, pudiera ser una respuesta. Sin embargo ahí estoy, babeando como un tonto cuando un infante se acerca, añorando como un estúpido la obligatoriedad que tuve de reexplicar el mundo cuando mi sobrina me hacía preguntas con trampa. Creo, positivamente, que tener que simplificar la realidad para traducirla a una infancia de esas que aparece con los ojos abiertos mirándolo todo, es un ejercicio que no dan más que en el gimnasio de la vida.
Las teorías evolutivas mantienen que en realidad existe un componente que no controlamos y nos hace tomar determinadas decisiones sin darnos cuenta. Lo suelen llamar la teoría del gen egoista. Más o menos viene a decir que los humanos (los mamíferos en general) tendemos a buscar la manera de perpetuar nuestros genes, a continuar la especie, a seguir la estirpe. Por eso, dicen algunos, los hombres se sienten atraídos por las rubias y es que el pelo rubio suele asociarse a la juventud y la juventud con la fertilidad. (A mi me han gustado históricamente las morenas.) Por eso los hombres sanos y fuertes son más deseados. Por eso y de manera inconsciente aquella teoría evolutiva sexual es la que nos dirige sin darnos cuenta.
Y, por el contrario como si fuera un atentado contranatura, el 21% de los jóvenes ha decidido no tener hijos. Algunos afirmarán que no se puede tener hijos, un coche biturbo, una conexión de internet de fibra óptica, una hipoteca e ir a ver a los Iron Maiden. Otros asegurarán que con 1000€ para dos personas y un crío (en un caso aceptablemente común) es un imposible. A nosotros nos criaron con un sueldo y marchando de vacaciones en un Seat 124 a casa de los abuelos. La mayoría estará convencida que la posibilidad, en este mundo de infinitos, de internetes, de parejas ocasionales y de viajes sin hacer, de encontrar alguien que sea capaz de soportar nuestras taras es sencillamente cero. Algunos prefieren un iphone a un niño, aunque les despierte por la noche un chat secreto de telegram o no les guste el nuevo estado del whatsapp de su último insulso polvillo.
Una vez le pregunté a un amigo, recién parido, si acaso tener un hijo era una sensación mística, si era verdad eso que cuentan y no se me ocurrió otra cosa que preguntarle "¿Es mejor que el primer bocado de un solomillo con fouie cuando tienes mucha hambre?"- "Son cien solomillos". Y me miró con la cara de alguien que recibe regalos cuando aún cree en los reyes magos.
La mayoría de los padres descreídos lo son por una cuestión de pareja, lo cual comprendo porque es la variable en la que llevo anclado demasiado tiempo. Conozco a más de una mujer que, llegado el momento y cansada de adultos desaprensivos, se quedó embarazada de un joven fornido y poco locuaz en un espacio de tiempo imposible para el amor verdadero. Las salas de espera de los centros públicos de inseminación están porcentualmente llenas de hermosas mujeres solteras cargadas de historias de amor dramáticamente inconclusas.
Muchas personas han decidido no tener hijos por una excusa de dinero pero, como casi muchas otras excusas en la vida, la realidad se extiende más allá de lo aceptable o lo asumible. De la misma forma que no somos capaces de controlar nuestro gen egoista tampoco somos capaces de aceptar nuestros miedos o nuestras miserias, nuestras incapacidades o nuestros más absurdos pensamientos. Nadie, absolutamente nadie, habla de sus sentimientos en el siglo XXI. Queremos ser dignos, altos, máquinas sexuales, mejores padres, excelentes hijos y algunos hasta hemos aspirado a ser cultos y buenas personas. Un día descubrimos que no lo éramos y nos bloqueamos mientras ella, que también estaba tropezada en la misma piedra, nos gritaba que no éramos capaces de dar otro paso.
Y no lo dimos. Un 21% ya ha asumido que no lo dará nunca. El futuro estará lleno de jubilados solitarios.
Y a mi me han entrado las ganas porque, a pesar de todo y después de pensarlo con detenimiento, creo que hay que dejar hablar al gen egoísta. De egoísmo va todo aunque se disfrace de amor y de acontecimientos económicos. Es una cuestión humana y una forma de replantear en términos sencillos todo lo que aprendí de cómo funciona el mundo.
Quizá por eso siempre me han dicho que sería un buen padre. Quizá.
Hay una estúpida fórmula matemática que promete calcular la duración del amor eterno. También hay miles de cuestionarios en el Cosmopolitan, millones de polvos que nunca tendré en internet. Un punto cero de partida, supongo, es un punto de partida. Supongo que he tardado demasiado tiempo en aprender quien soy para poder enseñar a alguien a ser él mismo.
Pd: ahora hay que ver cómo llevar a cabo dicha cruzada porque no tengo ni Rapunzel, ni pelo, ni canción, ni almena, ni vicio.
Muchas personas han decidido no tener hijos por una excusa de dinero pero, como casi muchas otras excusas en la vida, la realidad se extiende más allá de lo aceptable o lo asumible. De la misma forma que no somos capaces de controlar nuestro gen egoista tampoco somos capaces de aceptar nuestros miedos o nuestras miserias, nuestras incapacidades o nuestros más absurdos pensamientos. Nadie, absolutamente nadie, habla de sus sentimientos en el siglo XXI. Queremos ser dignos, altos, máquinas sexuales, mejores padres, excelentes hijos y algunos hasta hemos aspirado a ser cultos y buenas personas. Un día descubrimos que no lo éramos y nos bloqueamos mientras ella, que también estaba tropezada en la misma piedra, nos gritaba que no éramos capaces de dar otro paso.
Y no lo dimos. Un 21% ya ha asumido que no lo dará nunca. El futuro estará lleno de jubilados solitarios.
Y a mi me han entrado las ganas porque, a pesar de todo y después de pensarlo con detenimiento, creo que hay que dejar hablar al gen egoísta. De egoísmo va todo aunque se disfrace de amor y de acontecimientos económicos. Es una cuestión humana y una forma de replantear en términos sencillos todo lo que aprendí de cómo funciona el mundo.
Quizá por eso siempre me han dicho que sería un buen padre. Quizá.
Hay una estúpida fórmula matemática que promete calcular la duración del amor eterno. También hay miles de cuestionarios en el Cosmopolitan, millones de polvos que nunca tendré en internet. Un punto cero de partida, supongo, es un punto de partida. Supongo que he tardado demasiado tiempo en aprender quien soy para poder enseñar a alguien a ser él mismo.
Pd: ahora hay que ver cómo llevar a cabo dicha cruzada porque no tengo ni Rapunzel, ni pelo, ni canción, ni almena, ni vicio.
21 de marzo de 2014
El hombre que buscaba respuestas.
En este mundo de mierda poblado de cortoplacismos como zarzales con dos o tres moras se nos van los tiempos y los suspiros casi como sin darnos cuenta. Se nos mueren las estrellas que convirtieron sonidos en música y se quedan miserables de one hit wonder. Se nos va el amor y la soledad a cambio de polvos facilones torpemente interpretados. Se nos fueron las películas a favor de las teleseries y las teleseries a favor de los videos de youtube. Se fueron las virtudes de los anuncios para sustituirlos por la felicidad y los hábitos de vida saludables. Los chicos honestos se fueron solos a casa mientras que los arquetipos convencidos, intérpretes facilones de las comedias románticas imposibles, se llevaron a las mujeres que creen que el sexo es meterla más dentro porque nunca supieron hacer círculos con la lengua. Se acabó la pausa porque debe de suceder algo que contar en una red social. Se fueron los momentos a cambio de los acontecimientos, los chaparrones a cambio de los temporales y los debates fueron sancionados a golpe de denuncia y de querella.
Y se fueron, como si no hubiera reservas para las grandes estrellas, los políticos que por decir lo que pensaban lograron un hueco en nuestro espacio vital. Los han sustituido, casi como una caricatura moderna, aquellos que besan a los niños y escupen en la intimidad, aquellos que sonríen y tienen la virtud de decir lo que deseas oir para sodomizarte cuando estés dormido viendo una eurocopa, aquellos que no paran de hablar para terminar no diciendo nada, que es la virtud imposible de los charlatanes.
Hay cosas que solamente suceden una vez en la vida porque en el resto de las ocasiones que llaman a la puerta de la sociedad, se castran. Seria imposible Elvis hoy, sería imposible Woodstock, sería imposible sentir a Dylan o movilizar a todo un planeta por una excusa justa. Empiezo a pensar que es imposible no añadir un poco de marketing en la vida diaria si es que quiero llegar sin una crisis de ansiedad al próximo jueves.
-"Las personas han dejado de buscar respuestas"- sentenciaba un amigo detrás de un café y un nicorette utilizado para calmar la ansiedad. -"Viven mejor los mediocres"-decía- "los que están disfrutando como bellacos de la vida por la que yo lucho a diario"-y tomó aire- "Ni siquiera se preguntan el motivo. Lo hacen, y ya está"-
La muerte de Iñaki Azkuna (alcalde de Bilbao al que conocí personalmente) es uno de esos ejemplos imposibles. Era una de esas personas que era capaz de acercarse a mi, llamarme por mi nombre, y decirme si acaso no estaba contento. -"Me has dado tanta caña que te vas a venir conmigo a inaugurar un parking"- me dijo en cierta ocasión y mi madre dispone de una foto que atestigua ese momento, a la par que un trozo de cinta ceremonial. Resultaba ser un hombre de esos que no tapaban ni sus formas, ni su ira ni su enorme humanidad. Resultaba ser un hombre imposible hoy en dia y quizá por eso la ausencia será más grande.
Sencillamente era un tipo de esos que buscaba respuestas y, afortunadamente, las encontró.
En este mundo en el que los impostores van ganando partido algunas pérdidas se notan más que otras.
Pd: también vale para Suárez.
16 de marzo de 2014
La mentira (no piadosa) de los primeros besos.
El video de los primeros besos es una mentira, un fake, una patraña, un gran cacho de sentimentalismo a golpe de camara lenta, marketing y emoción que parece de verdad pero no es verdad, porque no lo es, porque es asquerosamente emocionante y está tan perfectamente realizado que nunca pudo ser verdad y, sin embargo, millones de personas quisieron que fuera verdad. Los mismos millones que se emocionan con que les hagan el amor mientras les dicen que "la cura para la locura son los besos que me tocan con tu boca" o alguna mierda similar porque si les follan y les dicen que "llegar a la cama, joder, es una guarrada sin si" les recorre el calambre de las cosas que, aunque imperfectas, huelen a verdad. "Yo no debo conformarme con lo que no me merezco"- se repiten creyendo que merecen lo que vieron en youtube cuando lo cierto es que más de una vez todos hemos tenido mucho más de lo que hubiéramos apostado por conseguir.
Vivir engañando no es malo si uno es consciente. Vivir, en este mundo de fakes consentidos y utilizaciones idealistas del sentimentalismo, capacidad de superarse y lo que debería de ser la realidad, empieza a ser complicado cuando se es partícipe y participante de la verdad y sus limitaciones.
Sin embargo, últimamente, todo es un fake, un bulo, un hoax, una mierda pinchada en un palo. El sexo son películas porno protagonizadas por profesionales y los rumores saltan de "el mundo today" a las portadas de la prensa con facilidad pasmosa porque es mejor creerse las historias bien documentadas que no son verdad y se pueden emitir los videos de alta definición y las fotos con filtros en momentos de máxima audiencia. Las fotos de perfiles tienen tantos retoques que cuando se hace real una cita virtual las personas son incapaces de reconocerse.
-Es un chico encantador. Te gustaría- le dice una amiga a otra con los ojos como platos para intentar convencerla de la emoción que la recorre- Me ha regalado flores. ¿Sabes?. Flores, joder. Hacía años que no lo hacían.- Y deja una pausa.- Me da las buenas noches y le gusta escucharme. Adora los niños y ha dejado un cepillo de dientes en mi baño-. Y entonces respira profundamente y se imagina un videoclip en slow motion con banda sonora, una foto de instagram, un texto al estilo ctrl+v sacado de lugares insospechados elegidos sin criterio.
Hace años que llegué a la conclusión de que cuando algo parece perfecto sencillamente no es verdad. Tampoco hay que jactarse y revolcarse en el barro de las imperfecciones, tirarse pedos en la cama, llorar por las esquinas como un perdedor que descubrió que vivía en un mal sueño, cortarse las venas en la bañera para que le encuentren en un charco de sangre de dramatismo, pegarse un tiro como Kurt o matarse a tranquilizantes como Marilyn.
Sin embargo, últimamente, todo es un fake, un bulo, un hoax, una mierda pinchada en un palo. El sexo son películas porno protagonizadas por profesionales y los rumores saltan de "el mundo today" a las portadas de la prensa con facilidad pasmosa porque es mejor creerse las historias bien documentadas que no son verdad y se pueden emitir los videos de alta definición y las fotos con filtros en momentos de máxima audiencia. Las fotos de perfiles tienen tantos retoques que cuando se hace real una cita virtual las personas son incapaces de reconocerse.
-Es un chico encantador. Te gustaría- le dice una amiga a otra con los ojos como platos para intentar convencerla de la emoción que la recorre- Me ha regalado flores. ¿Sabes?. Flores, joder. Hacía años que no lo hacían.- Y deja una pausa.- Me da las buenas noches y le gusta escucharme. Adora los niños y ha dejado un cepillo de dientes en mi baño-. Y entonces respira profundamente y se imagina un videoclip en slow motion con banda sonora, una foto de instagram, un texto al estilo ctrl+v sacado de lugares insospechados elegidos sin criterio.
Hace años que llegué a la conclusión de que cuando algo parece perfecto sencillamente no es verdad. Tampoco hay que jactarse y revolcarse en el barro de las imperfecciones, tirarse pedos en la cama, llorar por las esquinas como un perdedor que descubrió que vivía en un mal sueño, cortarse las venas en la bañera para que le encuentren en un charco de sangre de dramatismo, pegarse un tiro como Kurt o matarse a tranquilizantes como Marilyn.
Debe de existir un lugar invisible equidistante de la manipulación social que ejerce, sobre nuestras mentiras y nuestros comportamientos, el marketing y la decepción absoluta y agotadora que tiene adivinar lo que hay de verdad detrás de cada día.
Porque levantarse cada mañana queriendo oler el culo al próximo perro feliz es tan imbecil como estar atento buscando la mentira de todo lo que nos moja como las tormentas que azotan al principio de la primavera.
Porque levantarse cada mañana queriendo oler el culo al próximo perro feliz es tan imbecil como estar atento buscando la mentira de todo lo que nos moja como las tormentas que azotan al principio de la primavera.
Tanta mentira y tanta noticia falsa correctamente formada empieza a ser una bola de nieve que nos lleva ladera abajo. En las cenas se recitan de memoria textos de páginas web que prometen la salvación o la dieta eterna y definitva. Las noticias más emocionantes son falsas o tapan aceptablemente bien la verdad, que nunca es tan divertido (casi como aquel himno la cancion). Las novias son imperfectas y los trabajos suelen mostrarse como poco gratificantes y mal remunerados pero, sin embargo y casi al estilo de la camiseta raída a la que profeso un cariño indescriptible, tienen sus excepcionales dipsomanías cotidianas. (y utilizo dipsomanía como "esa irrefrenable necesidad")
Yo soy incapaz de tirar esa camiseta cuando acepto que más de uno tire toda su ropa cada nueva oleada de anuncios de temporada. Más aún cuando los anuncios me hablan de felicidad, amor, superación y cariño en unas cantidades imposibles para un mortal. Reniego de los publicistas que en vez de ser honestos insisten en que voy a ser mucho más feliz porque eso no depende de ellos.
Besos en la frente, cantaba Joaquin. Que te follen, la cabra mecánica. Te odio, los seis días. Será maravilloso viajar hasta mallorca, cantaba un grupo llamado "Los mismos". "Ya verás cómo me olvidas y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría y me dices que lo nuestro no era lo que merecías. Seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida"- dice una canción que no sé si meter en el saco de los fakes o de extremoduro.
"Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, contarle que el universo era más ancho que sus caderas. Le dibujaba un mundo real no una color de rosa, pero ella prefería escuchar mentiras piadosas"- cantaba Sabina. Quizá ese es el resumen y quizá puede extenderse a los motivos por los que la verdad pierde terreno en un presente poblado de mentiras que, como los primeros besos, están sobrevaloradas.
Y, al menos esta vez (que no será la última), es mentira.
Yo soy incapaz de tirar esa camiseta cuando acepto que más de uno tire toda su ropa cada nueva oleada de anuncios de temporada. Más aún cuando los anuncios me hablan de felicidad, amor, superación y cariño en unas cantidades imposibles para un mortal. Reniego de los publicistas que en vez de ser honestos insisten en que voy a ser mucho más feliz porque eso no depende de ellos.
Besos en la frente, cantaba Joaquin. Que te follen, la cabra mecánica. Te odio, los seis días. Será maravilloso viajar hasta mallorca, cantaba un grupo llamado "Los mismos". "Ya verás cómo me olvidas y te encuentro en cualquier bar pegando saltos de alegría y me dices que lo nuestro no era lo que merecías. Seré cosas que se cuentan, vueltas de la vida"- dice una canción que no sé si meter en el saco de los fakes o de extremoduro.
"Yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, contarle que el universo era más ancho que sus caderas. Le dibujaba un mundo real no una color de rosa, pero ella prefería escuchar mentiras piadosas"- cantaba Sabina. Quizá ese es el resumen y quizá puede extenderse a los motivos por los que la verdad pierde terreno en un presente poblado de mentiras que, como los primeros besos, están sobrevaloradas.
Y, al menos esta vez (que no será la última), es mentira.
Besos son estos:
10 de marzo de 2014
La invasión de los místicos.
Soy un tipo racional.
Y sin embargo por alguna razón, quizá con la creencia de que sin conocer algo es imposible criticarlo, he leido a Bucay y a Coelho, he soportado tonadillas infumables llenas de melancolía de instituto y he revisado uno por uno los estados de whatsapp de mis contactos. "Sueña como si fuera a vivir siempre y vive como si fuera a morir hoy", "La vida no es esperar a que pase la tormenta", "Solo hay dos cosas que podemos perder: el tiempo y la vida...2º es inevitable y la 1º imperdonable", "No se puede volar con águilas si estas rodeado de pollos"... Entonces es cuando me doy cuenta: La invasión de los místicos está llegando.
Estoy absolutamente convencido de que cuando la ciencia era incapaz de demostrar muchas cosas eran las creencias las que daban las explicaciones plausibles. Los eclipses, los terremotos, los dioses en cólera. La magia. Poco a poco, quizá con el método científico en una mano y la ciencia en la otra, fuimos encontrando explicaciones a casi todo. Luego llegó la informática y los viajes en el espacio. Quizá en ese momento en el que la razón era más compleja que las creencias es cuando algunos tiraron la toalla y necesitaron volver a creer. En ese momento creer, como un mal anuncio de televisión en el que lo puedes hacer todo si compras unas zapatillas, volvió a ser necesario para levantarse por la mañana. Eliminar la justificación lógica y compleja de nuestra vida cambiándola por una mierda creíble y bonitamente formulada ya es más fácil. Creer que es el hombre de tu vida en vez de una excusa rápida y pueril para no afrontar el miedo humano a la soledad, leer que "los objetivos están en tí" cada vez que abres la nevera en vez de aceptar y avanzar con las cartas que te tocan y que son las que no puedes cambiar es mucho más sencillo.
Hacer propias las frases grandilocuentes que se le ocurrieron a un mierda sentado en el baño son la excusa de muchos para levantarse cada mañana. Y,quizá, no son tan malas si es que se levantan, aunque se levanten engañados. No son tal basura descomunal como parecen si es que van por ahí sin hacer daño a nadie. Pero lo hacen. Lo hacen porque dicen lo que quieres oir: que puedes con todo, que la verdad llegará, que te espera media naranja con zumo de amor verdadero y que todo mejora cuando menos lo esperas.
Así que un día encuentras a un nuevo feligrés del misticismo por la calle. Te sientas en una terraza y empieza con esa psicología de baratillo en la que el futuro lo creas con tus actos, llevas las riendas de tu vida, eres EL hombre que te mereces y toda esa parafernalia. "¿Por qué"- preguntas. Y vuelven a parecer más tópìcos: porque la bondad reside en cada uno, porque elimino los componentes tóxicos de mi vida, porque pongo las bases para el futuro que deseo.
Yo estuve dos años en terapia. Aún vuelvo cuando me rompo. Luché con fuerza buscando una explicación lógica a muchas de las cosas que no era capaz de comprender y tuve explicaciones a medias que aún hoy pongo en duda. Oí muchas frases perfectamente formuladas: juegos psicológicos, la utilización de la ira, el poder del niño adaptado, la limerencia, la resiliencia, "las cosas que nos pasan o que hacemos y nos duelen no son el problema, son el síntoma". "Cuando alguien te pone un reto imposible, te está diciendo que no".
En realidad busqué respuestas casi de la misma forma en la que puedo esforzarme por encontrar emoción con un disco de Pablo Alborán (sin conseguirlo). Logré más dudas, quedarme sin novia, engancharme al orfidal y tener una capacidad sobrehumana de responder en sus mismos términos a todos los que, porque vieron tres minutos de un programa de Punset, se creen los nuevos mesías de la verdad mística.
Porque hay una verdad cierta en esta tendencia: también existe una frase que dice lo contrario de forma grandilocuente: "Aprende a vivir contigo antes para poder vivir con alguien después", por ejemplo.
Los místicos nos invaden. Son más mujeres que hombres, pero los hombres también están cayendo. Es una invasión lenta y poco ruidosa. Son los creacionistas de la nueva filosofía en la que se ignorará la ciencia porque es mucho más dificil de entender que dos citas que entran en un tuit. Es más complejo explicar cómo llega la luz a tu bombilla que decir una frase que ilumine las mañanas como si fuera un faro en medio de la tormenta de los problemas que te comes como marrones.
Los místicos se entienden entre ellos, copulan entre ellos y dan a luz más místicos. Algunos dicen que hablan con sus gatos. Otros creen positivamente en el reiki y en la homeopatía. Todos dan como razón la pervivencia milenaria de sus frases, la verdad infinita de aquello que les consuela. Y lo imponen como cierto sin decir más, sin pensar más, sin razonar más allá. Devoran libros de autoayuda con casos de extraños que les conmueven y donde se buscan, ansiosos de respuestas inmediatas. También se buscan en todas y cada una de las comedias románticas mientras sueñan con la felicidad amatoria eterna. Carecen de pausa, de método. Creo que incluso, tras ese frontal de ternura y bondad, carecen de sentimientos porque mañana tendrán una frase nueva que es probable que defienda una dirección opuesta a la anterior.
Los nuevos predicadores, y este es un dato demostrable, van ganando espacio y cuota de mercado en el campo de lo que se necesita creer cuando no se quiere pensar. Es lo mismo que considerar que basura sentimentaloide con dos acordes es música cuando no lo es. "Me gusta mucho la música, tengo dos discos de Alborán, uno de Bisbal y me bajé tres canciones de Melendi". Es lo mismo que dejarse guiar por aquello que conviene porque el resto del camino parece lleno de espinas. Es un jodido canto de sirena, una colección de esloganes pseudo psicológicos que están volviendo locos a miles de habitantes. Un vademecum de respuestas facilonas e infames que rebotan muchas personas emocionadas por creer que han encontrado la verdad y que te insisten como lo hace un testigo de Jehová en la puerta de casa para vender un libro que te llevará a la salvación eterna.
Yo estoy seguro.Tú mira a tu alrededor. Revisa los tuits, los muros de facebook, los estados del whatsapp... escucha las frases en los bares cuando la conversación toca un tema humano, cuando una amiga le dice a otra que "lo que te mereces, que es mucho, está ahí cerca". Postureo filosófico, silogismos de cuarta división, mentiras para no pensar. El ametrallamiento es contínuo y resuena como las balas pasando cerca desde todas partes.
La invasión de los místicos, como el mileniarismo, ha llegado.
Estoy absolutamente convencido de que cuando la ciencia era incapaz de demostrar muchas cosas eran las creencias las que daban las explicaciones plausibles. Los eclipses, los terremotos, los dioses en cólera. La magia. Poco a poco, quizá con el método científico en una mano y la ciencia en la otra, fuimos encontrando explicaciones a casi todo. Luego llegó la informática y los viajes en el espacio. Quizá en ese momento en el que la razón era más compleja que las creencias es cuando algunos tiraron la toalla y necesitaron volver a creer. En ese momento creer, como un mal anuncio de televisión en el que lo puedes hacer todo si compras unas zapatillas, volvió a ser necesario para levantarse por la mañana. Eliminar la justificación lógica y compleja de nuestra vida cambiándola por una mierda creíble y bonitamente formulada ya es más fácil. Creer que es el hombre de tu vida en vez de una excusa rápida y pueril para no afrontar el miedo humano a la soledad, leer que "los objetivos están en tí" cada vez que abres la nevera en vez de aceptar y avanzar con las cartas que te tocan y que son las que no puedes cambiar es mucho más sencillo.
Hacer propias las frases grandilocuentes que se le ocurrieron a un mierda sentado en el baño son la excusa de muchos para levantarse cada mañana. Y,quizá, no son tan malas si es que se levantan, aunque se levanten engañados. No son tal basura descomunal como parecen si es que van por ahí sin hacer daño a nadie. Pero lo hacen. Lo hacen porque dicen lo que quieres oir: que puedes con todo, que la verdad llegará, que te espera media naranja con zumo de amor verdadero y que todo mejora cuando menos lo esperas.
Así que un día encuentras a un nuevo feligrés del misticismo por la calle. Te sientas en una terraza y empieza con esa psicología de baratillo en la que el futuro lo creas con tus actos, llevas las riendas de tu vida, eres EL hombre que te mereces y toda esa parafernalia. "¿Por qué"- preguntas. Y vuelven a parecer más tópìcos: porque la bondad reside en cada uno, porque elimino los componentes tóxicos de mi vida, porque pongo las bases para el futuro que deseo.
Yo estuve dos años en terapia. Aún vuelvo cuando me rompo. Luché con fuerza buscando una explicación lógica a muchas de las cosas que no era capaz de comprender y tuve explicaciones a medias que aún hoy pongo en duda. Oí muchas frases perfectamente formuladas: juegos psicológicos, la utilización de la ira, el poder del niño adaptado, la limerencia, la resiliencia, "las cosas que nos pasan o que hacemos y nos duelen no son el problema, son el síntoma". "Cuando alguien te pone un reto imposible, te está diciendo que no".
En realidad busqué respuestas casi de la misma forma en la que puedo esforzarme por encontrar emoción con un disco de Pablo Alborán (sin conseguirlo). Logré más dudas, quedarme sin novia, engancharme al orfidal y tener una capacidad sobrehumana de responder en sus mismos términos a todos los que, porque vieron tres minutos de un programa de Punset, se creen los nuevos mesías de la verdad mística.
Porque hay una verdad cierta en esta tendencia: también existe una frase que dice lo contrario de forma grandilocuente: "Aprende a vivir contigo antes para poder vivir con alguien después", por ejemplo.
Los místicos nos invaden. Son más mujeres que hombres, pero los hombres también están cayendo. Es una invasión lenta y poco ruidosa. Son los creacionistas de la nueva filosofía en la que se ignorará la ciencia porque es mucho más dificil de entender que dos citas que entran en un tuit. Es más complejo explicar cómo llega la luz a tu bombilla que decir una frase que ilumine las mañanas como si fuera un faro en medio de la tormenta de los problemas que te comes como marrones.
Los místicos se entienden entre ellos, copulan entre ellos y dan a luz más místicos. Algunos dicen que hablan con sus gatos. Otros creen positivamente en el reiki y en la homeopatía. Todos dan como razón la pervivencia milenaria de sus frases, la verdad infinita de aquello que les consuela. Y lo imponen como cierto sin decir más, sin pensar más, sin razonar más allá. Devoran libros de autoayuda con casos de extraños que les conmueven y donde se buscan, ansiosos de respuestas inmediatas. También se buscan en todas y cada una de las comedias románticas mientras sueñan con la felicidad amatoria eterna. Carecen de pausa, de método. Creo que incluso, tras ese frontal de ternura y bondad, carecen de sentimientos porque mañana tendrán una frase nueva que es probable que defienda una dirección opuesta a la anterior.
Los nuevos predicadores, y este es un dato demostrable, van ganando espacio y cuota de mercado en el campo de lo que se necesita creer cuando no se quiere pensar. Es lo mismo que considerar que basura sentimentaloide con dos acordes es música cuando no lo es. "Me gusta mucho la música, tengo dos discos de Alborán, uno de Bisbal y me bajé tres canciones de Melendi". Es lo mismo que dejarse guiar por aquello que conviene porque el resto del camino parece lleno de espinas. Es un jodido canto de sirena, una colección de esloganes pseudo psicológicos que están volviendo locos a miles de habitantes. Un vademecum de respuestas facilonas e infames que rebotan muchas personas emocionadas por creer que han encontrado la verdad y que te insisten como lo hace un testigo de Jehová en la puerta de casa para vender un libro que te llevará a la salvación eterna.
Yo estoy seguro.Tú mira a tu alrededor. Revisa los tuits, los muros de facebook, los estados del whatsapp... escucha las frases en los bares cuando la conversación toca un tema humano, cuando una amiga le dice a otra que "lo que te mereces, que es mucho, está ahí cerca". Postureo filosófico, silogismos de cuarta división, mentiras para no pensar. El ametrallamiento es contínuo y resuena como las balas pasando cerca desde todas partes.
La invasión de los místicos, como el mileniarismo, ha llegado.
4 de marzo de 2014
Free to play. La gran estafa consentida.
La comisión europea, salvaguarda de la estupidez de todos los europeos, ha decidido investigar esa cosa tan moderna y tan chula que son los micropagos de los juegos esos que te dicen que son gratis de la muerte y que resulta imposible ganarlos o disfrutarlos sin hacer algun pequeño pago que, en más de un caso, hace que una mierda de videojuego llegue a valer más de 80€ cuando antes valían 20€. Esto es como lo de iTunes, el asesino de los discos como concepto, que cobra 1€ por cada canción llegando a costar un cd (sin cd ni ese papelito donde venían las letras) más de 20€ cuando antes costaba 14€.
Algunos son capaces de mantener lo contrario y valorar, como si fuera un argumentario creado por un creativo a sueldo, que esta es la forma de logar una canción o un juego de una manera mucho más económica. En realidad es que te la toquen gratis pero tener que pagar un fin de semana de lujo para saber si es capaz de echar la espalda hacia atrás mientras te mira con los ojos entornados. Y aun así, después de pagar, quizá no te guste o ganes en ese juego.
El éxito de los juegos "freemiun" está basado en la cultura del gratis total. Nadie lee, al instalarlos, la advertencia en letra pequeña de que puede estar sometido a micropagos. La clave es ese "micro", que lo hace pequeño sin parar a decir que muchos micros son un macro. El truco está en engancharse creyendo que no hay riesgo y después, ansioso a las dos de la mañana, querer más.
Dicen, desde las instituciones, que es una estafa. En realidad y casi como todo lo que nos va rodeando en este nuevo mundo moderno, no lo es. "Te voy a querer mucho y hacerte muchas cosas"- pueden decirte con la boca grande y susurrar que es probable, quizá, acaso, tal vez... que te hagan daño o te estafen como lo hacían los tahúres. La culpa es del usuario, como siempre, que arruinado y enganchado, yonki violento de un vicio que parecía un juego entretenido, se queda sin ganar por no haber leído con atención.
Una de las grandes mentiras del nuevo comercio es la letra grande. 0€, GRATIS. Nada es gratis en la vida, decía la canción
Estamos sumergidos en un momento en el que la verdad se rompe y se fracciona en dos partes miserablemente opuestas.
En un lado está lo gratis total, los estados de whatsapp que parecen filosofías de broma, frases que se ocurren haciendo fuerza en el baño, promesas que suenan a ciertas mientras suben a tu casa para abandonarte, personas que aseguran que mañana te van a llamar mientras te dicen que son diseñadores gráficos porque se piratearon una versión antigua de photoshop. Anuncios que aseguran que serás feliz.
En el otro vive el extremo de la imposibilidad de hacer promesas que se desconoce que se puedan cumplir. Residen juegos que, aunque caros y desarrollados con clase, se quedan en las estanterías esposados a su precio sin poder demostrar sus bondades. En ese lugar está ese tipo con estudios y capacidades que se niega a trabajar gratis o al precio de aficionado. En aquel sitio está todo aquello que se preparó para que llegara su momento y, cuando su momento llegó, ya había pasado una mala promesa por allí para arrasarlo todo como el caballo de Atila.
Los juegos "free to play" son un ejemplo de algo mucho mayor donde reside la gran estafa en la que va cayendo una gran parte de la modernidad. Es lícito caer y creerse, por un momento, que aquellas pequeñas satisfacciones con trampa valen para esconderse cada día de todas las verdades que tiene la cotidianeidad. Al fin y al cabo es mucho más sencillo creerse las mentiras que afrontar la verdad.
Sigue siendo más caro, al final, jugar a un juego gratis que pagar por lo que vaya a ser. Claro que "joder, es gratis". Aunque no lo sea.
No es una estafa, pero lo es. Es todas esas veces que, abrumados, vamos por el camino que parece más fácil.