En medio de un exceso tecnológico Google lanzo y presentó esas gafas que directamente te van a obligar a ver el mundo bajo su californiano punto de vista, y te dijeron que será lo que se lleve en el futuro, como las hombreras en los 80 pero sin vuelta atrás, cual lado oscuro.
Ahora Samsung , Sony y Apple trabajan por separado en un reloj inteligente, que es esa cosa ( el reloj) que dejamos de usar porque lo de ver si llegas tarde era algo que te decía el telefono que es, en si mismo, eso que sirve para muchas más cosas que hablar.
Adidas presentó sus zapatillas inteligentes que van incorporadas con altavoces para decirte, al igual que me dicen mis lorzas, que debo de hacer deporte.
Definitivamente es la jodida erupción volcánica de los gadgets.
No bastó alguna que otra mochila con placas solares para cargar los dispositivos (que yo he vendido un par) o la ropa que hace cosas y te dice si es que acaso estas enfermo. Ahora parece que viene todo un tsunami de cositas carisimas e inutiles que, al igual que el facebook, terminaremos usando como borregos con perfil social.
Se supone que necesitas una teléfono con una pantalla flexible y una cara animada sobre él que te hable y te diga cosas porque ya te habrás quedado sin amigos o estarán, los que te queden, buscando una wifi abierta. Se supone que necesitarás que las gafas te interpreten el mundo porque no serás capaz de disfrutar la embriagadora sensación de perderte o de sorprenderte, que casi suena igual. Hablarás con tus zapatillas sobre la gordura y las calorías antes de que, en tu coche, una voz te obligue a girar a doscientos metros o te haga tomar la segunda salida.
Y, sintiéndolo mucho, el gps de tu teléfono te indicará que hay "una tia cachonda" a cien metros norte como ahora mismo a alguno le dice el grindr que hay un "mariquita salido" en la zona noroeste del bar. Si se enfadan contigo te bloquean en el whatsapp o te aparecen personas desconocidas en el Line.
Tengo, hoy, todos los enchufes ocupados por el teléfono, la tablet, el netbook, el notebook, los equipos y un par de televisiones. Vivo en el futuro y sigo durmiendo frio y solo. Ni el facebook, ni el twitter, ni los avisos parpadeantes en todas esas pantallas me reconfortan.
Y me venden el futuro con forma de los relojes que no uso o las gafas que necesito tan poco como una zapatilla que me repita lo gordo que estoy.
No es un futuro, es una auténtica mierda.
La powerbalance tampoco daba equilibrio.
El futuro pasa por preservar el planeta, no por todos estos artilugios.
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