26 de septiembre de 2011

PressPausePlay

Se ha presentado un reportaje de esos que duran más de una hora titulado PressPausePlay que viene a reflexionar sobre el cambio que el arte en general esta teniendo en nuestra nueva época digital. Más o menos viene a decir si acaso esa realidad empíricamente demostrable en la que hoy en día cualquiera es escritor, editor de vídeos, pequeño cineasta y fotógrafo está convirtiendo a la expresión artística en un compendio de dibujos pegados con un imán en la nevera de una casa familiar o en un crecimiento exponencial del arte a nivel mundial.
Hasta hace unos pocos años grabar un disco, publicar un libro o hacer una exposición con tus fotos era algo que requería una serie de medios que no estaban al alcance de cualquiera. Desde que la revolución digital llegó a nuestras vidas cualquier soplapollas con un pentiumIII puede creer de si mismo la reencarnación de Helmut Newton, Dostoyevski o la orquesta sinfónica de Bratislava (ojo al link deleznable).

Podemos atar a un elefante un pincel en su trompa y vender los cuadros que realice, a cambio de cacahuetes, como si fueran oro subastándolos en eBay. Podemos poner a la venta las fotos que nos salieron bien con nuestra cámara digital o subir a myspace la "maqueta" de nosotros mismos cantando como si fueramos la reencarnación de Ricky Martin o creyéndonos mejor y más vistuosos que la banda al completo de Maceo Parker.

Entonces el éxito puede ser el número de visitas de nuestro video del elefante o que la foto que hicimos es igual de mala que aquella chica que se hizo famosa por ser la que peor cantaba de internet.

La calidad y el éxito son dos elementos que se mueven por caminos muy diferentes, aunque algunos hallazgos amateur son maravillosos, no lo dudo.. Algunos quieren comparar los éxitos que aparecen y desaparecen en Internet de manera global con aquel cuño de "One Hit Wonder" que convive con nosotros desde los años 80 hasta ahora (Véase KLF, McHammer, Vanilla Ice, Technotronic, Kim Carnes, Allanah Miles, Rick Asley y cientos de artistas que han terminado sus días en las versiones de Vip Brother de su país (como fue aqui Dj Kun)).

La diferencia es que todos aquellos, con mayor o menos gusto artístico o musical, buscaron unos acordes, un baile o un elemento diferenciador y hoy en día es la casualidad y muchas veces la propia falta de calidad del producto expuesto, por ejemplo, en ese cajón desastre cultural que es Youtube, lo que lleva a que algunos blogs que escriben con demasiadas faltas de ortografía, algunas fotos mal enfocadas o algunos vídeos realizados con el móvil y una calidad más dudosa que las películas de la primera época de John Waters sean más consumidos y asimilados por el gran público que los libros con 3 correctores y una trama argumental, las fotos en las que el fotógrafo profesional espera la luz adecuada o las películas que pueden llegar a estremecerte.

No entiendo la diferencia real entre Bansky y algún grafitero con clase de mi barrio. Algunos van gritando de plató en plató y se hacen llamar a si mismos periodistas algunos de nuestros vecinos se sientan delante tuyo poniéndose la etiqueta de artista porque llevan más de 15mil visitas en una foto o un vídeo que colgaron después de sus vacaciones. Eso son más de las personas que se sientan a ver Los Girasoles de Van Gogh en el mismo periodo de tiempo.

Yo participo, de vez en cuando, en un programa de debate televisivo sin normas. Yo escribo en un blog. Yo subo algunas fotos que me quedan bonitas a Internet y no entiendo muchas de las grandes obras del arte contemporáneo hasta que me las explican.

No soy ni periodista, ni escritor ni artista pero cuando, dentro de muchos años, alguno estudie nuestra cultura contemporánea y se fije en las visitas que hacíamos desde nuestro ordenador descubrirá que las fotos de gatos o de tetas tenían mucha más audiencia que las diferentes interpretaciones de la Gioconda o la perfección (pequeñita) de los genitales del David de Miguel Angel.

Es algo descorazonador (en parte). De eso va el documental.

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