26 de abril de 2010

Elegir es renunciar

"Elegir es renunciar"- me dijo ella cuando me encontró jugando con otra mujer al mismo juego de la seducción que se puede jugar en un bar a las 2 de la mañana sabiendo positivamente que solamente quieres que suba tu ego sin querer en ningún caso compartir ninguna cama. En este caso, como en otros muchos, dos negaciones no significan ninguna afirmación.

En ese momento, como en otros muchos, el adolescente que llevo dentro y el adulto que se va apropiando de mí entraron en una absoluta disputa sobre la verdad y la responsabilidad de los actos propios. En ese momento recordé todas esas canciones que te gustan desde el principio del sonido y cómo, cuando vas conduciendo por una larga carretera haciendo maravilloso el viaje sin importar el destino, buscas aquellas que van subiendo en su intensidad hasta que se apropian de tí antes de la próxima curva.

En realidad los grandes momentos, como los grandes orgasmos, son los que sabes que están llegando y revientan como fenómenos naturales de esos que salen en televisión. En definitiva pensé que todo lo bueno tiene su periodo de maduración propio, como las grandes canciones que van subiendo poco a poco, como un reserva del 94.

El problema es que nos han enseñado a tenerlo todo y tenerlo todo ya de la misma forma que las radiofórmulas están repletas de basura facilona envuelta en envoltorios de colores.

Sin embargo cuando vas cumpliendo años aprendes a esperar para todo. Esperar para que vuelva. Esperar para saldar cuentas pendientes con tus enemigos. Esperar para ese momento. Esperar a que llegue de nuevo el otoño.

Sólo hay que aprender a no decepcionarse si ese momento parece que no llega nunca y aprender también a marcharse cuando llevas esperando más que demasiado tiempo.

Sólo hay que aprender a elegir, aunque sea renunciar.

Algunos lo llaman peajes, otros lo llaman desvíos. La señalización es confusa. Desconozco si se llega al mismo sitio aunque dicen que lo bueno es parte del viaje cuando buscas, en medio de una recta, aquella canción.

Porque hay canciones que son absolutamente tremendas a partir del tercer minuto

Otras son perfectas solamente si eres capaz de perseguirlas hasta el final

Soy de los que aún esperan para ver cómo acaba la canción.

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