En 1985, Paul Hardcastle, un musico londinense, tuvo el gran éxito de su vida con "19" que era una canción en la que hablaba de la cantidad de jóvenes que eran mandados a Vietnam y de la juventud que atesoraban. En la 2º guerra mundial la edad media de los combatientes era de 26 años. En Vietnam era 19, así empezaba.
Versión traducida aqui
Los cierto es que el artista ha reeditado su éxito a los nuevos tiempos y los nuevos sonidos alegando exactamente lo mismo: que las imágenes de Afganistan empiezan a ser un calco de aquellos tiempos y que en realidad los que mueren antes de tiempo siempre son los jóvenes, como en la canción de Deluxe.
Para determinadas noticias o acciones involuntarias o premeditadas algunos son hombres ("un hombre de 28 años asesinó...") y, sin embargo, cuando queremos tener la sensación incómoda de estar perdiendo un brillante futuro son casi niños ("un joven militar español de 28 años murió..."). Parece ser que hay veces que uno es grande o pequeño según la acción que le convierta en sujeto del acto.
En Miami quieren imponer el toque de queda para los menores de 17 años a fin de solucionar algunos problemas domésticos de la ciudad. A partir de las 23h00 han de salir acompañados, como quien saca al perro. Unos años antes pueden haber sido abusados por curas o por Boy Scouts de los que venden galletitas con nata pero dos años después pueden estar matando civiles afganos sin problemas. La maravillosamente patriótica doble moral americana, que se contagia rápidamente por culpa de la televisión al resto de Europa, es así.
Nuestra sociedad, en lo que se refiere a la juventud (y cuando digo juventud me refiero a quienes aún no saben exactamente donde quieren estar dentro de 3 años pero se sienten capaces de todo) (ahí me incluyo con mis 38), tiende a catalogar cada rango de edad según le interesa como si fueramos el comodín al que culpabilizar o sacrificar dependiendo del momento.
En España se utilizó a la juventud como la mano de obra barata con la que edificar casas y ahora esa juventud son los hombres y mujeres adultos que apenas leen y escriben porque nunca han considerado que una educación fuera necesaria para comprarse un pisito a plazos. Van sin rumbo por los centros comerciales con su ropa de marca de hace 5 años y sus pequeños hijos que tendrán que ser los que coticen la pensión.
En Francia los jóvenes fueron los movilizados alborotadores básicos del 68. Ahora aquellos jóvenes que rompen cristaleras contra el G8 son de la misma edad solo que actualizan sus perfiles a través de los móviles de marca que alimentan aquellas economías opresoras.
En Africa los jóvenes son invitados a marchar por el desierto hacia la acogedora Europa porque así sus gobiernos pueden pedir dinero para ellos mismos a los destinos sobresaturados del norte.
En UK los jóvenes fueron la representación de que el movimiento cultural tradicional se moría cuando alguno descubrió que con una cresta, un perro a su lado y alguna que otra droga ilegal era capaz de gritar No Future en la BBC. Pero los Sex Pistols todos sabemos que eran un producto tremendamente rentable.
En EEUU los jóvenes fueron los pequeños patriotas a quien mandar a lugares remotos para mantener la fortaleza del imperio.
Después de todo, como si fueran sistemas educativos interesados, a los jóvenes se les ha considerado adultos o niños a conveniencia del sistema, porque cambiar el punto de vista altera profundamente el resultado de la visión. Podemos haber sido unos alborotadores que beben por las calles, unos irrespetuosos con los valores convencionales porque nos reímos de la Iglesia y del Estado, unos descerebrados con nosotros mismos porque hemos jugado con las drogas, unos incultos porque vemos más televisión que leemos libros, unos aprovechados sin cabeza por intentar vivir del sistema y sin embargo el sistema nos quiso dar de comer, nos ametralló con programas basura en horario infantil, nos dejó fácil acceso a las drogas, nos explicó que era gracioso reirse de lo poderoso y nos permitió comprar alcohol en las tiendas de chinos que no cierran nunca donde te atiende una menor de edad.
El peaje es que después, el mismo sistema, nos ha convertido en gran parte de lo que somos que es ser la nueva moneda de cambio del siglo XXI
Y a los militares bien remunerados, no sólo americanos del norte, se les sacrifica por unos barriles de petróleo que alimenten los coches oficiales.
No soy capaz de adivinar la gran revolución que puede darse si empezamos a darnos cuenta de la realidad real en vez de la realidad que interesa. Aunque hemos vivido tanto tiempo bajo la sodomía de la sociedad moderna que probablemente nos constipe el frío si no nos sentimos abrigados con su caliente manta que da y quita años a interés, como cuando preguntas la edad a esa hermosa mujer que anda, más o menos, sobre los 40. Responderá lo que le interese, como un titular de prensa cuando habla sobre mí, como un político interesado cuando quiere llevarme por el recto camino de la verdad.
Me poseen, ella y el sistema, como un niño. Me usan como un adulto.
Recupero un link que nos dejaron en los comentarios hace tiempo.
Que bonitos recuerdos vienen a mi cabeza con la cancion de "Nineteen".Y que bonito seria tambien que esa gran revolucion de la que hablas, empezara por nosotros mismos,que como Neo en "Matrix", nos tomaramos la pastilla roja y nos quitaramos la venda de irrealidad que se encarga de inyectarnos cada dia esta sociedad consumista,a traves de la TV y los medios.Gracias tu blog,tengo cada dia mi dosis de "pastilla roja".
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