7 de febrero de 2010

Pobres vergonzantes todos

Hace dos días conocí el concepto de "pobre vergonzante". Se refiere a esos antiguos ricos venidos a menos que tanto nos gusta de ver a los habitantes en la cada vez más reducida clase media.

Lo cierto es que tenemos que reconocer ese impúdico placer que nos suponen las caídas al vacío de las estrellas. Quizá porque caer desde más alto, por una ley física absolutamente general, es más doloroso.

Quizá por eso y porque la televisión se sigue convirtiendo en el espejo, desde el marujeo mañanero hasta el porno de las 2am, de todas nuestras miserias, Antena 3 (que no tele5) se plantea la producción española del programa británico Famous, rich and homeless .

Como bien describen en alguna crítica es "la visión obscena de la pobreza", sobre todo cuando se utiliza de manera mercantil para conseguir audiencia, anuncios y dinero mientras disfrutas viendo a Sofía Mazagatos intentando empeñar algún candelabro.

Poco ético pero efectivo. Y la efectividad es lo que cuenta en este mundo sin ética.

En definitiva no resulta más que hacer pública la capacidad de cualquiera en degradarse a sí mismo por un sueño. Todos lo hemos hecho aunque nos cueste encontrar las palabras.

Supongo que el concepto de pobre vergonzante se puede aplicar a cualquiera cuando se acerca sospechosamente san valentín que lo puedes considerar como la certificación de tus amores, el desprecio por lo sentimental o la visión obscena de las relaciones que se da cuando te arrastras. Aunque siga suspirando por algo que no era cierto, me lo dicen en los bares, es algo que llevas dentro. Que no dejas que te quieran, sólo quieres que te abracen y publico que no tuve ni valor para dejarte.


El problema es que hace tiempo que la televisión se jacta de las miseras personales y que todos, absolutamente todos, nos hemos degradado más de una vez. Algunos por dinero. Otros por sexo. La mayoría por esa idea amorosa irracional que nunca es perfecta pero que la tele, una vez más, nos quiere vender como tal en, exactamente, una semana.

Y nos convertirá de una u otra forma en pobres vergonzantes porque creímos ser ricos una vez (aunque aún lo seamos a veces).

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