Ya no es nuevo ni nos sorprende, pero de vez en cuando hay que reflexionar sobre algunos desparpajos modernos.
Básicamente, y para el que no tenga paciencia para el minuto que dura, una mujer que decidió tener un hijo con su pareja resulta que se queda sin pareja y decide que, dado que fue producto de una donación de esperma, el donante debería de pagar la manutención del hijo porque ella no está en disposición de trabajar. Y ya está. Obviamente si el devenir del amor hubiese sido diferente y el donante quisiera hacerse cargo de su hijo biológico en contra del deseo de esta buena mujer, le estarían acusando de intento de robo de niños. Sabemos con certeza contemporánea que las reivindicaciones son discursos victimistas con tono de drama apocaliptico en los que se deduce que lo que digo yo debe ser subvencionado y todos los demás son intransigentes a los que hay que aplicar la fuerza de la ley.
Y aunque personalmente me la pela, cuando hay que quejarse, algunos lo hacen siempre. Incluso cuando les ponen un espejo delante. No son los gays, las lesbianas o los adoradores de Satán. Es toda una clase social. La clase social de los protestones.
De todos es conocido que la mejor manera de conseguir algo en una sociedad occidental es indignarse muy fuerte, aunque ni siquiera se sepa lo que se quiere.
El resultado final ante tanta soplapollez es que cuando alguien tenga, realmente, un problema, no sabremos diferenciarlo y se quedará hundido bajo kilos de impostura. Por otra parte nos hemos acostumbrado a determinados discursos y , como las drogas, cada vez hace falta una dosis más fuerte. En las ultimas semanas hemos considerado normal que bajo el paraguas de la igualdad se elimine el porcentaje de hombres o que los eventos solo para mujeres sean buenos para que seamos todos iguales. Hemos vivido con indignación extrema que unos militares de Israel lleven a un palestino en el capó del coche pero se nos ha olvidado que llevaron a una alemana violada medio muerta como trofeo el 8 de octubre, los otros. Volvemos a las polémicas por los dictadores muertos y estamos a veinte segundos de hablar de explotación calórica porque llega el verano y, oh casualidad, hará calor.
Pero no pasa nada porque hay Eurocopa y seguramente nos pitarán un penalty injusto por la conspiración que existe contra nosotros. Bueno, excepto si es a favor aunque haya piscinazo.
Un okupa llamó a la policía enfadado porque le habian okupado el piso. Un tipo que me robó me dijo la semana pasada, al localizarlo, que lo que no va a hacer es robar para pagarme porque yo sería cómplice de un delito.
Será cosa de los vientos modernos.
Hay que protestar aunque ello suponga en muchas ocasiones un absurdo. Hay que protestar porque si no se hace, nadie va a reparar ni en tus necesidades ni tu reconocimiento como individuo que no se ajusta a lo establecido.
ResponderEliminarProtestar es una obligación para que algunas situaciones cambien.
Ser parte de una mayoría es lo fácil.
Ahora también,
ResponderEliminarsacándolo todo
de quicio con
el letrero de
las narices ,
que es el
orgullo gay,
si no , una
variedad de
carnaval,
lo tendrían
que quitar
un año , y
que se les
quite la
tontería a
ellos .
Si no te agrada mira hacia otro lado
EliminarA ver:
ResponderEliminarQue una cosa es protestar (ante una situación injusta y pidiendo un cambio que beneficie a todos) y otra hacerse la víctima (que es pedir beneficios para uno mismo y, si acaso, para los que son como yo).
Adivina cuál es la que está bien y la que está mal.
Gracias
PD - tenía curiosidad para saber cómo contabas el robo.
La definición de justicia está clara. Su percepción es subjetiva.
ResponderEliminarLo que fue justo o ajustado a derecho hace X no tiene porqué serlo hoy
De ahí surge la protesta. La protesta mueve al cambio y las redefiniciones de lo que es justo o injusto.
Efectivamente estoy de acuerdo en que hay una enfermedad hoy en día porque cualquier imbécil tiene un altavoz en RRSS.
Para el anonimo
ResponderEliminarque escribió
despues de mi,
si me respondiste
a mi, te equivocas,
me importa una
mierda el letrero,
lo que ya me parece
cansino, es esta
piel de vidrio,
que tienen muchos
en España, alentados
por este gobierno
progre ,que llama
ultraderecha a
vox, y tiene de
socios a su marca
blanca en Euskadi,
que es el pnv,
alentados por
emisoras de
radio como
la ser, que
se tendria
que llamar
Onda moncloa,
o Moncloa radio,
A mí lo que me aburre es oír a asalariados quejándose ampliamente de este gobierno de izquierdas.
EliminarEnumerar por favor todos los beneficios que la derecha en el gobierno central ha traído a la clase obrera.
Y sí, contundentemente llamo ultraderecha a vox, qué es un partido que aparte de despotricar contra el desmadre de la inmigración descontrolada y acusar de sandeces a sus rivales políticos no tiene programa alternativo alguno.
Yo me declaro recogenueces.
Alguien con café?
Yo traigo pastas.