22 de junio de 2023
Canciones del verano ( que no)
21 de junio de 2023
I had a dream no identitario.
No es mio, pero lo comparto. Reflexiona sobre el motivo por el qué parece que hay una nueva corriente de pequeños fascistoides irracionales que asoman la cabeza en nuestra infantil sociedad de impulsos.
Dice así:
Nací a principios de los 80.
Las tesis que se manejaban en los temas de machismo, racismo y todos esos temas allá por los años 80 y 90 eran las de la "ceguera identitaria". Es decir, bebiendo directa o indirectamente de Martin Luther King existía una pretensión generalizada en intentar fijarnos en el carácter de las personas y no en cosas arbitrarias como su sexo, su raza o su orientación sexual. Esa era la dirección en la que culturalmente intentábamos caminar consiguiendo grandes consensos sociales que rechazaban comportamientos racistas, homofobos o machistas. En nuestra época no era popular, ni "trendy", ni guay hacer comentarios racistas o hacer comentarios homofobos. Todo lo contrario. Eso no significaba que no existiese el racismo , la homofobia o el machismo sino que en términos generales era socialmente rechazado y se abrazaban las tesis de que a un individuo no era ni su raza, ni su orientación sexual ni aquello que le colgaba entre las piernas lo que le definía y , por tanto, la idea era que todos intentásemos trabajar en esa dirección.
No era perfecto, maravilloso o infalible, pero íbamos avanzando.
Sin embargo grupos de activistas con peso determinante en las principales universidades americanas empezaron a plantear tesis opuestas a la de la "ceguera identitaria". Estos activistas, repartidos entre alumno y profesorado, reivindicaban las identidades a través de una dialéctica de oprimidos y opresores remarcando continuamente las identidades de los sujetos dentro de toda conversación y reivindicando una suerte de reparación histórica.
Por lo tanto la idea ya no era: vamos a intentar olvidarnos de la raza, la orientación o el género y vamos a tratar de tratarnos como seres independientemente de nuestros atributos. Aquí lo que se hacía era reivindicar esos atributos que iban a redefinir nuestra situación nuestra situación material actual y por tanto iba a ser la óptica por la que analizar nuestras dinámicas sociales. En este nuevo mundo las personas blancas , pese a sus ideas, iban a ser blancas por encima de todo. Podían ser racistas pese a estar en contra del racismo y tenían inconscientes privilegios de raza que les daban ventaja sobre el resto de realidades racializadas. La "blanquitud", entonces, se convirtió en un problema.
Esta dinámica se repitió con todo. Los hombres tenían privilegios, porque si y aunque la ley no lo estableciera, frente a las mujeres. Los heterosexuales imponían una "heteronormalidad" tóxica y cada semana aparecían nuevas minorías que buscaban su cuota de casito en las olimpiadas de la opresión. Todos estos discursos concurrían en lo mismo: El enemigo a batir de esta corriente identitaria era aquel que dominaba la intersección de la pirámide de privilegios y eso no es más que el terrible hombre, blanco, heterosexual. Autor material de todos los males en la tierra. En esa dirección se empieza a trabajar.
Esta guerra de identidades, aparte de loca, puede traer un perverso efecto rebote. Si juegas a juzgar a la gente por su color de piel, su identidad sexual o su género en lugar de acabar de acabar con el racismo, la homofobia o la misoginia lo que estás haciendo es empujando a muchos de los que señalas hacia el racismo, la homofobia o la misoginia.
Porque si reivindicas y juegas a la guerra de identidades, señalando y denigrando a la gente por éstas, lo lógico que el muchos acaben refugiándose. Castigar a alguien por nacer blanco o varón no es tan diferente de haberlo hecho, muchos años atrás, con alguien por ser negro o mujer.
Era algo palmario que meternos en esta macedonia identitaria de forma agresiva y azuzada por activistas desnortados que no habían dado un palo al agua en su vida era una mala idea. Demonizar por defecto al "hombre blanco heterosexual" no iba a terminar con una capitulación sumisa sino que iba a abrir la puerta a otros identitarismos de igual corte radical. Sin embargo siguió, pese a todos los avisos.
Contra la inercia social que se ha creado, contra este péndulo gigantesco, poco se puede hacer a estas alturas de la película.
Si, lo de la "ceguera identitaria" y lo de "i had a dream" de Martin Luther King no era perfecto, pero quizás era un poquito mejor que esta mierda en la que estamos sumidos.
¿Ahora qué tenemos?. Tenemos a mas chavales racistas y misóginos que se han radicalizado a base de repetirles por activa y por pasiva que sus cualidades identitarias eran una suerte de pecado original que debían purgar y deconstruir. Radicalizados a fuerza de meterles charlas por la garganta en los institutos o tener a señores con el pelo rosa llamándoles "niñes" y explicándoles con un unicorninio por qué el género era en realidad un espectro.
Señores, señoras, señorís: Hay que admitir que las tesis identitarias no solo han fracasado sino que nos llevan a una deriva reaccionaria que ahora nos salpica a la cara. Ustedes son parte del problema en el que ahora mismo hay una reacción en contra de todo lo que significan y han intentado imponer. Por eso mismo deberían de admitir cierta responsabilidad.
17 de junio de 2023
Marta, el monte y la eutanasia sexual ( relatito)
( Estoy buscando personajes y se me ha ocurrido uno que no quiero que se me olvide. Necesito gente que parece que es feliz pero con un trasfondo turbio)
Marta.
Dos hijos bien criados y los domingos subiendo al monte. Una mallas más prácticas que eróticas y unas zapatillas de esas limpias que acaban con barro al final de la mañana. Lleva siempre una sorpresa para comer y celebrar que se ha llegado al destino cuando la meta es el principio de la bajada. Siempre dispuesta, sonriente, organizativa y participativa hasta decir basta. Disfruta de los dias de sol y de los dias grises. Si alguien está, es Marta. La vida parece fácil a su lado. Va a por las raciones en los bares y recuerda perfectamente quien toma el café solo y quien prefiere sacarina en vez de azúcar. Con el pelo corto y rizado, siempre sonriente y dispuesta a ponerse en modo escuchante si es que la necesitas. Da consejos prácticos y dispone de una palabra adecuada sin resultar intrusiva. No tiene un gramo de pedantería mientras se convierte en la que te ayuda a montar un mueble o la que te da los buenos dias preguntando sinceramente que qué tal te va. Sus horarios, como auxiliar geriátrica, la hacen desaparecer las mañanas que tiene turno de noche pero sabes que es una fija de las sobremesas. Prepara las fiestas y se queda a recoger los vasos cuando terminan. Activa y poblada de curvas, corretea por la casa con el mismo control que tiene un entrenador poco autoritario sobre sus jugadores, que no preguntan si la táctica es la correcta mientras hacen lo que se espera de ellos. Marca en los mapas los sitios en los que parar si es que los trayectos son largos y lo mismo te canta una de los Chichos como los grandes éxitos de Sabina. Baila con un poco de reggetton mientras se ríe a mandíbula batiente.
Y una noche al mes, en su turno de noche, se acerca a la cama de algún residente. Enciende la luz gris y puntual que hay sobre el cabecero, al lado de las tomas de oxígeno. Se sienta delante con una de esas sillas fuertes y anacrónicas, poniendo el respaldo sobre su pecho. Espera que se despierte. Le sonríe. Deja que los ojos, unos centímetros por encima de las tomas que entran en la nariz, se fijen en su escote. Cuando ha captado su atención da la vuelta a la silla y se sienta mientras abre las piernas y sube las manos por sus muslos, levantando un poco el uniforme. Se fija en el movimiento de las cejas que piden a los ojos captar mucha más información. Abre uno de los botones y sabe que se le ve el borde de la ropa interior, con inquietantes momentos transparentes. Si abre el segundo botón y agarra de abajo hacia arriba sus pechos casi parece que se le salen. También sabe poner cara libidinosa y jugar con la punta de la lengua sobre la comisura de los labios. Los años de experiencia le evitan reconocer el efecto que genera en la frecuencia cardiaca mientras en su cabeza ha aprendido a interpretar el pip, más o menos veloz, con los movimientos temblorosos de una excitación en la tercera edad. Se expone, voluptuosamente explícita, frente a la cardiopatía severa de su espectador. Le excita sobremanera saberse intensamente deseada, como una estrella que degusta la admiración de un fan que es capaz de despegarse de si mismo por adorarla. Un penitente convencido que no hay más dios que el que se le aparece y que no hay más vida que la que esa aparición te da o, cuando a ella se le asoma el primer pezón, te quita.
Marta mata a uno de sus pacientes al mes en lo que cree que es una buena obra para un enfermo terminal pero que , en realidad, es un acto de egolatría. Sin tocar, entre las sombras, con alevosía y mucha sensualidad. Marta ha desarrollado la eutanasia sexual.
Después, por la mañana, dice que está triste porque se le ha muerto uno de sus viejecitos pero está segura que lo cuidó, como nadie, hasta el último minuto. Y te pregunta cual es el monte al que vais a subir el domingo. Tiene que lavar las mallas.
11 de junio de 2023
Machirulos 12- Igualdad salarial 0
La seleccion de futbol femenina de US, de esas que EXIGEN cobrar lo mismo que los hombres porque, en realidad, realizan el mismo trabajo, ha participado en un torneo y desafortunadamente ha perdido en su primero partido. Esto le pasa a cualquiera, emponderado o no. Las mejores jugadoras se enfrentaron a Wrexham, de la quinta división. En ese equipo, dada su precariedad económica resultado de su posición, juegan un par de jubilados, unos aficionados y más de un joven deportista. Si fuera un equipo español seguro que hay dos fruteros y el panadero del pueblo. Pero no pasa nada. A los veinte minutos ya iban 7-0, a favor del equipo de quinta. El resultado final fue 12-0. Un casi.
Esto me hace recordar cuando las hermanas Williams eran las tenistas más poderosas del planeta y tambien decían, con furiosa cólera, que se encontraban en disponibilidad de enfrentarse a cualquier jugador masculino. Cuando ellas hicieron esas declaraciones John Mcnroe afirmó que aunque eran unas muy buenas jugadoras, no estarían entre los 700 mejores jugadores del mundo. Eso, logicamente, las hizo enfadar. Lo curioso es que un tenista venido a menos y que poseía el número 203 del mundo, aceptó el reto. Karsten Braasch, un aleman enganchado al tabaco, gano el primer set a una hermana por 6-1 y el segundo a la otra hermana por 6-2.
Y todo esto no es un golpe encima de la mesa ensalzando el poder masculino sino una nueva demostración de que entre los hombres y las mujeres hay cosas que, por muy bueno que se sea, se realizan de forma diferente y en cuestiones físicas simplemente se reafirma.
Por supuesto que otro caso que certifica mi teoría es el de Michele Mouton, Una grandísima conductora que maravilló al mundo cuando los coches de la serie B (la categoría de rally más salvaje que ha existido nunca), iban de costado por las carreteras. Michéle quedó subcampeona del mundo y si vemos su historia merecía más. Nadie, absolutamente nadie, ha puesto jamás en duda su tremenda valía y aparece en el parnaso de los grandes conductores por sus triunfos y no por su sexo.
También estoy seguro que habrá competiciones deportivas basadas en la elasticidad ( por poner un ejemplo) en las que un hombre haría el mismo ridículo que la seleccion de futbol de US y admitirlo es perfectamente lógico. Quizá la prueba más palpable es la respuesta a la pregunta de por qué algunos deportistas con carreras discutibles consiguen records del mundo femeninos cuando se identifican como mujeres y no hay ni un solo caso al reves
Sin embargo no podemos obviar que hay un ideario generalizado en el que las mujeres que juegan al futbol deberían de ganar como Messi y las tenistas lo mismo que Nadal. Las que juegan al baloncesto lo mismo que Michael Jordan. Que no hay diferencia entre un bombero machirulo que una mujer ( porque el fuego quema menos si eres mujer) y que los cambios salariales son un ejemplo de un patriarcado que está aqui para castigar a las que, aunque les gusta mucho el deporte, tienen vulva.
Afortunadamente, de vez en cuando, la realidad se impone con obstinación y 12 goles.
Solo pido que no se imponga la realidad cuando se queme la casa de una ultrafeminista y exija que los varones no salven a sus gatos, con el resultado de quemarse todos. O que haya que detener a un delincuente de 150 kg de peso y dos señoritas discriminadas positivamente sean incapaces.
Yo reconozco que hay cosas para las que no valgo y a tí, que te estás indignandE con la realidad, te pido que hagas lo mismo.
7 de junio de 2023
La importancia política de las palabras.
Ahora que estamos de elecciones perpetuas te voy a contar un truco:
1-Dices que vas a hacer una ley para, digamos, ayudar a los cojos a subir las escaleras.
2-Escribes en la ley que hay que partirle la pierna buena a los cojos y, de paso, que lo hagan tus colegas
3-La llamas "ley de ayuda a personas con cojera"
4-Alguien te dice que es una mierda de ley
5-Le dices publicamente que es una persona malísima porque no quiere ayudar a los cojos
6-Y si alguien le da la razón insistes que hay una ola de gente que quiere acabar con los cojos.
Pues eso,es.
Te lo dice un tipo que no tiene cojera sino que camina con flow.
2 de junio de 2023
¿Quien es Frank Grimes?
Es fácil, lo resumen al principio del episodio aquel de 1997 ( temporada 8)
»A lo largo de la evolución humana siempre hemos vivido en una especie de desarrollo darwiniano que nos hacia mejorar, como si fuera la ley de gen fuerte, para adaptarnos al medio. Nos pusimos sobre dos patas, perdimos el pelo, hicimos herramientas, suavizamos nuestras garras, creció nuestro cerebro y fuimos superando límites mientras nuestro propio ser competía y superaba los siglos poco a poco. Es verdad que puede ser probable que esas adaptaciones sean cada vez más rápidas y nuestros nietos tengan los pulgares mucho más ágiles que los nuestros gracias a algo tan tonto como la comunicación entre smartphones. Aunque quizá no sea tan tonto porque eliminar parámetros de la comunicación como la entonación o los gestos puede ser, en realidad, una forma de adaptarse o de usar en ventaja propia esa misma carencia. Viene a ser como jugar a un juego en el que desaparecen dos o tres reglas y quizá nos da la sensación de poder ganar con mayor facilidad. Eliminar, bajo la excusa de la tecnología, es en sí mismo una manera de seguir las propias teorías de la evolución, aunque no hacia delante o, por lo menos, lo que hemos considerado que es ir hacia delante.
»Eso mismo, ese planteamiento tan sencillo de intentar adivinar lo que el propio ser humano desea para sí mismo es lo que inicia mi estudio. Durante años hemos generado modos de catalogar y cuantificar nuestra salud. Hemos medido los glóbulos rojos y las transaminasas. Hemos establecido unos grados de colesterol en los que debemos estar. Hemos desarrollado múltiples maneras de medir algo tan volátil como la inteligencia, considerándola algo innato y que, en su mayor medida, nos hace mejores seres humanos. Ser inteligente, casi como una máxima, es mejor que ser tonto.
»Hasta aquí podríamos estar de acuerdo.
»Pero ser tonto no es lo mismo que ser estúpido. La estupidez implica no querer. La tontería es no poder. Podemos perdonar a un tonto, pero no a un estúpido. Carlo María Cipolla estableció en 1988 las leyes fundamentales de la estupidez, llegando a la conclusión de que es el peor tipo de ser humano que existe.
»Así que, en vez de medir la inteligencia o los defectos cognitivos de determinados sujetos de estudio, hace unos años intenté establecer un método que, sin lugar a dudas, fuera capaz de determinar el grado de estupidez de un humano.
»Se preguntarán el por qué. Para eso no hay que considerarlo como un hecho aislado sino como una plaga. Un estúpido procurará convertir en lo mismo a otro humano. Tenemos ejemplos muy claros en la historia contemporánea: la moda de los años 80, los memes de Internet, el triunfo de los reality shows… Ninguna de todas esas “cosas” mejoran al ser humano ni lo adaptan a un nuevo grado evolutivo. Simplemente restan. En el último siglo, abotargados por una revolución tecnológica establecida para tener más tiempo en el que desarrollarnos como personas, hemos usado ese tiempo en volvernos más y más estúpidos. Hemos retorcido nuestro mundo siguiendo a líderes democráticamente elegidos porque la mayoría posee el poder sobre los demás y, enfermos de estupidez, hemos cometido los mayores errores de la historia de la humanidad. Así que, si fuéramos capaces de medir, sin ninguna duda, ese parámetro antes de que nos lleve a nuestra propia destrucción, probablemente convertiríamos nuestro mundo en un lugar mejor.
»La principal duda que me surge es si acaso no es la estupidez el camino que desea la mayoría. Ser un robot evita el miedo a la libertad. Dejarse llevar por un ideal, cumplimentar un argumento marcado, pertenecer a una tribu o moverse en la dirección de la bandada de pájaros a la que cada uno cree pertenecer es, en realidad, una manera de vivir. Negarse a crecer, a decidir o a utilizar mejores herramientas, aunque estén a nuestro alcance, es también una decisión que se debe respetar. Si alguien desea ser estúpido hay que dejarle serlo.
»Pero no premiarle. Quizá ese sea el problema.
»Ese es un dilema moral que como científico no puedo ni debo de resolver. Solamente opino que más que medir la inteligencia, la capacidad espacial o de razonamiento, más importante aun que la propia salud personal o cien o doscientos virus que asolen algunas de nuestras ciudades, el estudio, valoración y, si es posible, la erradicación de la estupidez en nuestro mundo será la puerta a esa sociedad que siempre hemos querido tener.