"A mi"- decía una chica en la mesa de detrás del bar abierto y en peligro de extinción por el bien de todos ( menos de los hosteleros)- "me gustan los hombres sentipensantes". Y se quedó haciendo una pausa dramática esperando la aprobación de sus interlocutoras. "Ya sabéis que yo soy sapiosexual"- dijo otra. En ese instante pensé, por un momento, que si existe el karma un coche con seguro a todo riesgo debería empotrarse contra la cristalera asesinando a dicho grupúsculo y abonar generosamente los gastos de los arreglos al dueño del establecimiento.
Pero el karma, amigos, no existe.
En realidad lo que existe es la proximidad de una de esas navidades en las que, otra vez más y con una fuerza acumulada casi como de seres que provienen del averno, las felicitaciones de falso afecto edulcorado van a bombardearte.
Olvida una llamada y por supuesto nada por escrito en papel. La posibilidad de contacto personal está estrictamente prohibida. Prepárate, protegido por la bibliografía de Bukowski o los mejores momentos de Houellebecq, al ametrallamiento de deseos parecidos al final de una película de sobremesa de sábado. A la horadada y miserable consecución de frases rebuscadamente horteras. A los "que la magia de la navidad nos haga más fuertes y solidarios de lo que fuimos nunca para conseguir tener un año feliz". A las personas mágicas de chocolate que viven en las casas de caramelo del barrio de la piruleta.
¿Cuándo nos volvimos gilipollas ridículos del todo?.
En algún momento entre los ochenta y ahora creímos que éramos publicistas, pero de los chungos. Que si "de esta salimos más fuertes". Que si "la belleza del mundo se vive de forma intuitiva". Que si "el tiempo es el único polígrafo". ¿Os habéis vuelto todos tontos?
Hace años escribía aquí mismo que llegaba "La invasión de los místicos" y estas navidades van a ser la definitiva prueba de que ese virus ha convertido a la mayoría en Zombis de un buenismo cursilón vacío de contenido donde, después de "anhelar el calor de los corazones en tu vida gloriosa que te traerá de todo con el año nuevo", no habrá más que un extraño que perdió medio bit de datos en su móvil para calmar su propia inmadurez.
Y, como el karma no existe, se quedará tan tranquilo como la imbécil de la mesa de atrás buscando hombres sentipensantes no binarios en Badoo, que es un sitio donde está para ver si un sábado borracha, alguien le sube el ego. Ya, si eso, quizá eche un polvo. Eso sí, un polvo sapiosexual introvertido.
Al terminar intercambiarán los números de móvil o los nombres en Telegram. ¿ Para qué?. Para enviar una felicitación de mierda. Dulce como una tarta de tu abuela. Muerta, como la mía.
De esta navidad, salimos más tontos.
Y yo que creia
ResponderEliminarque esta situacion
que tenemos , habia
servido algo para
contener la tonteria,
esta visto que para
esto jamas habra vacuna .