A David le gusta contar, mientras te la enseña, que la cartera de cuero que tiene es de un puesto de artesanía que ponen, de vez en cuando, en el centro de su ciudad. Le gusta explicarte, cuando vas a su casa, que las velas son de un tipo de Ibiza que aromatiza la cera natural con flores silvestres. Lleva calzoncillos de Zara pero pone a Amancio como un ejemplo de defraudador mientras espera al repartidor, que él llama "rider", con la comida que pidió a través de una app que se lleva el 13% del margen del bar de la esquina. Pagó con tarjeta pero se movilizó el año pasado por los beneficios abusivos de los bancos. La hipoteca la pidió en Bankia. "Joder, es la más barata"- afirma.
Te habla de las libertades pero considera que hay que ilegalizar a todo el que no piensa como él. "Son un peligro"-te explica contando las barbaridades de los demás. David es un hombre feminista (no hay mujeres malas) y es un ecologista (no hay industria buena) que critica a su vecino por sacar la basura cuando no debe o por reciclar la mitad de los envases. Va en bici cuando hace sol y se pide un Uber si llueve. "Me dan una botella de agua y no son como esos sucios taxis"- aunque no ha montado en un taxi desde 1998.
En su cerebro Hitler y Franco quedan con Mussolini los miércoles para ordenar a Trump lo que debe de hacer a fin de seguir manteniendo su poder infinito sobre un mundo bondadoso ( al que pertenece él) por parte del fascismo que se empeña en retratar día tras día en Twitter. Stalin mataba pero no era tan malo. Pol Pot, marxista y comunista, se cepilló a una cuarta parte de la población de su pueblo por equivocación. La historia para David se divide entre locos, fascistas, explotadores y víctimas. Eta era un conflicto político porque aunque lo negará siempre, no valen lo mismo los muertos de un lado que de otro, por mucho que sean muertos y huelen igual según pasa el tiempo. Una de las cosas que hace con habilidad circense es desquitarse de aquello que critica en los demás cuando lo hace él o quien necesita que sea el bueno de la parte de la historia que le apetece contar.
Si le llevas la contraria o puntualizas algo no importa sobre lo que hablas, sino que te recuerda lo malo que eres ahora que te has alistado en las filas del poderoso enemigo. Un día le dije que no hacía sol, que llovía. Sólo tenia que sacar la mano por la ventana. "Eso lo decís vosotros los homófobos"- respondió sin mirar a la calle ni saber yo cuando habíamos hablado de la libertad para amar a quien a cualquiera le de la gana.
Te envía un podcast, cuando se hace el intelectual, que parece una película de buenos y malos. "Enviado desde mi iphone"- pone en la firma.
No le hables del Coltán. Últimamente le ha dado por criticar las bebidas azucaradas pero se hace unos kalimotxos muy cargados. Ve porno en la intimidad. No es degradación, es BSDM. Cuando habla de justicia fiscal, que es el eufemismo que usa para explicar que los demás tienen que pagar más por el bien común del que piensa salir beneficiado, hace gestos con las manos.
Contrapone, hábilmente, mundos de ilusión que no existen ni han existido nunca contra el imperfecto mundo real en el que vive.
David tiene mucha opinión y le gusta tener razón siempre. Se sabe los títulos de los documentales de Netflix. Si algo es teóricamente bueno, se lo queda. Si algo es malo, es cosa de los otros. En realidad nunca hizo nada porque vive en la teoría en vez de el mundo real. Sólo se agacha en verano, en la playa, a limpiar un poco la orilla antes de hacerse la nueva foto de Instagram. Aplaudía a las 20:00 pero ahora pone esa foto del centro de salud que no le atiende en facebook. A él, que es lo más importante y digno de este podrido mundo. "Si todos fueran como yo..."
Me gusta lo que dice como cuando veo una película en la que ganan los buenos, pero sé que eso es una peli.
Antes sólo decíamos que veíamos La2 y no lo hacíamos.
Ahora las hipocresías se han vuelto multitarea, como los sistemas operativos. Y están de moda. Será que ha llegado la versión 2020.2
No hay comentarios:
Publicar un comentario