29 de julio de 2020

Comportamiento de grupo televisivo.

Cuando la vida te lleva a un lugar que solamente habías soñado de soslayo en breves ocasiones has de improvisar.

En la mía, arrastrado por el forofismo contemporáneo de ciertas compañías inconclusas, terminé en el fondo sur del campo de San Mamés gritando al árbitro en un Athletic-Valencia de mediados de los ochenta. Un ejemplo de comportamiento grupal por desconocimiento del medio en el que, quizá por no ser un experto, opté por mimetizarme con lo que yo creo que se hacía en esos fondos, en pie detrás de las porterías: beber cerveza, gritar al contrario y realizar sonidos guturales del tipo uy, buuu y ufff.... 

Como buen grupo que se cree invulnerable, que considera que tiene la razón de forma absoluta y que desvaloriza al contrario.

Como buen grupo que considera que, bajo el paraguas de la razón propia, puede realizar conductas que de manera individual resultarían ilegales o inmorales ( que no es lo mismo) y, además, la responsabilidad se diluye entre todos. 30 años de cárcel entre 900 personas no sale ni a dos semanas.

El caso es que hice lo que supuse que se esperaba de mi como uno más del grupo.

Las personas, quizá influidas por todo el soporte audiovisual que nos bombardea, procuran mimetizarse con los lugares haciendo lo que creen que se espera de ellos. En la serie "sigue soñando" ( imposible de encontrar) Martin Tupper descubre que su nueva novia había estado con otra mujer anteriormente y, al llegar la cama, se empeña en hacer lo que cree que debe hasta que ella le confiesa que a partir de los cuarenta minutos de sexo oral recibido, se aburre. En uno de sus scketch más reconocidos Mr Bean se comporta como cree que se debe con la reina de Inglaterra. No es un "allá donde fueres haz lo que vieres" sino un "allá donde fueres,haz lo que crees que se hace"


Y se consiguen efectos ridículos con los que no pasa nada si son en la televisión y el cine porque, como la literatura erótica, lo soportan todo.

El problema es cuando sucede en la vida real. Cuando alguien que solamente ha visto el poder en Scarface le dicen que tiene poder. Cuando alguien que ha vivido creyendo que los futbolistas se casan con supermodelos y le fichan en primera división. Deja a la novia que le acompañó, bajo la lluvia y sobre el barro, a los partidos de tercera y se tatúa el nombre de la modelo poniéndole Celeste Adriada a su primera hija.

El problema es cuando estaban tan convencidos que los ricos roban y, cuando se creen ricos, empiezan a robar para no llevar la contraria al grupo. Por no llevar la contraria a lo que se pensó, el día que ella se quedó a dormir se empeñaron en hacer ciertas todas y cada una de las posturas que habían visto en los momentos de intimidad por Internet y se les olvidó intimar, que es desnudarse de espíritu.

Alguna vez entra en el restaurante un famoso de nuevo pelo. Mira, con la espalda muy estirada, alrededor. Espera, porque por eso es famoso, que le sonrían y le miren con algo de envidia. Espera una adolescente desmayada y un camarero que le pida un autógrafo en la servilleta. No es capaz de pensar que es un tipo más en un lugar más. Pertenece a un grupo y exige, de quienes no pertenecen a su grupo, pleitesía. He de suponer que más de una persona sin hogar desea de una manera extraña producir repulsa para no ser reconocido en uno de esos momentos más que bajos por los que deberíamos de pasar todos al menos una vez. También sé que los borrachos, con la excusa del alcohol, se permiten acciones indecorosas dignas de una marabunta. Tocar culos,  mear en las jardineras y reventar escaparates de tiendas de ropa deportiva son acciones igualmente punibles.

Cuando uno no tiene ni puta idea de la verdad pero se empeña, en vez de preguntar, en comportarse como cree que es la verdad, hace el idiota en la mayor parte de los casos. Me da lo mismo un hombre sedentario intentando hacer de deportista, una mujer recién separada tras veinte años de tormentoso matrimonio seduciendo a un adolescente vestida de Berska o a lo que se supone que es una nueva clase política que tienen de políticos lo que vieron  en el Ala Oeste de la Casa Blanca.

Preguntar, fijarse y aprender son palabras que parecen del siglo pasado. Hacer el gilipollas es mucho más moderno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario