11 de mayo de 2019

Ser moderno es fracasar.

De una manera u otra la duración de las cosas se ha vuelto tremendamente efímera. Las compañías que fabrican teléfonos están asustadas porque tendemos a hacer durar los móviles tres años. Las relaciones estables disponen de una duración media de 4.9 años y el amor romántico 28 meses. Mis padres estuvieron 50 años casados y les encontré abrazados días antes de que la muerte les separara. Las relaciones sexuales de una calidad aceptable cuentan que son  de trece minutos. Hay pausas publicitarias que duran más y lo único que puede conseguir es que,  por fugaz, se olvide más rápido que una promoción.

No hay coches para toda la vida, casas para toda la vida, chamarra favorita desde siempre o trabajos para toda la vida.

Incluso parece que la modernidad y todo aquello que dispone de fecha de caducidad son una misma cosa. Experiencias que han de ser intensas y breves, hamburguesas de un bocado, deconstrucciones gastronómicas  con cubiertos pequeños y cervezas de trago. Borracheras inmediatas en un botellón veloz para llegar borracho a la  discoteca y perder la conciencia antes del último metro a casa.

Los programas de televisión no duran y las películas las dan particionadas para que paguemos varias entradas. Yo tardo 7 minutos en llagar a casa. Tengo un amigo con una startup que ya sabe que dentro de 5 años tendrá que reinventarse. Facebook, casi como la página web más antigua del mundo, tiene 15 años. Hay una empresa japonesa de construcción que tiene 1430 años  y han vivido de ella 40 generaciones, pero es una excepción.

Hemos dado un valor infinito a los cambios de ciclo, las reinvenciones, las modernidades que se difuminan y,sin embargo, no sé si son demostraciones de la obligación de fracasar a lo que nos obliga el siglo XXI. Cuando despreciamos la satisfaccion inmediata por un objetivo más lejano nos llaman gilipollas.

Cuando en mi curriculum pongo que llevo 25 años haciendo lo mismo,descartan mi perfil. Será que vivo en el siglo XX.

Y de una manera anacrónica lo que sigo buscando es un lugar donde quedarme.
Y saber lo que me encontraré en casa. En LA casa. Algo parecido al hogar. Un lugar que huele a café.

No hay comentarios:

Publicar un comentario