14 de enero de 2019

La crisis del egoísmo ya está aquí.

Nada más empezar el año se anunció un jueves negro: 4000 personas a la calle. Y a lo largo de pequeños artículos y noticias se van desgranando cientos de pequeños negocios de esos que son de toda la vida que van cayendo en la quiebra y el olvido. No es algo de una sola ciudad ni de algo que podamos culpar a algo etéreo sino a nosotros mismos. 

La diferencia entre la crisis del 2008 y la que viene es que en aquel momento un albañil cobraba 3000€ y pensaba que iba a ser rico siempre. Entonces se compraba un BMW y un chalet. El banquero le daba más créditos y los gin tonics se ponían sin pepino a 18€ la copa. Aquí hasta el más tonto era rico y, obviamente, eso reventó.

Ahora con la excusa de que yo me encuentro jodido pero no estoy dispuesto a renunciar a nada me importa una mierda pinchada en un palo que el que me trae la comida de mierda a casa sea un falso autónomo, que mi ropa la cosan niños o que la plataforma online pague impuestos en Luxemburgo y sus trabajadores estén en huelga contínua. La nueva economía se basa en el esclavismo se mire por donde se mire. Me da lo mismo que no haya fábricas ni comercio siempre y cuando no sea el mio , siempre y cuando no sea mi trabajo. Siempre y cuando no sea yo porque si soy yo la culpa es de todos los demás pero yo no he hecho nada malo. En mi derecho estoy de gastar el poco dinero que no me han robado los políticos en donde me de la gana. No me importan los derechos de los demás pero yo soy muy consciente de los míos. Somos , como los adolescentes que compran alcohol barato en el súper para ir borrachos al bar (que cerrará),  adolescentes egoístas.

Ahí estamos ahora. Apriétate que viene. El bazar chino debajo de mi casa cerró ayer.


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