3 de enero de 2019

El pajillero infiel


(literatura pueril basada en hechos reales)

Sonó mi teléfono justo a  la hora de los  dramas o las confesiones.

-Oye- e hizo una  pausa- ¿tú podrías saber viéndome  la cara si me  he hecho una paja?

Jamás hubiera esperado de mi mejor amigo una pregunta así un domingo a última hora.

-¿A qué viene esto?

-Joder- me  decía- He estado toda la tarde en casa. A eso de las ocho ha  sonado el timbre y he bajado. Nada  más  bajar me mira a los ojos y me dice muy serio “tú te has hecho una paja, ¿verdad?”. Y la verdad  es que  si, que lo había hecho. Estaba en casa aburrido y, pues bueno, esas cosas  pasan con tiempo,  vagancia, ganas y sofá. Tampoco creo que sea tan malo. Lo primero que pensé es  que, no sé, que  tuviera alguna marca. Pero no. Ninguna. Le  pregunté si se me notaba  en algo. Me dijo que lo sabía,  sin más. Que como me quiere es capaz de ver en mí más allá. Que es  esa empatía  de las personas enamoradas y que si yo no la tengo es porque no le quiero. Entonces me hizo otra pregunta “¿y has pensado en mí?”. Pero que puñetas voy a pensar yo, joder. Le dije que no. “¿En quién entonces?”. En  nadie. No he pensado en  nadie. No voy por ahí con un manual para  masturbarme. Lo hago y punto. Ni siquiera me preocupo.   “Me estas engañando”.  De verdad que no pienso en nada. Bueno, sí. “¿Ves?- me dijo- Algo era”. Lo dijo señalando con el dedo acusador. Le dije que no fuera imbécil, que lo que pienso es en mí. Nada  más. Me llamó egoísta y que  por qué tenía ahora que insultarle de esa forma  tan gratuita. Gratuito era el juicio sumarísimo al que me estaba sometiendo, le respondí. Me dijo que me quería pero no podía soportar que cuando no estuviera yo me dedicara fantasear con el resto del mundo. “Eso es ser infiel”. ¡Yo no había fantaseado con nadie ni con nada!. “No te creo”. Así que contraataqué pero no me di cuenta que ya estaba condenado. Le  pregunté si no lo hace acaso alguna vez. “Pero pienso en ti”- respondió tal y como se esperaba. “Yo no soy como tú”- dijo situándose en la superioridad moral.  “No puedo estar  con alguien que cuando no estoy pasa el día engañándome”. Empezó entonces a gesticular y mover los brazos como si hubiera encontrado a todos  sus  familiares muertos después de un terremoto. “!Has traicionado todo lo que  he dado por ti!”. “!Me has decepcionado!”.  “No quiero saber nada  más”. Y se fue, dejándome en el portal con la sensación de vergüenza que debe de tener un adolescente si le pillan tocándose. Culpable. Por un momento volví a mi situación de  intimidad sin encontrar  nada que fuera, ciertamente, culpabilizador. Pero estaba soltero sin saber todavía  cual era  mi gravísimo pecado. Bueno, si. Masturbarme es ser  infiel, parece ser. ¿Tú piensas en alguien en ese momento?

-Un  domingo por la tarde sin nada más que hacer la verdad es que no pero- e hice una pequeña  pausa-  ahora  me lo voy a  pensar  por si acaso. Tampoco creo que se note pero empiezo a  asustarme.

-Porque… ¿se nota?

-Yo creo que no. Supongo que te iba a dejar igual pero cuando no hay excusas , se buscan. Es mucho más sencillo coger la  culpa, hacerla una bola, y tirarla a la cara  del otro.

-La culpa

-Si. ¿Vas a hacer algo?

-Pues mira, una paja no creo.

-Hombre, ahora no engañas a nadie

-Ni antes

-Ya. Eso creo yo. Aunque seas egoísta, traidor, infiel y pajillero.

-Vete a la mierda.


Pd: dice Rafa Pons que cuando te pregunta algo tu pareja sobe lo que estás pensando siempre hay que decir que "en ti"

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