Tengo una teoría infalible: las grandes canciones de amor , de echar de menos como un perro y de arrastrarse por el lodo cargando, al estilo de Atlas, el mundo de la culpa a las espaldas son casi siempre de un hombre. Si quitamos a Malú de la ecuación diría que hasta en un 95% de las ocasiones. Lo sé porque si hay una canción de desamor, la he oído. Me entreno para ver si alguna vez hay unas olimpiadas de la nostalgia o el cargo de conciencia y puedo llevarme alguna medalla. Longitud de arrastrado, maratón de disculpas, lanzamiento de culpa, decatlon de perdón o tres mil metros obstáculos donde los obstáculos sean graciosos muchachos fornidos que tengan por virtudes cada una de mis taras: uno es más sano, otro más guapo, hay un tipo más rico, delante del foso uno con todos los dientes perfectos y antes de la meta uno más viril que me gana por un prepucio. En esas olimpiadas se debería de premiar al perdedor porque hay que ser muy hábil para fracasar siempre.
El caso es que con el tiempo y habiendo probado casi todos los tipos de arrepentimientos he llegado a la conclusión, tonta y pueril, de que hay veces, demasiadas veces, que hay que decidir que hasta aquí. Y punto. Aunque luego pase como en aquella canción del disco IMPRESIONANTE de los Piratas: Ya no tienes que jugar Podrás venir y arrodillarte ante mis piernas Podrás hacer lo que tú sabes que me gusta mas y callada perdonarte sera fácil Ya no tienes que buscar es tan fácil conocerse. !Si siempre que me tocas reconozco mis derrotas! . Porque ahí existe un "hasta luego" pero después viene el "pero me quedo jodido". Los hombres tenemos un gen que se parece al perro Tristón, el que sólo quiere un amiguito. Supongo que de ahí surgen muchas de las canciones y mil millones de veces en las que, atormentado, la imaginamos viviendo lo que nos merecíamos nosotros con otro. Quien sabe.
Vivo rodeado de divorcios. De mujeres recuperando el tiempo perdido y hombres perdidos. Todos los hombres tienen miedo y las mujeres son de hielo. La capacidad de ser determinante se inclina, con todos los pesos de la báscula, en el lado femenino. Será que aprendieron a controlar la emotividad aunque lloren en el cine o que lloraron mucho sin resultado en generaciones anteriores y eso se marcó en los genes. No lo sé. Si una mujer dice que no, suele ser verdad y es que no. Si dice que sí y por alguna oscura razón la otra parte dice , por dudas o por miedos, que no, pasa a ser un hijo de mil madres desagradecido merecedor del desprecio más absoluto y de algo que, en mi caso, llevo con profundo malestar: ser ignorado de una forma pasivo agresiva. "Tu sabrás"- dicen escuetamente si es que dicen algo- y es entonces cuando empieza a cargarse la batería de la culpa. Y esa, curiosamente de manera inversa a un móvil chino, se descarga muy muy lentamente de la misma forma que ella está cada vez más guapa aunque me juren que la vieron entrar en un teatro con cara de aburrida junto a otro chico. Y las alas plegadas.
Vivo rodeado de divorcios. De mujeres recuperando el tiempo perdido y hombres perdidos. Todos los hombres tienen miedo y las mujeres son de hielo. La capacidad de ser determinante se inclina, con todos los pesos de la báscula, en el lado femenino. Será que aprendieron a controlar la emotividad aunque lloren en el cine o que lloraron mucho sin resultado en generaciones anteriores y eso se marcó en los genes. No lo sé. Si una mujer dice que no, suele ser verdad y es que no. Si dice que sí y por alguna oscura razón la otra parte dice , por dudas o por miedos, que no, pasa a ser un hijo de mil madres desagradecido merecedor del desprecio más absoluto y de algo que, en mi caso, llevo con profundo malestar: ser ignorado de una forma pasivo agresiva. "Tu sabrás"- dicen escuetamente si es que dicen algo- y es entonces cuando empieza a cargarse la batería de la culpa. Y esa, curiosamente de manera inversa a un móvil chino, se descarga muy muy lentamente de la misma forma que ella está cada vez más guapa aunque me juren que la vieron entrar en un teatro con cara de aburrida junto a otro chico. Y las alas plegadas.
Nosotros nos damos cuenta de lo que perdimos mucho antes que vosotras. Debe ser algo así como un tiempo de reacción. El tiempo en el que se hacen las canciones. Los lugares a los que vuelvo cuando se me queda el aire pegado a los pulmones bañado de luz eléctrica delante de un teclado. Es parte del entrenamiento.
Los hombres procuramos no llorar en público pero lo hacemos en privado. Desconozco lo que hacéis mientras porque cuando no estás puedes vivir en cualquier lugar que me duela.
Los hombres procuramos no llorar en público pero lo hacemos en privado. Desconozco lo que hacéis mientras porque cuando no estás puedes vivir en cualquier lugar que me duela.
Se te olvida Piensa en mí, cantada por Luz Casal y autora Maria Theresa Lara.
ResponderEliminar