28 de enero de 2018

Sintomas

De un relato:

"Hay quien cree que los alcohólicos tienen un problema con el alcohol. El problema es saber el motivo por el que se esconden detrás de una copa, saber a lo que no son capaces de enfrentarse. El síntoma es la borrachera. El origen, salvo contadas excepciones, es un lugar del que escapar o al que no llegar. Normalmente el más leve de los resultados es la resaca.

Yo empecé a esconderme en las barras en las que algún camarero amable me volvía a servir otro combinado dándome la razón en todo y con la única preocupación de que dejara el dinero para la caja. No era alcohol sino todos y cada uno de los lugares en los que, quizá, alguna vez había sentido calor, un espejismo del que era consciente. Falta de necesidad de proyectar nada más allá de las tres horas siguientes. Me acurruqué en alguna voz de la que, según las normas no escritas,  había que marcharse sin obligación de volver cuando la habitación aún está caliente. Un lugar donde no hace falta fumar porque sé que después, al volver abochornado hacia mi coche con la falta de prisa que dan esas horas que hay entre la noche y la madrugada, puedo fumarme un cigarrillo despacio y tirarlo contra la acera sin sentir la mirada inquisitoria de otros transeúntes.

No me acosté con nadie, si es que eso me libra. Pero busqué refugio y eso es una forma de infidelidad, supongo."

1 comentario:

  1. Te entiendo amigo, He tenido necesidad de escapar las 99,9 veces que estuve ahí entre el calor y la noche, y no me di a la bebida!!! Menos mal...., y sigo esperando el dia en que me apetezca quedarme....

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