21 de octubre de 2016

El zurullo de Maslow.

Probablemente Maslow estará revolviéndose en su tumba.
Y lo estará porque de alguna manera vulgar y mundana nos estamos convirtiendo en seres con una extraña moralidad que defendemos en cada bar y en cada cigarro en medio de la calle sin ser capaces de tener respeto, no aprender a descansar jamás, comer mucha basura y confundir afecto con intimidad sexual cuando, en realidad, la intimidad se ha convertido en algo mucho más difícil que encontrar que el sexo. "Juliet, when we made love, you used to cry". Conozco una mujer que tras una imagen y una actitud casi pétrea está hecha de algodón de azúcar. Cuando se lo dices se endurece como si fuera una reacción incontrolable, casi tanto como recordarla.

Uno de los triunfos de la edad moderna es saber identificar las teorías y somos, todos, grandes teóricos.

Pensamos y hablamos. Nos ponemos las túnicas de filósofos y la cara de interesantes. Usamos palabras grandilocuentes de las que importa mucho más su sonoridad que su efectividad. Murciélago es el animal con todas las vocales. Me han dicho y he puntualizado con todas las cosas que hay que hacer un numero inverso a las veces que hice algo en la dirección correcta. La mayoría de nosotros creemos poder afirmar que no hicieron lo necesario por ganarnos. Tenemos una excusa para cada vez que nos quedamos quietos esperando que vinieran a rescatarnos o que no nos bajamos de nuestras atalayas.

Juramos, viendo la pirámide, ejercer la moralidad, ser creativos, no tener prejuicios, aceptar los hechos y conocer la forma de resolver problemas y criticamos que los demás sean capaces de respirar como si no lo merecieran. La pirámide es nuestra porque somos los faraones de nuestro universo y creemos que la hemos cumplimentado cuando nos tambaleamos sin seguridad alguna y con un reconocimiento propio que nos deja rompiendo a llorar cada mañana en la ducha, justo antes de vestirnos con la falsedad de la autorrealización.

"Tenemos que" subir a la pirámide y lo que hacemos es orinarnos en los cimientos como si fueran menos importantes o como si los hubiéramos ganado sólo con existir. Una casa y un trabajo digno para todos, aunque algunos sean unos mierdas que no lo merecen, que los hay. El hijo del jefe alardea de su éxito cuando nunca hizo nada y pisotea a los demás. 

Para mi es un triunfo respirar. En televisión aparecen ejecutores de la moralidad bien remunerados. Nefertiti y Akenatón van de compras a Zara. La pirámide de Maslow ahora mismo es un autentico zurullo, que es lo que hacemos con las aspiraciones humanas.

Hemos, y de eso van los párrafos, vilipendiado el camino hacia la verdadera motivación humana o una necesidad excesiva de felicidad creyendo que estábamos arriba sin pasar por los caminos intermedios.

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