Se define, en algunos libros, al neurótico como aquel que aún siendo consciente de aquello que le hace gozar lo reprime y lo lleva a una realización parcial buscando para eso un razonamiento, un fantasma que le permite excusarse ante sí mismo o ante los demás.
Más o menos es una forma de generar insatisfacciones a las que algunos estamos acostumbrados: a verla y no besarla la primera noche, a dejar el último trozo de pizza, a no gritar demasiado fuerte, a controlar los músculos que quieren ir a lo loco en el bar cuando suena una de las canciones favoritas. Hemos sido educados para ser unos neuróticos.
Guardar para después. Ser la hormiga. No agotar todos los cartuchos en una primera batalla.
En realidad esa sensación de no haber disfrutado lo suficiente o todo lo que estaba a nuestro alcance no es una sensación que nos sea ajena, en absoluto. Sin embargo en algún lugar deberá de estar la virtud. En algún sitio entre el excesivo exprimir cada instante y esa nueva tendencia absurda y adolescente del YOLO (you only live once), el Carpe Diem o el universo swinger. En algún sitio que no se tope con quedarse en casa esperando al amor de cada vida como si fuera a llamar a la puerta con la intención de quedarse para siempre. En balancín de la vida siempre parece estar un poco del lado opuesto, del sitio donde la gravedad ayuda.
Llega un día, después de toda esa prevención y ese cuidado de hacer las cosas como se supone que se deben hacer, golpeado un mes si y otro también, en el que aparece la pregunta sobre el motivo de tanta cautela. El motivo por el que no le dije que la quería cuando lo hice y sí después, cuando la perdí. el motivo por el que no aceleré para llegar más lejos en medio de la meseta o la razón por la que me fui a casa jurando que tenía que madrugar el día siguiente. Después, fumando un cigarro conduciendo por la autopista de la madrugada, que es un plató de televisión vacío e iluminado, desear no haber tomado esa decisión racional.
Ahí está todo: saber que aquello era felicidad, crear una razón o un fantasma que no haga disfrutarlo plenamente y sentir una extraña tristeza al ver el conjunto de los acontecimientos. A esa tristeza le llaman "distimia (*)".
Y cuando uno se repone: repetir. (y no tiene por qué ser una mujer perfecta que te sonría en los lineales del mercadona o una fiesta donde no suene ninguna canción latina. La capacidad de cagarla cíclicamente es omnipresente en el ser humano moderno)
Porque hemos sido educados para repetir ciclos.
Ser un descerebrado es ser un gilipollas pero ser un neurótico también. No hay opción.
Es, en ese momento, cuando la sabiduría popular tiene insultos que, dirigidos a uno mismo, se llenan de sentido pleno.
La función del fantasma en la neurosis es la de sostener el deseo, en el perverso, voluntad de goce. El neurótico otorga al fantasma el papel de sostener su deseo desfalleciente, porque no dispone de un deseo fuerte o decidido. Definimos las variedades de neurosis por el modo de sostener el deseo: imposible en el obsesivo, insatisfecho en la histeria y prevenido en la fobia. El neurótico no es un hombre de deseo, tiene un deseo débil. El neurótico es más bien cobarde, entonces para sostenerse a nivel del deseo tiene que acentuar su insatisfacción, su imposibilidad. Para ello se sostiene también en su fantasma, para darle alguna consistencia al deseo que en el neurótico no conduce al acto; el cumplimiento del deseo, en su caso, es ilusorio: alucinatorio en el sueño, o fantaseado en otras formación del inconsciente; es decir, sostenido en el fantasma. Mientras que el acto, verdadero cumplimiento del deseo, resulta evadido por el neurótico.
(*) La distimia (del griego clásico δυσθυμία ‘mal humor’), también llamada trastorno distímico, es un trastorno afectivo de carácter depresivo crónico, caracterizado por la baja autoestima y aparición de un estado de ánimomelancólico, triste y apesadumbrado, pero que no cumple todos los patrones diagnósticos de la depresión.
- Baja autoestima, sentimiento de incapacidad, sentimiento de desesperanza, pesimismo.
Una descripción del neurótico desde marco analítico se encuentra en Nasio (1993) quien refiere que el neurótico es “aquel que hace todo lo necesario para no gozar en lo absoluto; y está claro, una manera de no gozar en la absoluto es gozar poco, es decir, realizar parcialmente el deseo” . Aquí, el goce se puede considerar un impulso originado en una zona erógena del cuerpo que en camino hacia su fin se encuentra con obstáculos, se acumula y se abre salidas; en otras palabras “el goce es energía del inconsciente cuando el inconsciente trabaja” (Nasio, 1993). Además, el sujeto neurótico se caracteriza como un sujeto insatisfecho y dubitativo sobre los ámbitos de su vida.
From lost to the river.
ResponderEliminarYou can't judge a book by looking at its cover.
Gracias por descubrirme que soy una neurótica. Te debo una cena por ello.
ResponderEliminarTomamos razones de otros para ser algo que encaje en nuestro entorno, en consecuencia actuamos de modos neuróticos para que no nos discriminen: todos actuamos por miedo a que no nos quieran. Revertir esa tendencia es madurar.
ResponderEliminarMe alegra verte que escribes de nuevo.