4 de junio de 2016

Ali y aprender a bailar esquivando los golpes

"Al golf también soy el mejor. Lo que pasa es que todavía no he jugado"- Muhammad Ali.

Mi padre, que era un amante del boxeo y que consideraba, entre otras cosas, que era un deporte de caballeros donde no era posible ser un gran tramposo porque básicamente eran dos tipos repartiendo mandobles en un ring, tenía en altísima estima a Muhammad. No lo tenía por ser un defensor de los derechos de las personas de color en la norteamérica de la época o por sus frases grandilocuentes. Le tenía en estima porque, según él, era capaz de ganar los combates sin golpear más que cuando era preciso.



Classius Clay bailaba en el ring esquivando una y otra vez hasta agotar al contrincante. En ese preciso momento en el que, aburrido de dar al aire, el otro no podía más, sacaba su batería de puñetazos y ganaba. Me decía: "fíjate cómo boxea con los pies".  Eso es lo que le hacía tan grande. Yo le regalé unas láminas de Ali con Liston en el suelo, en esa escena en la que le gritaba "levántate y pelea" y todavía están en la estancia que usaba como despacho.

El caso es que la gran enseñanza de Ali puede ser su resistencia a ir a Vietnam o su arrogancia del que se sabe el mejor en lo que hace pero, para mi, ha sido descubrir que una de las maneras de ganar las batallas es aprender a no ser golpeado.

Esa es la esencia de Ali en la vida o, si lo podemos extrapolar, algo que aprendimos del deporte para aplicarlo en el combate de cada día. No se trata de golpear más fuerte porque siempre habrá alguien más alto, más fornido o más entrenado. Se trata de saber esquivar y descubrir el round en el que se esconde el momento perfecto para dar una sola vez. Y salir victorioso.

Es una cuestión de capacidad física y paciencia.
Soy un bailarín horrible.

1 comentario:

  1. Hay otra foto fantástica de Ali
    https://es.pinterest.com/pin/118008452709040111/

    El más grande...

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