- Un cigarrito... ¿no tendrás, eh?- sonó desde atrás con una voz de adolescente de los que ya empiezan a quitarse el bigote. Con chandal, con gorra, con ese paso cadencioso del que arrastra los pies como perdonando la vida a la tierra.
- Pues no
- Pero si te lo he visto
- Ya, pero no me da la gana
- No es que me cueste, es que no quiero darte nada. Si quieres un cigarro, te lo compras
- Pero es que no hay dinero.
- Pues no te lo compres o trabajas o lo que sea
- Es que está la cosa muy mala
Entonces es cuando yo mismo murmuro hacia adentro y otro muchacho añade:
- No es para ponerse así, jefe.
Y pienso, sin decir nada y siguiendo mi camino, que me pongo como me sale de las entrañas, que parece que les debo algo , que yo no les pido su gorra o, simplemente, que si alguien quiere algo no vale solamente con pedirlo como si fuera un derecho recibir. No vale. No es un derecho fundamental quedarse delante del bar para esperar a ver al primer fumador y exigirle parte del botín. Estoy en mi derecho de molestarme, de no tener que aguantar a imbéciles niñatos con ropa de un deporte que no hacen. De no tener que soportar las malas maneras al recibir una negativa de algo por lo que no han hecho ni un esfuerzo mínimo, ni siquiera una petición educada y elaborada con un "por favor". Algo que no es necesario, que no es comer ni respirar y mucho menos un derecho ganado.
Entonces, me dice un vecino al subir en el ascensor y después de ser espectador que a veces hay que ceder para no entrar en problemas, que es un cigarro, que no me están pidiendo las escrituras de mi casa.
- ¿Se lo vas a dar tú?- le pregunto
- Es que yo no fumo.
Así que ahora, siendo el malo de la película, me voy a fumar uno mientras me dedico una canción.
Ojalá tu destino te mantenga el nivel de vida que tienes y no tengas que pedir,que no tengas que sentir que no tienes nada!!aunque estoy segura de que tu prepotencia no te dejaría hacerlo.
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